jueves, 5 de julio de 2018

Frenar a la ultraderecha

España debe posicionarse en el bando adecuado y defender una Europa solidaria frente a quienes buscan destruirla con la excusa de una falsa amenaza migratoria








Los migrantes rescatados por el Open Arms llegando a Barcelona.
Los migrantes rescatados por el Open Arms llegando a Barcelona. Gabriela Sánchez
No se trata de los migrantes. No se trata de las mafias de la inmigración. No se trata de acoger más o menos migrantes o barcos que andan a la deriva en el Mediterráneo. Se trata de plantarle cara al avance de la ultraderecha en Europa. Así, sin paños calientes. Los gestos sólo denotan en qué lado se alinea cada gobierno, cada partido, cada ciudadano. Y no existe un lugar intermedio en el que posicionarse. La partida está tan avanzada que "buenistas" -odio la palabreja- sólo son los que piensan que nos estamos protegiendo de unos seres indefensos que huyen y que no son conscientes de que hay una fuerza terrible y destructiva para Europa y para nuestros principios a la que hay que plantar cara sin ambages.
La ultraderecha avanza en Europa y el tema de la migración es sólo un estandarte manipulado bajo el que cobijarse. La cumbre europea ha sido considerada la cumbre del vuelco hacia sus tesis por la derecha xenófoba y la extrema derecha nacionalista. Ahora, bajo la presidencia de Austria, la alianza con Italia y Hungría constituye un peligro para los principios que constituyen la forma de vida europea. Hay que plantarle cara a ese fantasma y eso supone plantarle cara a cada monigote engañabobos que esgriman ya sea de proteccionismo económico, de xenofobia, de restricción de derechos a cambio de seguridad o, como sucede ahora, el manipulado debate de la amenaza de los migrantes. Ahora, justo en el momento en el que el volumen de llegadas ha descendido de forma clara y sostenida en toda Europa. Ahora porque ahora es el momento político para ellos, porque les es útil a nivel interno y porque les hará ganar elecciones y avanzar hacia la destrucción de la Europa de los derechos y las libertades que tanto nos ha costado. En esa dinámica se enmarcan las presiones a Merkel por parte de sus socios.


Hay que frenar a la ultraderecha. Macron gobierna en Francia no porque fuera el preferido de los franceses sino porque estos de forma mayoritaria fueron capaces de darse cuenta de que había que parar la llegada al poder de la ultraderecha. No tuvieron duda sobre la necesidad de votar incluso a su adversario ideológico con tal de evitar tal desastre. Esa siguen siendo la situación en Europa. No hay que optar entre acoger un barco o no o que lo lleven a otro puerto o pensar si hay que establecer campamentos o no, que también, sino sobre todo hay que optar entre darle alas a la ultraderecha o alinearse con la Europa de las libertades y de los principios, con la Europa que todos queremos y que en España es mayoritariamente respaldada por los ciudadanos de todos los partidos.
Los populistas de extrema derecha son, en palabras de Snyder, políticos de la eternidad. Su punto de referencia es una mascarada de la historia que se ensimisma en una época supuestamente idílica de Estados-nación que regían sus destinos sin ninguna cesión de soberanía y que fueron convertidos con la unión en una especie de estados víctima sin posibilidad de solucionar los problemas de sus ciudadanos. Imaginan estados que nunca fueron y los venden como reivindicación. “América primero” fue el nombre de un comité creado en su día para impedir que Estados Unidos se enfrentara con la Alemania nazi.
En nuestro país no existe, al menos hasta ahora y debemos celebrarlo, un gran mercado para la venta de las ideas xenófobas. Según todos los estudios comparativos, los españoles están muchísimo más cerca de los suecos en su actitud ante la llegada de migrantes que de los húngaros o los polacos. La tentación de ganar bolsas de votos agitando un espantajo es por lo tanto menos rentable políticamente. Aún así se comienza a vislumbrar la intención de algunas formaciones de utilizar el rédito electoral que de esta temeraria actitud pudiera derivarse. La irresponsabilidad sería tal que no tendría perdón democrático posible. Aún así no basta. El discurso de la dureza contra los refugiados o los migrantes va cobrando cierto vuelo en boca de portavoces oportunistas, alcaldes en busca de nicho o en el imaginario fácilmente manipulable de las redes sociales a las que es tan fácil excitar con unas noticias falsas sobre refugiados acogidos que tiran la ropa que se les entrega o que afirman que las muertes de niños en el Mediterráneo son falsas. El fake que reconvierte en bulo la realidad. No se puede hilar más enrevesado.
Así que España debe sobre todo posicionarse en el bando adecuado, que no puede ser otro que el de la defensa de una Europa solidaria y respetuosa de sus principios rectores y de los tratados internacionales suscritos. De paso, no puede ser otro que el de impedir que la ultraderecha consiga desestabilizar Alemania. Lo demás son problemas a los que hay que buscar soluciones posibles y que están al alcance de una unión de países como la UE. Políticas internas y de recursos externos para mejorar la situación en los propios países de salida. Políticas contra los mafiosos que no perjudiquen a los migrantes que se convierten en su mercancía. Políticas de razón, de humanidad y de derechos. Políticas desde la esencia misma de los valores que llevaron a crear la unión de Europa a la que tanto soñamos con pertenecer.
"El peligro al que nos enfrentamos ahora es el de la transición de una república democrática ingenua y con imperfecciones a una especie de oligarquía fascista confusa y cínica”, resume Snyder. Ante tal peligro, el “no pasarán” sólo puede tener unos destinatarios claros y no son los migrantes. 

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Como siempre, Elisa, gracias por tu análisis, siempre lúcido y comprometido. Me gustaría añadir que hay una relación inseparable entre erradicar a la ultraderecha europea e ibérica y sostener y acoger a los refugiados, y compartir personalmente lo que se tiene con los necesitados, que la cosa no va por separado, como ser buenos padres y educadores no consiste solo en poner unas normas, querer a los hijos y darles lo que necesitan, sino sobre todo en establecer unas relaciones prácticas y tangibles, poco teóricas, sanas, empáticas, cercanas, inteligentes y afectuosas para que las buenas normas no se queden en teorías y dogmas incumplibles, -como pasa, por ejemplo,  con quienes están convencidos de que la decencia es compatible con cierto grado inevitable de corrupción (¡!)- si no hay expresión material de ellas cuando llega el momento y todos 'saben'  lo que habría que hacer pero nadie ha visto nunca cómo se hace lo que hay que hacer. Nos educan, nos forman y en realidad aprendemos de lo que  vemos y no de los consejitos que nunca hemos visto hacerse realidad, por más que los hemos oído. 
Por esa razón es inseparable una actitud masiva  de rechazo a  las políticas xenófobas de los ultras, mediante una praxis que demuestre cada día que sí es posible evitar la hecatombe salvando vidas y haciendo hueco material en la sociedad para los que tratan de escapar de una trampa mortal, de la que este Occidente tan culto, civilizado y sin conciencia, pero con  una humanidad en decúbito supino, ha sido el principal causante;  ese compromiso de conciencia se activa con los valores de la solidaridad, la empatía y la compasión e implicación personal, que es el apoyo concreto en el sufrimiento para eliminarlo juntos, es el significado del compatescere latino, todo lo contrario del "buenismo", la compasión salva a los dos lados del mismo mar: al que sufre y al que ayuda al que sufre; al uno lo salva del dolor injusto, le ayuda materialmente y le reconforta con la fe en la humanidad, al otro le hace grande  y más  inteligente, más lúcido y mejor persona. La gratitud del prójimo nos nutre el caudal racional-emotivo. Compartir lo material acrecienta el patrimonio inmaterial que hace posible una vida mejor para todos en todos los aspectos. 

Nunca deberíamos olvidar que la política y la economía sin empatía ni capacidad para comprender en la práctica diaria los dolores y las alegrías del  Otro y para sostenernos con el apoyo mutuo de la conciencia colectiva, terminan siendo monstruosidades, aberraciones y hasta esperpentos para todos, que una educación tan inhumana como descerebrada y meapilas (aunque se crea todo lo contrario) nos ha ido imponiendo tacita a tacita, paso a paso, año a año, clase a clase...comentario a comentario...Donde comprobamos que mucho es lo hablado y pensado y muy poco lo realizado, sin caer en la cuenta de que eso sucede porque la realidad está partida por la mitad entre teoría que facilita la comprensión y praxis que le dé sentido a lo aparentemente comprendido (no se comprende si no se experimenta, se asimila y se aprehende al mismo tiempo) , si no se rescata ese patrimonio de las estanterías y ficheros, de  las pantallas y la cháchara, para darle vida, carne , sangre, latido y respiración... dejarle volar a la realidad y que deje de ser esa apariencia muy bien informada, pero deforme más per accidens que per se. Para que haya un se lo primero es SER  no figir que somos cuando no es verdad. ¿Acaso lo que aun no es, puede hacer algo? Nuestra sociedad está enferma de tanto aparentar y de tan poco ser. 

Estoy  convencida de que la utraderecha se quedaría en cuadro si los ciudadanos estuviesen un mesecito en el Open Arms o en cualquier campamento o CIE. Pero no de espectadores, que para eso ya está la tele, sino cooperando, sintiendo en vivo y directo el dolor que causa su sistema de vida en la humanidad más olvidada y explotada. Tras una experienia tal, sólo los psicópatas se quedarían indiferentes y serían una minoría ridícula , ¿quienes querrían ser gobernados por patologías semovientes capaces de rechazar a sus semejantes en las peores condiciones ,de colocar alambradas en plan picadora moulinex como las concertinas, tiroteando y matando si hace falta para adquirir medallas y pluses y gastándose en CIEs fantasma el presupuesto que deberían haber invertido en cumplir con las normas de la UE para la acogida de personas migrantes?
Hay que tocar tierra y dejarse de asaltar cielos, a los que nunca se llegará si no hay ni tierra para despegar porque la han recortado...Y sin embargo nunca nos dicen que la tierra somos nosotros y que  también somos el cielo, pero como siempre nos han contado que el cielo está lejísimos y sólo depende de un dios lunático que es del pp y y del opus (sólo reconoce a los suyos y al resto los castiga sin piedad. Que se jodan. Hay que ver qué bondad y qué misericordia tan originales y peculiares, que peasso de compasión ¡xd qué dios!) Y para remate nos lo hemos creído a pies juntillas durante generaciones que ya son degeneraciones...Y esa creencia no es fe, es pringue sociológica convertida en religiones, en liberalismo y capital a saco. Qué morro tienen y cómo se les desarrolla en cuanto pillan algo de poder, del tipo que sea. El poder que se olvida de que en realidad es servicio de portavocía y gestión por encargo social  (no por cargo ideológico de aparato), ya está en el camino de las ultranzas, diestras o zurdas. No tiene conciencia, solo cinismo y demagogia. Tiene que irse urgentemente al contenedor de residuos peligrosos. En España, en Europa y en los EEUU.

 No debe ser sólo la política de partidos el eje fundamental que mueva la dirección de la UE, como la de los estados-miembro, sino las personas, los seres humanos de cualquier lugar del mundo, cuyos derechos y necesidades hacen necesaria la política que debe ser mucho más cosa de portavocías y gestión por encargo ciudadano que de cargos a su bola y vida alegre en Bruselas, en Madrid, Amsterdam o Barcelona. Los refugiados son nuestros hermanos de especie, no la moneda de cambio de la histeria fanática de unos y de la manipulación desalmada y frívola de otros. 
Con las vidas humanas no se juega ni se negocia ni se trafica. No son moneda de cambio para seguridades mafiosas. A estas alturas de la Historia ya deberíamos habernos enterado de que la crisis que provoca las crisis, es de la decencia, de la justicia y la igualdad, como de la libertad y la fraternidad, tan cacareadas. Mucha boquilla en las proclamaciones pero muy poca sustancia ética y funcional en la realidad material, política y jurídica. ¿No deberían mojarse de verdad el Tribunal de Estrasburgo y el de Naciones Unidas y de una vez  por todas considerar delito de lesa humanidad el rechazo y la negligencia en la ayuda a los refugiados migrantes sin distinguir si es por guerra o por exterminio programado como la obsolescencia de los productos mecánicos de consumo?
Afirmando que no se trata de los migrantes, ni de la acogida ni de las mafias, ni de los rescates de vidas a punto de finiquitar, y dejando toda la realidad como anécdota estaríamos entrando en la órbita de la ultraderecha sociópata, cuyo recurso sine qua non es provicar miedo, inseguridad y parálisis en la conciencia social,  jugando en su tablero estratégico que es el ninguneo de las personas poco relevantes y la exagerando la importancia de los asuntos de relevancia política y económica que para ellos son lo principal. Precisamente el hecho que esa ultraderecha nos esté gobernando desde siempre, disfrazada ad hoc para lo que  haga falta: de demócrata, de liberal, de moderada, ¡hasta de socialista si nos descuidamos!, de jurista, de católica, de civilizada y dueña de las tradiciones más sólidas y pétreas como de aperturista y vivalavirgen, según  convenga para seguir mandando y forrándose, es el sistema que llevamos soportando desde siempre. Ya estamos tan acostumbrados a que ese sentido del fin justificando medios sea la llave de la despensa, que no somos capaces de ver el conjunto de la jugada más allá del rifirrafe y confundimos lo importante con lo anedótico y lo retorcido, manipulador y chantajista con lo  "políticamente correcto". Por ejemplo: las noticias insignificantes y folkóricas sobre las primarias de una banda mafiosa de mediocres para seguir enchufada al Parlamento en vez de ir a  la cárcel y devolver el botín que han robado, ocupan mucha más tención de los medios que el sufrimiento de los marginales, tanto migrantes como españoles. Y hasta periodistas tan lúcidas como Elisa pueden caer en la trampa de considerar la existencia de los fachas y sus clases de zumba borderliner, en la cabecera del interés sin llegar a intuir que precisamente la major vacuna contra la xenofobia ultraderechista es que, en vez de sus barrizales, sea primera página la acogida de migrantes por gobiernos decentes y demócratas de verdad, no sólo de barniz.
Las trampas y chanchullos típicos de la derechona sólo puede derrotarlos la demostración de que los DDHH, el respeto a cada persona y la salvaguarda de la integridad y de la vida mediante el asilo, no sólo es posible, es que es hasta rentable a plazos más cortos de lo que imaginan. Y dentro de nada, incluso será  imprescindible el trabajo de los migrantes para la sostenibilidad del propio sistema discriminador e injustísimo, que acaba con las personas para incrementar ganancias particulares, arruinando estados sin saber que sin personas no habrá ganancias ni para los pirañas, ni ejércitos para sus banderas, ni cuidadores para su años en declive, ni nada que rascar porque ya lo habrán rascado todo. Y sólo les quedará llorar por los mundiales no ganados  a causa de guerras estúpidas entre la arrogancia calva  y el guante blanco en la mano negra del Ibex florentiniano. Esas cenizas serán lo único que irán rebañando mientras seguirán culpando a Zapatero de que en su época se ganó un mundial por casualidad. En España la envidia es transgénica y hereditaria como los ducados de la coentor franquista y de la otra.

Sobre ese mísero planisferio de basuras patrióticas echadas a perder sólo pueden rescatarnos los pobres sin denominación de origen ideológico ni patriótico. Los bienaventurados, limpios de corazón y llenos de esperanza, que nos traen en los barcos de rescate la vida que nos hace falta y que ya escasea tanto que casi no se ve ni se siente. Si ellos encuentran un hueco en el que poder vivir en tierra europea, en realidad los verdaderamente rescatados (fachas incluídos) seremos nosotros.
Es curioso que el europeísmo se haya olvidado de su propia historia, -la vejez no perdona el desgaste memorístico ni siquiera a los continentes- quizás por eso ahora lleva tan mal los efectos secundarios de sus genialidades conquistadoras: Europa fue pobre, despojada y migrante durante siglos en los que se dedicó a invadir todo territorio en lontananza capitaneada por el hambre militarizante. Exterminó etnias, culturas, tribus enteras (leer a Bartolomé de las Casas: Breve historia de la destrucción de las Indias, pone los pelos de punta y debería ser lectura obligada en escuelas, institutos y universidades), dejó la mayor parte del Planeta hecho un trapo. Contaminó América y de esa colonización salieron monstruosidades como las reservas indias en el Norte, Kissinger, Reagan y Donald Trump, como el exterminio de la caza de esclavos en el Sur y en el Centro del Continente, a cargo de España, Portugal, Inglaterra y Francia. Por  no hablar de Asia y de África, especialmente, donde esquilmó pueblos y tierras para llevarse seres humanos como mercamcía de esclavitud al nuevo lupanar americano. Luego, familias enteras de migrantes devastaron las culturas indígenas y se hicieron los amos de todo hasta hoy.

No ha habido reparación, el exterminio continúa, pero resulta que ahora en vez de poner nuestra atención en crear herramientas de cambio y dar ideas para solucinar tan grave situcación, el foco de atención informativa se pone en la ultraderecha como protagonista, que lleva toda la historia partiendo el bacalao y creando este lodazal sustituyendo imperios por dictaduras, religiones y dogmas fanáticos por ideologías, que ningunean personas para canonizar intereses con el disfraz de una democracia irrisoria y de imagen nada más. 
Ya es hora de quitarle protagonismo a ese engendro, de dejarlo a un lado. Sólo son cinco estados los del fascio antimigrantes, si no les damos bombo y  platillo y seguimos adelante con lo que importa de verdad, quedará en evidencia su mentira y su abuso constante. Si les hinchamos la imagen nacerá el miedo y esa es su mejor carta de presentación ganadora desde siempre. 
El miedo es un resorte psíquico como la levadura en la masa del pan, solo que hace crecer y aumentar lo que más se teme. Si un niño va caminando mientras salta y no se le dice nada, todo va bien, llegará a casa tan pancho, pero en cuanto se le dice: "ten cuidado, a ver si te caes, cariño", el niño tropieza, se le enredan los pies o se topa con un pedrusco y se deja los piños por el camino, mientras el padre o la madre le dice con tono resabiado y sin relacionar el hecho con el condicionamiento de su gafancia: "¡ay mira que te lo dije! Eso te pasa por no hacer caso a papá/mamá!" Pues eso es justamente lo que la prensa debería tener en cuenta: la influencia del gafe mediático cuando, además, sobre todas las cosas, el negocio consiste en la alarma constante y en la carencia de estímulos positivos que la neutralicen, que los hay y muchos.
Desde pequeña me ha llamado la atención el hecho de que las buenas noticias no sean noticia, sólo las malas nuevas tienen eco galopante en los medios, que revolotean como los buitres esperando el final de la agonía para zamparse al fiambre y ser los pioneros en la descripción de lo más impactante de los sucesos,  cuanto más imposible, enredado, cruel y sádico, mejor.
En ese ámbito el más horrible de todos los recuerdos que tengo de la infancia y adolescencia es el de "El Caso", que nunca se compraba en casa, pero que se tiraba a la yugular desde el expositor de los kioscos de prensa, con sus titulares en mayúsculas rojas salpicando sobre los viandantes como la sangraza y las inenarrables fotos de los delincuentes en la portada. Un semanario dedicado a relatar con todo detalle lo más macabro y todo lo peor que puede realizar un ser humano (bueeeno, humano, lo que se dice humano, poquito...), exceptuando, of course lo pésimo que era el propio estado dictatorial, genocida y miserable que nos asfixiaba a base de patria en salazón como las sardinas de cuba (la cuba no era la isla caribeña, sino el recipiente redondo y de madera, donde se exponían  en las tiendas de ultramarinos), un régimen a juego con el panorama que seguramente estaba encantado con aquella publicacicón sacamantecas cuyas noticias convertían a la policía y al estado, de paso, en los "héores del silencio", no por resistentes, sino por la retrocida discreación de sus complicidades remuneradas-.

Somos biología, somos materia, pero nuestro entramado biomatérico sería imposible e insostenible si no fuésemos sobre todo energía. Y ese mecanismo intangible pero tan real como lo más palpable, se nutre de emociones y pensamientos que constituyen los sentimientos que luego se plasman en hechos, como recíprocamente los hechos generan emoción y pensamiento como su síntesis magistral: el sentimiento, el eje energético de la vida, que necesita crear y despertar la conciencia como andamio o como espejo íntimo y cósmico para reconocerse.
Con miedo, prejucios y patrones adquiridos por inoculación social y educacional, en constante repetición de esquemas y rutinas que entran en una mecánica -cómoda, sí, pero fatal para nuestra evolución-, la energía humana estará eternamente encadenada en  la caverna de Platón, de espaldas a la salida y creyendo que la realidad son las sombras  que se proyentan en la pared rocosa desde una luz que nunca se ve porque se está de espaldas a ella. A lo mejor por eso  se inventó el cine, que tiene idéntico mencanismo que la descripción platónica. ¡Lo que nos faltaba para dejarnos in albis eternamente como individuos y especie!

Es  cada día más urgente que aprendamos a distinguir la realidad, de las pelis que constantemente nos proyectan para que nunca nos levantemos de la butaca, convencidos de que dónde vamos a ir que más nos den, si los cienastas están igualmente enganchados a la imagen efímera, convencidos a base de Oscars y de Goyas, Leones y Conchas, de ser la releche, que  además les da de comer, galmour y seguridad, como a los canarios cautivos en las jaulas, de las que si escapan, se mueren. Tal como el sistema dependiente ha decretado e implementa, con el consentimiento y el aplauso de los mismos pájaros enjaulados. Es patético, pero es lo que hay. El miedo manipulador es el pan de cada día, y  como no se nota, ahí se queda como rey del mambo. Haciendo de su capa todos los sayos que se le antojan a los amos de la pajarería global y forrística.
Y todos y todas  de paganinis, pero sin violín. Más bien, tocando el violón. Así nos va en plan camelo aceptado sicut modus vivendi, super omnibus, itaque  modus moriendi.
Ains!

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