domingo, 23 de septiembre de 2018

Confunde y manipula, que algo queda


Homeopatía, el error fatal de Rosa




El País 

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Este investigador mediático, se supone que tras escarbar urbi et orbe, ha conseguido descubrir cinco casos de hipotéticas víctimas de la homeopatía, rebuscadas con lupa, ( tres con nombre propio y datos muy prolijos y dos como "una señora de 53 años y otra de Girona") - y eso, en el caso de que no se las haya inventado, para poder argumentar algo con sustancia a favor de las sacrosantas amputaciones, quimio y radioterapia, que afortunadamente nunca han matado a nadie, al contrario, son, además de una garantía absoluta de éxito, un canto a la buena salud y a la libertad de elección terapéutica. Porque está clarísimo que con la medicina maravillosa que usan en los hospitales que lo curan todo y conceden salud eterna y vida infinita de la mejor calidad, no hay riesgo alguno de morirse ni de degradarse la salud. ¿Cómo puede ser la gente tan tonta como para caer en el angaño de una homeopatía que es un cuento chino, como podemos observar constantemente? Seguro que todos los enfermos con que nos tropezamos lo están por tratarse con esas gotas y gránulos que cualquier medicucho o boticario sin escrúpulos pueden sacarse de la manga sin el control de unos laboratorios como dios manda, que son la panacea de las curaciones sin recaídas ni zarandajas. 
¿Cómo es posible que alguien en su sano juicio crea que una medicina que no tiene efectos secundarios y no te deje hecho unos zorros, tenga el poder de curar  algo? Si ya lo dice el refrán: quien bien te quiere te hará llorar...Por eso a los laboratorios serios se les valora tanto y son tan de fiar. Con sus medicinas no hay problema alguno, todo está controladísimo. Sólo basta con leer el elenco de efectos secundarios en los prospectos de sus preparados para que la confianza y el optimismo se apoderen de nuestro ánimo. Nada que temer. Todo lo contrario. Porque si las consecuencias son diarreas, vómitos, dolores, patatuses, mareos, úlceras gástricas, pérdida de defensas, shocks anafilácticos con posibles comas irreversibles, subidas o bajadas de tensión, para eso están la urgencias, las UVIs, y la UCIs de los hospitales. ¿Qué mejor uso podrían tener? Con estas garantías es imposible fallar. Ya se sabe que la ciencia médica comme il faut es infalible, y que tratados por ella nadie que enferme se libra de curarse y por supuesto, que de morirse nanay. Eso se queda para el cutre quiero y no puedo de la homeopatía, faltaría más. 

Son cada vez más los pacientes que se sanan con medicinas naturales y con el apoyo de la homeopatía. Si no fuese así, está cada vez más claro que los que pretenden ser los amos exclusivos de la senfermedad huamana como negocio,no se molestarían en estar constantemente comprando periodistas que no tienen sobre el tema más idea que ésas con las que les compran su deontología profesional. Es imposible que si saben de lo que hablan escriban lo que escriben. Y no parece muy creíble una estrategia tan zafia, y que a rachas, aparezacan en los medios de golpe estos ataques en goteo a las medicinas tradicionales, que el sistema farmaciborg está usando como misiles depredadores contra una competencia que en la ciencia verdadera no existe, porque la inteligencia científica -que no es especuladora ni mercader por su honesta naturaleza- no considera incompatible que haya varias formas de tratar la enfermedad y que el paciente, bien informado y sin manipular, pueda elegir la que le resulte más adecuada y en la que confíe más. Por otra parte la muerte es tan natural como el nacimiento y pensar en que alguien esté libre de ella por medicarse con homepatía no se le ocurre ni al que asó la manteca. Sobre todo porque cualquier lector o lectora de estos artículos, conoce una lista numerosísima en su entorno de efermos que han muerto tras una  o varias sesiones, de quimioterapia o han empeorado hasta paralizarse y degradar su organismo de un modo irrecuperable tras la quimio, o han sufrido una metástasis galopante tras una operación quirúrgica en la que una vez que se ha abierto el cuerpo y el aire ha tocado las células enfermas, el cáncer se ha extendido a lo bestia por todo el organismo y haciendo escala en otros órganos los ha convertido en colonias. El cáncer es anaerobio. Por eso es más seguro, una vez detectado, no tocarlo y hacer un tratamiento depurador, un cambio de vida y de higiene, de dieta y hasta de ideas y emociones fijas que han cooperado en conjunto para generar la enfermedad. Puede curarse o no; eso no es posible  garantizarlo con ningún tratamiento por fantástico que sea, porque los ciclos de la vida no son manipulables a gusto del consumidor. Influyen muchos aspectos además de la salud y la higiene. Como el carácter y el tipo de pensamientos y sentimientos que rigen nuestra voluntad, prioridades y orientación vital. Un enfermo se puede curar de un cáncer y a continuación morir en un accidente, por ejemplo o de cualquier otra cosa. La muerte es una dinámica del adiós natural que forma parte de la experiencia humana. Algo inmanejable e imprevisible, a pesar de Silicon Valley. El ejemplo más claro es la muerte del propio Jobs, un icono en el tema. Que además era vegetariano y durante su enfermedad se cuidó muchísimo. 
La enfermedad es un riesgo constante que podemos capear con más o menos acierto si nuestra forma de vida responde a la calidad del sentido que le demos y le reconozcamos. Pero el problema no es evitar una muerte que tenemos asegurada en el viaje evolutivo, sino trabajar por dentro y por fuera para merecer el derecho a tener calidad y dignidad de vida mientras estemos en este estado y plano de la existencia. Y no sólo para nosotros, sino para todos los seres humanos que elijan no ser esclavos voluntarios del matadero de almas y conciencias, en que se ha convertido gran parte de nuestro mundo. 

No es extraño que una vez descubierto ese plano de conciencia, nuestra naturaleza ya no se ajuste al modo tóxico y trumático de tratar la enfermedad. Se va adquiriendo un sentido holístico, abierto a otras posibilidades vitales, y hasta se puede reaccionar mejor con terapias menos agresivas para el cuerpo, la mente y la sensiblidad. Con puequeñas dosis de medicamento se logran unos resultados inexplicables para la mentalidad "de combate" habitual en la medicina halopática. Son fenómenos nuevos, a los que tarde o temprano, la ciencia más retrógrada y por ello comercializada, tendrá que ir acoplándose para poder evolucionar ella misma. 

Por poner algún ejemplo, podíamos recordar a pioneros como Giordano Bruno, Paracelso, Copérnico, Galileo, Newton, Miguel Servet, Leibniz o Darwin, Teilhard de Chardin, Nikola Tesla, Severo Ochoa, Eduardo Afonso o Ramón y Cajal. Y muchos más que seguramente sufrieron en silencio la marginación, la sospecha, la incomprensión y la persecución a muerte por haber descubierto aspectos más avanzados de la ciencia, que los "sabios" del momento eran incapaces de imaginar y mucho menos de comprender y asimilar. Y por ello se sentían humillados y rabiosos y obecados en negar lo que con el tiempo fue revelándose como lo más normal. Como que la Tierra gira alrededor del sol, que la circulación sanguínea es doble, que las plantas tienen inteligencia y pueden sanar muchas efermedades, que la energía solar fotovolaica sería el motor del futuro, que la materia y la energía están formadas por mónadas que son la antesala del átomo inteligente, que el ser humano no es sólo un trozo de carne con ojos, que el fenómeno humano es inseparable de su propia esencia infinita, que las especies vivas son inteligentes y saben regularse por medio de un impulso selectivo organizado, que además mejora muchísimo cuando se universaliza y se comparten los logros de cada especie y que el cerebro y el sistema nervioso están compuestos por árboles microscópicos chulísimos que se enteran de todo, con tronco y ramas inteligentes que son las neuronas con sus dendritas conectoras...Hallazgos que unos siglos antes eran delitos dignos de la hoguera. Algo similar está sucediendo en España con la medicina natural y más sencilla. Sólo en España; y por ello en el resto de Europa se extrañan muchísimo, cuando se enteran de lo que hay y  de que la Seguridad Social no asuma las terapias alternativas como complemento y ayuda a la recuperación de la salud. 
Por ejemplo, en Alemania, en el hospital de Eitorff,que es público y comarcal, las comadronas hacen reflejoterapia podal a las parturientas para ayudar a la dilatación, se puede parir en la camilla, en un sillón agarrando una tela anudada que cuelga del techo y se agarra para hacer fuerza, o en una piscina anatómica que está dentro del paritorio, iluminada con las luces de los siete colores del arcoiris, a lo que llaman cromoterapia perinatal (qué chorrada ¿verdad?, hay que ver esos alemanes qué despilfarro en bobadas...). 
Supongo que estas anomalías en la medicina hispánica sonarán a rollo homeopático, a mariconada blandengue y a tontuna completamente prescindible, lo mismo que si el  traumatólogo en vez de recetar para la escoliosis una faja ortopédica  fabricada mediante su receta y recomendación en el negocio de su mujer, y una poderosa batería de analgésicos que mientras mitigan el edolor te arruinan el hígado ,el estómago  o los intestinos, prefiere recetar un tratamiento quiropráctico de  masajes correctores, unos gránulos de Arnica Montana y Rhus Toxicodendron ( sí, un tóxico, nada tóxico), infusiones de té kukicha con jejibre fresco y sirope de ágave o miel,  sesiones de natación y paseos al aire libre, más una dieta rica en calcio, magnesio y vitaminas y pobre en azúcares intervenidos por el blanqueo, colesteroles  de baja densidad y demasiadas proteínas animales. Aunque si el paciente viene de España y se queda con cara de poker, a lo mejor le receta paracetamol o ibuprofeno, para que la carencia de efecto placebo no impida la mejoría temporal, que no cura, pero como ya estamos acostumbrados, no pasa nada, es lo que hay. Lo nuestro y yastá, ¿qué nos van a a enseñar a nostros a estas alturas, esos alemanes tan tiesos y escocíos? Contrastes alucinógenos. 

Y ahora, para terminar, voy a hacer un recuento de pacientes conocidos, familiares y amigas que la medicina halopática ha ido eliminando de mi entorno sin ayuda alguna de la homeopatía y de la medicina natural, con la sola y única fuerza letal de las infalibles química y  radiaciones:

Tony, Mariapilar, Violeta, Pepe Ruiz, Conchita, Patricia(farmacéutica) y su padre químico, Amparo, Maite (una jovencísima madre de familia), Josefina, Santi, Sabina, Maria Rosa, Rafael, Juan, Emilio, Matilde, José Antonio, Gabiñe, Carmina (farmacéutica) Don Alfredo (cura), Abdón, Manuela, Marisa, Beatriz(pediatra) Juan (fraile dominico) Carmelo (hermano de San Juan de Dios), Ramón, Paco...estos son los casos que me han venido a la mente sin hacer presión en la memoria, porque si me paro a recordar, estoy segura de que esta lista hace doblete por lo menos. Todos ellos pasaron un calvario para morir después a consecuencia de los tratamientos que consiguieron 'exitosamente' acabar con el cáncer mientras a la vez acababan con sus vidas; sobreviveron sobremuriendo, en condiciones de dependencia total,hechos polvo y medicados de por vida, con secuelas espantosas, tanto que se planteaban si había merecido la pena esa supervivencia cruel de morirse por goteo en lugar  de hacerlo de una sola vez.  La vida agonizante de esos enfermos sin calidad de vida es un infierno. Porque no viven con esperanza, sino encogidos por el miedo y la fragilidad, obsesionados con cada síntoma que reaparece, apurando el último trago cada día que pasa, esperando y temiendo entre la angustia y la reisgnación, que la muerte les libere de una existencia condenada al dolor y a la precariedad de los cobayas de laboratorio que es como se sienten después de ceder su libertad y su tiempo vital al mercadillo de la enfermedad, como se ceden los cadáveres a la Facultad de Medicina, pero en semivivo y diferido. 

Parece mentira que personas que estudian para curar acaben siendo, inconscientemente, los más retorcidos verdugos, que desconozcan la empatía por completo y se dejen seducir por la gran mentira de un capitalismo especulador sin entrañas, en el que hasta ellos mismos acaban tantas veces como moscas ahogadas en la miel, asfixiados y presos en espesas telas de araña sanitaria. Eso si, muy desinfectas y limpitas.

Es una obligación de la democracia respetar la libertad del paciente y no tratarlo como si fuera un fardo insensible e idiota. Es una obligación pedagógica y deontológica de los médicos respetar, informar y explicar a los pacientes (independientemente de lo que ellos piensen en su fuero interno) de las diversas formas que existen en la ciencia de tratar la enfermedad. Y que una vez conscientes de esas posibilidades, elijan si prefieren intentar una curación quirúrgica aliñada con salsa quimio-radio fozando el organismo o respetar el ciclo de su enfermedad ayudando al cuerpo con apoyos y no con agresiones, ya que en caso de sobrevivir con la primera opción si se logra la supervivencia, quedarían secuelas y daños colaterales de por vida, como sucederá lo contrario indefectiblemente si se elige la segunda opción. A no ser que lo que, como sucede frecuentemente, lo diagnosticado como cáncer no lo sea, aunque eso nunca lo sabrá el paciente, porque a la medicina mercantil le intresan las curaciones como garantía y justificación de la inversión de los estados en sus investigaciones, que en el plan unilateral que llevan, nunca podrán curar nada definitivamente y menos un cancer, que se alimenta de tóxicos y crece con la intervenciones quirúrgicas. Pueden hacerlo desaparecer visulamente, pero no lo curan. La prueba es la estadística: la mayoría de cánceres "curados", se suelen reproducir con virulencia en pocos años, a pesar los tratamientos de largo alacance. O a lo mejor, precisamente, por ellos. Nunca lo sabremos mientras el tratamiento del cáncer sea un chollo para los laboratorios y sus investigaciones pírricas. 
Creo que es justo aspirar a ese derecho de elección clínica en una democracia europea en el siglo XXI. Qué menos, para dejar de ser los más cafres y garrulos de la UE.

P.D.
Qué sincronicidades tan curiosas. Esta noche acaban de proyectar en la 2 de tve, la película Truman, de Cesc Gay, con Ricardo Darín y  Javier Cámara. Ha sido una especie de confirmación a todo lo que esta mañana he ecrito en este post. Un crudo y exacto retrato de las mismas situaciones dramáticas y absurdas de la medicina convencional en el límite de lo incurable y terminal, a las que la lucidez humana debe enfrentarse con valor, serenidad y conciencia para desmontar el tinglado de una vez por todas, como hacen los protagonistas del film frente al sistema aparatoso y burdo que padecemos. No había visto aun esta película que desborda por completo los tópicos manidos del cine patrio, mucho más europea y universal que española. Un regalo inesperado y encantador, sobrio, contenido y sanísimo, y también lleno de ternura, lírico y poético, pleno de música callada y soledad sonora, como escribe el poeta Juan de Yepes, más conocido por el 'alias' Juan de la Cruz, que debería haberse llamado Juan de la Luz.

 

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