miércoles, 12 de septiembre de 2018

Al fondo y a la izquierda (Nota de última hora:acabo de descubrir que Jesús Maraña tiene un libro publicado con este mismo título, sólo que sin la "y" por medio; es un honor coincidir con él en el mismo carril lingüístico y conceptual de esta expresión. Voy a comprar el libro. Seguro que no tiene desperdicio)



                     
                       Resultado de imagen de ilustraciones sobre la democracia
Entonces deja de preocuparte y ocúpate de cambiar tu preocupación por construcción y compromiso solidario. Vale la alegría más que la pena.




El 'caso masteres' creciendo exponencialmente entre quienes viven de los partidos políticos, puede darnos muchas pistas acerca de nuestro patinaje histórico, consuetudinario, en lo político-social por falta de profundidad pedagógica y praxis cotidiana en valores éticos.
Lo que aprendemos en la escuela, instituto y universidad, sobre todo nos informa y nos disciplina la mente para pensar con coherencia lógica, nos crea un hábito cognitivo y un cierto orden analítico y sintético para poder establecer una tesis, que casi siempre consiste en hacer recopilaciones de documentos acerca de un tema, sin que  casi nunca haya un aporte personal creativo materializado que incluya una crítica constructiva y una aportación personal innovadora y práctica, que es lo que de verdad nos debería convertir en doctoras y doctores  y no sólo ejercer como loros y cacatúas, en plan "la voz de su amo", gestores automátas (buenos notarios, registradores, ingenieros, economistas, banqueros, capataces o maestros, todos muy técnicos de lo que sea), pero en realidad ese aprendizaje no nos educa, solo nos amaestra, nos acostumbra, nos domestica, nos concede títulos para trabajar, pero también nos deja aparcados en el primer significado arcaico del ethos/ethou griego o de la mos/moris latina, la costumbre ,porque, al menos en España, no se ha llegado aun a alcanzar y democratizar la propuesta de Aristóteles, que -después de Sócrates que no dejó nada escrito-, fue quien comprendió y explicó exhaustivamente la necesidad urgente de dotar a la costumbre social de un contenido cognitivo consciente, orientado al bien común como objetivo primordial de la sociedad ya que en él se incluye del bien particular de cada uno, partiendo de la de misma realidad de la que siglos más tarde partirá el imperativo categório kantiano, que tantas veces citamos :"obra de tal modo que tu conducta se pueda convertir en ley universal". 

Para cumplir ese programa educativo de verdad, Aristóteles considera inseparable la ética de la política. Son muy significativos sus dos tratados  específicos que dedica metafóricamente a dos personas, Nicómaco y Eudemo, que por supuesto no eran dos hijos ni alumnos suyos, como he leído y escuchado tantas veces, sino dos conceptos de aplicación de la nueva e imprescindible Ética o ciencia moral para la conducta humana. Nada que ver con patrones programados y rituales con que lavar la cara a la desvergüenza íntima que barnizan la convivencia con unas normas de urbanidad, unos ritos religiosos o civiles, que a la larga, si no nos cultivamos por dentro, sólo se quedan en una máscara de hipocresía 'necesaria' para simular lo que en realidad nadie sabe cómo cambiar a mejor ya que falta la materia prima del cambio: la conciencia. Sin ella no es posible la ética ni la moral, que comienzan a hacerse presentes cuando comenzamos a ser conscientes. Digamos que ambas se retroalimentan y son como la gallina y el huevo, simultáneas. Sin huevo no hay gallina y sin gallina no hay huevo.

En la Ética a Nicómaco, Aristóteles se concentra en orientar a quienes pretenden gobernar desde el poder de "el que triunfa en el combate", que es lo que significa Nicómaco (niké=victoria y majé=combate, batalla), seguramente inspirado por el caso concreto de su discípulo Alejandro Magno, que indudablemente salió rana y entendió la enseñanza del maestro por la culata, porque hizo todo lo contrario de lo apendido en tantos años de instrucción  (Filipo de Macedonia contrató al filósofo para la educación de su retoño cuando éste era adolescente).
En ese tratado se va desgranando un sistema educativo por observación y deducción, que da lugar a una toma de conciencia personal progresiva. Y a una creación de herramientas cognitivas prácticas mucho más que teóricas que mejoran la conducta y la gestión de la realidad desde la aspiración a crear el bien común que no es factible si primero no se arregla y se ordena la casa íntima. Es imposible que se pueda gobernar con acierto lo general si en paralelo no se hacen las prácticas conscientes en lo particular. Una mala persona jamás gobernará con justicia, que no es su elemento ni su inclinación vital, solo un trámite que se puede fingir y manipular. Una persona sin valores apenas se distingue de una mala persona porque sus actos solo abedecen a sus intereses o a los de quienes le pagan por sus servicios, no al objetivo del bien común. Por ejemplo la prostitución no es solo sexual, sino también administrativa, intelectual, mediática, financiera, política, etc, etc cuando todo se pone al servicio de unos intereses particulares o de grupo, que benefician a un sector determinado, perjudicando con ello a otros, ya sean muchos o pocos, (ya que  la ética como la buena y justa política no es cuantitativa, sino cualitativa). Lo cuantitivo es solo la medida y  el precio, el cuanto, en cambio lo cualitativo es imposible medirlo, es la calidad que se disfruta, el qué, el quién, el cómo, el porqué y el para qué. Es decir, el sentido de lo que se gestiona, aquello a lo que se aspira e ilumina el camino, mientras  produce el bienestar social y personal como consecuencia de ese empeño, en el que lo cuantitativo ocupa un lugar meramente de trueque instrumental, que meramente tiene un valor compensatorio, como lo tenía la moneda  sustituta del producto intercambiado, hasta que poco a poco, por el embrutecimiento cada vez más refinado de nuestra sensibilidad, se ha ido arrinconando la calidad de la vida para centrarse solo en la insatisfactoria y cada vez más invasiva cantidad, con lo que la función de ética del ser se ha ido desplazando a la mecánica del tener y del acumular sin límite. La plenitud de nuestra libertad se la ha ido tragando el sumidero de un agujero infinito y ansioso de cantidades que jamás consiguen igualar ni equipararse a la calidad perdida e inaccesible en pleno apogeo de la alienación, en un proceso patológico inconsciente que además se ignora y por ello, obviamente, no se puede detectar, resolver ni sanar, con el modelo actual de civilización(¡?) depredadora insaciable. Un círculo vicioso que nos tiene prisioneros y del que no es posible salir si primero no hay una conciencia que se cosque del tema, por eso nadie puede sacarnos de ese pozo si nosotras no despertamos y decidimos salir de motu proprio, es un síndrome parecido al mito de la caverna platónica, pero con referentes siglo XXI, que cada una puede ir identificando según lo vea en su introspección comparativa con el exterior circundante. Cambiando la escala de valores y descubriendo donde tenemos situada la plenitud de la felicidad que nos aporta entre otras muchas herramientas, la visión clarividente de los distintos planos de la realidad para poder ordenar el paisaje interno y armonizarlo con la vida adecuadamente y cada vez más lejos de las trampas y zancadillas constantes de una energía que va en otras direcciones, tantas veces cantos de sirenas peligrosas, que aprendermos   a atravesar sin atarnos al mástil, como Ulises, pero sin escucharlos ni perder en ellos ese precioso tiempo que necesitamos para sembrar en el mundo semillas nuevas cualitativas de regeneración que compensen el erial y los destrozos de los tantos y los cuantos.
Se trata de descubrir y gozar la contemplación activa, que para Arsitóteles es el objetivo supremo de la existencia de los zooi, -seres sentientes, politikoi-sociales. No se puede pagar algo así porque la lucidez creadora que se comparte y se contagia no tiene precio no se puede contar, medir ni pesar ni tasar. Por ahí va la ética para aquellos que vencen batallas como ese Nicómaco, que solo podrán gobernar con éxito si ante todo se han vencido a sí mismos en sus tendencias más elementales, instintivas y cerriles y estiman al otro al mismo nivel que a sí mismo en vez de vegetar en la constante rivalidad de la confrontación si ya se dispone de la herramienta del diálogo (ir) más allá -diá- mediante la palabra inteligente -lógos-. Y si no lo logran serán muy poco inteligentes aunque se crean muy 'listos' y en vez de propiciar un Eudemo, un pueblo feliz, se quedarán enganchados al poder y bloqueados por sus toxinas. Son los que no quieren dimitir de ninguna manera, porque no conocen más valor que el poder y la aureola falsa y efímera que a sus egos les da un cargo. Por esa razón se perpetúan en los cargos y repiten legislaturas una tras otra sin dejar paso a nacie más hasta que los echan y el proyecto inicial se acaba descomponiendo y desapareciendo de la praxis real, sin reciclarse ética, intelectual ni emocionalmente. Así se desgastan y se degradan y, por ejemplo, el Felipe González creativo, libre, demócrata, socialista y decidido de la primera legislatura, se ha ido convirtiendo en una patética burla de sí mismo, no sólo física, sobre todo, moral, social, intelectual y política, al mismo tiempo que recomendaba olvidar a Marx -la ética política aplicable a la Historia de la Edad Conteporánea- y unido al chino Lin Piao, se declaraba partidario de un ten con ten gatuno: gato blanco o gato negro, da igual si caza ratones, decía sin sonrojo alguno. Nunca puso en cuestión que tal vez el progreso verdadero de la especie humana para salir del atolladero necesite dejar de cazar ratones y dedicarse a mejores propuestas. Tal vez si lo hubiese visto así entonces, ahora mismo no tendríamos encima el marrón entre Navantia y la ética, entre matar  por delegación a nuestros semejantes o el paro.

El siguiente tratado es la Ética a Eudemo. Y ¿quién es Eudemo, un discípulo? No. Eu=prefijo que singifica "bien", demos=pueblo, pero también un buen pueblo produce que  eudaimonía=felicidad, (daimon=ánimo). Una sociedad buena (agazé) es feliz. Por lo tanto un pueblo ético es eudemos porque goza de eudaimonía (en griego lo que acaba en -ía significa "estado", anímico, mental, físico o social, etc...) Se refiere a la estructura ética comunitaria, social, que el autor equipara con la política, ya inseparable de la ética.
Podemos comprobar cómo el maestro va avanzando en su explicación práctica, y  dotando al autoconcimiento y a la convivencia, estrechamente ligados entre sí, y por primera vez en la historia de Occidente, de valores inmateriales pedagógicos que humanicen y mejoren la existencia, absolutamente imprescindibles si se quiere ser humanos y abandonar los hábitos rupestres que nos impiden dar el salto definitivo de la animalidad de seres sin conciencia a seres conscientes.
El instinto no es malo es un impulso amoral e inocente de la naturaleza más simple. En los animales, como en los niños chicos, es perfecto e imprescindible como guía y apoyo vital. Pero en los humanos si no se transforma en emoción y sentimiento pasando por la alquimia de la inteligencia (razón, intuición, deducción, asociación y voluntad de implementarlas) es una degradación de nuestra condición humana, un bajar otra vez al sótano de las cavernas desandando lo aprendido en teorías que no se han llegado a asimilar evolutivamente porque nunca las hemos visto materializadas y no sabemos cómo se hace ese bien común que ya se está hasta momificando en la urna mortuoria del buenismo y la utopía (lo que ou (no) topós (lugar), lo sin lugar, lo irrealizable, lo imposible e ilusorio por demasiado bueno -¡tiene narices la cosa!- por eso, precisamente observamos cómo las mejores iniciativas de nuestra larga marcha antropológica acaban indefectiblemente echadas a perder, degeneradas como ideas, imperios, revoluciones, credos religiosos, sistemas, partidos,  e iniciativas magníficas, que tantas veces comenzaron como logros extraordinarios de la humanidad, terminan en la fosa séptica del fanatismo como las sectas o los partidos de corte fascista tanto de derechas como de izquierdas (ojo, que el fascismo no es una ideología, sino fijación egocéntrica con afán de dominio general, mitificación colectiva de un comportamiento brutal, prepotente, cruel, discriminador y sin escrúpulos -reptiliano a tope-  cerrado sobre sí mismo y sus dogmas acomodaticios que se adapta a cualquier inclinación o intereses de los que saque provecho, a base de lmanipulación,  demagogía,  mentira programada como verdad y corrupción).
¿Qué ingrediente, creeis que nos falta en el guiso de la Historia para que los mejores productos acaben siendo bazofia después de cocinarlos o podridos y sin utilizar en la despensa de la desmemoria?

Lo que sí nos educa es lo que vemos, el ejemplo práctico implementado por nuestros mayores, el uso o desuso de la inteligencia aplicada a la existencia por medio de unos valores que leemos en los libros o vemos en las milongas religiosas predicando lo contrario de lo que ejecutan en la práctica, grandeza de miras y de alma que muy pocas veces vemos aplicar con éxito en la realidad y que cuando se aplican, para más inri,  es a base de persecuciones, marginación, amenazas, guerras, maniobras repugnantes y crímenes horrendos que disuaden a los seres humanos de cualquier esperanza e iniciativa de cambio, reducidos a masas amorfas mediante el miedo y las presiones del poder primario fascista,- a veces sólo en lo económico, y en las crisis, también en lo político- que domina el campo mediático tanto como el de los negocios, ya se llame Bilderberg, Ibex35, Club de Roma,FMI, BM, Iglesia Católica al mejor postor, Budismo genocida si eres rohinya o del ISIS si no eres musulmán, secta protestante USA si eres católico, o Sionista terminator-pueblo elegido para el Armagedón- si se te ocurre ser palestino, irakí, iraní, sirio, turco normalito o kurdo. 

En realidad este infierno al que nos hemos acostumbrado y que es inútil tratar de adecentar si primero no se hace consciente de su condición y sigue tratando de justificar sus parafernalias disparatadas como normalidad, es el que nos deseduca solapadamente desde su carencia absoluta de valores que no se midan, ni se cuenten, ni se pesen y, sobre todo, que no se inviertan. Ya han constatado que los problemas sin tregua  y la alarma sin fin en los medios nos distrae lo suficiente como para escapar a lo loco hasta sumergirnos en la anticonciencia del consumismo enloquecido, estupefaciente y exprimidor a tope, por eso también han diseñado el programa ideal con las series de tv a cascoporro. Donde nos contarán la misma historia en cienmil versiones mientras nuestra patria verdadera es el sofá y el maná nutritivo la pizza por encargo, la birra y la copichuela que garantizan un negociazo en consultas y farmacias, gimnasios y spas, a lo largo de muchos años. Y luego estamos invitados a comentar compulsivamente todo en las redes y al enganche telefónico constante. ¿Creeis posible que donde no hay lugar para un momento de paz interior donde reconocernos y auscultarnos se pueda echar de menos el oxígeno ético que nos falta?

¿Qué nos educa con más autoridad, las lecciones teóricas sobre los buenos modales o lo que vemos en casa? Por ejemplo. Nuestros padres nos dicen que no se miente, que mentir es horrible. De repente suena el teléfono. "Papá, tu amigo Paco pregunta por ti". Pero papá está jugando al soliatario en el ordenador y responde: "Qué pesao. Dile que no estoy" . Eso, tan normal que ni se nota, nos educa con más eficacia que el mejor internado suizo, porque va impregnado de las emociones y los lazos básicos de afecto familiares. Hay una época de la infancia en que las figuras parentales son lo único importante para niñas y niños y aunque en la adolescencia haya rebote natural, y se rechace la figura como autoridad de padre y madre, la impronta de sus conductas, valores y contravalores, se quedará  impresa en nosotros para siempre mientras no crezcamos por dentro y reparemos la avería cambiando de conducta si descubrimos que nos perjudica tanto como a los demás. No es extraño que con ese bajagaje asumido como el pan de cada día, luego se vea la mentira y la prevaricación como las ven Casado, Cifuentes, Montón y millones de españoles que en su anonimato hacen lo mismo pero sin que trascienda en los periódicos y en la tele. Vamos, que ni la notan. Ese juego inmundo nos marca a todos mientras no despertemos y comencemos a hacer inventario y limpieza general con frecuencia, porque la cosa no se va a la primera lavada y como las plantas invasivas, vuelven a reproducirse los viejos esquemas si tras arrancarlos no cambias la tierra de la maceta. O se, si no cambias la orientación de tu vida.
-Hago un inciso por si la experiencia ayuda.Puede parecer absurdo a primera vista pero usar homeopatía, fitoterapia y meditación, chikung, taichi, zen... ayuda muchísimo a descubrir esos planos que nos salen por peteneras, amargando y arruinando la vida y los proyectos, además de las relaciones familiares, laborales y sociales, y por supuesto la propia eudaimonía. Con razón un proverbio dice "médico, cúrate a ti mismo". En realidad todos y todas junto al riesgo de enfermar, por dentro y por fuera, también llevamos en lo más hondo la receta de medicina que nos cura por dentro y por fuera, en forma de decisiones y uso consciente y autoresponsable de la libertad-. 

Esas prisas por desamueblar de inteligencia la universidad, a base de masteres cuyos contenidos están por debajo en enjundia hasta de la Enciclopedia Álvarez con que en mi infancia se preparaba el Ingreso al Bachillarato Elemental, esas letanías sin fuste que se convierten en grados de cualquier cosa gracias a la magia del Plan Bolonia, podadera industrial del conocimiento, para volcarse en especialidades de la nada, que en cuatro soplos te hacen técnico en orinales de látex o en babuchas de balneario homologadas, son el  santo y seña  del fin de la conciencia si les seguimos el juego y no nos empoderamos, lo primero de nosotras mismas, de nuestra responsabilidad, de nuestra alma y nos levantamos a miles, a millones, no solo para decir basta, sino sobre todo para organizarnos, tomar conciencia del yo desde el nosotros y empezar a construir con los derribos del pasado y del presente, otra historia que no necesite líderes sino redes solidarias y federales aterrizadas, municipalistas y comarcales que se autogestionan en común para que no haya dianas a las que disparar y derribar y el liderazgo no sea un señuelo eliminable o comprable sino un tejido indestructible de la conciencia y la inteligencia colectivas que se va educando en esos valores cotidianos que nunca se verán en la tv ni en las series ni en el cine, mientras la ética y sus valores derivados sigan en el congelador del ninguneo y se muestren como objetivos erráticos, inalcanzables y manipulables, como acabamos de ver en el caso del Aquarius y la posterior defensa de las devoluciones de migrantes, o con el dilema moral entre fabricar armas y crear paro si se es decente y no se quiere degradar la propia humanidad por medio del chantaje capitalista feroz. A base de trivializar y de estudiar para trepar, se ha ido borrando la estela de la moral pública y de la ética privada.

La penosa y vergonzante saga de los másteres, precisamente enquistada en una universidad pública, es un síntoma atroz del deterioro español; en vez de aprovechar la llegada de la democracia hace 40 años para cambiar la miseria moral de la dictadura mediante la educación práctica, pensando que ya estábamos cambiados por arte de birlibirloque, se han ido colocando como capas de cinismo cortoplacista y utilitario encima de la mugre de siempre y su  ignorancia rampante, la precisión de la técnica, el rollo de la oratoria, de las tácticas para manipular con éxito mediante los cursos de engaño titulado -por correspondencia y hasta gratis si se trata de celebrities con bulimia de poderío o de obligada asistencia si se trata de mindunis y paganinis-, hasta darle la vuelta a Maquiavelo y hacer de la hegemonía, madre de todas las corrupciones, la guía de los nuevos jerifaltes manipulados por los dineros globales y timoneles de la política de mercadillo, gracias a maestros del perogrullo como Laclau en cuyo argumentario la ética no está ni se la espera. Un negocio redondo y una corrupción de antología, asumida con toda naturalidad por los beneficiantes y los beneficiados. Hasta llegar a escuchar en mi propia casa y de una "autoridad" podemita palabras como éstas: "¿la conciencia? eso es un tontería, una inutilidad, un invento de la burguesía." La criatura era y supongo que lo sigue siendo filósofa y politóloga. Toma ya nivelazo.
Y estos lodazales son el resultado de aquellos treinta años de democracia sobrevalorada en los que con la barriga llena, los fondos de cohesión y el dopping social, todo eran burbujas freixenet y si hablabas del futuro que intuías eras muy negativa e incapaz de alegrarte por tanta prosperidad. Una ceniza como Julio Anguita con el que coincidía totalmente en la visión del futuro insostenible.
Lo cierto es que en esas ocasiones quisieras equivocarte y que el tiempo te quite la razón y todo salga al revés.¡Ojalá!

Debe ser un signo cuántico, el hecho de que la universidad especializada en el enjuague se llame Universidad Rey Juan Carlos y que su fundador e ideólogo haya sido Gallardón, aquel sabio increíble que acuñó el lema "gobernar es causar dolor", que ha venido siendo el mantra 'espiritual' del pp y de la corona adjunta a dúo durante los seis añazos que se han empleado en hacer puré lo poco decente que pudiera quedar por ahí, mientras el Psoe deliberaba cómo hacerse de nuevo con el mango de la sartén de sofreir españolitos que vienen al mundo que al parecer aún no han dado con el paradero de un dios que los guarde, como se las prometía Antonio Machado en uno de los poemas social y políticamente más trites que escribió.Entre una España que muere y otra España que bosteza. En ello andamos aun y lo que te rondaré.

Gracias al 15M tuvimos un repunte de lucidez, que sigue vivo pero que por desgracia, fue y es aun manipulado por la cacocracia disfrazada de revolución y contrarevolución, según soplen el telediario, Nacho Escolar, Ana Pastor, Ferreras y Wyoming por un lado y AnaRosa, Grisso y Sálvame por otro...y que está siendo eclipsado hasta conseguir que se mate un concejal en Asturias por no perpetrar chanchullos municipales y que nadie diga ni mú, que Carmena no quiera más Ahora Madrid y que Xavi Domènech abandone una política que no sabe dónde ni cómo ni cuándo ha perdido la ética. Aquella a la que Pablo Iglesias adjudicó la razón pura y a Rivera no le sonaba de nada. 

Aunque Pedro Sánchez se empeña sin conseguirlo a trompicones cada vez menos sostenibles, el daño que padecemos por esa carencia de lo fundamental no mengua, al contrario, ha contaminado por lo bajini a la mayor parte de la sociedad, y no solo española, sino también global. Trump, Salvini, Le Pen, Rivera, los brotes negros de Hungría, Austria, Suecia, Dinamarca, y ya hasta Die Linke en Alemania nos están avisando de que la ética debe volver a casa urgentemente con medidas tangibles, palpables, sostenibles y sin remilgos, como ha hecho Portugal, o dentro de nada no habrá casa ni gente que la necesite. No habrá nada. Seremos nosotros los migrantes otra vez más entre las ruinas de lo que el viento del desierto y la indecencia no se haya podido llevar.

Mientras haya vida habrá esperanza, no la desperdiciemos entre los egos y sus miserias. Transparencia. Honestidad, Ética y Conciencia son las llaves del futuro, no las perdamos  de nuevo -entre las turbulencias programadas por Mordor y Cía-, si es que logramos encontrarlas en medio del caos actual que nos arrastra especialmente desde 2008.


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