miércoles, 26 de septiembre de 2018

Magnífico el toque de atención de Iñaki. Mil gracias!



La cara b del CIS

Se quiere la revisión de la Carta Magna, sí, pero para mejorar la sanidad y la educación, la transparencia y el control de la acción política y la protección de los derechos sociales


'La cara b del CIS', la opinión de Iñaki Gabilondo. / CADENA SER




El Barómetro del CIS, en su cara a confirmaba que el PSOE sigue en cabeza y seguramente crecido por ese dato, el presidente insistía en que piensa continuar hasta 2020 y anunciaba que sostenía en su cargo a la ministra de Justicia; pero esa vía de agua ha quedado abierta sobre todo después de que el socio, Pablo Iglesias haya pedido su cese. Se van a disparar muchos torpedos sobre ese boquete.



Pero el CIS estrenaba cara b y quiero llamar la atención sobre esto porque preguntaba sobre un tema muy importante: la conveniencia o no de reformar la Constitución, asuntos de que medios y políticos no paramos de hablar y del que el público en general no había dicho una palabra. La respuesta ciudadana ha resultado muy elocuente. Un porcentaje altísimo, más del 70%, quiere la reforma y quiere que sea además de calado, pero atención porque entre las prioridades no aparece nada relacionado con la estructura del Estado ni con el título octavo, que seguro que importa pero no de manera preferente.
Se quiere la revisión de la Carta Magna, sí, pero para mejorar la sanidad y la educación, la transparencia y el control de la acción política y la protección de los derechos sociales. Es la enésima invitación a rasear el balón. Una vez más se hace evidente que los políticos y los periodistas tenemos que conseguir nuestro rumbo de navegación para no perder el norte verdadero.

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Es una evidencia de lo más revelador, en efecto. En la sociedad española aun no hay conciencia del vínculo inevitable que existe entre una remodelación urgente de la Constitución y del modelo de estado, con el bienestar social y la atención a los problemas comunes a todos.
Aun no se ve ni se palpa a pie de calle esa relación indeleble. Y, sí, tiene razón Iñaki al apelar no solo a la gestión política, sino también a la función mediática. Los medios, sin un compromiso ético que supere la supervivencia,  han ido abandonando su papel educativo y comprometido con la conciencia colectiva, con las prisas del momento para apuntarse a la vorágine de una actualidad instantánea y volátil, que a base de funcionar en plan flash de fotomatón desechable a los pocos minutos para dar paso al amontonamiento del caos, ha creado un vacío carente de reflexión, de pensamiento ordenado y capacidad de escucha, de análisis fidedigno, con la obsesión de estar en misa y repicando y ser la salsa de todos los platos, sin detenerse el tiempo necesario para profundizar, atar cabos y aclararse en medio de un túnel iluminado con velitas de cumple eventos y huyendo de la luz que permite ver la totalidad del entorno y la salida del tenebroso agujero de la manipulación. 

Tengo la sensación, de que tal vez la cooperación de los jubilados/as sea muy necesaria en este mundo para un momento así. Ya estamos libres del trabajo profesional. Hemos adquirido con los años y la experiencia práctica una visión más amplia de la que teníamos en la juventud,  de las relaciones entre los planos sociales, económicos, culturales y políticos, en todo lo que toca al factor más humano y amplio, con la ayuda del tiempo tan elástico como kantianamente apriorístico desde  la sensiblidad interna y de los espacios concretos donde trabajar en lo externo. Sobre todo porque, afortunadamente, el futuro lo llevamos ya en la mochila, no en los planes a largo plazo y podemos aplicarnos plenamente al presente, a jornada completa, sin miedo a perder nada por ejercer como canales de la vida y de la conciencia colectiva y personal. Lo que vale nadie nos lo puede quitar y lo que no valía se disolvió por sí mismo. Esa lección puede ayudar a los que ahora se ocupan de construir desde el presente, su futuro. Nosotros podemos recordarles el pasado para que no caigan en los socavones que en su momento tuvimos que solventar y animarles a construir los escalones que faltan en la subida a la conciencia y a afrontar retos nuevos, como lo son los de cada generación. 
Quizá por esa energía solidaria y responsable, al mismo tiempo que espontánea y entrañable, salimos a la calle una vez y otra, no sólo para tirar de las orejas a los gobiernos de frágiles propósitos, ética distraída y memoria lábil, y reclamar los derechos que nos corresponden como pensionistas, sino sobre todo para sostener el edificio social e iluminarlo un poco con las linternas de la justicia, de la igualdad y de la empatía. Con la pedagogía de las actitudes. Como abuelos universales. Hay a quien le resulta despectivo el términos abuelo y abuela, pero en realidad es un honor ejercer de  abuelos disponibles para cuidar de la casa común, de la parte inexperta e infantil de los adultos que aun no han podido madurar pero están en ello. Los abuelos son los que dan los toques de atención, los que ven los detalles al mismo tiempo que el paisaje universal, los que caen en la cuenta de todo aunque se olviden de otras cosas, seguramente porque ya no son necesarias para el camino y ya son pesos de los que prescindir para caminar más ligeros. 
Por eso es bueno escuchar sus razones y sus sugerencias. Y por eso es muy recomendable y sano, escuchar o leer a Iñaki. El abuelo más lúcido de la prensa española, cuya mirada no se queda en la superficie de los acontecimientos, es como un ligero bisturí capaz en pocos minutos de abrir y dejar al aire el cuerpo de la realidad de cada día. 
Esa reflexión sobre la cara b del CIS, es una muestra del valor que tiene la abuelidad bien canalizada. Un regalo poder leerla cuando el sonido del ordenador ha petado, como es el caso del mío.

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