martes, 14 de agosto de 2012

Echar raíces por dentro para poder florecer y fructificar

Hace tiempo que vengo comentando en este blog la importancia del lenguaje en los entramados de la manipulación; el tergiversar y/o encubrir el significado verdadero de las palabras con el barniz de ideas acomodaticias empleadas subliminalmente, "cargando" los términos con contenidos semánticos a gusto e interés del manipulador y sus trust informativo-mercantiles. 
Gracias a ese perverso método derivado directamente de Goebels, el nazi creador de la propaganda como arma letal, hemos llegado al triunfo, descarado y alevoso, del nazismo económico mediante el neoliberalismo, que bajo una apariencia de "libertad" económica está produciendo una verdadera sociedad de esclavos en la que sólo pueden "prosperar"(¿?) los injustos, los explotadores, los "listos", los corruptos, los malvados y los necios cómplices, sumisos y obedientes al sistema de la debacle, que no tiene más pies ni cabeza ni sostenibilidad que la estrategia de la célula cancerosa: devorar el cuerpo que la mantiene, hasta que ella misma muere en su propio crecimiento autodestructivo. En ese engranaje ciego y autómata, está funcionando la información sobre la crisis y los silencios cómplices, los enredos informativos, los escaqueos de los políticos y el pasmo asombrado de la ciudadanía que no ve en absoluto que se cumplan los pronósticos favorables prometidos, sino que asiste alucinada, indignada e impotente institucional al desguace de la democracia, de todos los logros sociales en materia de derechos humanos, y a su propia extinción como ciudadanía y a su reconversión en sierva de la nueva gleba planetaria. La gleba global. Un dramático y demoledor juego fonético y semiótico. 

En tal deformación morbosa de la realidad por parte de los medios de comunicación al servicio descarado o encubierto del poder económico, en los países supuestamente libres, como los EEUU y la Eurozona, y todo lo que veníamos llamando "Occidente", encaja perfectamente lo que Noam Chomsky llama La fabricación del consentimiento. Sólo hay que escuchar tertulias mediáticas, leer artículos de "fondo" (perdido), compararlos con la realidad que estamos viviendo cada día, para comprobar la veracidad de las tesis de Chomsky. Empiricas y perfectamente constatables en el mundo que no sólo nos rodea, sino que intenta asfixiar la vida y su continuidad, al ocultar y quitar importancia a los problemas gravísimos creados por el propio sistema corrupto y destroyer que hoy por hoy domina economía y política, los dos brazos ejecutivos de que la sociedad dispone, a falta de otros brazos más confortables, sólidos, lúcidos, humanos y verdaderamente prósperos que no están al alcance mayoritario, sino que forman parte de grupos de "resistencia" civil, cada vez más numerosos, es cierto, pero numéricamente insuficientes todavía para desarrollar un verdadero estilo global, incorruptible, pensante, ético, práctico y consciente capaz de convertirse en el nuevo sistema que sustituya al viejo, ya caducado, y tan deteriorado e inútil para la vida del hombre, para su futuro como especie como para el propio planeta. 
Debemos aprovechar la coyuntura de tanta manipulación, para aprender a distinguir en la práctica, las medias verdades emponzoñadas, de la realidad manifiesta que vivimos; tengamos en cuenta que sus propuestas, comentarios, comunicados y proyectos nunca están basados en lo que se puede comprobar, sino en especulaciones, cifras y porcentajes encuestables, en "programas"infiltrados en el inconsciente colectivo, que se convierten en reglas del juego imperceptiblemente, a base de repetición, de "normalizar" la aberración y servirla como noticia diaria. Hasta que acostumbrados a su frecuencia (interpretada como "norma" en la repetición secuencial y en constante goteo) incorporamos a nuestra vida diaria la anomalía, el fallo inapelable del sistema, la patología social, como forma de vida y de consumo. Y en consecuencia, como esclavitud y deterioro, que nos parece, al fin, un mal necesario y "menor", que aquello que nos han desfigurado y presentado como "anarquía"y "desorden", como "perroflautismo" y agitación social del "orden" establecido, es decir, de "su" orden, de lo que esa capa de la sociedad ejecutiva considera necesario (en todos los sentidos, desde las leyes inofensivas hasta la pena de muerte, las torturas "legales" y las leyes ad personam como la que permite a Rajoy, siendo diputado y jefe del Gobierno, cobrar como registrador de la propiedad sin perder los derechos por excedencia indefinida, como todos los funcionarios mientras recibe salarios múltiples por todos sus oficios, sin límite ético alguno de compatibilidad. Una ley que se hizo a su medida -ad personam- cuando fue ministro con Aznar y que los socialistas del PSOE no modificaron inexplicablemente en sus dos legislaturas posteriores a tal corruptela) El desconocimiento de las leyes, de la constitución, la falta de educación social para la ciudadanía, que ha sido desterrada de la escuela y sustituída por una especie de facsimil de la patética "formación del espíritu nacional" franquista que todos los que ahora pasamos de los cuarenta y cinco, tuvimos como asignatura forzosa en la escuela, instituto y universidad. Acrítica.  Borreguil. Estupidizante, desinformadora y deformadora, aunque pretendidamente "formadora" de súbditos. Jamás de ciudadanos, que para ese nivel son un peligro y no un signo de evolución definitivo que arranca al individuo de su postración como rebaño o "pueblo" para situarlo en la ética cívica de una sociedad avanzada y evolucionada. Independiente en conciencia y en libertad, y solidaria e íntegra en lo comunitario, asambleario y asociativo. Pasando de la jerarquía del poder a la maestría de los valores que no se imponen sino que van naciendo y son nutridos desde la misma conciencia ciudadana que se despierta y elige, cooperativa y no competitiva, donde los "puntos" se ganan por las cualidades del ser y no por los vicios del "tener" y competir para subir pisoteando al resto del rebaño. La competición no es un don ni un atributo positivo para el hombre evolucionado. Es simple supervivencia para el animal. Y lo que es sano y natural para las bestias, es enfermedad y deterioro para el hombre. Que no ha llegado a esta vida para usar la inteligencia al servicio de la animalidad, sino para someter esa animalidad a la inteligencia, que no consiste solamente en pensar y hacer, sino en comprender y experimentar los distintos niveles de ser y su potencial ilimitado, algo que sólo se descubre evolucionando, no especulando, manipulando, matando, intrigando, robando y corrompiéndose en un círculo vicioso de deseos insaciables e indomables. Los instintos pasados por la mente. Como animales hábiles no como humanos inteligentes. Sólo así se explica el terror. La crueldad. La maldad. La opresión y el afán de dominio de los "fuertes" sobre los "débiles", de los "listos" sobre los "tontos", a los que para más inri se consideran, los "buenos". Es algo constatable en nuestro lenguaje popular: "de tan bueno, parece tonto". "No se puede ser tan bueno, hay que ser también malo, si quieres triunfar", "hay que armonizar lo bueno y lo malo" . Esas expresiones tan frecuentes como estúpidas son el test simple y evidente, que todos podemos entender, para explicar la causa y la consecuencia de este estado deteriorado que sufrimos y soportamos.  Si nos educa ya una mentira mediática aceptada como normalidad, que empieza en la familia y frecuentemente en la escuela también, en el barrio , en la iglesia, etc... y nos atasca en el caos interno porque se nos predica una perfección espiritual inalcanzable, unas virtudes irrisorias y ñoñas, sin valores, más basadas en el qué dirán que en la realidad personal y comunitaria, y unos métodos de supervivencia basados en la animalidad pervertida de la bestia pensante, pero nada inteligente, puesto que el uso de su intelecto no la libera sino que le proporciona las coartadas más farisaicas y justificadas de su esclavitud. De su barbarie y de su infelicidad crónica e idiopática convertida en picaresca. Mortal de necesidad. Así no hay quien crezca. Por eso hay despertarse y salir del sopor.Antes de que el sopor se convierta en la muerte y nos reduzca a lo que no hemos sido. A la nada de nada. Al entierro de la sardina en el vacío.
Nos han timado timándose a sí mismos. Hemos heredado la nada como legado de incompetencia y al desmontar su mentira empezamos a construirnos y a  edificar el mundo que necesitamos para seguir evolucionando hacia dentro y hacia arriba, para poder repartirnos  hacia "afuera" y hacia "abajo". Al final sentiremos que esas dimensiones raramente "espaciales" eran sólo imperativos para ordenar nuestros mundos y niveles de percepción, de entendimiento y de praxis. Nuestra geografía íntima y expansiva. Todo en una pieza. Aunque para descubrirlo, hayamos tenido que deshacer la vieja construcción y dar a los materiales de siempre, un sentido y un uso completamente distintos a aquello que conocimos en nuestra infancia y juventud. Trabajando en ese plano, no hay nada que se resista a mejorar. En nosotros y, por contagio, en nuestro mundo, que si es ahora incoherente, loco, injusto e inhumano, es porque permitimos que funcione de ese modo. Si queremos cambiar el mundo sin cambiar nosotros, el mundo no cambiará. Si cambiamos nosotros, no tendremos que preocuparnos de que el mundo cambie, porque ya lo hace a nuestro ritmo. Es el resultado de nuestros pensamientos, palabras y actos.

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