lunes, 10 de septiembre de 2018

Con Montón hemos topado, Sancho



Carmen Montón 

Carmen Montón niega "trato de
favor" y afirma que no piensa dimitir      


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                                   Resultado de imagen de ilustraciones de la mala medicina


 Sí que se debe dimitir por las irregularidades que se admiten como cosa normal, porque eso denota una complicidad con el chanchullo, pero sobre todo la dimisión o el cese de Montón debería efectuarse por su incapacidad manifiesta y demostrada, para lograra el  equilibrio político en su gestión; no se puede ni se debe ser ministra cuando se es incapaz de valorar la realidad y la casuística objetivamente y en su defecto, se utiliza el poder desde arriba para imponer por narices las propias fijaciones sectarias a la sombra del farma-capitalismo que viene sobornando médicos y profesionales de la salud desde hace años con regalos carísimos como coches de marca, abrigos de pieles, chalets en Aguadulce, cuadros de firma, cursos gratis en Suiza o en cualquier otro lugar de pedigrí, intentando degradar y mutilar el conocimiento científico que no les interesa, -porque es una medicina sencilla, que pueden preparar el médico o la farmacéutica de la esquina, más limpia y sin secuelas tantas veces mortales-, como está haciendo este personaje en su desprecio manifiesto y soberbio, cenutrio, con  esa parte de la ciencia del alma médica experimental y documentada que pone en solfa seriamente el concepto mecanicista y ciego de una ciencia médica mecánica y cerrada, basada solo en dogmas de eficacia destroyer pero, eso sí,  económicamente rentabilísima si consigue la exclusiva del sostenimiento financiero estatal, que potencia el negocio de la enfermedad que pasa por encima del sufrimiento y la manipulación del enfermo tratado como un cobaya, objeto de usar y tirar, pero al mismo tiempo,  una fuente de ganancias para la sanidad capitalista que cierra las puertas a la sanidad humanista. 

Por esa falta de sensibilidad y de conciencia que degrada el juramento hipocrático sí que debería dimitir cualquier médico y con más razón aun una médica ministra, que en vez de estar al servicio honesto de los enfermos se dedica a potenciar la enfermedad como negocio cegato y torpe, que como un sofisma, niega con su conducta y sus hechos lo que se expone en el título de su ministerio: sanidad (¡?) 

¿Acaso puede sanar a alguien quien diseña estructuras funcionales enfermas ,degradantes, fanáticas, dogmáticas y castradoras para la propia ciencia y praxis médica? 

Montón dimisión o cese, si es que es cierto que el socialismo aún respira como opción política respetable. 

Esta mujer se está comportando con la medicina tradicional como Calvino con Miguel Servet. ¿Sabrá doña masteres quienes fueron ambos y lo que le hizo Calvino a Servet? En el plano médico, Doña Montón parece la Juana Calvino en su cruzada salvaje contra la medicina natural y la homeopatía que son tan medicina como su contraria; una metáfora que viene al pelo:  la homeopatía es en la ciencia médica, como la circulación arterial que aporta el oxígeno cientifico (roja) para sanear el organismo, mientras la circulación venosa (azul) es la medicina tóxica que arrastra los venenos del organismo, que son los médicos ciborg como Montón, por ejemplo. 

¿Le parecería justo a la ministra que si un ministro de Sanidad fuese médico homeópata suprimiera y degradara los antibióticos y echara pestes de las aspirinas y del paracetamol, negando su administración atacase y despellejase a los laboratorios halopáticos, convirtiendo a su país en el hazmereír de Europa y de la OMS y castigando a los enfermos que prefieran y elijan tratarse con ellos, se le dejase mangonear a sus anchas? ¿Qué daño han hecho a nadie los buenos profesionales, no solo de la medicina homeopática, del masaje terapéutico, la kinesología, acupuntura, terapia sacrocraneal, o programación neurolingüística, reiki, meditación sanadora, que, además de sus estudios univeristarios, llevan toda la vida investigando y estudiando en vivo junto a los enfermos y que tantas veces han solucionado y solucionan los efectos secundarios de esa medicina killer del aquí te pillo aquí te trituro hasta que se cure tu enfermedad aunque tú te mueras en el proceso? ¿Qué significa si no, este mantra tan propio de la medicina salvaje y desalmada: 'hemos curado el cancer, lástima que se haya muerto el paciente y no lo pueda disfrutar'? ¿Por qué molesta tanto compartir terapias y admitir que solo la medicina farmacológica y quirúrgica, es insuficiente para la curación integral? Es como si en la escuela sólo valiese estudiar matemáticas o lengueje y se suprimiesen las demás asignaturas. Una aberración que solamente nos empobrece en calidad de vida y en evolución.

Por el contrario, un ministro de Sanidad, lejos de ser un dictador, debe respetar democráticamente el derecho a elegir por parte del enfermo qué tipo de terapia y de médico le va mejor a cada naturaleza individual, -esa es la responsabilidad y el sentido del médico de cabecera- ya que está demostrado que lo que a unos cura a otros los enferma y hasta puede matarlos. Y esa es la base de la razón naturista que afirma "no hay enfermedades en abstracto, hay enfermos bien concretos", ya que la misma enfermedad se manifiesta tantas veces de modos muy diversos en el microcosmos de cada persona, como lo hacen los efectos secundarios. Aplicar el mismo criterio unilateral a todos es tan absurdo e injusto como ese unilateralismo que el mismo Psoe reprocha al independentismo catalán. Hay que ser coherentes como mínimo para no cagarla constantemente. La coherencia no significa cerrazón y rididez o que no haya capacidad para corregirse y cambiar de visión y paisaje cuando hay razones cognitivas, prácticas y éticas para hacerlo, que nos demuestran el error anacrónico y cavernario en que estamos anclados, porque se ha descubierto que una estaba equivocada. No es ningún drama y menos para un científico que va descubriendo los que no conoce y tiene que corregir tantas veces su criterio y percepciones. Lejos de ser un defecto, cambiar a mejor como seres humanos, siempre es honestidad y buen juicio.

Quien no comprende algo tan obvio y necesario no debería ser médico y mucho menos, ministra. Montón debería plantearse un cambio de actitud  y dejar de funcionar como  una sustancia alergénica 'científica' en los tejidos de la política. Una burócrata, tal vez inconsciente, del negocio matasanos no es el recurso humano que necesitamos a la hora de la salud. Y si además, no ve las consecuencias de lo que está haciendo y no cambia de actitud, debe dimitir ya, tanto da que lo haga por causa del master chapuzas en la URJC que por su actitud de Torquemada en la gestión de la medicina tradicional de esencia más humanista que oligócrata y cerrada, respecto a lo que no entiende y la supera con creces. 

Haría un gran bien a los españoles con su dimisión. Como concejala de festejos y jaranas de su pueblo, -Burjassot- seguro que lo borda. Cuando la responsabilidad sobrepasa las cualidades y la inteligencia aplicada al bien común de los encargados, hay que ser honestos y pirarse antes de liarla parda. 

Ojalá que dentro de poco la garrula pesadilla Montón haya desparecido del mapa ejecutivo y en su lugar esté alguien capaz de comprender pensando con el corazón de la ciencia y sintiendo con el cerebro de la democracia y los DDHH, de verdad, no de pacotilla y cháchara.  La medicina también es pedagogía humanística y debe ayudar a ser mejores a los seres humanos, no solo más fuertes, resistentes, deportistas, más trepas y más listos, sino sobre todo más inteligentes emocionales, si es que de verdad se pretende erradicar la enfermedad física que es también la materialización de deficiencias más hondas y menos detectables que bacterias, virus y tejidos pochos.

Aunque no dimita, Montón nos sobra y nos perjudica como ministra. Que lo sepas, Pedro Sánchez.



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