lunes, 16 de mayo de 2016

Objetivo: La Sexta

Anoche El Objetivo de La Sexta se cubrió de gloria y batió su propio récord en el recital de déspota ilustrada con que deleitó a la audiencia que llegaba distraída pensando en lo de Jordi Évole que acababa de acabar, cuando de repente, zás, la Pastor apareció allí, sin avisar, encaramada en  las  cumbres borrascosas de una tarima, micŕofono en ristre, dispuesta a subirse a la chepa del 15M para colocar la bandera del manejo mediático y frescachón sin contaminarse lo más mínimo con la realidad y sin salir de su pompa de jabón mediático. Todo por el pueblo pero si es de lejos y en alto, mucho mejor, porque vete a saber qué cosas podrían contagiarnos esa caterva populachera y tal, se dijeron los sextos y sextas siempre tan atentos a los aconteceres de la política y al pinganillo teledirector, mientras se colocaba la tribuna, el plasma, los focos, los seguratas y la parafernalia adjunta. De fondo, la peña 15M. De coro griego fashion, que a cada dramática frase de la estrella y sus satélites invitados, dejaba en el aire de la noche su lamento grupal: "la sexta es negocio"
"El Psoe ha sido la única víctima del fatum y del 15M, oh, dioses implacables, cuya ira se vuelca sin piedad alguna en la catarsis más cruel contra los esforzados barones de un socialismo que no lo es, de un candidato que ya no se sabe lo que es y de un electorado que con desconsuelo y desintecho por tanto desahucio y recorte criminal, vuelve la vista hacia el Olimpo en busca de clemencia, pero solo encuentra el grito desconchado de Susana de Híspalis, la vestal de remangos apócrifos que el destino colocó en un mal día, al cargo de la Acrópolis sociata" -recita la amazona Pastórea en medio del malestar creciente de los corifeos y corifeas, que resultaban guapísimos bajo las estrellas, entonando  a todo pulmón: "¡La plaza no es un plató, a ver si te enteras, oh, sierva obediente de los arcontes y estirpe de traidores a la patria solo por pasta y efímero poderío, que termina sin remedio ante el túmulo funerario del voto caprichoso, desesperado o en fuga, si la cosa sigue como va!"; las voces del coro empezaron a subir de volumen desde retroescena y a extenderse por las gradas, que en este caso eran el puritito suelo, porque la pobreza y el cabreo son de lo más horizontal y no tienen presupuesto para teatros; los teatrantes y teatrantas se habían colocado en lo de "arriba", mientras el coro, que ya era también el público en general, estaba más "abajo" que nunca, ante el pedazo de plataforma informativa del poderío, y, claro, cada actor o actriz invitadas por la hierofanta pastoril, se autoincluían inmediatamente en plan casta por el solo hecho de unirse al tinglado. Durante un buen rato se tuvo la sensación de que la representación tiraba a la tragedia en plan Sófocles o Eurípides, como mínimo, luego, la cosa fue derivando y el coro optó por responder en vena Aristófanes y la sangre no llegó al río.
Parece que la sabiduría ciudadana tiene más carrete que la fanfarronería y el desatino mediático y la cosa quedó en un ridículo fuera de tiesto pastóreo-sextil, del que periecos e ilotas en  twitter dieron buena cuenta  a lo largo de la velada. 

Hubiera sido todo un detalle de inteligencia y conciencia por parte de La Sexta tomar en serio el acontecimiento y hacer ese programa en la misma asamblea ciudadana, participando, y no por encima y de espaldas a ella, y hablando en paralelo de un acontecimiento completamente ajeno del que solo llega un hilo conductor y vacilante, cada media hora más o menos, como si el 15M fuese el zoo y la tele hiciese un reportaje sobre él, explicado por científicos.  Aunque Rodríguez de la Fuente lo habría hecho genial; ya hubiésemos querido que anoche la Pastor hubiese tratado a la ciudadanía con la mitad de cariño, respeto e interés con que el bendito Félix trataba y hablaba con los animales, pero aquel sabio donde la mediocridad tiene entronizado a su ego, tenía situado al maestro del corazón. El ego y la inteligencia emocional son incompatibles.
Es lo que tiene el ego mediático cuando no respeta ni entiende las iniciativas cívicas, cuando solo toma en serio su negocio, lo demás solo le importa en función de un interés que no es la noticia ni es la realidad humana, sino la forma de manipularla lo más vistosa y hábilmente posible y contarla como quiere, no con la objetividad de lo que es, cuando la noticia no tiene más sustancia que el autobombo de los que la pretenden contar, por cierto, fatal, siempre en la epidermis, en la corteza y desde lo fútil. Claro, ¿desde dónde podría hacerse un relato informativo veraz si solo se conocen la superficie y la prisa como referencia? Una tristeza de enjuagues mediáticos, que desprecian lo más sano y limpio que tiene esta sociedad y colocan como invitados fijos e imprescindibles a Indas y Marhuendas, peritos en dar gato por liebre. Aunque, en realidad, no deberían extrañarnos estas cosas; si hubiese conciencia suficiente no habría audiencia disponible para cadenas de televisión que se las dan de  superdemocráticas, capaces de hacer algo tan esperpéntico como el show de La Sexta, anoche en la Puerta del Sol. El periodismo  de vanguardia (¿?) también es casta. Bochornoso. Pero patéticamente cierto.

Hago un esfuerzo sobrehumano para borrar de mi mente la visión del catafalco pastoril y contrahecho en medio de la vida y su fuerza que se reunía a dialogar sin miedos ni prejuicios, e imagino cómo hubiesen planteado esa oportunidad Jordi Évole, Tais Villas, Gonzo o Jesús Cintora. No quiero perder la esperanza.

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