El cesto de las chufas: Quina poca vergonya té aquesta gent. Ahora va y resulta que las farmapasters son ONGs repartiendo millones con su buen corazón. La caritas duritas del forring office. Como es natural todos los beneficiados por esa maravillosa iniciativa, es evidente que, agradecidos, les correspondan haciendo que la Medicina Tradicional -¡en Eshppaña!, ojo al dato- se elimine de la enseñanza, de las consultas, de las farmacias y de las opciones terapéuticas lúcidas que aun no son siervas del sistema y de los enfermos que tantas veces son intolerantes a la medicación de establo, ésa que pone las gotas en el abrevadero del corral para curar en masa al ganado. Deben creer que la sociedad es idiota porque carece de recursos para enterarse por su cuenta de la cruda realidad . Pero la verdad no se conoce sin los resultados reales en los organismos que se curan y de los que se convierten en pacientes eternos fármaco-dependientes por toxicidad medicamentosa y status de cobaya de laboratorio, mediante las pócimas gratuítas que se les 'regalan' en las consultas para experimentar y cuyos prospectos advierten de que no hay aun casuísticas para valorar el calibre de los resultados en el organismo humano. Así se lavan las manos al mismo tiempo, de lo que pueda pasar si el remedio resulta ser peor que la enfermedad. ¿Cuántos pacientes del rebaño se leen el prospecto de un específico que les regala su médico en la consulta diciéndoles que es el último grito de la medicina que ha llegado de Basilea o de Londres (que le reagala cada año una estacia gratuita en Ginebra, por ejemplo, para dejarse hacer un lavado de cerebro ad hoc? Qué falta de ética y qué insulto a la inteligencia. ¿Y qué le impide a la prensa investigar todo esto y qué la impulsa a publicar una propaganda camuflada de noticia? Conciencia, conciencia... tienes nombre de mujer. Por eso te maltratan: unos porque no te conocen y otros porque contigo no ganarían parné. Como Navantia y el Gobierno de Eshppaña. O los doctores comprados por el farmanegocio disfrazado de bondadosa y protectora abuelita como en el cuento de Perrault. Merde alors, aussí!