Desde hace unos días la prensa no cesa de transmitir el mismo multimensaje ppero: el lamento, la queja y el gruñido que les va causando un deterioro anímico. Una soledad sin apoyo social. Se han quedado solos delante de las eurotempestades y respaldados solamente por el eco del "que se jodan", retumbando por las paredes del hemiciclo.
Nadie les cree por más que insisten. La falta de confianza de la ciudadanía en sus tejemanejes inútiles, de fuegos de artificio unidos a los incendios forestales descontrolados, que no paran hasta que ya no hay nada más que quemar en el entorno, se agiganta y se aleja de toda expectativa de cambio a mejor. La esperanza se ha quemado en la hoguera del abuso. Como la confianza. Un potencial que se les concedió en Noviembre y que ellos han quemado cada día con más afán y persistencia. Los ciudadanos les confiaron la gestión del presente para superar el pasado y modelar e impulsar el futuro, pero ellos, emperrados en arrasar todo y encima tratando de ocultar la hoguera, lo han echado todo a quemar, en vez de a progresar y a resolver.
Han quemado el presente, han borrado el futuro ("nuestros hijos van a vivir mucho peor que nosotros" dijo Sor Aya sin mover una pestaña y se quedó tan fresca, eso sí, cobrando su salario en vez de dimitir por cenizo y modorra "espiritual"), así nos han devuelto al pasado, al pasadísimo. Ni siquiera al franquismo que tanto les inspira, no. Nos han teletransportado a la España de 1898. Al estado de derrota total acosados por los USA, el hundimiento colonial, y con el añadido del cancerbero alemán que en aquella época no se dedicaba a la especulación mercantil, sino a la militar y miraba para otro sitio.
Tratan de ocultar la pira funeraria del estado de justicia y de ciudadanía plena, pero, como dice la zarzuela (la del teatro, no la de Urdangarín), por el humo se sabe donde está el fuego. Y es ese conjunto de columnas vaporosas, negras y contaminantes, apestosas, lo que delata la combustión feroz de los derechos, de la praxis política real, de la decencia en instituciones y rangos estatales. Al quemar derechos, libertades , economía equitativa, justicia real, democracia, educación, solidaridad, respeto, legalidad, igualdad, responsabilidad ética privada, moral pública e inteligencia práctica, la humareda ha hecho que el clima cívico se convierta en irrespirable. Y ahora los pirómanos de la confianza pretenden culpar a las víctimas del deterioro de su imagen gestora (pésima).
Ahora va a resultar que la causa del malestar no son los recortes sino lo mal que nos sientan. Es el colmo. Recuerdan a los malos sastres cuando obligan al cliente a adaptarse al adefesio que le han confeccionado, porque no tienen ni idea de cortar ni de coser. No, no es que sea muy estrecho, es que usted respira demasiado; no, no es que arrastre, es que usted es demasiado bajito y tiene que ponerse tacos y alzas en los zapatos. Que las mangas no se han quedado cortas, es que lleva usted ropa debajo, si se coloca la chaqueta sin camisa, ya verá como no se le ven los puños hasta el codo. Que no es que el cuello de la camisa le quede grande, es que debe usted apretarse la corbata con más intensidad. Ande, levante más el hombro derecho, para que le cuadren las hombreras, porque debe tener usted una escoliosis que le hace asimétrico. Mira que hay que ser buen sastre para vestir a gente tan mal hecha...
Así andamos, cuando podemos. Que tampoco es muy agradable atravesar ciudades como Valencia, -baluarte y estandarte del pp- de suelo pringoso, llenas de porquería maloliente adosada al pavimento como un sello a un sobre. Como lacre, mejor dicho. Empastres negros, redondos, chafados, pegajosos e indelebles. Infinitos. Adivina, adivinanza ¿qué serán, serán? Pues son mierda. Sí, deshidratada. Negrísima. Un reciclaje que le debemos a los cochecitos cacaclick del ayuntamiento. Esos artilugios ruidosos, expendedores de humos, ilusoriamente contratados a alguna empresa de la "familia" (corleone, tal vez?), pagados con nuestros impuestos, sueltos a su aire por la ciudad como gremlims incordiones, cuyo oficio consiste no en limpiar las calles, sino en transformar en chicle negro toda la basura que encuentran ya sea en forma de colilla, papelujo, escupitajo, meada humana o perruna, hojas secas, palomitas de maíz, charcos de cocacola, kleenex untados de diversas sustancias, envoltura o caca de caniche, de paloma torcaz o de fox terrier. Todo triturado, remojado, removido y aplastado contra el asfalto, y repartido en lunares de diámetro variable, que convierten la ciudad en un dálmata gigantesco, perezoso, estirado y sumiso, constituye una verdadera performance urbana, un toque de vanguardia rupestre inenarrable. Lo nunca visto, lo nunca pisado, lo nunca aspirado y olido. Una orgía "punk"para los sentidos. Para los aficionados al subgénero. Por supuesto. Los demás procuramos pasar de puntillas en extraños slaloms y piruetas, como si jugásemos al truco de la infancia, saltando de miniespacio libre de caca-chaff, a miniespacio escaso, entre caca-chaff y caca-chaff. Que es el nombre genérico con que he bautizado a los lunares de marras.
Este estado valenciano de mierda privada en espacio público, a tuttiplén, chafada y repartida por el propio ayuntamiento, es la alegoría exacta del pp peninsular. O sea en lo que se ha convertido ese partido para los ciudadanos. ¿Cómo se puede lloriquear en las noticias pidiendo confianza a los españoles, cuando se está convirtiendo España en un merder tamaño natural en el que la moral católica al servicio del poder la caga y el pp le pasa el cacaclik por encima para que se iguale al suelo y pase desapercibida o viversa? El orden de factores no altera el producto, cuando tanto monta, monta tanto, el pp y el "obisp-anto".
Con este curriculum desastroso, antiético y antiestético, las lágrimas de cocodrilo ppero sirven de muy poco, la verdad sea dicha. Y mucho menos el rapapolvo autopublicitario. Cuando se cree que gobernar consiste en pasar la mopa sin fregar el suelo primero, sin hacer limpieza, como si no pasara nada, es lo que ocurre. Es decir, cuando se corrompen magistrados, políticos, reyes & family, banqueros, empresarios, monjas y médicos vende y congela niños, Blascos trincando pasta de las ONGs, Camps, Fabras, Aguirres, Cospedales, Matas y Ritas, Dívares y Marianos con ley ad personam pro chanchullo registrador, chotéandose de la justicia y del dolor que causan con su desidia y su avidez, se corrompe hasta el oremus. Y toda confianza desaparece sin billete de vuelta posible.
Así que si quieren confianza, deben empezar por dimitir. Hacer examen de conciencia -si es que la tienen, que no está nada claro- y disolver ese trust de gaviotas carroñeras, que se oculta bajo la santurronería de la mantilla en viernes santo, las inclinaciones de bisagra ente el papamóvil y las excursiones folklóricas al Rocío o al botafumeiro.
Si en España alguien tiene todas las razones para quejarse son los españoles que pagan impuestos, trabajan y no evaden ni cinco céntimos, y son "premiados" con el abuso de poder, la miseria y la bota en el cuello para que no se levanten del suelo. Si el pp tuviese un dedo de frente, al menos se callaría, para no indignar todavía más a los ciudadanos que está estafando sin misericordia y con una cara de cemento armado, que es lo suyo.
En vez de lamentarse y exigir tanto sin dar nada a cambio más que garrotazos, bien podrían preguntarse qué están haciendo tan sumamente mal. Pero, claro, eso requiere algo que el pp desconoce: inteligencia, ética y grandeza de miras.
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