Angel Gabilondo: "Creo que no hay que vetar a nadie, ni siquiera al PP"
El metafísico, portavoz del PSOE en la Asamblea de Madrid, cree que la política “está servidísima de arrogancia”. Gabilondo recomienda “amor” tras el 26J: “Hay que querer mucho a la sociedad para trabajar con otros para mejorarla”, afirma.
CRISTINA S. BARBARROJA
Dice que, cuando despierta, nunca
sabe qué va a decir ese día. Cualquiera lo pensaría de ese extraño
ejemplar de la política que es Ángel Gabilondo (San Sebastián,
1949); el metafísico portavoz de la oposición al PP en Madrid, moderado
de sentencias firmes, al que no parecen importarle siglas ni calendario
electoral cuando asegura “más vale perder con otros que ganar solos”.
Él está en el consenso, en la negociación sin vetos, y en la esperanza de que “hayamos aprendido algo” tras el fracaso del 20D. Así lo transmite en el acto sobre Educación en el que el exministro independiente del ramo y actual ministro en la sombra de Pedro Sánchez –aunque no le guste nada la expresión- ha vuelto a cosechar los mayores aplausos de la clá socialista.
Llega sonriente al camerino de los Teatros Luchana de Madrid, se mira en el espejo y, como quien no quiere la cosa, suelta otra de esas frases para meditar, que él no piensa cuando se levanta: “Hay que querer muchísimo a la sociedad para trabajar con otros para mejorarla”.
Él está en el consenso, en la negociación sin vetos, y en la esperanza de que “hayamos aprendido algo” tras el fracaso del 20D. Así lo transmite en el acto sobre Educación en el que el exministro independiente del ramo y actual ministro en la sombra de Pedro Sánchez –aunque no le guste nada la expresión- ha vuelto a cosechar los mayores aplausos de la clá socialista.
Llega sonriente al camerino de los Teatros Luchana de Madrid, se mira en el espejo y, como quien no quiere la cosa, suelta otra de esas frases para meditar, que él no piensa cuando se levanta: “Hay que querer muchísimo a la sociedad para trabajar con otros para mejorarla”.
¿Amamos poco en este país?
Tenemos una idea ñoña de lo que eso significa. El
amor no es solo un movimiento que va de uno a otro; es ir juntos en una
dirección. Tenemos que generar una idea de comunidad, de bien común, de
ir juntos en el país para su mejora. Esa es la verdadera idea del amor.
No sólo un estado de ánimo psicológico que nos da mucho gustito por
dentro.
Otra frase suya: “el verbo ‘labrar’ es el que mejor acompaña al sustantivo ‘futuro”. ¿De labradores cómo andamos?
A veces todos vamos de arquitectos, de ingenieros.
Nos olvidamos de ‘labrar’, ‘roturar’, ‘sembrar’, ‘regar’; toda la
terminología que está en la palabra “cultivo” que es cuidado, es
cultura. Nos falta la paciencia de la reflexión y el trabajo.
Me gusta esa idea de que el futuro se labra. El futuro no viene, ni adviene, ni es una aparición que nos vaya a traer un caudillo. El futuro lo tenemos que hacer con la humildad de seguir los pasos de la naturaleza.
Me gusta esa idea de que el futuro se labra. El futuro no viene, ni adviene, ni es una aparición que nos vaya a traer un caudillo. El futuro lo tenemos que hacer con la humildad de seguir los pasos de la naturaleza.
¿Todavía no se ha arrepentido usted de haberse metido en esa “era” de la política?
No sé si me he metido en la era. Pero no me
arrepiento. He procurado mantener mi compromiso social, político y
público allá donde he estado. Y no tengo la sensación de haber cambiado
demasiado. No soy exactamente alguien que vive la burocracia orgánica de
los partidos; no he sido raptado por la política politiquera –no creo.
Yo estoy donde he estado toda vi mida: en afrontar los problemas de la
ciudadanía.
Y eso que ya va por su tercera campaña electoral. Adjetive lo ocurrido para que tengamos que volver a votar el 26J.
A mi me resultó desmoralizador. Y no sólo como estado
anímico, sino desde el punto de vista de la ética pública. Los
ciudadanos no se equivocaron. Nuestra obligación era ser capaces de
articular mayorías para gobernar esa decisión de los ciudadanos. No me
gustó nada y me parece que ha producido fatiga social. Espero que
hayamos aprendido algo y antepongamos a nuestras decisiones las
necesidades de los ciudadanos.
¿Quiénes fueron los culpables?
Culpables, no sé. Responsables somos todos los que,
estando en la actividad pública o política, deberíamos haber creado los
instrumentos para generar consensos o acuerdos. No hay que reñir a los
ciudadanos. Los que estamos en estos ámbitos de responsabilidad tenemos
que dar respuestas. Y ahora no las hemos dado.
Consensos que… ¿deberían incluir al Partido Popular?
Creo que no hay que vetar a nadie. Ahora bien, si tu
quieres cambiar y transformar la sociedad porque te parece que no está
bien orientada, es también más fácil llegar a acuerdos con quienes están
en esa línea de actuación que con quienes piensan que ya estamos en el
sendero de la verdad; con quienes creen que la reforma laboral es
estupenda, los que le gusta mucho la LOMCE, los que piensan que la ley
de seguridad ciudadana es indispensable. Pero creo más en los
desacuerdos a los que se llega que en los desacuerdos preestablecidos.
¿Y qué es eso de que (vuelvo a parafrasearle) “más vale perder con otros que ganar solos”?
Es una idea poco eficiente políticamente; los
grandes políticos dicen que esto no es así. Pero a mi me gusta la idea
de jugarme cosas con alguien, de luchar a su lado, de llorar cuando
pierdo con él y de alegrarnos juntos. Y creo que esto no es una tarea
individual. En la tarea social, política y pública, en esta sociedad del
individualismo, yo creo en los proyectos compartidos.
Otra más: “La educación es un profundo acto de amor”.
Sin duda lo es. La educación es una conversación en
la que se crece junto a otros. Por eso no creo en los profesores
visionarios, sino en los que comparten su conocimiento. Hay que querer
mucho a los alumnos. Sin amor no hay educación.
Siendo así… ¿por qué no le gusta que le digan “ministrable”?
Porque en este momento hay que hablar de otras
cosas: de los problemas de los ciudadanos, de cómo afrontarlos y no de
quién va a ser qué cosa. Yo estoy también trabajando en Madrid, tratando
de resolver, con otros, los problemas de Madrid. No estoy en otra cosa.
¿Pero si se lo pidieran? Volvería a intentar que nos “amáramos”; casi lo consigue siendo ministro de Educación.
Yo voy a trabajar, esté donde esté, por lograr un
acuerdo educativo. Pero no de cualquier manera o a cualquier precio, ni
precipitadamente. Y eso es difícil: exige contar con la comunidad
educativa, los agentes sociales, las familias… Por eso no se puede
hablar del pacto como si fuera una cosa inmediata, que se hace en una
tarde. Pacto es una forma de trabajar que lleva su demora y que, cuando
hay urgencias, se debe tratar con mucho cuidado. Y a mí no hace falta
que me llamen para hacer esto. Lo haré esté donde esté.
Tampoco le gusta lo del ‘gobierno en la sombra’.
Si me llaman para buscar acuerdos, proponer ideas,
establecer consensos y líneas de actuación, formo parte del equipo, ¡y
lo agradezco!. Me gusta más la expresión ‘equipo del cambio’ que
‘gobierno en la sombra’.
¿Cuán necesitada está la política de filosofía?
Últimamente hay algunos filósofos que cometen los
mismos disparates que yo: Manuel Cruz, Daniel Innerárity, Savater ya
estaba… personas maravillosas, valiosísimas, con las que es difícil no
hablar y no conjugar proyectos.
Tenemos la idea de que la filosofía es una forma de alejarse de la realidad, un espacio para visionarios aburridos. Y la filosofía es también compromiso con lo real; voluntad de transformar lo real y la creación de ideas, conceptos y lenguajes para transformarlo. Para mi es una excelente noticia que, sea en el grupo político que sea, los nombres que he citado estén en el espacio público.
Tenemos la idea de que la filosofía es una forma de alejarse de la realidad, un espacio para visionarios aburridos. Y la filosofía es también compromiso con lo real; voluntad de transformar lo real y la creación de ideas, conceptos y lenguajes para transformarlo. Para mi es una excelente noticia que, sea en el grupo político que sea, los nombres que he citado estén en el espacio público.
¿Cuán sobrada de arrogancia?
De arrogancia está servidísima. Hay mucho
engreimiento. Siempre he dicho que la arrogancia es una forma de
ignorancia. Y cito a Octavio Paz: “El bien, quisimos el bien; no nos
faltó entereza, nos faltó humildad”. Creo que saber que las decisiones
son compartidas, que el verdadero sujeto es la voluntad popular,
entender que –como dice el articulo 6 de la Constitución- los partidos
políticos tienen que expresar, articular esa voluntad, es muy
importante. ¿Qué nos creemos que somos? ¿Qué contacto directo tenemos
con la divinidad para hablar como si fuéramos oráculos? Tenemos que
tener un poco de sencillez. Yo el primero.
Según usted “hay que quererse mucho y gustarse poco”. ¿Pedro Sánchez se gusta o se quiere?
Ay, no tengo mucha idea. Pero yo le aconsejaría que
se quisiera mucho y se gustara menos. Es lo mejor para todo. La gente
que no se quiere es muy inquietante, muy incómoda; acaba culpando a los
demás de su desazón. Y la gente que se gusta mucho no tiene curiosidad,
ni voluntad de aprender o de transformar, parece que ya ha llegado. Lo
lógico es quererse y no gustarse tanto. Y yo no digo que Pedro lo haga.
¿Pablo Iglesias?
Le conozco poco. A veces le veo muy entusiasmado,
cosa que me alegra. Y le veo también con mucha voluntad de transformar,
cosa que también me alegra. Lo único que yo quiero es que articulemos
espacios con partidos para anteponer la transformación de la sociedad a
cualquier otra cosa y deseo personal.
Hable de su año y pico como portavoz de la oposición en la Asamblea de Madrid.
No hemos hecho la regeneración y la transformación
que Madrid necesita. Ha habido gestos que valoro, buenas maneras que
aprecio, buena voluntad que no pongo en duda, pero Madrid necesita una
regeneración y una transformación profunda. Tenemos que ir a las causas,
no a las consecuencias. Y a veces me da la sensación de que estamos
distraídos, disipados en no sé que asuntos, y no nos centramos en lo
prioritario: que el 20,5% de los ciudadanos y ciudadanas de Madrid viven
en riesgo de pobreza y exclusión.
Ha sido un año en el que no ha habido profunda transformación y renovación, aunque se hayan mejorado las formas. Dicho de otra manera: no hay un nuevo PP. Las urgencias y prioridades de Madrid no son atendidas porque estamos distraídos y disipados.
Ha sido un año en el que no ha habido profunda transformación y renovación, aunque se hayan mejorado las formas. Dicho de otra manera: no hay un nuevo PP. Las urgencias y prioridades de Madrid no son atendidas porque estamos distraídos y disipados.
Trabaja usted donde no hace mucho trabajaba Francisco Granados.
Si los ciudadanos han elegido a quien han elegido y
ahora eligen a quien eligen, no vamos a reñir a los ciudadanos. Luego
cada uno lo acaba haciendo bien o mal. Respetando todas las presunciones
que hagan falta, es importante regenerar profundamente Madrid. Y no
basta con quitar al que se le pilla. Hay que ir a las causas, a los
procedimientos: las formas de contratación, la ley del suelo, las
oportunidades a las empresas. No sólo se debe castigar al corrompido,
sino al corruptor. Y si devuelven un poquito de lo robado… también
vendrá bien a los ciudadanos.
¿Cristina Cifuentes o Manuela Carmena?
Cristina Cifuentes es amable en nuestros encuentros,
pero apenas me he reunido con ella. Y se lo echo en cara: no nos ha
reunido a los cuatro portavoces. La conozco poco. Antes he dicho que la
gestión en Madrid está distraída. Y se lo digo a ella, pero no me
refiero a ella, me refiero a la gestión.
Manuela Carmena ha sido, siempre que he tenido trato, amabilísima, cordial. Cuando le he expresado alguna preocupación ha sido de carácter social, o por algún barrio de Madrid. Y siempre ha respondido con muchísima generosidad. Supongo que debe de ser difícil ser alcaldesa de Madrid.
Manuela Carmena ha sido, siempre que he tenido trato, amabilísima, cordial. Cuando le he expresado alguna preocupación ha sido de carácter social, o por algún barrio de Madrid. Y siempre ha respondido con muchísima generosidad. Supongo que debe de ser difícil ser alcaldesa de Madrid.

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