viernes, 20 de mayo de 2016

Esto no es un artículo sobre Venezuela



El diario The Washington Post dice que Venezuela necesita una intervención política exterior
EFE
España no es una democracia, aunque celebre elecciones. Tiene comportamientos propios de una dictadura. Podemos llamarlo “régimen”. El régimen español. O sin medias tintas: la dictadura española. El partido gobernante, heredero del franquismo, ganó unas elecciones avaladas internacionalmente y reconocidas por la oposición, pero tras su victoria se ha dedicado a violar sistemáticamente los derechos humanos: pobreza, paro, desahucios, malnutrición infantil, gente pasando frío y buscando comida en contenedores. También los derechos políticos: ley mordaza, abusos policiales, palizas y disparos que dejan manifestantes tuertos, activistas sociales detenidos y numerosos presos políticos (sindicalistas, huelguistas, independentistas vascos). El gobierno manipula los medios públicos y los privados afines para desacreditar y criminalizar a la oposición democrática. En cuanto al conflicto del País Vasco, al norte del país, se conocen casos de tortura, cierre de periódicos, ilegalización de partidos y, años atrás, asesinatos parapoliciales. Recientemente la organización ETA abandonó unilateralmente la resistencia armada contra el régimen, pero el gobierno mantiene la represión y se niega a liberar a los combatientes vascos encarcelados. Como toda dictadura, España es un régimen corrupto: el partido gobernante ha saqueado regiones y ayuntamientos, y evadido millones al extranjero. La Justicia, controlada por el gobierno, intenta mantener una apariencia de independencia, pero la norma es la impunidad.
¿Reconocen a España en el párrafo anterior? ¿Es una descripción exacta? Todo lo que ahí se enumera es completamente cierto. Y sin embargo… El relato nos chirría, nos incomoda. Quizás es el lenguaje elegido. Quizás cierta exageración. Quizás que faltan matices importantes, y muchas otras cosas que no se cuentan y que también ocurren en España. Quizás que es una mirada parcial, interesada, muy sesgada.
Ahora imaginen que España llevase años en el lado equivocado del mundo. Que no fuese un aliado fiel de Estados Unidos, miembro de OTAN y Unión Europea, y perfectamente inserto en el capitalismo global, sino todo lo contrario: un país empeñado en hacer su propio camino, y además aliado con gobiernos de mala fama. Y que encima fuese una tierra rica en petróleo. Imaginen también que una parte de la oposición y del poder económico local estuviese empeñada en derribar cuanto antes ese “régimen”, recurriendo a todos los medios legales, pero también el golpe de Estado y el sabotaje.
De ser así, tengan por seguro que la imagen de España en la prensa internacional sería la del primer párrafo. Qué digo. Sería mucho peor. Además de sesgada, incluiría intoxicaciones, informaciones falsas. El régimen español. La dictadura española. Si encima nosotros no fuésemos españoles, sino habitantes de un país lejano pero con intereses empresariales allí, y tuviéramos un partido cuyos fundadores se relacionaron en el pasado con aquel “régimen”, entonces nuestros telediarios y portadas de periódico serían unánimes y machacones.
Ojo: nada de eso justificaría el deterioro democrático, la represión, la pobreza o la corrupción de esa España ficticia. Ni la hostilidad internacional (con EEUU a la cabeza), ni el juego sucio de parte de la oposición y del poder económico, ni la caída del precio del petróleo o la pérdida de socios regionales, servirían para disculpar los fracasos de ese imaginado gobierno español, como no sirven para disculpar los fracasos políticos y económicos propios de ese otro país que todos están pensando (y que se parece al nuestro como un huevo a una castaña, por si alguien cree ver aquí una comparación entre países tan opuestos).
Todos esos elementos no lo disculparían ni lo harían bueno, pero serían imprescindibles para tener una explicación completa. Una explicación que además incluyese todo lo hecho por unos y otros, tanto lo bueno como lo malo. Salvo que prefiramos quedarnos con una simplificación grotesca e interesada como la del primer párrafo. Ustedes eligen. 

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Excelente scanner, Isaac Rosa. El relato es transparente y certero como la realidad que soportamos. No chirría, golpea donde debe. Y no ser capaces de aceptar y asumir lo que hay, para poder remediarlo es la causa de que esta situación se mantenga ya ochenta años, por no retroceder más y comprobar lo mismo. 
Da vergüenza ver a Zapatero o a González intentando arreglar  Venezuela sin sonrojarse de ser españoles en connivencia con el status quo que se gasta la peña dominante y la engañifa en que flota la peña dominada. Abochorna que el pp pretenda acoger y conceder la nacionalidad española a los venezolanos afines políticamente y sea indiferente y se haga el loco para no ayudar a los refugiados que vienen huyendo de la guerra sin fin que animó y apoyó Aznar. Da vergüenza ser española en este momento, es un peso psicoemocional que solo podrá desaparecer cuando lo haga ese régimen sin conciencia y desalmado por completo. 
Pobre Venezuela, por si no fuera poco el cutrerío heredado de "la madre patria", además de sus problemas internos, tiene que soportar las injerencias humillantes de quienes fueron sus caciques y explotadores durante tres siglos, revestidos de una autoridad "moral" nula e hipócrita, irrisorios como el hidalgo del Lazarillo, bocazas y necios, 'maestros piñones' que no tienen ni idea y dan lecciones, como se decía cuando yo era chica y alguien sermoneaba a los demás con peroratas y argumentos que no era capaz de aplicarse a sí mismo. 

¿Cómo es posible que este lumpen de ciegos democracia-líticos, que ni siquiera es capaz de admitir en un estadio unos inofensivos trapos de colores como símbolo de identidad y que se saca leyes de la manga pastelera para cortar por lo insano la libertad de expresión y el derecho a opinar en público, que culpabiliza a los pobres y ensalza y da cargos y prebendas a los ladrones, que solo ve enemigos en la ciudadanía que pisotea sin compasión ni miramiento alguno, pretenda, para más inri, dar lecciones a Venezuela o a cualquier otro país, de lo que no solo ni conoce ni practica en el suyo, sino que hasta  penaliza? No se puede ser más cenutrios, más cortos, más impresentables ni más míseros y encima, con ínfulas. Ni siquiera son capaces de detectar el ridículo que hacen por esos mundos de Dios. 

En Venezuela son demasiado pacientes con esta peña de imbéciles "ilustrados" - es un decir, porque más que ilustrados están simplemente "lustrados" por el barniz de la fanfarria, pero carecen de sustancia y de inteligencia capaz de superar el criterio de un cangrejo de río-. En Venezuela, deberían pasar de ellos y animarles a que se ahorren los consejos y recomendaciones que no son capaces de aplicar en su propio país. Zapatero, a tus zapatos, arregla las medias suelas de tu partido antes de intentar el arreglo ajeno, ¿piensas dar a  Maduro, desde tu madurez, la receta del artículo 135 de la Consti o le aconsejarás que apliquela ley que amparó a los bancos para desahuciar a tutiplén, para que vaya ampliando el ideario con los USA y el FMI? Rajoy, antes de meter las narices y el bisoñé en donde no te incumbe, atiende a tu convoy, que aún las víctimas del Alvia están sin soluciones, los muertos por recortes sanitarios se te multiplican, convierte las cárceles de los CIEs en centros de acogida humanitaria y trata a los inmigrantes pobres como a los amiguetes ricos de Venezuela, cuya solidaria acogida quieres utilizar en tu campaña electoral.
Lumpen es poco. Morralla se queda demasiado corto. Habría que añadir, además, el Cottolengo imppolítico con ppedigrí, en modo feeback: polimalo-polibueno. Señor, qué cruz!

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