lunes, 30 de julio de 2018

Recordando, recordando...


La historia de Casado me ha traído a la memoria la mía. Justo al revés que la del ilustre y actual heredero de Fraga Iribarne y Blas Piñar. Mis ancestros eran todos del bando derechil. Los maternos con alma y conciencia para comprender, perdonar y ayudar, desde siempre. Los que deberían haber sido sus enemigos "lógicos"eran sus amigos y deudores, hasta de sus vidas salvadas ya desde hambre, ya de la cárcel con penas de muerte, incluso poniéndose en riesgo liberando presos que eran inocentes y asumiéndolo ante sus jefes. Hicieron el bien y salvaron vidas por donde pasaron, lo contaban los agradecidos, que a su vez, les salvaron a ellos de la muerte por hambre y persecución hasta el borde del fusilamiento de mis madre y mi abuela, en el bando contrario. 
No fue lo mismo en el lado paterno, donde hubo además un muerto falangista con 18 años, fusilado por traición a la patria por el Gobierno Republicano y la persecución del resto de los familiares, incluido mi padre al que le pilló la guerra civil haciendo el servicio militar como conductor de ambulancias en los peores frentes, primero Madrid y después en Morella, batalla del Ebro hasta el final.
Mi infancia se nutrió de ambos canales. Por un lado, la mirada humanitaria de la comprensión y la empatía y por el otro, el rencor y el odio concentrado de quienes no fueron capaces de perdonar jamás. Tuve motivos razonables para elegir un bando u otro. Según iba creciendo me sentía mucho más identificada con el bando de la vida, de la comprensión y del perdón mutuo, que con el del odio, la represalia, la amargura hereditaria y la división.

La visión de la guerra civil que ambos bandos me dieron, era idéntica en la crueldad y la barbarie, sólo que unos entendían el origen del conflicto por la injusticia social, las desigualdades y la falta de educación y de cultura, que la política del momento no acertó a gestionar, pero consideraban que el golpe militar de Franco y la banca, fue la peor solución que se pudo evitar pero que el odio, el miedo y la violencia no permitieron que así fuese. Mientras que los otros sólo veían maldad y sadismo en el frente popular contra los terratenientes, contra los ricos y contra la iglesia. Haciendo una apología absoluta de la propiedad privada sin pensar ni por un instante en la cantidad de vidas humanas que se inmolaban sirviendo a sus intereses legales, sí, porque los habían adquirido limpiamente, pero moralmente ilícitos e ilegítimos, porque no es humano ni moralmente aceptable ser ricos en medio de la miseria general, como estaba España entonces. Simplificando todo en una visión entre buenos y malos como si la diferencia y desajuste atroz entre niveles sociales, justificada por el poder económico y con el apoyo de la religión fatalmente entendida, no hubiese tenido nada que ver en la génesis de la  hecatombe.

Crecer sin más referencias que lo que tus mayores te cuentan y sin saber nada de cómo es la realidad de tu país, en un tiempo de dictadura, es como nacer en medio del desierto y estar habituada con toda normalidad a que sólo tienes la arena, el cielo, la mínima fuente y las dos palmeras del oasis en que sobrevives. Sólo que eso se comprende más tarde, cuando ves fotos de otros lugares en los periódicos y cuando descubres una enciclopedia temática como la Sopena y luego la Espasa, y te da a tus seis y siete años  por pasarte las siestas interminables de los adultos, cotilleando la Historia, las biografías y los territorios...Cuando no entiendes una palabra puedes buscarla en otro tomo del mismo edificio impreso. Y de ese modo, aunque la información directa del entorno sea superexigua y superlimitada, tu mente exploradora se enciende y junta causas y efectos, palabras y frases sueltas con hechos dispersos aparentemente que resultan formar parte de un conjunto sin cortes separadores. Un día ves que la separación, la clasificación, las preferencias conceptuales, las pones tú, según afinidades e interés. Y te vas haciendo autónoma desde dentro, te crece un mundo en el que creces tú al mismo tiempo que lo descubres, y parece que lo inventes simultáneamente. Ahí empiezan tus preguntas decisivas. ¿Será todo tal y como me lo han contado y me cuentan mis abuelos y mis padres? ¿Habrá sucedido tal y como ellos lo han vivido o tal vez otras personas hayan vivido lo mismo pero de otra manera, como pasa entre mis dos familias? ¿Cuentan toda la verdad el diario hablado de las dos la tarde y de las diez de la noche y el NODO el domingo en el cine infantil, será cierto o lo inventarán como se inventan las películas? 

Así anduve tejiendo mi visión "científica" de la realidad imaginada entre retazos informativos cogidos al vuelo o leídos en los titulares y noticias de Pueblo, ABC, Ya, El Alcázar, Lanza, Madrid, Siete Fechas o El Español...Sólo fue en Preuniversitario, cuando el catedrático de Historia Moderna y Contempránea, Don Natalio Cruz Román, nos abrió los ojos con un goteo constante de reflexiones que nunca olvidaré. Mientras la catedrática de Filosofía, María Riaza despejaba un montón de incógnitas enmarañadas entre los bamboleos de la existencia y los textos literarios me llevaban a las catacumbas del régimen, de la mano de Lorca, Antonio Machado, Miguel Hernández, Unamuno y toda la Generación del 98 y la del 27. Don Natalio nos relató el terrible episodio de Don Miguel y Millán Astray en Salamanca y nos explicó qué significaban en realidad aquellos 'gloriosos' 25 años de paz -y de- ciencia, como escribió un día en la pizarra para darnos los buenos días...Traduciendo a Julio César, a Cicerón, a Salustio, a Tácito y Tito Livio, pude ir descubriendo en paralelo lo que era una república en serio, (nada de desorden ni destrozos, como afirmaban los relatos acerca de la derrotada república española que atribuían al mismo concepto de república como desorden y caos) y un triunvirato de caciques o un imperio absoluto donde el imperator se proclama y se corona como un dios (igual que hacía Franco). Y cómo los autores latinos más lúcidos lo vaticinaban en sus discursos magistrales cuando alertaban al Senatus  Populusque  Romanus de lo que se les venía encima con personajes tipo Cesar, capaces de arreglarlo todo ellos solos sin consultar nada más que a su espada, a su ego, y a su corona de laurel. Por no citar Grecia y sus arcontes que derivaban en tiranos en cuanto se descuidaba la asamblea, y salían como setas los Arístides, Temístocles, Alcibíades y demás alementos que me recordaban constantemente al caudillo de marras...Sólo recuerdo con admiración al pobre Pericles, al admirable Sócrates y al prudente y pedagógico Aristóteles...viéndolas venir y resistiendo la Historia a pie enjuto, como decían los textos al describir las escenas más cañeras ...Fue el estudio el hilo conductor de mi camino, las migas de Pulgarcito para volver a la Casa Humana Universal y no perecer en el intento, enredada en los relatos de la familia y el entorno político,  tras nacer por ahí, en el mismo desierto cultural y social, como todos y todas las criaturas de mi generación. Desde allí pude compender hasta el valor del espíritu que ni siquiera  la religión consiguió mostrarme desfigurando el conjunto a favor del dogmatismo fanático y el proselitismo degradante que compartía con aquel "elegido" providencial que paseaba bajo palio por todos los pasillos de la falacia convertida en tabla de salvación para el miedo y la oscuridad. En pleno imperio de la preverdad postverdadera. Del que ha derivado el actual pp y el tejido social que lo rodea y en el que ha echado raíces como Pablo Casado y su abuelo, el de UGT, rebotado posteriormente y tras un año de cárcel vuelto "al buen camino", reconvertido en otra cosa como los altos hornos en tiempos del primer Psoe. 

¿Cómo ser normal en casos así? ¿Cómo tener miras más altas que las de los abuelos supervivientes y en constante proceso ecológico de adaptación al medio, sin más ideal que sobrevivir al precio que sea? ¿Y si además, para más inri, poniendo en práctica la filosofía familiar, para salvar el pellejo del futuro, en vez de estudiar te compras la carrera y el cargo de tronío a base de masteres inexistentes y carreras virtuales? 

Si algo hizo Franco a conciencia, fue cargarse la conciencia de una gran parte del  pueblo español, pero bien cargada, sin posiblidad de recuperación en muchas generaciones. Al carecer de humus para sembrar, en medio de los pedruscos y arenales desérticos, se mueren las semillas de la ética, de la moral social y de la inteligencia colectiva, aunque se siembren, mayoritariamente, se acaban muriendo. Todo se queda en espectaculares arrancadas de caballo con patéticas y repentinas paradas de burro. 

Ojalá la memoria histórica nos ayude a superar con lucidez y altura de miras, ese estado de tarima flotante y chapucera que nos hace tan patriotas de la mugre y estar tan lejos de la inteligencia del corazón, que es la clave de todo desarrollo auténtico y sano, en el que todos los empeños valgan más la alegría sorprendente que la pena prevista.

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