sábado, 1 de septiembre de 2018

Taller de reciclaje


                                   Resultado de imagen de costureras ilustraciones


En mayo del 78 me compré un vestido en la boutique de debajo de casa, en el Paseo de la Estación de Alcalá de Henares. Hacía tres meses que había tenido a mi sexta hija y no tenía nada adecuado que ponerme para asistir a un acto oficial en la Base de Torrejón de Ardoz, donde mi compañero/parejo de entonces, era piloto en el 43 Grupo en la brigada aérea contra incendios del Ejército de Aire del que la reina Sofía, era madrina de honor y mi costilla con sus compañeros más experimentados, Comendador de la Orden del Mérito Agrícola por el Ministerio de Agricultura, qué menos, para agradecer un poco, que se jugasen la vida en cada incendio dantesco, como eran la mayoría, y en cuya extinción murieron bastantes pilotos y mecánicos. 
Había que asistir sí o sí en plan familias estupendas, of course, a la celebración multitudinaria de las horas de vuelo del grupo. Discursos, parabienes, reverencias, que nunca practiqué pero que allí estaban transportándonos a la corte del siglo XVIII, figureo y picaeta, com es diu en valenciá del carrer. Un solemnísimo torro como solían ser aquellos eventos por decreto, con fanfarrias e himno nacional adjunto, comme il faut
El acto sucedió. Pasó y se disolvió por sí mismo en el archivo polvoriento de un pasado sin nada más relevante que añadir. Pero quedó un testigo silencioso colgado en una percha del armario, guardado, durante años y años en un cajón, o en una bolsa compartida, o en una caja de embalar ( los traslados en el ejército son el pan de cada día; una condición que sin duda ayuda intensivamente a cultivar el desapego y la capacidad para asumir cambios sin traumas y encontrar soluciones rápidas donde normalmente no parece  que las haya. La estrategia no es solo patrimionio de los poderes, también lo es de la adaptación al medio, o sea, de la ecología y la supervivencia)
Normalmente no suelo acumular enseres ni ropas que durante un tiempo prudencial no haya usado ni necesitado. Y suelo dar lo que está en buen uso y convertir en trapos para limpiar la ropa que esté ya completamente inservible. No era el caso de aquel vestido. Estaba nuevo. Era muy bonito y agradable de llevar, pero lo fui dejando de usar sin que se deteriorase. Hubo temporadas en las que no cabía en él y otras en las que me iba grande, según el ciclo de embarazos y partos de una madre chapada a la antigua y obediente por ósmosis, como yo por aquel entonces. 
Luego se fue quedando arrinconado de traslado en mudanza se hizo invisible. Estaba pero no era. Y así, paralelo a la Transición, de la que era coetáneo, me ha ido acompañando a lo largo de los años, como el modelo de estado. Ya fuera de época, pero intacto en su inadecuadez. Seguía siendo muy ponible y agradable al tacto y a la vista, pero la cremallera no cerraba y no disponía de costuras ni de pinzas lo suficientemente amplias como para agrandar un poco su anchura. Mi vestido era como la monarquía, quedaba genial en el Hola de las perchas, pero no tenía la menor capacidad para ser aprovechado ni usado en lo que debería ser su función natural: hacer visible y presentable la anatomía humana,  y -en el caso dinástico-, la presencia digna y decente de los pueblos de España. 

En fin, que hace un par de semanas decidí que si la Transición estaba ya para el arrastre, necesitada de una metamorfosis adecentadora de urgencia para poder hacer honor a su nombre,  o sea, dejar de ocupar un espacio inutilizado en el ropero de la vida y de la historia y obtener el sentido vital y político que la justifique, mi vestido estaba en las mismas: o me deshacía de él, -militarmente, a la voz de ¡ya!-, ( lo que sería una pena porque los años no han desgastado el tejido ni el diseño, sólo fallan las medidas) o lo transformaba en otro objeto textil  ponible, como un chaleco, una falda, una blusa, un foulard, o en otra cosa, como un juego de mantelitos individuales, el forro de unos marcos para fotos, posavasos, yo que sé...algo que hiciese una función de utilidad y dejara espacio libre en el armario. Vamos, como el estado. Un paralelismo inequívoco. O te adecento o te liquido... como vestido. 

La cosa es que opté por reciclarlo en un  nuevo diseño, inventado obviamente por la inspiración de las circunstancias. El tejido está impecable a pesar de tener cuarenta tacos a sus espaldas estampadas. Es de esas telas de algodón/viscosa, de suave y agradable tacto que no solo no pasan de moda, sino que se hacen eternamente ponibles por la discreción de su estética que combina dos diseños de estampado muy distintos, -igualito que el modelo de estado- uno más coloreado y vivo que el otro, lo que permite un juego muy interesante de combinaciones y estabilidades.
Así que decidí despiezarlo entero ordenadamente para aprovecharlo mejor trozo  a trozo; un vestido de corte federal evidente, donde todas las piezas diversas se vayan encajando de otro modo. Y convertir el viejo modelo monárquico que en tiempos había saludado a una reina y a un príncipe de Asturias encantador, de unos diez añitos, (que ya nada tiene que ver con el modelo actual, coronado y acoplado a lo que le conviene a su estirpe mucho más que al país confuso y manipulado, de alma inquieta y añoranza republicana sin saberlo, que el ex-príncipe de cuento cree estar representando como puede y le han adiestrado). 

Una vez tomada la decisión transmutadora, sólo queda saber qué quieres y cómo quieres rehacer el nuevo invento. Una vez visualizada la idea y calculado el método del desguace creativo con la recreación en ciernes, sólo queda ponerse en marcha sin temor ni tiquismiquis perfeccionistas bloqueantes, ni melancolías de fondo, que en realidad son más comodidad y canguelo que otra cosa, porque a la hora de la verdad, el asunto es más un marrón inútil que algo agradable y utilizable en positivo, junto al miedo a equivocarse en el uso de las tijeras. Esa especie de vértigo que impide los cambios "por si salen mal". Un miedo que desaparece en cuanto caes en la cuenta de que el vestido no te sirve para nada en su estado actual y que hay en el armario más vestidos para ponerse si se estropease la 'operación transmuta'. 
Es fundamental comprobar con qué herramientas cuentas. En mi caso, la máquina de coser eléctrica que tenía desde los años setenta, se la dí hace mucho a una amiga que la necesitaba más que yo, cuando ya no la utilizaba con frecuencia y era más un trasto ocupando espacio en casa que una ayuda. Mejor cederla a quien la puede usar que acumular fantasmas inútiles en tantos formatos. 
Así que mis herramientas aquí y ahora, en el presente que es en realidad de lo único tangible de que dispongo, tienen que ser mis manos, la atención de la mente, la versatilidad de los sentidos, la imaginación y una habilidad, que sólo puede desarrollarse si la pongo a funcionar y me arriesgo a estropear la perfección de la inutilidad, a jugarme la tontuna de una ilusión previa inexistente en realidad si lo admirable  ya no sirve para nada, en plan jarrón chino que no se acierta a colocar sin que moleste más por inútil y comespacios que por negativo o incordión.

Las tijeras, los hilos, las agujas y el dedal. Y la idea motriz. En este caso, un vestido sencillo de varias piezas unidas, que se irán sacando de las actuales mangas y cuerpo en las que se combinan los dos estampados. Más unos tirantes sacados del antiguo peto, que  en forma de lazos sujetarán el vestido a los hombros; el resultado: una pieza multiusos, incatalogable, que en verano dejará los brazos al  aire y en invierno, convertirá el diseño en un pichi que permite llevar debajo una blusa, una camiseta o un jersey de cuello vuelto. Una prenda interestacional y superponible.
La labor ha sido toda a mano. Calculando las distancias de los puntos entre sí, dobladillos, sobrehilados, pestañas o jaretas. El modo de hacer hermosa y hasta simétrica la asimetría. Desde la simplicidad que da el momento crativo en la aplicación de las técnicas que muchas veces escapan a las reglas aprendidas hace mil años, -cuando en el Instituto aprendías a coser, a cortar, a zurcir, a remendar, a bordar y a cocinar en una asignatura sin complejos que se llamaba "Hogar" y que sólo era para chicas; tuve compañeros muy lúcidos e inteligentes, indignados por aquella discriminación injustísima - I remember Andrés, Santi, Antonio, Juan, José Luis y Nano Naranjo, inolvidables compas-  para ir por otros derroteros insospechados, que "no tocan" canónicamente, pero que hacen que todo se encuadre y se armonice por medio de la creatividad, la cooperación y la libertad de opciones inteligentes en armonía ,bien combinadas y gestionadas por el diálogo y la reflexión contemplativa como ya recomendaba Aristóteles tanto en sus éticas a Nicómaco y a Eudemo como en el recopilatorio Mègalón Ethikón. Igual que debería suceder para reformar y regenerar el modelo de estado. Ese vestido que ya no le cabe a nadie por más que se emperren los mantenedores del modelaje transicional, y, paradójicamente,  cada vez más intransitivo, de hace cuarenta años.
Es cierto que el tejido estatal posiblemente no está tan sano como el de mi vestido añejo, y que aun queda peña por ahí que no ve ni percibe el resultado de tanto apolillamiento  e incluso ha hecho del apolillamiento su modus vivendi et operandi, pero eso no impide que el proceso devastador siga por su cuenta y descontrolado como un incendio gallego o californiano, haciendo la función que las instituciones se niegan a hacer: demolerse a sí mismo ya que nada ni nadie lo puede cambiar a mejor ni se atreve a reconducir, reformar y rehacer el mundo que hemos configuardo en modo piraña, sino desde parámetros más adecuados al crucial momento histórico del Planeta como Naturaleza y, cómo no, de España y de Europa. Del mundo entero como civilización en un momento de riesgo total sin fronteras, por causa humana en proceso de deshumanización pesetera y a la vez de humanización eutrópica in crescendo, como reacción a la entropía matadora. Un mundo que muere en plan suicida y otro que nace en plan cuántico-espiritual de verdad, no de dogmas programados para el lavado de cerebro social y personal, ni de cantinelas del ego meapilas o meaideologías que ya no alcanzan a generar lo necesario para crecer sin aniquilar, para amar sin poseer, para servir sin manipular ni dominar ni oprimir para organizarse sin aplastar y descalificar constantemente, lo que simplemente, no se entiende.
Un autodesafío como nunca en la Historia conocida nos ha tocado afrontar y tratar de resolver de la mejor manera posible, sin violencia ni destrozos, respondiendo a los ataques con un tipo de inteligencia que no es la frecuente pero sí la única que tiene la llave de la despensa cósmica y planetaria.
Hay que ver... tanto sobetear la obra de Tolkien, para luego no reconocerla cuando se encarna en la vida diaria y se nos planta delante como un muro de Berlín invisible que no se puede demoler, precisamente, porque no se detecta en su escurridiza perversión sistémica. 

Todo empieza por atar cabos con la revisión honesta del propio vestido íntimo por cuenta de la conciencia in crescendo; luego seguirá el guadarropa compartido en la conciencia colectiva. Manos a la obra y menos cháchara de tracas, marujeos narcóticos, sanfermines demoledores o  mascletaes ensordecedoras, burbujas de lo que sea, en el pueblo  o en la capital. En las nacionalidades o en el absurdo de un trono sin fundamento legítimo. En sustituir a un dictador por una burla de la democracia a la hora de la verdad. Se trata de una enfermedad de  todo el estado. Una réplica como los terremotos, o como una colección de matrioskasMundus maior, mundus minor. Idem-eadem-idem. Y sólo la conciencia despierta de una ciudadanía crítica y honesta en lo indidividual como solidaria, ética, organizada y valiente en lo colectivo, tiene la solución y la capacidad para reciclar el conjunto estatal.

Si no se tiene idea clara de lo necesario y no se sabe distinguir lo que es urgente de lo que puede aplazarse, ni lo que es pura emocionalidad manipulada por intereses espurios e instintos básicos, de lo que es la responsablidad civil y moral, o sea conjuntamente de uno mismo y de todos, no se sale jamás del laberinto. Si la solución a lo que molesta pasa por  amenazar políticos por la calle o en las redes sociales y hasta por matar concejales decentes que no se venden ni se amedrentan, está claro que la Transición diponible está indispuesta por sistema y no vale un pimiento aunque hace 40 años fuese muy celebrada como vestido elegante, si a la hora de comer o de tener un techo, un trabajo y unos derechos y deberes claros, es solo un vestido elegante y de diseño pretérito imperfecto, por mucho trono desde el que la susodicha se pavonee constitucionalmente de lo que de verdad le importa un pimiento (por. ej. esta real ocurrencia absolutamente irreal -Infanta por el morro, Llarena de bobilis, Camps de rositas, caso juez Garzón de vergüenza, presos políticos catalanes de alucinar  sin más, etc- combinado con la copla campechana, en versión zarzuelera del oh, mio babbino caro: "¡la-la-la-la-la- la justicia es igual para todoooooos...!") Demasiao pa resistirlo y quedarse igual.

¿Cómo calificar esa imperturbabilidad de los tres poderes estatales en una democracia hacia la delincuencia entronizada, institucionalizada y hasta vitoreada? ¿Cómo defendernos de esto y salir indemnes? ¿Cómo creer que un corralón donde pp , c's y el correfoc de Sánchez hundiendo la aportación básica de sus socios de izquierda, manejan la política a su bola, sin que un criterio cívicoy ético  los frene, porque no respetan nada que no les mole a sus intereses de partidos,enjuagues y leyes a su medida, pueda llamarse democracia y estado de derecho con tanta ignorancia por un lado como cinismo por el otro? ¿Cómo es posible que estemos subvencionando un Consejo de Estado que podría tener competencias orientadoras y legales para poner lucidez, ética  y honestidad en caso de pérdida del oremus de los políticos electos, en los jueces y magistrados que barren para adentro en plena prevaricación y colegueo descarado a costa del erario públco con la connivencia del Ejecutivo, e incluso la jefatura del estado pillada entre su padre y la pared, como sucede ahora y que  ese recurso lo compongan personajes como los cuatro mastuerzos expresidentes que más han hecho porque España nunca llegue a ser la democracia de que presume esa Constitución que tanto defienden? ¿ Y cómo se atreven con ese curriculum denigrante hasta a ir a Venezuela para dar consejitos y que aquello se arregle en vez de dedicarse a que se arregle España que debería ser su obligación que para eso cobran en plan vitalicio por haberla dejado exponencialmente cada vez peor? Como dice el refrán quedan a la altura de los maestros piñones: ignorantes que encima dan lecciones.
No hay indumentaria disponible  que pueda tapar estos desnudos impúdicos sin remedio, donde ya no es posible esconder más vergüenzas. Hay que liquidar y disolver lo que es incapaz de ordenarse a sí mismo y además impide que se ordene la ciudadanía, ese pueblo soberano que es una burla y una coartada para mandar y abusar de él. Hay que limpiar de una vez lo que es tóxico y destructivo, reconociendo sin miedo lo que hay, no tapándolo. ¿Qué médico puede curar algo sin no ve los síntomas y si los ve no los identifica ni los considera manifestación de una enfermedad sino cosa normal que no indica nada, porque a él le pasa lo mismo y cree que está sano?

Con políticos instigando peleas de gallinero, lazo va lazo viene, bandera sube bandera baja,  e impidiendo la escucha, acaparando la palabra para corromperla y manipularla con tal de pillar poder, aunque todo se rompa si no mandan ellos...es imposible saber quienes somos como estado y qué necesitamos como ciudadanía. Demasiado estruendo para tan poca sustancia. Demasiado número circense-mediático para tan poca capacidad gestora y tan pocas luces para ver los fallos garrafales, tanto en dirigentes como en dirigidos.
¿Qué tipo de personas podrán votar a c's depués del recital de Rivera, Arrimadas y demás fauna? Por mucho menos Rosa Díez y su UPyD pasaron a la historia. Del pp no es necesario añadir nada al curriculum que ellos se encargan de actualizar cada día con más pericia. En cuanto a Sánchez, sus patinazos y atolondramientos con acelerones y frenadas con marcha atrás más sus tormentosas relaciones con esa izquierda de la que presume ser el eje aleatorio, sólo queda confiar en que en las bases socialistas sí quede suficiente ética aun como para reaccionar y cantarle las cuarenta antes de que sea tarde. En IU o en el mismo Podemos ya se le habrían pedido cuentas por semejantes bailes Rosita la Pastelera fashion y resbalones apoteósicos.

O los trajes se reforman ya o los componentes de los tres poderes estatales acabarán en taparrabos político aunque por fuera vayan disfrazados de Armani o Massimo Dutti. Y no habrá forma de parar la conciencia de millones de mujeres, pensionistas, parados, desahuciados, recortados, burbujeados, exiliados laborales, ninguneados en la igualdad de oportunidades, explotados, manipulados sin tregua y olvidados por sistema.
Las costuras se han ido  reventando por exceso de volumen indecente al que no se han puesto límites por no caer mal a los supuestos votantes. Hay que rehacer el vestuario por las buenas y con urgencia, antes de que se rebote la clientela y la última gota haga desparramarse el contenido de esta cloaca sin freno ni caja de cambios. A su puta bola, que hasta le cuelan a un ministerio la aprobación de un sindicato de esclavas sexuales sin que el tal ministerio se cosque durante el proceso del tejemaneje y no haya un debate social y político sobre tan escabroso argumentario. Claro, ¿cómo distinguir la prostitución de la ética, cuando la mala política opaca, la economía sucia, las evasiones fiscales hasta en la familia real, la justicia irresponsable y corporativista o la religión pederasta y encubridora, funcionan con la misma 'normalidad' de bazofia pringosa y repulsiva que un puticlub de carretera?
 
Como diría el profesor Viçens Navarro, ¡así de claro!

Ains!


No hay comentarios: