jueves, 30 de agosto de 2012

EL PROSTÍBULO POPULAR


Comentarios: 69 | ANA PARDO DE VERA
Los conservadores no tienen un discurso común.
Esperanza Aguirre quiere legalizarla y Ana Botella prefiere multar al cliente.
El Ministerio del Interior optará por penalizar a las meretrices.
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El país se hunde hasta el cuello.
Familias enteras están batidas, con ahínco, cuajadas a punto de limosna.
Hechas merengue en los fogones de la miseria provocada
por los cocineros más chapuzas y desastrosos de toda la historia
de esta pobre y lesionada democracia;
La mejor juventud pide asilo profesional en la Europa mentalmente despeperizada,
las CCAA están en pleno colapso, manga por hombro talmente
pidiendo rescates cada cinco minutos,
las escuelas calentándose en invierno con el aliento de los niños
y los maestros recortados, los enfermos repagando lo repagado,
los sin papeles en la tesitura de robar para pagar la asistencia médica
o morir en el intento,
los discapacitados aprendiendo los secretos de la telequinesia y la autoteletransportación,
pero eso al pp le importa un rábano.
Lo más perentorio en este momento crucial
es que las putas nacionales rediman su imagen callejera.
Porque si España tiene que convertirse en un casino eurolasvegas,
al putiferio hay que adecentarlo cuanto antes, ponerlo a tono, legalizarlo,
privatizarlo y colocarle el IRPF o sea, el Impuesto Roñoso Putas Fashion
que tendrá la virtud de convertir una lacra social en un colectivo de trabajadoras
sexóterapeutas y reparadoras del macho silvestre,
incapaz de ser hombre real de una puñetera vez.
Y de eso el pp entiende cosa fina. Vaya que sí.
Para empezar, quizás lo más de lo más,
sería encargar a Rusia otra tanda de uniformes furciolímpicos,
para adecentar los cuerpos serranos de esas almas descarriadas
pululantes entre esquina y esquina del casco antiguo y costroso
de cada ciudad española.
Uniformarlas sería un pu(n)tazo.
Más que nada para distinguirlas de las chicas modernas,
minifalderas, descocadas, pintarrajeadas y hechas un ecce mulier!
que también pululan por las calles agarradas al móvil o al Iphon o al wasap,
como idas sin retorno al reino de nuncajamás.
Y evitar malos entendidos a la hora de ofrecer faena y contubernio carnal-refocilante. 
Después ya se podría ir incorporando, conectando con la COPE,
el rezo del ángelus a las 12 del mediodía,
o sea, al levantarse del descanso reparador y a las 19 p.m.,
para ofrecer al señor (de las moscas) el trabajo nocturno
y pedir una buena y productiva jornada laboral
por intercesión de cualquier agente contratista.
Antes considerado chulo y ahora, profesional.
Un intermediario y asesor mercantil, que también deberá pagar el IVA,
como las oficialas callejeras. Porque en definitiva el ministro de interiores,
la Ehpe y la Bottelly, estarán encantados con el invento
si consiguen hacer pagar impuestos a cambio de adecentar la profesión.
Ordenarla. Asearla. Ponerle ambientador y dejarla hecha un pincel.

Cada operaria podrá llevar incorporada una maquinita
que cobre con tarjeta de crédito y así, todo bajo control.
Se acabó el mercado negro de la corporeidad clandestina.
La mala estampa urbana. La obscenidad.
Porque ya se sabe que ser decente o no, da igual. Lo importante es la imagen.
El retoque. El golpe de vista. Que nada parezca lo que es.
Que no es lo mismo ver mujeres de vida alegre vestidas por Vitorio & Lucchino,
por Adolfo Domínguez o Ágata R. de la Prada,
que hechas unos adefesios guarretones y zafios,
vestidos de mercadillo de Orcasitas o de Entrevías.
Y si además de pagar impuestos todas las currantas de la casquería urbana,
las madames de la regularidad  comunitaria de oso y madroño
y los "papis"-managers, se consigue también
que los clientes apoquinen el óbolo municipal, miel sobre hojuelas.
Aunque sólo sea para amortizar los descuentos
que el gobierno regala a los evasores fiscales.
Así se van tapando agujeros y todo queda en familia.
Sin tener que soportar el escándalo de la prostitución callejera, sin control.
Y sobre todo, con tan poca clase y tan poco estilo.

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