jueves, 2 de abril de 2020

Salgamos de dudas, ¿qué quiere decir apocalipsis?


A lo largo de esta temporada pandémica voy escuchando cada vez con más frecuencia la palabra apocalipsis aplicada constantemente al concepto "catástrofe", que es como casi siempre se ha venido utilizando desde hace siglos. Y en realidad su sentido original y semántico es otro; el término procede del griego, de dos significados en combinación, un prefijo: apó, más un verbo: kalipto. El prefijo significa "más allá","más lejos", "más avanzado" y el verbo: esconder, ocultar, tapar. Uniendo ambos ingredientes, el resultado es un nuevo sentido verbal: apokalipto, cuyo significado literal es "ir más allá de lo oculto", "destapar", "dar a conocer", "revelar". Y el sustantivo que convierte el concepto en nombre común es apokalipsis, cuyo significado es "revelación de lo oculto a simple vista". Podemos comprobar científicamente (la filología es la ciencia del lenguaje) que para nada ese término significa algo catastrófico ni terrible, solo significa hacer visible lo que está escondido a simple vista, señalar lo oculto y explicar su evidencia. Por ejemplo, Einstein al descubrir la relatividad o Max Plank al descubrir la Física Cuántica, Tesla al descubrir el potencial electromagnético y gratuito de la energía, Leibnitz al descubrir lo átomos, Newton al descubrir la gravedad, Fleming al descubrir la penicilina, han sido apocalípticos y nada catastróficos. Lo mismo se puede aplicar a la profecía, que es solo literatura de anticipación y no tiene por qué ser una ristra de calamidades. Por ejemplo, apocalíptica es la Cuarta Égloga de Virgilio, el poeta de corte más elevado en la época de Octavio Augusto, al inicio del Imperio Romano, treinta años antes de que naciera Jesús de Nazaret y sin que hubiese en el mundo ningún indicio de cristianismo ni de nada parecido, hizo un relato perfecto perfecto de un niño que nacería en esa época para cambiar el mundo y ante el que todas las naciones se admirarían y adorarían. Su justicia sería divina y elevaría a la humanidad. Está clarísimo que el propio autor estaba convencido de que solo se refería al nacimiento del Imperio que sustituyó a la República y comenzó un tiempo nuevo. Pero la inspiración del poeta es intemporal, el arte tiene un catalejo espiritual que abarca una mirada infinita, que casi siempre va mucho más allá de la mirada espacio-temporal del propio autor. 
Basta leer a Julio Verne, a Aldous Huxley y a George Orwell para comprobarlo. Ellos también han sido grandes apocalípticos literarios. Grandes profetas, que como Antonio Machado o Miguel Hernández, no pretendieron ser "profetas ni mártires y un poco de todo lo fueron sin querer" como canta Joan Manuel Serrat en su disco Cantares, dedicado a Antonio Machado, en plena dictadura. 

Pues bien, aclarado el entuerto, ahora hablemos del libro de Juan de Patmos, El Apocalipsis. La Revelación

El libro se abre con siete cartas dirigidas a siete comunidades asamblearias, que al pasar con Pablo de Tarso a Grecia, se empezaron a dar a conocer como eklesías, que no es nada religioso sino la simple traducción del término "asamblea", reunión de ciudadanos para comentar sus asuntos y resolver lo que haya que asumir. En el caso del nuevo movimiento popular procedente de Israel y hecho público por un carpintero de Galilea, crucificado por ser un incordio y un marrón para un tiempo tan imperial y complicado, aunque en ningún momento hubiese la menor intención violenta de imponer nada a nadie, sino solo de mejorar la condición de los seres humanos a base de una nueva conciencia social, poco religiosa y nada ritualista pero muy comprometida con el bien común y el nacimiento de algo que no había existido hasta entonces: la conciencia colectiva, que elevaba el concepto de humanidad a un nuevo plano común y fraterno. Donde Dios no era un imperator sino un padre y la humanidad una gran familia. En ese plan de "los últimos son los primeros y los primeros los últimos", donde la igualdad era el aire que se respira, está claro que el Imperio tendría los días contados en cuanto ese virus se propagase desde las bases sociales, que para colmo presentaban unas conductas impecables, no violentas, amantes de la Naturaleza y dispuestas a compartir cualquier cosa que fuese necesaria. Los soldados que se convertían al nuevo sistema no podían seguir matando, los ricos que cambiaban sus vidas por amor universal, ya no querían esclavos, sino hermanos trabajadores a los que pagar por su labor, rezaban juntos y celebraban juntos su forma de entenderse desde una energía muy distinta a la que les había enseñado su cultura y su antigua religión. No necesitaban ser ricos ni poderosos para ser felices, es más, eran más felices cuanto menos fanfarria acumulaban. Con soldados que no quieren matar y ricos que se niegan a explotar al prójimo y que dejaron de pegar y castigar para empezar a respetar y pagar, el Imperio se iba a pique sin la menor duda, una vez hundido el mercado de esclavos y desaparecida la necesidad guerrera de apoderarse de todo lo que fuera necesario. para mantener el glamour y el poderío.
Ahí, justo en ese tiempo, al final del siglo I, Juan de Patmos, el discípulo que mejor entendió el mensaje de la buena noticia, nace La Revelación. Primero con el toque de atención a cada asamblea, porque cada una de ellas presenta un perfil distinto de las demás. Algo que deja muy claro el perfil democrático del primer ciclo evangélico, que no cristiano, eso vino con la traducción del concepto profético del "ungido" al kristós griego. Cristianismo no es su origen lingüístico, sino "Buena Noticia", que también pasó al griego como eu-angellós. Evangelio. Si algo se acerca más a la realidad del Carpintero nazareno, es Evangelio, mucho más que cristianismo. En ningún momento hubo ni el deseo ni la necesidad de fundar una religión, sino de que el ser humano descubriese en la sencillez de la vida la parte más sabia, inteligente, sana, bella e inofensiva de su propia naturaleza, que forma parte de la divinidad y no un obstáculo, para descubrirla y disfrutarla, Juan lo sabía de buena tinta y fue testigo de las primeras meteduras de pata de la organización derivada del pablismo como del pedrismo, dos modalidades propagandistas de una Buena Noticia que no se descubre si  no se aprende a vivir con normalidad  de dentro a fuera y no de fuera hacia dentro, -invadiendo en vez de liberando- y que acabó por convertirse en un perverso mejunje que con los siglos ha llegado hasta la barbaridad de ahora mismo. Una barbaridad tan bestia como para que un libro como La Revelación, nunca se haya asumido ni explicado por parte de ese cristianismo de mercadillo y migajas que nos han ido vendiendo por esos tiempos de confusión y brebajes destructivos, tóxicos y tan miserables que no solo no se parecen en nada a su origen, sino que son una burla cruel de sus inicios, en los que Juan de Patmos participó sin montar pollos ni combatir imperios ni buscar renombre ni glamour apostólico, que siempre se ha ido quedando como una corteza endurecida sobre la fluida e imparable naturaleza del espítitu. Desde una islita mediterránea, Patmos, escribió para el presente y el futuro ese Apocalipsis que solo se puede comprender en su momento, a su tiempo. Ahora. En las últimas boqueadas de la vieja y caduca historia inhumana. 
No es el fin de nada que sea válido y bueno. Es el fin de todo sistema  mugriento y torpe, que encima va de listo, incapaz de conseguir que el ser humano comprenda quién es y lo que es capaz de hacer cuando lo comprende. De eso trata el Apocalipsis, del nuevo Pueblo, de la nueva Ciudad, de la nueva Tierra, y de sus piedras de carne y hueso, de alma e inteligencia, la Nueva Humanidad que consigue sobrevivir y transmutar lo mejor de sí misma en comunidad, en una variada unidad, que solo es posible cuando descubrimos en la práctica que somos Amor y lo que eso significa a la hora de poner en marcha un mundo nuevo muy por encima del viejo y sus falsas comodidades deshumanizadoras que embrutecen y nos vacían de contenido humano para convertirnos en objetos de usar y tirar. En basura. 

Y tras dar ánimo a las 7 comunidades que coinciden con los siete puntos de energía fundamentales en nuestro sistema bio-orgánico y energético que en Oriente llaman "ruedas", chakras , Juan pasa a describir los problemas fundamentales que tendrá la humanidad en su camino evolutivo hasta que logre su cambio regenerador. Pone la metáfora de unos combates, tensiones, imperios y luchas, mientras en paralelo, el Pueblo va liberándose de tantos pesos muertos en forma de poderes políticos, militares, religiosos y económicos. Llega a describir que la Nueva Humanidad la gestará  y la parirá La Mujer, que acabará poniendo a la serpiente, el cerebro reptiliano, bajo sus pies de madre universal. La humanidad es la Esposa del Espíritu, la Madre de sus hijos, del futuro. Primero caerá la Gran Prostituta, asentada en la Ciudad de las Siete Colinas, vestida de púrpura y de oro, que se lía con los poderosos de la Tierra bebiendo en la copa del poder la sangre de los mártires, de los pobres, de los sin tierra que pisar. Convirtiendo el rito religioso en ceremonia de prostíbulo (que cada uno piense quién puede ser el putón verbenero que se lleva de maravilla con la Bestia de diez cabezas, datos haylos, ciudad con colinas, púrpuras, copas, poderes vergonzantes, pederastias, sangre de mártires...en fin...) . Cuando todo se desmorona, a través de detalles que ponen en aviso, como describir el "astro" que estalla y contamina las tres cuartas partes de la tierra, cuyo nombre es Ajenjo, la traducción al castellano de Chernobil. O los miles de seres humanos que mueren infectados porque se pinchan una especie de saltamontes metálico en los brazos, las jeringuillas que enferman y matan asegurando que curan... con drogas de todo tipo, o la pandemia que será consecuencia de una forma de vida tan insostenible como deplorable, que se resume en el trote desbocado de cuatro jinetes: el hambre, la guerra, la peste y la muerte.  Juan escribía desde un plano que humanamente resulta incomprensible, hasta que sucede un poco más cada día y las piezas encajan. 

Juan escribe desde un nivel de conciencia que se llama gnosis, en griego.  Y que significa conocimiento y cuyo verbo es guignosco: reconocer, llegar a conocer. De la misma casa semántica del gnozi seautón socrático, y de la anámnesis platónica, reconocimiento, recuperación esencial de lo que se había perdido pero que nos queda dentro como un eterno dejá vu, sin que importe en qué etnia, cultura o religión se haya nacido y vivido. El espíritu está en todo, ES todo, nosotras y nosotros también somos Espíritu y eso es lo que nos hace empatizar, cuidar y ocuparnos del Nosotros como comunidad, ahora lo estamos comprobando. La pandemia y su limitación está sacando de una gran mayoría humana, lo más grande, inteligente, consciente y hermoso que tenemos. O que si no lo tenemos, sin saber cómo, aparece y nos sorprende con ideas, sentimientos e iniciativas que hasta hora habían estado dormidas como las cuerdas del arpa en el poema de Becquer. 

Con el tiempo y el inflamiento progresivo de la gran mentira, la gnosis que iluminó a Juan derivó en una rareza sectaria, totalmente desfigurada por la ignorancia y la pérdida de orientación, provocadas por la misma deriva del existir contra natura, o sea, contra nosotros mismos. De tal modo que la gente normal se declaraba agnóstica, sin tener la menor idea del significado del término. Ser agnóstico no es ser escéptico respecto a temas filosóficos demasiado metafísicos, textualmente es  reconocerse ignorante voluntario y separado del conocimiento, de la vida más equilibrada y reflexiva que nos puede ayudar a contactar con los planos de conciencia imprescindibles para poder salir de las cavernas de verdad y no solo fabricando en ellas artilugios y sistemas de vida que solo sirven para liquidar lo que tocan, para no dejar títere con cabeza ni un poco de vida planetaria con que seguir existiendo como especie en este nivel de evolución, tan abundante para millonetis y tan miserable para el resto de la humanidad.  

No, desde luego, que la destrucción del Planeta y de la especie, no es el Apocalipsis, sino la palanca de cambio que está haciendo posible que La Revelación incomprendida y ninguneada hasta por las propias iglesias cristianas se haga presente, no porque alguien la predique, que no es necesario a estas alturas de su manifestación en varios planos de la realidad,  y sería hasta poco recomendable, sino porque se la reconoce dentro de cada ser humano que se hace preguntas, que ya no está dormido, o desea despertar ante el desbarajuste y la hecatombe creada y acumulada por el propio ser humano cuando no quiere ver lo que hay y lo que va a dejar de haber por necesidad y por agotamiento. 

Sería genial que quienes acostumbran a pensar desde las rutinas habituales, tuviesen la iniciativa de superar los tópicos y prepararse para las mejores sorpresas interiores que hacen posible las exteriores compartidas. Nada está separado, hay una maravillosa conexión, que en momentos como estos nos puede ayudar a salir del muermo, del pozo séptico que hasta hemos valorado como una vitoria de la "ciencia" y de la "civilización", que para conseguir ese patrimonio no duda en matar de hambre, arruinar, humillar, mentir, pavonearse y aparentar lo que no hay, solo por el ego y sus fijaciones, que ellos llaman, "orgullo", "honor" y hasta "dignidad", cuando se han perdido los límites de toda dignidad verdadera y solo se segrega gruñidos, rabietas, rivalidades picajosas, consumismo enloquecido, mentiras, manipulaciones, postureos y majaderías mega destructivas. Eso es el basurero, pero luego está la tierra limpia de la bondad inteligente que no pierde la esperanza ni la paz, e incluso lleva consigo la alegría de saberse en este mundo para dar lo mejor, un estado tan saludable y hermoso que ya en sí mismo es la mejor recompensa.  

Y recordad, anamnésicamente, familia humana, que el Apocalipsis no es la alegoría estrafalaria de un viejo apostol rarito que no triunfó en el Instagram del cristianismo predicador cantamañas del momento publicitario,  solo se dedicó a ser una silenciosa y paciente semilla de futuro, en la revelación manifiesta de lo oculto, y que no es la Guerra de las Galaxias en versión del Intermedio!

Cuidaos mucho, porfis!

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