De los creadores de “nosotros o el caos” y “que
vienen los rojos”, ha llegado el último grito, obra de Mariano Rajoy:
“hay que concentrar el voto moderado para frenar a los malos”. En este
lenguaje de parvulario del extremo centro derecha, los malhechores son,
evidentemente, el Coletas y sus secuaces. Llamarles “los malos” es la
antesala a decir “que viene el Coco” poniendo voz de cuentacuentos. El
síntoma más claro de que a los rivales se les han acabado los argumentos
y el tiempo para frenar al chavismo comunista radical es que han
empezado a hablarle al votante como si fuera un niño con pocas luces al
que tratan de contagiar su miedo con su histérico “que vienen los
malos”.
Estas amenazas resumen lo que está siendo
esta campaña al revés en la que el enemigo a batir no es tanto el
vigente campeón como el aspirante al título que ya no es el PSOE, es
Unidos Podemos, no sólo porque lo digan las encuestas, también porque lo
asumen los demás partidos grandes que les atacan como si fueran los
favoritos. Cuando los propios socialistas dedican más tiempo a criticar a
Pablo Iglesias que a Rajoy, delatan que ya no están en disputa por el
liderazgo con el PP sino que están perdiendo la segunda plaza ante la
confluencia. Cuando los otros tres partidos en discordia se unen contra
Unidos Podemos, es porque temen que puedan llegar a gobernar.
Para la oposición, en esta campaña los grandes problemas
de España han sido Venezuela, los sillones que no ha ocupado Podemos y
su inexistente pinza con Rajoy, en lugar del paro, la desigualdad, la
pobreza, los recortes, la represión, el déficit, la deuda, el
despilfarro, el saqueo, los sillones y la corrupción del PP. El problema
no ha sido la política fallida del gobierno sino la propuesta
alternativa de quienes aún no han gobernado. A los populares les
convenía polarizar y enfrentarse a Unidos Podemos para agitar a su
parroquia con cuentos para no dormir de expropiaciones y
desabastecimiento. Pero Rivera y Sánchez le han hecho el trabajo sucio y
han hecho el canelo. Atizándole a Iglesias en lugar darle a Rajoy, se
excluyen de la carrera por la victoria y se atizan en su propia cabeza.
El primero le ha dado votos al PP, el segundo a Podemos.
El votante de derechas se moviliza con el partido único frente a la
invasión comunista. El votante de izquierdas se moviliza con Unidos
Podemos frente a los que amenazan con la invasión comunista. Por
cabezonería, solidaridad y rebeldía. La gente se solidariza con quien es
atacado, se rebela contra el ataque y se moviliza por el rebelde. Si
tanto insisten las autoridades de este régimen caduco en decirme lo
malos que son Unidos Podemos, será que son buenos para mí. Lo que al
sistema le mata, al ciudadano le engorda. Cuanto más me dicen los padres
de la patria que no lo haga, más ganas me dan de hacerlo. A quién no le
pone lo prohibido.
El sistema no escarmienta.
Llevamos así desde el 15M. El régimen se defiende del poder de la calle
como si el pueblo fuera el enemigo y no el soberano. Pero cuanto más se
empeña en negar una realidad, más tozuda es la realidad en reafirmarse.
Cuanto más atacan a Podemos, más los identifica la gente con sus
legítimos representantes. Han conseguido que muchos votantes le perdonen
al podemismo sus cambios de chaqueta, estrategias y soberbias, porque
los han convertido en mártires de la indignación. Entre Cebrián, Inda y
Marhuenda van a conseguir que Iglesias sea presidente.
En realidad, los malos no vienen, ya han llegado. Gobiernan desde hace
más de un año en algunas de las principales ciudades de España y en
coalición con el PSOE en algunas comunidades autónomas. Pero el
apocalipsis anunciado no se ha producido. Al contrario, se han reducido
deudas y limpiado cloacas. La gente ve que pueden gobernar y sigue
habiendo papel higiénico, inversiones y propiedad privada. El país no se
hunde, los que se hunden son los que lo han hundido hasta ahora.
La prueba de su hundimiento la dio Margallo cuando comparó a Podemos
con Hitler. Si sacas el nazismo en una discusión es porque la has
perdido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario