martes, 10 de mayo de 2016

Decisión salomónica

                                   


Hay una fuerza más inteligente y más productiva que las estrategias y las tácticas de políticos, economistas, ideólogos, religiones o ejércitos. Y es el amor incondicional por la mejor causa: nuestros semejantes, que se expresa en el trabajo a fondo perdido, sin limitaciones del ego ni complejos de más o de menos, por la justicia social, por la ética que regula el verdadero bienestar y por el logro del bien común que se basa en los DDHH y en el respeto compartido por la dignidad, que incluye el apoyo mutuo, la solidaridad y la fraternidad, que nos posibilita, a su vez, las verdaderas libertad e igualdad. 
En ese marco generoso e inteligente se encuadra la actitud ejemplar de Alberto Garzón ante el pacto de IU/UP, con Podemos. 

Recuerdo que hace un par de semanas una periodista preguntaba a Alberto en tv, si después de haber sido ninguneada e insultada tantas veces IU por PI, ahora que Podemos va detrás de IU como de agua de mayo, porque sin ella nunca saldría del estancamiento, e incluso del retroceso en las perspectivas electorales, Garzón estaría dispuesto a humillarse y a  acceder a ese pacto, ahora que al decir de las encuestas IU cotiza al alza y Podemos a la baja. La respuesta de Alberto fue contundente: antes que esas rivalidades e inmadureces intempestivas, incluso antes que la prevalencia legítima, por otra parte, de unas siglas sobre otras, está la necesidad urgentísima de que el pp se vaya y de que una coalición progresista y decente lo sustituya cuanto antes en el gobierno. Y que ese empeño merece todos los sacrificios, menos el de borrase del mapa como entidad política que es ya un patrimonio de la humanidad: la decencia coherente de la izquierda real, sí radical, de raíz, no de barbarie y cabezonería. Si esa decisión exige aceptar menos importancia en las listas o renunciar a ser candidato en primer lugar, lo aceptaré, por supuesto, -afirmó Garzón-, no se puede discutir sobre sillones y cargos cuando los desahucios, el paro, los recortes y la pobreza energética se ceban sin piedad con la ciudadanía más económicamente débil y perjudicada, a causa de un gobierno incompetente e irresponsable. Y para colmo corrupto a más no poder. 
Son palabras de amor verdadero que nunca había escuchado hasta ahora en boca de ningún otro líder político español, que se la esté jugando en directo y no en especulaciones y de lejos. Sobriamente, sin alharacas, ni demagogia en ristre. Sin sofismas. En limpio y directo. En transparente. Palabras conmovedoras y llenas de auctoritas, de autoridad moral,  del peso y la sustancia de la verdad, porque van acompañadas de la coherencia de los hechos que las palabras han propuesto y definido. Romper el maleficio de las egocracias y no exigir un toma y daca para que se alimenten la soberbia fatua y el vacío del orgullo, es propio de personas muy inteligentes, muy sabias, muy lúcidas, muy honestas y muy buenas. Y de esa bondad está impregnada la buena gente de IU/UP, con los fallos normales, con los tics que dejan el poso de las ideologías y las praxis de muchos años en la brecha, sí, pero buenos, siempre buenos, en el mejor sentido de la palabra bueno, como susurra en el alma el eco de ese verso de Antonio Machado. 

Este momento tiene el peso de una sentencia salomónica y recuerda un relato bíblico en que dos mujeres se presentan ante Salomón para reclamar la maternidad de un niño de meses. Las dos afirmaban ser la madre verdadera, y  como no había forma de aclarar el asunto y ser justos, al árbitro del entuerto se le ocurrió hacer una propuesta para averiguar la verdad y saber con certeza quién era la madre biológica o la madre que de verdad se sentía madre y amaba a la criatura como tal. Entonces Salomón mandó que se partiese al niño por la mitad y que cada madre se llevase un trozo. Una de ellas  estuvo conforme y dijo, "pues es justo que lo partan en dos, y cada una se leve lo suyo". En cambio la otra mujer se echó a llorar desconsoladamente y dijo: "No puedo tolerar que maten a mi hijo. Dádselo a ella. La vida de mi niño vale más que cualquier otra razón por muy justa que sea". Entonces Salomón le dio el niño a su verdadera madre, porque era la que le amaba en realidad más que  a su orgullo y a su codicia.
Es la misma actitud que ha tenido Alberto Garzón al hacer las negociaciones del acuerdo con Podemos. Toda España le considera el líder más valorado, IU está subiendo en las encuestas cada día, PI la ha insultado, despreciado y ha dicho claramente que había que acabar con ella quitándole los votos. Y lo hubiese conseguido sin duda alguna, si Alberto Garzón y los miembros de IU y de otras formaciones y plataformas ciudadanas  no hubiesen apostado todo por UP, que concedió a IU el respiro de no salir del Parlamento y quedarse al menos en dos escaños, gracias al sistema D'Hondt, tras la razia podemita. Según la egolatría, ahora era el momento de preferir ser cabeza de ratón inoperante, a ser cola de león operativo y mucho más fuerte. La vanidad, la soberbia y la comodidad aconsejaban no pactar si no se va de líder ni se lleva la mejor parte del reparto. Pero Garzón como la madre verdadera ha optado porque el hijo viva, aunque se lo den a la impostora que no ama y solo quiere ser la vencedora de la contienda y que la madre verdadera sea condenada a perder al hijo en cualquier caso: porque lo matan y lo reparten miserablemente o porque se lo cede para salvar la vida del niño. Pero la Justicia, al final, en esa generosidad sin barreras, reconoce al que merece en realidad ser el verdadero líder porque ha demostrado ser mucho más inteligente y noble que el que no le llega ni a los talones en sabiduría, generosidad, prudencia y valor. El hijo de estas dos madres pactantes es la ciudadanía sufriente. O sea, la mayoría de los españoles. En casos como éste, quien "pierde", es el que más gana cuando la historia y el futuro inmediato pasan factura. Garzón ha salvado del suicidio inducido por Podemos, el patrimonio de la izquierda que los arribas y abajos pretendían aniquilar con la mejor intención, pensando hacer una revolución instrumental que aunque llevase al poder habría acabado desgastándose en rupturas internas por falta de una esencia y de  una conciencia ética colectiva y consistente, para dar paso a un capitalismo de ambiciones y emocionalidad manipulada, insuflado en la justa indignación y disfrazado de transversalidad. Ahora, a ese empuje elemental se une el amor verdadero, que va mucho más allá del enamoramiento y de los arrumacos. La solidez y el fuste de lo imperecedero  unidos a la efervescencia inestable de lo naciente, pero también fresco y capaz de aprender lo que aún le queda, que es muchísimo.

Este pacto es lo más inteligente que se ha hecho en política española después de las filigranas que tuvo que hacer Suárez, el Alberto Garzón de aquellos años; el que supo "matar" dentro de sí al ministro franquista que nombró el dictador, reeducar  e integrar al falangista que fue, en un demócrata convencido capaz de dar la vuelta a un país que venía del medievo y dotarlo de espacios mentales, sociales, emocionales, públicos, culturales, laborales e institucionales. Sacrificó lo que conocía, lo entrañable que tenía como suyo, la comodidad de siempre, para que sus semejantes accediesen a la libertad, a la igualdad y a tener derecho al divorcio, a tener un partido comunista, otro socialista, unos sindicatos libres y un nuevo aire que respirar. Seres como ellos no se repiten con frecuencia en los círculos del poder político ni económico. A la vista está.

Gracias, Alberto Garzón, por no defraudar a tantos españoles y españolas que hemos confiado en tu lúcida honestidad. Por el trabajo constante y el sacrificio  que has hecho. Cuando una semilla de la mejor calidad se entierra en el silencio y se deja regar y cuidar por la sabiduría y el amor de verdad, el fruto y la cosecha serán inmejorables. Y felicidades a Podemos por dar el paso que ha dado. Un verdadero acierto que tanta buena gente se merece.

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