miércoles, 29 de agosto de 2012

GRACIAS, F.TIMES, PERO YA LO HABÍAMOS NOTADO...


El 'Financial Times' dice que Rajoy sólo piensa <br>en el PP y no en España
El diario británico lamenta que los "cálculos electorales" del presidente hayan "ensombrecido"  el comportamiento del Ejecutivo ante la crisis de la eurozona.

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La patología del pp cada día es más evidente. No es cosa de mal rollo político, ni de manías ideológicas. Es la constatación a scanner de una penosa realidad: El pp sólo busca el poder para servirse de él, enriquecerse y enriquecer amiguetes, hacerse leyes a medida y corromperse a gusto amparado en el beneficio que concede la condición de aforados. No para servir a la sociedad que les ha votado, a la que contempla como un campo infinito de recursos de los que sacar provecho y esquilmar a fondo más que perdido. 
Así se ha comportado desde el  gobierno de Aznar, creando la burbuja inmobiliaria más desastrosa de nuestra historia, con el remiendo de "crear empleo", -pan para hoy hambre para mañana, como todo neoliberalismo capitalista y depredador sin más visión de futuro que la de los bancos depredadores- y que no sólo metió a España en el ojo del huracán de la Guerra de Irak, con el 11M como resultado, sino también como oposición, obstaculizando cualquier proyecto que beneficiase el bien común y por lo tanto "perjudicase" su  bien particular, absolutamente opuesto al bien de todos los españoles, sin excepciones. Y por supuesto como el gobierno actual. Irresponsable. Incapaz. Ineficaz. Torpe y obstinado en su torpeza. Soberbio y estúpido. Así es el pp. Y así se comporta.
No soy socialista, ni comunista. Ni liberal ni radical. No estoy a favor de ideas, sino de conductas decentes, vengan de donde vengan. De soluciones éticas e inteligentes. Humanas y justas. Si el pp fuese capaz de funcionar con decencia, ética e inteligencia, estaría encantada de que gobernase. Pero está, justamente, en las antípodas de toda posibilidad hipotética de excelencia y acierto. Es desastroso. Y absolutamente acrítico con su desastre. Por el contrario, se comporta con prepotencia, arbitrariedad, injusticia, ceguera, garrulismo, fanatismo, falsedad y cretinez rampante. El pp solamente ha aprovechado la crisis para envenenar la opinión pública, esconder sus corrupciones, decapitar y desacreditar a la justicia, al parlamento, a todo lo que venga de la partidocracia y sacar tajada del dolor que está produciendo con su desgobierno caprichoso, deslavazado, caótico e irresponsable. 
Obviamente el Financial Times tiene más razón que un santo. Y ha calado a fondo las toscas, chulescas, cínicas y horteras formas y cortas luces de esta panda de acémilas parlamentarias que se ha apoderado del establo y lo está terminando de vaciar y arruinar ante el pasmo de los ciudadanos y del rebaño.  O sea de los que se dan cuenta de donde estamos y por qué y de los que, sin ver ni entender nada, se van quedando sin pasto, sin agua ni pienso; de los que están dispuestos a construir lo nuevo en un registro decente y mucho más humano y de los que si mañana la crisis desapareciera y con ella el agobio, seguirían igual que siempre, sin preguntarse nada, sin mirar un poco más allá de su minimundo. 
Sin embargo, no es casualidad que esta calamidad esté sucediendo para poner en evidencia que en España no ha habido aún transición real alguna. Hubo cambios cronológicos inevitables para sostener el frágil andamiaje de un Estado precario y de concepción medieval, donde el estilo del feudalismo no ha desaparecido jamás. Sino que ha sobrevivido durante más de mil años, amparado en el imperialismo, distraído con las conquistas y las guerras, con las revoluciones que nunca revolucionaron nada más que el número de muertos, encarcelados, huérfanos, viudas, rencillas, denuncias, envidias y bravuconadas de baja estofa. Trampas y corrupciones, caciquismo, inquisiciones y miseria espiritual barnizada de un fervor, que lo mismo vale para el roto de la Semana Santa, que para  los  descosidos del fútbol, sanfermín, las falllas, la feria de Sevilla o el Rocío. Los toros y mariasantísima. Y en medio de esa red surrealista se desliza la pringue parapolítica, pseudopolitica, de religiosidad mohosa, meapilas, ridícula, farisea y justificadora de la barbarie, si la barbarie paga el diezmo.Pero  jamás política. Servicio a lo público, a la Polis. De eso España no tiene ni idea. Y quien osa intentar un avance en ese sentido es marginado  y ridiculizado inmediatamente. Es tonto, porque no intenta sacar tajada sino que las tajadas desaparezcan para dar paso la equidad y a la justicia. A la igualdad de oportunidades y de derechos. Es tonto porque desearía una república democrática, educada, cívica, moral y humana, laica y respetuosa con los credos de cada uno. Porque desearía una participación cívica y responsable en el control de la gestión pública. Que los "políticos" vivan de sus profesiones y gobiernen, durante periodos breves para no rozar tentaciones corruptas,  sin lucrarse sino por el honor de poder servir y ser útiles al bien común. Esa España ética y libre, culta y responsable, solidaria, noviolenta y sana, es la que hace reír al pp en vez de avergonzarse cuando se la encuentra de frente. Y esa España, por desgracia es minoritaria. 
En este país sin transición real, no ha habido ni hay espacio social e histórico, para que respire algo civilizado; hasta los sindicalistas, los "luchadores" por la igualdad y la justicia, son talibanes. Incapaces de pensar un poco más allá de las vísceras están anclados todavía en la revolución rusa y en el "disparad sin piedad" de Dolores Ibarruri. O en los "tiros a la barriga" de Casas Viejas. O en la toma de la Bastilla y la guillotina como solución. "Rajoy y Zapatero, la misma mierda son". Sus mantras dan pena y vergüenza. Lo mismo que sus estrategias bandoleras pro saqueo. Lo más triste de esta falta absoluta de sensatez y de civismo, es que si los salteadores y defensores del "pueblo" mañana estuviesen en la Moncloa, serían Rajoy mucho más que Zapatero. Por eso, esta crisis es mucho más que un drama social gravísimo por hundimiento de la economía. Es la oportunidad de la catarsis, la limpieza general de fondo que nunca se ha hecho. El poner la casa patas arriba para sacar de los escondrijos toda la basura de nuestra historia, para reconocerla, mirarla de frente y enterrarla para siempre. Y en vez de hacerlo con valor y lucidez, se ha votado al pp, para que, como decía el Príncipe de Salina en   Il Gattopardo de Lampedusa, "todo se revuelva para que nada cambie". 
El Financial Times ha acertado en el diagnóstico sobre el pp, pero no se ha dado cuenta de que el pp no es un desgraciado accidente en España, ni un infortunio pasajero, sino la consecuencia del modo de ser de una inmensa mayoría de los españoles. La condensación político-institucional de los peores miasmas celtibéricos que la historia no ha podido aún sanear. La prueba más rotunda de esa cruel y obtusa realidad es que, después de 35 años de supuesta dictadura trasvasada  a democracia evanescente, ese engendro ancestral-caciquil-demagogo-populista, todavía tenga glamour social suficiente como para estar gobernando por mayoría absoluta.

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