jueves, 13 de septiembre de 2018

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EDUCACIÓN

Castilla-La Mancha impide cerrar colegios rurales que no llegan al mínimo de alumnos que marca la ley

  • La Junta autoriza la continuidad de las escuelas conquenses de Canalejas del Arroyo, Puente de Vadillos y Valdemeca, con tres alumnos, Carrascosa de Haro y Olivares del Júcar, con dos, y la albaceteña de Bormate, que se mantiene con tres niños.
  • En lo que va de legislatura se han reabierto más de una veintena de colegios rurales, un dato que contrasta con los más de setenta centros de este tipo a los que el Gobierno de María Dolores de Cospedal echó el cierre.


Imagen durante la reapertura en 2015 del colegio rural de Puente de Vadillos, cerrado en 2012 por el Gobieno de María Dolores de Cospedal. Foto: Ramón Márquez
Imagen durante la reapertura en 2015 del colegio rural de Puente de Vadillos, cerrado en 2012 por el Gobieno de María Dolores de Cospedal. Foto: Ramón Márquez
TOLEDO.- Su número de alumnos es menor a los cuatro exigidos por la ley, pero en este inicio de curso han podido volver a abrir sus puertas. Se trata de seis escuelas rurales de Castilla-La Mancha a las que el empeño de las familias de sus alumnos y sus ayuntamientos ha hecho posible que este septiembre los niños pudieran regresar a las aulas.
Se trata de las escuelas rurales de cinco pequeños municipios de la provincia de Cuenca, las ubicadas en Canalejas del Arroyo, Puente de Vadillos y Valdemeca, con tres alumnos cada una de ellas, mientras que dos, respectivamente, tienen las de Carrascosa de Haro y Olivares del Júcar; y la localidad albaceteña de Bormate, que mantiene abierto su colegio con tres niños.
Centros para los que, a pesar de no reunir el número mínimo de escolares fijado en la ley de Educación castellano-manchega, se ha autorizado su continuidad por parte del Gobierno regional, al contar con el acuerdo de la comunidad escolar.
Una autorización con la que el Ejecutivo que preside Emiliano García-Page reafirma su compromiso con el mantenimiento y apoyo de la escuela rural, que en los últimos tres cursos ha reabierto más de una veintena de aulas integradas en centros rurales cuando contaban con al menos cuatro alumnos. Ahora sin embargo se ha decidido ir más allá de lo contemplado por la ley y ofrecer a las familias de aquellas localidades en las que el número de escolares esté por debajo de cuatro, la posibilidad de mantener abierto el centro.
En este sentido, la apuesta de la Junta de Castilla-La Mancha pasa por continuar con centros rurales operativos, aunque sean dos o tres los alumnos con los que cuentan, puesto que una vez cerrados, “luego cuesta mucho más abrir de nuevo”.
Así lo señalaba el consejero de Educación, Cultura y Deportes, Ángel Felpeto, durante la visita que ha realizado este jueves con motivo del inicio del curso al colegio ‘Santa María Magdalena’ de Garciotum. Centro al que echó el cierre durante la pasada legislatura el Ejecutivo de María Dolores de Cospedal cuando contaba con una decena de alumnos, lo que llevó a este municipio toledano a convertirse en abanderado de la reivindicación de la escuela rural.
Fue uno de los más de 70 centros de municipios rurales que el Gobierno del PP cerró en Castilla-La Mancha, tras fijar el número mínimo de escolares para el mantenimiento de los centros en once.
Cabe recordar que era mayo de 2012 cuando el entonces consejero de Educación, y desde hace unos meses también exsecretario de Estado de Educación, Marcial Marín, anunciaba que el siguiente curso escolar los alumnos de 65 aulas unitarias con menos de diez alumnos serían trasladados a centros agrupados, cerrando así los centros a los que hasta entonces habían acudido apelando a que así podrían estar ”con niños de su edad, con profesores fijos y no cambiantes”.
Argumentos esgrimidos por el anterior Ejecutivo, que escudaba su decisión en el alto coste que suponía para la Administración mantener las escuelas rurales, por lo que salía más barato ofrecerles transporte gratuito hasta colegios más grandes. Una versión, la dada por Marín, que después sería matizada por un portavoz de su departamento, que para no presentarlo como una medida de ahorro -cabe recordar que el Gobierno de Cospedal se encontraba en plena etapa de recortes y ajustes de todo tipo- suavizaba el planteamiento señalando que se trataba de un “cambio de concepción del modelo educativo” con el objetivo de ofrecer “mayor calidad” a esos alumnos.
Una decisión sin marcha atrás, a pesar de la oposición suscitada y las advertencias sobre las consecuencias sobre la despoblación y el desapego que podría generar el desmantelamiento de la escuela rural.
Comenzaba así la lucha de Garciotum contra el cierre de la escuela, la cual vio sus frutos en septiembre de 2015, tras la llegada de Emiliano García-Page al Ejecutivo regional, cuando el centro pudo volver a abrir sus puertas.
Entonces fue también cuando se conocía la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha por la que se declaraba nulo el cierre del 2012, puesto que a pesar de que ese año tenía diez escolares y el mínimo era once, no se tuvieron en cuenta circunstancias especiales como sí se contemplaron en otros casos.
Tras su reapertura, el colegio pasó a integrarse en el curso 2016-2017 en el Colegio Rural Agrupado ‘Tierras de Viriato’, al que pertenecen también las localidades de Cardiel de los Montes, Castillo de Bayuela, El Real de San Vicente, Hinojosa de San Vicente y Pelahustán.
Para este recién inaugurado curso, la sección de Garciotum cuenta con once alumnos, aunque esperan que la matrícula pueda incrementarse próximamente. Escolares a los que atienden dos docentes tutores y cinco especialistas itinerantes.
Para el consejero este centro “representa a toda la comunidad educativa de la escuela rural de Castilla-La Mancha”, una escuela que “queremos mantener y potenciar”, de modo que “la gente venga a vivir a estos pueblos y sepa que aquí recibe una educación de calidad exactamente igual que en cualquier ciudad o pueblo con más habitantes. Eso significa arraigo y una apuesta por nuestros pueblos”, apostillaba Felpeto.
Un ámbito el de la escuela rural en el que tiene un papel destacado su profesorado, cuyo esfuerzo añadido ha querido agradecer el consejero, al igual que ha hecho con las familias y los ayuntamientos, por su compromiso y por el apoyo a sus escuelas.
Pero el caso del colegio Garciotum no fue el único varapalo judicial que se llevó el Partido Popular. Dos años después de esa sentencia, en febrero de 2017, era el Tribunal Supremo el que confirmaba la ilegalidad del cierre de otra escuela rural, la de Puente de Vadillo, decretada por el Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha y que el Gobierno de Cospedal recurrió antes de marcharse.
Un centro que se encuentra, precisamente, entre los seis a los que el Ejecutivo de García-Page ha permitido seguir abiertos este curso, a pesar de no contar con el mínimo de cuatro alumnos previstos por la ley. Hace seis años, cuando sufrió los efectos de la 'tijera' del Gobierno del PP, contaba con doce alumnos escolarizados.
Y es que en una región tan extensa como es Castilla-La Mancha, en la que son muchos los municipios muy pequeños, la existencia de escuelas se convierte en un elemento fundamental para la vida de estos espacios rurales, contribuyendo a la fijación de la población en esos entornos.
Con esta medida, autorizando la continuidad de escuelas del ámbito rural en las que su número de alumnos sea menor al mínimo previsto por la ley, se contribuye a frenar la despoblación, especialmente en los municipios pertenecientes a áreas geográficas con necesidades específicas de desarrollo, en las que el Gobierno está impulsando inversiones territoriales integradas.
El curso 2018/2019 ha comenzado en Castilla-La Mancha con 75 escuelas rurales.

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