martes, 7 de agosto de 2012

LA MISERIA DE UN SISTEMA NO PUEDE JUSTIFICAR LA RAPIÑA


Sindicalistas se llevan alimentos de dos súper<br> para comedores sociales
Dirigentes del Sindicato Andaluz de Trabajadores fueron a un Mercadona de Écija.
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Parece que la rapiña no es solamente cosa de la "clase político-bankiera". Parece más bien que el primitivismo sin ética ni valores es la infección generalizada, la septicemia del estado español. Va a resultar que no es una casualidad ni un infortunio fortuíto ni una mala conjunción astral lo que mueve las voluntades delincuentes de los poderosos, sino el mismo mal oscuro que atiza el fuego de la rabia irracional y la moral de baja estofa, cuando afirma que "quien roba a un ladrón tiene cien años de perdón". A los españoles a veces, parece que les sobran refranes programados y les falte inteligencia para discernir la sustancia ética de sus conductas y acabar repitiendo aquello de lo que se quejan. No deseo generalizar, porque de sobra sé que hay españoles excelentes con civismo y valores, pero debo reconocer con pena que no es una mayoría, sino una proporción bastante minoritaria. Quizás por eso estamos al nivel que estamos. Por muy mal que nos vaya ahora, por mucha injusticia que estemos padeciendo, no podemos caer en la fácil inercia de la rabia sorda y comenzar a justificar y a "normalizar" el vandalismo.  A sembrar la barbarie social y a generalizar el caos que no atinamos a gestionar. ¿Qué hubiera sido mejor y más útil, asaltar supermercados o explicar a todo el pueblo la situación de las familias necesitadas y organizar una cesta común en la que todo el pueblo aporte lo que pueda, comunicarlo al ayuntamiento, a los supermercados y establecimientos de hostelería y organizar una recogida de víveres por solidaridad de todos, no por la rabia enconada contra los supermercados, cuyos trabajadores también podrían cooperar con su ayuda? ¿De qué se trata, de que las conciencias despierten y toda la sociedad se haga responsable solidaria de sus damnificados y aportar soluciones reales que la política no sabe encontrar o de montar un cirio "revolucionario" y que se note quien está al mando de la iniciativa y la mala leche que puede repartir un sindicato? Miremos a Grecia ¿acaso la violencia de sus manifestantes y los asaltos en plan comando G, les ha solucionado algo? En absoluto. Lo ha empeorado y ha hecho que la polarización sea tan bestia como para permitir el nacimiento de un partido de ultraderecha que ha subido como la espuma, catalizando la rabia que la democracia y la inteligencia no saben canalizar en tiempos difíciles. 
A la dificultad no sólo hay que añadirle coraje y valor, sino sobre todo inteligencia para superarla y salir de ella más fuertes y expertos. Mejores. No más embrutecidos, degradados y peores. Las dificultades se superan con cooperación, capacidad organizativa, diálogo, escucha, humildad y creatividad. Cuando la rabia, la ira, el rencor y la venganza ocupan el lugar de la inteligencia, un país se pierde y regresa al mundo rupestre de la guerra. Tiene que acabar ese vicio exigente y dependiente de esperar arreglos del poder. Al poder se le derrota quitándole el "poder" de decidir por nosotros. Si queremos una sociedad independiente del dinero, no lo valoremos tanto. Valoremos más las cualidades humanas y compartamos entre nosotros lo que tengamos: comida, dinero, recursos, ideas, trabajo, casas, ropa, servicios, conocimientos, habilidades, cariño y buenas vibraciones. En asambleas y comisiones organizadas y autónomas, pero cohesionadas por el mismo empuje. ¿Alguien ha pensado el impacto psicológico que habría hecho en el Mercadona de Écija, entrar serenamente con unos carteles y explicar que se va a realizar una recolecta de víveres entre todo el pueblo para atender a las familias que ya no pueden comprar? Estoy segura de que no habría habido la menor necesidad de atracar el super; porque eso ha sido un atraco en toda regla, que deja confusión, división, enfrentamiento y desmoralización entre los ciudadanos. Polarización, en vez de dejar el convencimiento de que los problemas son de todos y se pueden arreglar. Y estoy segura de que en un movimiento bien organizado hasta los gestores de los supermercados, estarían bien dispuestos a cooperar. Como sucedió en 1994, cuando se acampó durante tres meses en el centro de las grandes capitales para reclamar el 0'7 del PIB para el tercer mundo. Recuerdo que precisamente el Mercadona más próximo a la acampada en Blasco Ibáñez, cada día al cerrar nos aportaba el pan, la bollería, las empanadillas, fruta y verdura, fiambres, galletas, servilletas, jabón para la vajilla,aceite, azúcar y hasta papel higiénico. Lo mismo que los vecinos de la zona, nos traían el desayuno caliente en termos y jarras. Puedo asegurar que no fue necesario atracar a nadie. Cuando se ve la buena intención de lo que es justo, el corazón y la inteligencia de todos se pone automáticamente a funcionar al lado de los justos y necesitados. Y sobre todo, tiene una repercusión importantísima en las conciencias de los responsables de lo injusto, que se ven desbordados y ninguneados por una mayoría que les supera en ejemplaridad, capacidad de gestión y les deja en evidencia. A partir de la movida cívica, el ayuntamiento de la misma Rita Barberá que ahora quiere freir al 15M con mascletás a traición, aportó contenedores de basura y reciclaje, retretes portátiles y sin que nadie se lo pidiese dio permiso para que se utilizasen bocas de riego, mangueras y agua corriente para aseo y limpieza del campamento urbano. 
Y aquello fue un ejemplo de civismo y no se levantó el campamento hasta que se logró la firma y el acuerdo de recortar ese 0'7 del PIB de los sueldos oficiales y de los gastos del presupuesto general. El camino de las soluciones cívicas va en esa dirección, no en la del saqueo, por muy "justo" que nos parezca. El saqueador lo es igualmente si saquea un banco, un estado o un super. Lo mismo es ladrón el que es capaz de robar dos euros como el que roba dos millones. Quien roba poco es porque ha encontrado poco  o tiene pocos recursos, no porque sea menos ladrón que el que ha robado un botín espectacular. Y eso debemos reflexionarlo seriamente. Tener una clase política y un estatus económico sin moral alguna, además de indignarnos debe darnos que pensar. No han salido dela nada, sino del mismo ambiente miserable y degradado, que el resto. Porque puestos en dificultades y aprietos la reacción de muchos ciudadanos se acoge al mismo código de la desvergënza y el vandalismo justificados, en vez de apiñarse en una unidad de emergencia ciudadana que se autogestiona.  La verdadera pobreza no es carecer de dinero para comprar cosas necesarias, sino carecer de recursos humanos para evitar la miseria moral que conlleva la miseria material. 
Un suspenso merecidísimo en ética y cívica, para los sindicalistas andaluces de Écija.Que seguramente no han hechos ascos durante años al reparto injusto e indiscriminado de los P.E.R. O a los subsidios de paro que se compatibilizaban con trabajos en negro, pensando todavía con los esquemas mentales de Curro Jiménez, El Pernales o el Tempranillo.
La ética y la decencia tienen que empezar por uno mismo antes de intentar exigirla a los demás. Posiblemente quien las practica no tiene necesidad de exigirlas, su propia energía está armonizada de tal modo que en su entorno no se producen abusos de tal calibre. Y sólo reclama la justicia para los desasistidos, no para sí mismo, porque no lo necesita. Puede parecer un absurdo, pero no lo es y si hubiese una educación en valores éticos reales, la sociedad entera se libraría de las crisis que provoca su miseria humana, tanto de ricos como de pobres, pues todos en verdad son paupérrimos si no ven más allá de tanta precariedad personal y colectiva como la que estamos soportando en los últimos tiempos de un modo tan agobiante. Y además no ven relación alguna entre causas y efectos. Por eso se dividen, alternativamente, en víctimas y verdugos y no son capaces de romper esa maldita inercia. 

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