El 18 de julio de 2014, no podía ser otro día, ingresaba por primera vez en un centro disciplinario. Comenzaba la represión. En total, 139 días encerrado en tres arrestos por decisión de la cúpula militar y sin que un solo juez interviniera en el proceso. Después de eso, todo. O nada. Según se mire, según el día. Insultos, amenazas, campañas de desprestigio, aislamiento.
Es inimaginable lo que supone ser encerrado en un centro disciplinario cuando tus ‘carceleros’ son subordinados de quienes has denunciado. Es inimaginable cómo día a día, hora a hora y minuto a minuto la vida se puede hacer insoportable en esas condiciones y terminas por permanecer en una habitación en la que estás solo, sin que nadie pueda hablar contigo, y no te dejan ni tener una radio “con la que hablar”. Casi aislado del mundo. Como si te hubieran amputado la vida de un segundo para otro, todo desaparece.
Jamás olvidaré esos días. Jamás olvidaré los veintidós días en huelga de hambre custodiado en el Hospital Militar Gómez Ulla por militares de distintas unidades como si fuera un delincuente. Ni al teniente coronel López de Celis y su muy estrecha compañera de fatigas y cómo llegaron a engañarme en una de las declaraciones a pesar del estado en el que me encontraba. Jamás olvidaré al comandante, al brigada y a algún militar del centro disciplinario que se ganaron a pulso las medallas que les debieron entregar por su comportamiento.
Después de aquello, el despido exprés en un solo año y sin pasar por el juzgado, con una interpretación perversa de la normativa. Expresamente retorcida para encajar una decisión tomada con anterioridad a los procesos: lo que poco después denominaría por escrito el entonces ministro de Defensa, Pedro Morenés, como “sanción ejemplarizante”. Había que dar ejemplo, y se dio. Aunque fuera arrestado dos veces por lo mismo debido a que encargaron la elaboración de un dossier de declaraciones a un inútil y este no se percató de que había declaraciones que provenían de una misma entrevista publicada en varias páginas web distintas. Aunque en la última resolución del Tribunal Central Militar del año pasado, 2017, se me aplicara el Régimen Disciplinario de la Guardia Civil. Aunque el Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional se pasen por los distintos arcos que existen tanto las vulneraciones de derechos como las directivas europeas en cuanto a protección de denunciantes de corrupción. Todo da igual; para ellos no hay límites ni errores ni directivas europeas. Todo sea por ‘ejemplarizar’.
Ahora, cuatro años después, nada espero de la justicia española y solo me queda confiar que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) analice mi caso y determine que se violaron mis derechos. Ello puede suceder en el mejor de los casos en unos tres o cuatro años y, en el peor, en unos cinco o seis años. Es decir, denunciar lo que miles de militares sabíamos que sucedía supone un agujero negro de unos diez años.
¿Qué se puede esperar de la justicia en Europa si tarda 10 años en reparar las injusticias?
Es el Gobierno actual, con el PSOE al frente y los apoyos de Unidos Podemos, ERC, PdeCAT y PNV, el único que puede acortar esta sinrazón, reparar el daño a todos los que hemos perdido nuestros trabajos y nuestros futuros por denunciar aquello que no debería ocurrir y aprobar una ley de protección a los denunciantes de corrupción para que jamás nadie más tenga que pasar por una situación semejante. Para que nadie más pierda su trabajo y su futuro y el de su familia solo por denunciar.
Puede hacerlo, además, de muchas maneras. Puede readmitirme porque, evidentemente, las medidas disciplinarias tomadas en mi contra solo tenían como finalidad expulsarme, “ejemplarizar”, o puede conseguir que la Fiscalía General y la Abogacía del Estado protejan en los juzgados a los alertadores -todavía tengo una causa pendiente en el Tribunal Supremo- tal y como solicita la Unión Europea, en lugar de martillear a los denunciantes como ordenaba el Partido Popular. Porque en este periodo, el comportamiento de Fiscalía y Abogacía del Estado ha sido tan “ejemplarizante” que hasta burlas he tenido que soportar del abogado del Estado. Parece ser que no bastaba con expulsar y dejar sin trabajo a un denunciante, además tenían que humillarlo y vejarlo pública y jurídicamente.
En definitiva, es el Gobierno del PSOE el que debe demostrar que no es el PP, es Dolores Delgado la que debe demostrar que no es Rafael Catalá y es Margarita Robles la que debe demostrar que no es ni María Dolores de Cospedal ni Pedro Morenés.
Siempre nos quedará Europa, pero queda muy lejos.
Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra y autor de ‘El libro negro del Ejército español’


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Reconozco que este caso siempre me da mucho que pensar, sobre todo cuando leo los artículos de Luis Gonzalo Segura, un ser humano antes que ex-teniente de ningún ejército, detalle que, en realidad, para los ejércitos de cualquier país es un tema  irrelevante y hasta incómodo por lo inapropiado. Si de verdad a un ejército y a su justicia "militar" le importasen los DDHH, dejaría de ser lo que es y de hacer lo que hace cualquier ejército de este planeta. Baste con recordar el caso Dreyfus en Francia, a finales del siglo XIX y primeros años del XX para comprobar a lo que puede llegar un estado democrático e incluso paradigmático instaurador en Europa de la primera república después de la de Roma en la Edad Antigua, la francesa, eso sí tras el fracasado intento republicano en la Inglaterra  de Cromwell. 
A la Europa de siempre también le cuesta la intemerata salir del armario secular, en el que aún muchos países se dejan llevar por el tufo alcanforado de la historia patria y contentísimos, por lo bien que se llevan y trajinan sus peculiares democracias con sus monarquías, en esa inexplicable y delicuescente convivencia encantadora. De cuento de Andersen o de Perrault, en los que nunca faltan un rey padre, una reina madre descafeinada y casi invisible o una madrastra horrible y malísima, (curiosamente nunca hay padrastros malvados, qué casualidades ¿verdad?), y luego para rematar, los protagonistas suelen ser príncipes valientes y princesitas borderlines, a las que hay que salvar de algo espantoso...Al parecer la vieja Europa anda perdida aún por esos andurriales, en muchos sentidos y nos está costando siglos y verdaderos traumas levantar del fango nuestra conciencia continental y dejarla presentable.

(Hago un inciso para conectar con el ahora y atar cabos. Anoche mismo, antes de que empezase un concierto al aire libre en los jardines del Palau de la Música de València, tuve la triste oportunidad de escuchar, -desde la fila de delante-, en la fila de atrás, este diálogo entre dos enseñantes y compañeros de curro, una mujer y un hombre:

-¿Cómo llevas el campamento de Diana? 

-Fatal. No pego ojo por las noches, pensando que le puede pasar algo malo.

-Pero, mujer, que sólo va estar dos semanas y puedes conectar con ella en cualquier momento con el móvil.

- Ya. Pero no lo encajo. Es su primer campamento. Ella es mi niña.

-No es una niña. Tiene trece años. Y te recuerdo que a Carlos lo mandábais todos los veranos a campamentos desde que tenía siete años.

-No compares, que Carlos es un chico y los chicos tienen más recursos que las niñas, se defienden mejor, aunque es verdad que son mucho más malas que ellos, ellos son más nobles y más inocentes.

-Pues si piensas eso, ¿por qué te preocupas tanto por la niña y el niño te daba igual cuando desde mucho más pequeño le dejábais ir a cualquier parte sin pensar que le pudiera pasar algo malo? 

-Ay, porque es lo normal. Lo que se ha pensado toda la vida. Las mujeres somos mucho más malas que los hombres, aunque vosotros  sois más brutotes y más fuertes que nosotras. 

-Eso por descontado. Pero no tiene nada que ver esa opinión con que ahora te preocupes tanto por Diana. 


No pude más y me giré hacia atrás para verles las caras. No eran tan viejos como para estar en tal estado de inanidad consciente y además, docentes profesionales en ejercicio...Era tremendo que aquellas aberraciones procediesen de enseñantes de la ESO, como decían ser, mientras hablaban de sus clases con  cotilleos y anécdotas en el mismo colegio.

El fondo del argumentario estaba emparentado directamente con la educación en el relato de aquellos cuentos que a todos y a todas nos contaron, nos leyeron y regalaron durante, justo, los primeros años de nuestras vidas y no precisamente para ponernos en alerta con una visión crítica de quellos disparates normalizados, sino aceptando esos "valores" culturales a pies juntillas. 
Es la misma a-filosofía machista y patriarcal que escribió La Biblia, el Corán o las cartas de tantos apóstoles, que como Pablo de Tarso consideraban que las mujeres deberían estar apartadas de los hombres en el templo y siempre calladitas que están más guapas. De esas tierras pisoteadas y ensangrentadas, derivan estos fangos que ahora podemos reconocer como lodo generalizado  hasta hacerse imperceptible y no como base acogedora de DDHH ni de igualdades.)

Sigamos con el caso Gonzalo Segura. Los ejércitos son la creación fáctica de una mentalidad productora y mantenedora de esos esquemas tradicionalmente destroyers del ser humano en favor de la construcción y mantenimiento de los grandes focos de opresión que mantienen las tres pes: poder, pánico y pecunia, a las que hay que añadir una cuarta p de patria, que es un invento de los poderosos para trincar el alma, la mente, la voluntad, las emociones y la necesidad de los pringados o de los primos, que serían dos pes más para la colección. 
Mantenerse en pie en ese plan hace necesario que los cimientos sean duros. Impermeables a cualquier filtración de inteligencia, de ética y de empatía. Semejante engendro es incompatible con la inteligencia, con la grandeza de ánimo y la lucidez que permite acertar sin ir dando palos de ciego a la deriva y a ver qué pasa..., que es la capacidad de gestionar la realidad inapelable, sin ir postergando para luego aquello que es urgente ahora, ni colocar como prioritario lo accesorio que puede esperar sin agobios,  con visión amplia y completa, considerando causas y efectos, tiempos y espacios, relaciones humanas y necesidades básicas, diversidad y unicidad para según que aspectos de la convivencia, derechos,  prioridades y justicia. Parece que la historia no es muy rica en individuos con esa disposición y es evidente que cuando alguno ha aparecido en público ha durado menos que una piruleta en la puerta de una escuela.

El ser humano Gonzalo Segura merece todo el respeto y trato tan humanitario como justo, pero ha entrado en un sector social que desconoce lo que es eso que él merece y exige: el ejército.  Y una vez dentro de él y comprobando lo que hay, para recolmo, ha intentado mejorarlo y para ello se ha puesto a denunciar lo  indecente se ha encontrado al llegar. Pero ¿cómo se sentirían, por ejemplo, unos cerdos 'pensantes' que están en su salsa, haciendo lo natural de su especie: hozar en el fango, pelearse entre ellos, gruñir constantemente, trotar en piara, aparearse y vivir en su pocilga hasta el día de San Martín, el de la matanza, que para eso se están entrenando, si de repente entre ellos saliera un colega estrambótico que se da cuenta de la situación y pretende cambiarles los hábitos y conductas, para que parezcan humanos? Pues, obviamente,  con ganas de machacarlo, porque les está tirando por tierra el nosentido de sus vidas, el tinglado en el que vegetan encantados de su condición, en la que ya está todo planificado hasta el día en que se los merienden en forma de jamón, chorizos, butifarra y longanizas, solomillo o lomo adobado, algo que a Luis Gonzalo le espanta, pero que es la realidad en la que se ha metido sin saber lo que le esperaba en semejante lugar y estado. 

Sus reivindicaciones son justas y necesarias, aunque hay una de ellas que deja perplejidad y un poco de descoloque: la solicitud de que una vez reconocida la culpabilidad de los maltratadores y corruptos y aclarada judicialmente la inocencia de su víctima, el ejército le readmita. Algo nada recomendable a  no ser que el joven exmilitar tenga un toque masoquista preocupante.
Si verdaderamente el exteniente ha comprendido lo que es el ejército y sigue en sus trece pidiendo peras al olmo, no es extraño que la resolución de lo suyo tarde tanto, porque tiene muy poco sentido en ese contexto, donde, como en la iglesia católica, las reformas desde dentro son imposibles, porque en cuanto se meten por medio la conciencia y la ética, la institución desaparece. Se hace añicos en un mundo donde la obediencia y aceptación sin reparos de las órdenes solo por el hecho de venir "de arriba" son primordiales para la existencia del propio mejunje. 

Los abusos cometidos contra el exoficial, deberían ser considerados delitos por los tribunales europeos, como por los de España, pero en este país la justicia, la iglesia y el ejército llevan centurias siendo inseparables. El poder político y judicial aun van bajo palio en procesión unidos por la corona, cuyo capitoste real es el capitán general de todos los ejércitos habidos y por haber, sea como sea, da igual la calaña del individuo si está coronado, pues todo se quedará, no ya en peccata minuta, sino hasta en virtud propia de su rango, cuyo caché en plan derecho de pernada incluye hacer su santa voluntad caiga quien caiga. Faltaría más.

La inocencia del capitán Dreyfus fue reconocida tras diez años de castigo y prisión inmerecida en una isla de las Antillas francesas, tras descubrirse que el culpable de la traición fue un militar aristócrata, Esterhazy, al quien al poco tiempo se dejó en libertad...mientras que Dreyfus, ingeniero militar, no era aristócrata, no tenía amigos en el poder y además era judío en un tiempo en que serlo era lo peor, hasta en la Francia republicana. 

Los ejércitos no están hechos para pensar y comprender, ni para ser justos ni sensatos, sino para aceptar y obedecer como robots, las decisiones del poder político y financiero. No están hechos para la ética, ni para la transparencia ni para la lucidez, sino para ahogar la inteligencia autónoma y el ataque a lo que sea necesario para preservar el orden establecido por los gerifaltes, nunca por los pueblos que surten de marionetas el guiñol de los titiriteros de siempre. Por eso son los estados y la sociedad, que mantienen ese tipo de organización, las únicas fuerzas capaces de  cambiar el paso, el cerebro y el corazón de las naciones. Por ejemplo transformando los ejércitos actuales en UMEs bien organizadas que pueden educar a sus miembros en valores solidarios y respetuosos, usando la disciplina, la fuerza y el vigor guerrero para ayudar en problemas climáticos, en desastres naturales, en salvamento de víctimas, en atender los CIEs, en rescatar a personas en peligro, en ayuda internacional al Tercer Mundo, como una ONU de verdad y no como una OTAN camuflada...

El caso de Gonzalo Segura debe ser resuelto cuanto antes, porque es justo que la Justicia no se duerma en los laureles, sin embargo el problema de fondo permanecerá en pie mientras no cambie la base social y se comience a ver con claridad que el ejército, y las fuerzas de seguridad sometidas al mismo sistema, es el soporte más representativo de la monarquía y de partidos como el pp, que hicieron posible el golpe de estado de 1936, un 18 de julio como hoy. Hace 80 años. Y por ello los mismos perros con distintos collares siguen pasando por demócratas y liberales dando lecciones...de cómo se puede destrozar un país en menos tiempo. Aprovechando que las nuevas generaciones de españoles posfranquistas que no tienen memoria histórica, ni estudiaron en el instituto y en la universidad el siniestro libro verde de  'formación política del espíritu nacional', en la que el poder generalísimo nos advertía de que "los dos enemigos más peligrosos de nuestra patria sacrosanta son el liberalismo y la democracia" y que por esa razón a S al cubo, candidata a ser la nueva cacica del pp, "no le importa lo que le pasó a su abuelo, sino sólo lo que le pase a su hijo", sin comprender que si no se limpian los baúles podridos y llenos de bichos que su abuelo dejó en el desván de la casa de todos, su hijo va a estar respirando tóxicos toda su vida en un ambiente desastroso y corromppido. Que, por cierto, es lo que le pasa a ella y a todo su partido ahora mismo.