jueves, 12 de mayo de 2016


País de Cebrianes y Cañetes

Publicada 10/05/2016 a las 20:51 (Infolibre)

Empieza a resultar cansino el debate entre nueva y vieja política, entre santa y demonizada Transición, entre presuntos moderados y supuestos radicales, entre socialdemócratas puros y vendidos al liberalismo, entre populistas y… resto del mundo (si quedara alguien). El agujero negro de nuestra democracia lo protagonizan quienes llevan décadas confundiendo lo público y lo privado, ocupando parcelas de poder que consideran patrimonio particular sin pasar por el filtro de las urnas e intentando condicionarlas. La España machadiana de charanga y pandereta es hoy (y desde hace demasiado tiempo) la de Cebrianes y Cañetes.

Si algo ha demostrado la filtración de los papeles de Panamá (desvelados en España por La Sexta y El Confidencial) es el patriotismo hipócrita y gaseoso de un montón de gente, aunque se mantenga en la nebulosa de los entramados societarios la verdadera almendra del fraude, imposible e impracticable sin la inestimable ayuda de grandes bancos, empresas y bufetes de postín. En España el caso político más sonado fue el del ministro José Manuel Soria, cazado en explicaciones mentirosas que habría captado un niño de Primaria (aunque Mariano Rajoy sigue sin querer pillarlas). No tuvo más remedio que dimitir, pero queda la duda razonable de si lo habría hecho en otro momento político (de mayoría absoluta, por ejemplo).

Proclamó ufano el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, que “nadie que haya operado desde paraísos fiscales puede estar en el Gobierno”. Seguimos a la espera de saber qué opina el Gobierno sobre el hecho de que Miguel Arias Cañete, eurocomisario a propuesta de Rajoy, mantenga el cargo tras conocerse que ha utilizado para sus negocios empresas en Panamá o en Costa Rica, y después de comprobarse que su mujer, Micaela Domecq, no sólo aparece en los papeles de Panamá sino que además se acogió a la amnistía fiscal decretada por el Gobierno del que formaba parte su propio marido.

Ya no pueden sorprendernos la actitud de Cañete ni la de Soria. Al fin y al cabo son coherentes con la que han mantenido los Rato, Matas, Fabra, Granados, Bárcenas y compañía. En realidad nunca han confundido lo público y lo privado, sino que han tenido muy claro el manejo de una especie de libro de instrucciones para utilizar recursos públicos en provecho propio. Quienes no venían ya educados en la convicción de que España era suya parecen haber llegado a la misma conclusión a base de ejercer una parcela de poder en combinación con una panda de buenos amigos. (Cuando no una simple organización criminal, como se define en varios autos judiciales, por ejemplo, al PP valenciano, o a la trama Púnica, o a la red Gürtel…)

Marcando el paso político

El caso de Juan Luis Cebrián es diferente, pero no menos grave en términos de calidad democrática. Apareció el nombre de su exmujer Teresa Aranda en los papeles de Panamá, y el presidente de El País reaccionó a la información como lo haría un Berlusconi, un Chávez o un Putin cualquiera. En lugar de aportar, como experiodista que es, los datos concretos que expliquen sus andanzas y negocios con el empresario hispano-iraní investigado por la Agencia Tributaria Massoud Zandi, lo que hizo fue disparar a los mensajeros, utilizar los recursos del grupo Prisa para responder a una acusación en todo caso personal e imponer la censura sobre colaboradores de la SER y sobre sus propios empleados. Resulta significativo que alguien del peso periodístico y la relevancia de Iñaki Gabilondo, preguntado por la vinculación de Cebrián con los papeles de Panamá, haya respondido a El Español de forma tan cáustica: “Prefiero no decir nada”.

Tiene perfecto derecho un medio de comunicación privado a contar o no contar con un colaborador u otro, aunque se define su talante cuando prescinde de alguien por el simple hecho de haber informado sobre datos no desmentidos. En cuanto al uso del paraguas de un grupo empresarial como si fuera un cortijo personal, no debería sorprender tanto a quienes ahora ponen el grito en el cielo. La inmensa mayoría ni siquiera se hicieron eco de los datos judiciales publicados en 'infoLibre' sobre la operación especulativa que originó el grave endeudamiento de Prisa. Está documentada, y demuestra el voraz interés de Cebrián por acumular acciones, bonus, etcétera.

Cebrián ha conseguido esta vez que los focos se hayan colocado sobre algunos de sus variados intereses crematísticos, y que de paso alumbren favores mutuos con Felipe González, siempre en disposición de protagonizar foros de comunicación y empresariales promovidos por Cebrián, y siempre al quite para acompañarlo en propuestas editoriales que empujen y hasta exijan una gran coalición o cualquier fórmula de gobierno que no pase por una coalición de fuerzas progresistas. (Recuérdese, entre otras de sus solemnes ocurrencias, la de un gobierno PP-Ciudadanos sin Rajoy con el apoyo del PSOE en la oposición).

Cuesta entender que González grabara un vídeo promocionando a Zandi como un modelo de emprendedor, o que llamara al entonces director de la Oficina Económica de Presidencia del Gobierno, Miguel Sebastián, para pedirle que lo recibiera como sabio especialista en el sector petrolífero. El tal Zandi había sido rechazado en Repsol por ser menos conocido como “modelo de emprendedor” que como comisionista y organizador de animadas fiestas en su yate privado o en su mansión de La Finca, urbanización de híperlujo en las afueras de Madrid. Seguro que más pronto que tarde González dará alguna explicación. Cuesta todavía más entender los motivos por los que Cebrián es socio de la petrolera luxemburguesa Star Petroleum gracias a una donación de acciones realizada por su amigo Zandi. Algunas fuentes consultadas sostienen que la explicación de las gestiones de González hay que buscarla precisamente en la relación de Zandi con Cebrián.

Lo relevante en cualquier caso es la permanente combinación y mezcla de intereses públicos y privados, de influencias legítimas o espúrias. Es obvio que una democracia sólida no puede permitirse que un político tenga intereses en un paraíso fiscal. A estas alturas debería ser igual de obvio que el máximo responsable de un medio de comunicación interesado en condicionar o en influir en la agenda política tiene la obligación de aclarar -no sólo ante sus accionistas sino especialmente ante lectores y ciudadanos- cuáles son sus negocios particulares.

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Es muy de agradecer la denuncia  que hace Jesús Maraña en este artículo acerca del estado de podredumbre general que sufrimos, sobre todo en los ámbitos del poder, cualquiera que sea la especialidad: política, económica, mediática, religiosa, cultural o artística, pero hay un punto raro en el hecho insólito de no mencionar siquiera a eldiario.es y a su director Ignacio Escolar, teniendo en cuenta que ese periódico ha trabajado en el Panamagate junto a La Sexta y a El Confidencial y que el cese como colaborador en la SER con que Cebrián ha  castigado a Escolar ha sido noticia en todos medios, menos en los del trust cebrianí. Y, ciertamente, eso mosquea. No conozco, ni me importan los motivos personales que tendrá Jesús Maraña para ningunear un trabajo  ejemplar de libertad e independencia informativa, pero, aunque sea por fidelidad a la realidad de los hechos, se echa de menos esa parte talada de la información. La verdad que nos afecta a todos no debería trocearse y repartirse entre parcelas visibles y ocultas, si se pretende ser creíbles; ni las verdades mutiladas ayudan a los paladines de la verdad a mantenerse como tales. Todo lo contrario, les restan credibilidad, porque ya no sabremos si en su discurso informativo el relato de los hechos será siempre tan objetivo como pretende parecer o estará condicionado por las fobias o la filias personales o empresariales o amistosas, del comunicador, a la hora de publicar datos concretos, publicitando lo que favorece sus ideas o intereses particulares y haciendo la vista gorda con lo que no le gusta o no se acomoda a sus planes. Sea como sea, el caso es, como mínimo, decepcionante.

Informar con libertad  no solo significa que una puede hacer de su capa un sayo contando cosas para los fans y suscriptores, sino también la responsabilidad de ser además, objetivos. Objetividad y honestidad profesional van de la mano, crecen juntas. Y son la base de la auténtica libertad. Esa condición que nos hace verdaderamente independientes, empezando por liberarnos de la tiranía de nuestros propios prejuicios limitadores del conocimiento más veraz, y que son el pan y la sal de nuestro ego. El peor de los enemigos. El peor y más camuflado de los tiranos.
La carencia de visión de largo alcance ético nos priva de eso mismo que tanto echamos de menos: una sociedad honesta y coherente, algo que nos pasamos la vida reclamando a los demás, a los políticos, a los gestores, a los funcionarios, a los empresarios, a los comerciantes, a los maestros, a los médicos, a los curas, a los periodistas, a la sociedad, como si ésta no fuese el espejo y resumen irrevocable de todos nosotros y si el resultado del conjunto es tanta miseria social es porque una gran mayoría de componentes padece la misma miseria íntima...Seguramente, por esa razón, cuando se trata de nosotros o de nuestro entorno ideológico, familiar o cómplice, no alcanzamos a detectar el fallo y por eso convivimos con él tan ricamente e incluso si lo localizamos, se minimiza, se achica y se disculpa en vez de reconocerlo y corregirlo, sin tristeza ni amargura, sin complejos de culpa sino con sentido de la responsabilidad, porque crecer es eso, hacerse más grandes y más sabios, con ganas de ser mejores para  crear mejores entornos y más felicidad colectiva sin trampas ni justificar la necesidad del hijoputismo para medrar en el mundo hijoputo que creamos mano a mano. No sabemos separar las tripas de la razón. Y las acciones en vez de ser creadoras solo son reactivas, mecanismos autómatas de la emocionalidad puestos al servicio del ego propio o asociado. Por eso España es un pueblo que no levanta cabeza, de mucho arranque y poca sustancia, de arrancada de caballo de carreras y parada en seco de burro viejo y agotado antes de haber corrido. Y porque, encima, cuando alguien nos lo hace ver, lo único que se nos ocurre es que Spain is different de toda la vida porque somos así desde siempre, es nuestra gracia, y que los que ven otras posibilidades no entienden nada, son ilusos, moralistas o sabihondos, fuera de la realidad, a los que nadie entiende, aburridos e incomprensibles, que se van al extranjero y sólo cuando vuelven con reconocimientos internacionales, se han hecho de oro con cualquier método o se dedican al deporte con dopaje y se ganan un puesto en las primeras páginas de la prensa, demuestran lo grandísimos que podemos llegar a ser cuando nos dan la oportunidad...En fin.
 Otros ejemplos actualísimos de escasez lúcida y miopía galopante que me vienen a la memoria es el del Psoe embistiendo contra la sensatez de Ximo Puig o llamando extrema izquierda a la coalición por el cambio o el de Podemos Valencia con su miserable valoración de sillones y escaños ante IU/UP, boicoteando el fluir de la confluencia por avaricia y cutrerío. Porca miseria, dicen en Italia en circunstancias como éstas. Política-basura podríamos aplicarles en español.

Un país para crecer y prosperar no necesita una mayoría de egos superstars en habilidades trepadoras, expertos en barrer para adentro sin conciencia social en la práctica política, o en pericia en rencillas y relumbrones, sino una inteligencia colectiva bien orientada por una educación y sobre todo, por un ejemplo visible de conductas sanas; es el fundamento de la salud íntima, de la armonía individual: lucidez, bondad y belleza. Kallós kai agathós, decían los antiguos griegos. Belleza y bondad. Dos cualidades imprescindibles en la inteligencia práctica de la felicidad personal, social y global.

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