miércoles, 11 de julio de 2018





LA FIRMA

La espléndida salud del nacionalismo

Basta ver el Mundial, con la apoteosis de banderas, de himnos, de exaltaciones emocionales en torno a un factor preponderante, nosotros, para ver hasta qué punto el nacionalismo goza de espléndida salud








Puesto que estamos a punto de acabar el curso, propongo a nuestros oyentes un pequeño juego utilizando el Mundial de fútbol como escaparate de distintas formas de Estado para fijar preferencias o afinidades políticas. El juego podría titularse: elija usted su modelo.

En una semifinal se enfrentaron ayer Francia y Bélgica. Francia, el país más centralista de Europa, la república por antonomasia. Algunos dicen que una república coronada, sin rey pero con un emperador en la Presidencia. Y Bélgica, una monarquía parlamentaria, una compleja urdimbre con tres regiones federales y tres comunidades lingüísticas cuyos límites no coinciden con los de las regiones. En la otra semifinal, Inglaterra-Croacia. Inglaterra, la monarquía por antonomasia, una de las cuatro naciones que componen el Reino Unido, una nación de naciones. Y Croacia, que conquistó su independencia recientemente, en 1992, pero cuyos antecedentes como nación son remotos: su primer reino data del siglo décimo. Ahí tenemos cuatro modelos diferentes con todas las variables que manejamos a diario en nuestros análisis políticos domésticos.

Monarquía, república, federalismo, centralismo, plurinacionalidad, independencia, antecedentes históricos, cuyas virtudes y defectos ustedes tendrán que valorar y tampoco sabemos qué les parecerán como modelo para nuestro país. Pero recordemos que no son modelos de laboratorio. Son el resultado de larguísimos procesos en los cuales no faltaron grandezas ni tampoco tremendos espantos. Al tiempo que eligen ustedes su modelo ideal me gustaría que señalarán también los procedimientos que han decidido descartar para llegar a estos objetivos.

Como oda final, algo que ya he dicho en otros foros: el nacionalismo llegó para quedarse. Basta ver el Mundial, con la apoteosis de banderas, de himnos, de exaltaciones emocionales en torno a un factor preponderante, nosotros, para ver hasta qué punto el nacionalismo goza de espléndida salud. Sería muy ingenuo creer que todo eso se queda en los estadios cuando acaban los partidos.

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Qué bien, Iñaki y gracias por ese gesto dialógico tan necesario hoy como siempre; esta propuesta que nos haces me recuerda aquellos tiempos del primer  "Hoy por hoy", cuando el ejercicio participativo era tu invitación a pensar y a compartir usando la radio como una mesa camilla ideal y etérica a la vez donde cualquier oyente podía expresar su opinión por más marciana que fuese, siempre dentro de la dignidad y del respeto. Y la noticia era un ejercicio de análisis y de ahondar raíces en vez de irse por las ramas.

Hago los deberes, como buena alumna, y, después de sopesar el hecho nacionalista que comentas, llego  a la conclusión de que para mí el modelo de estado más civilizado, respetuoso, libre y comprometido  con la pluralidad autónoma, unida en el collar de la convivencia por hilo del bien común, se materializa en una república federal. No presidencialista a la francesa, desde luego, que tiene un tufo napoleónico que tumba, sino a la alemana, más social y democrática, más adecuada a los tiempos que vivimos con su estado de landers autónomos pero solidarios constituyentes. Para mí, el modelo más deseable con diferencia, que a España le vendría como anillo al dedo; si fuese un país normal ,tras la muerte del dictador ya hubiese establecido esa forma de estado sin permitir jamás que el testamento de un genocida decidiese su presente y su futuro tras haber hecho un infierno vengativo y cruel de su pasado.

Desde la libertad y la conciencia se pueden construir muchas variantes legítimas, por ejemplo, el contrasentido funcional del oxímoron de unas monarquías demócratas (¿?) y hasta confederales si son los pueblos los que eligen entenderse mediante el surrealismo y ese entendimiento les ayuda a ser mejores, más justos, más igualitarios y más felices. Pero, claro, qué hacer cuando los pueblos son masoquistas, se han habituado a  las humillaciones y la postración popular, alternando con el cabreo y una indignación más de boquilla que de acciones determinantes y su objetivo no es la felicidad social mediante un desarrollo sano y sostenible de la igualdad en libertad responsable y cooperadora, sino estar orgullosos de pasarlo peor que nadie, de aguantar lo que les echen, vencidos hasta ser convencidos de que lo mejor para todos es la bota en el cuello, -"palo largo y mano dura para evitar lo peor" se cantaba al final del los 70,- ¿te acuerdas, Iñaki?- y así convertir el sufrimiento en acciones bancarias para los señores feudales de siempre, agrandando y mejorando el cortijo en el que son los eternos peones y nunca una cooperativa empoderada, como Marinaleda, p. ej., porque eso es de rojos, ¡toma ya!, y esa ceguera llega  hasta el deporte como manipulación gregaria y estática mucho más que como ejercicio y participación, que es otro cortijo social, mientras en lo privado se intenta malvivir del chanchullo de poca monta y de las pequeñas miserias cotidianas, -miseria, fanatismo y picaresca son un trío de desecho indisoluble-, de envolverse y taparse los ojos con sus banderas, de atronar los oídos con los vítores a sus santas patronas, patronos y sobre todo patrones de conducta heredados y repetidos gota a gota, con petardos y tracas, mientras se  hace papilla a los animales para divertirse machirulamente como es debido y se dejan las calles y las plazas hechas un basurero asqueroso, que luego recogerán los de la limpieza, que para eso le pagamos al ayuntamiento. Ains!

Mientras tanto, la verdadera preocupación en el redil-gallinero ya ni siquiera es llegar a fin de mes, sino ver la tele para no pensar, algo que se consigue si una logra no  perderse un mundial de fúbol, ni un Sálvame ni una tertulia lavacerebros en cualquier cadena, cadena, de las que atan y no sueltan, contando lo más macabro a toda imagen y a toda voz...
Con esa realidad tan bestia en la que se está inmersos se quiera o no, pensar en una república federal española, por ejemplo, es como fumarse un peta en una procesión de San Traspuesto  del Santísmo Colocón bajo palio. Una experiencia inefable. Que te deja sin palabras. Total, ¿qué más da, en un reino ubi verba volant et facta  non sunt? Y más vale así ,porque cuando sunt, es peor el remedio que la enfermedad, y si no, ahí están Aznar , Botella, Zaplana, Fabra, Feijóo, Rajoy, inders, maruhenders y el pp para confirmar que no es una hipótesis ilusoria, sino una realidad truculenta.
  
A tanto llega la cosa, que ahora, tras la moción de censura y el cambio de gobierno, cuando lo normal sería alegrarse, levantar el ánimo y la esperanza,  la peña no reacciona, bosteza con desgana y dice entre dientes..."ya veremos lo que dura esto, que no parece de verdad...demasiado bueno para ser cierto, ¿no se lo estarán inventando los del TTIP y el Ibex35 para hacer un experimento con nosotros?"
Vamos, que en lo que menos piensan es en que se haga un referendum para elegir un modelo de estado adecuado al siglo XXI y no al XIX, donde los cerebros se lavaban en las operetas, en la zarzuela. Igualito que ahora en las Españas kukinacionales.

Ojalá tu propuesta, Iñaki, haga camino en las conciencias y millones de españolas/es, se planteen lo que has dicho y escrito esta mañana. Sería genial para todas.

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