George Orwell: «En tiempos de engaño universal, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario».
viernes, 7 de diciembre de 2018
Qué reconfortante es encontrar científicos sensatos. La manía expansiva del sector reptiliano de la humanidad que se cree omnipotente en su miseria carente de conciencia, es uno de los mayores peligros que amenazan la supervivencia de la propia especie. Estando el mundo hecho una mierda, al borde del colapso biológico y medioambiental, precisamente gracias a tan inestimbable visión universal,lo de explorar y apropiarse de otros planetas no solo es de una irresponsabilidad patética y suicida, es además el mismo ridículo que harían unas hormigas idiotas intentando apoderarse del Planeta Tierra, porque no atinan a organizar su hormiguero lleno de basura en vez de tenerlo como inestimable almacén de recursos bien gestionados que garanticen la vida y el bienestar de sus habitantes. ¿De qué le vale al ser humano la ilusión fatua y escapista de conquistar los espacios siderales si no es capaz de limpiar y ordenar su hormiguero, si al contrario, llama progreso, alta tecnología -¡ y hasta "ciencia"!-, a la patología de ir sembrando venenos, violencia y destrucción por donde pasa? En la carta de DDHH universales debería crearse un apartado que considerase delito y negase recursos económicos a los paises y/o empresas que intentasen perpetrar barbaridades semejantes contra natura et speciebus, mientras matan la vida en su propio planeta; dejarlos sueltos por el Cosmos es una irresponsablidad. De todos modos ya les queda poco, acabarán con su propia especie antes de encontrar un planeta de recambio. Cuanto más alto se trepa por la Torre de Babel, más bestia es el castañazo inevitable.
¿Por qué seguimos enviando sondas a Marte?
Teguayco Pinto
7-11-2018/ eldiario.es
"Que Marte está habitado por seres de una u otra
clase es algo tan cierto como incierto es lo que estos seres pueden
ser". A finales del siglo XIX, el astrónomo estadounidense Percival
Lowell aseguró que los canales que se habían observado en la superficie
de Marte eran de origen artificial y, por tanto, demostraban la
existencia de vida inteligente fuera de la Tierra. Aquellas
especulaciones nunca fueron demostradas, pero dispararon el interés de
la humanidad en el planeta rojo. Aún así, tuvo que pasar más de medio
siglo hasta que una nave pasó lo suficientemente cerca de Marte para
hacer las primeras fotos. Desde entonces, se han enviado más de 40
misiones diferentes, de las que más de la mitad han fracasado. La
última, la sonda InSight, aterrizó hace apenas unos días sobre la superficie marciana para obtener datos de su interior.
Hablamos con varios astrofísicos españoles que tratan de responder a la
pregunta de por qué seguimos enviando sondas a Marte. Qué es lo que nos
falta por conocer y cuál es el objetivo último, si lo hay, de este
continuo esfuerzo por explorar a uno de nuestros vecinos más cercanos.
En busca de nuevas formas de vida
"Saber si estamos solos en
el universo es una de las grandes preguntas que se ha hecho siempre la
humanidad y por el hecho de poder responderla merece la pena el
esfuerzo". Para la investigadora del Departamento de Planetología y
Habitabilidad del Centro de Astrobiología, Olga Prieto, uno de los
principales objetivos de la exploración marciana es, sin duda, la
posible presencia de vida.
Las continuas misiones que se han
realizado en los últimos años están justificadas, según Prieto, por la
variedad de zonas que hay que explorar para conseguir este objetivo.
"Hemos caracterizado algunas zonas del planeta y a nivel global tenemos
bastante información sobre cómo es, pero tenemos poca información sobre
su habitabilidad o si pudo o puede albergar vida", explica. Así que
"tenemos que seguir explorando, especialmente las zonas que tienen más
potencial".
El problema es que algunas de las áreas con mayor
potencial son de difícil acceso y la mayoría de las naves de exploración
no podían aterrizar en ellas, algo que ha cambiado en los últimos años,
según Agustín Sánchez, director del Grupo de Ciencias Planetarias de la
Universidad del País Vasco. "La tecnología va avanzando y cada vez
enviamos robots más sofisticados que son capaces de hacer más cosas en
Marte".
Dos de esos robots son el Marte 2020 y el ExoMars, que
está siendo desarrollados por la NASA y la ESA respectivamente. El
primero aterrizará a finales de 2020 en el cráter Jezero, una zona que
en el pasado albergó un lago, mientras que el europeo aterrizará en uno
de los canales de la superficie marciana. Ambas son zonas que han
contenido agua y que aún pueden esconder restos de vida. "Ahora ya
tenemos tecnología para controlar la nave en el descenso y dejarla en
estos puntos a los que antes no podíamos ir", afirma Sánchez.
Para este catedrático de astrofísica, encontrar nuevas formas de vida o
pruebas de su existencia pasada también es uno de los principales
motores de la exploración marciana. "Sería el mayor descubrimiento
científico de la historia de la humanidad", afirma con rotundidad.
Además, si las formas de vida descubiertas fueran diferentes a las de la
Tierra, "las posibilidades que se abrirían para la biomedicina es algo
que ahora mismo no podemos ni vislumbrar" y "ya con eso está justificado
todo lo que se está haciendo en Marte".
Un laboratorio natural para comprender la Tierra
Sin embargo, no todos los investigadores piensan igual. Según Javier
Ruiz, codirector grupo de geodinámica planetaria de la Universidad
Complutense de Madrid, "la presencia de vida es la razón que le llama la
atención al público general, pero para muchos científicos ese no es el
gran motivo, sino que estamos más centrados en intentar comprender el
planeta en sí y cómo ha evolucionado", unos conocimientos que servirán
para comprender mejor la evolución de nuestro propio planeta.
El robot marciano Curiosity en la cresta Vera Rubin
NASA
Durante las últimas décadas, el ser humano ha enviado decenas de
misiones al planeta rojo, cada una de ellas con características
particulares. Las naves orbitales han permitido estudiar la geología o
la atmósfera de Marte con alta resolución, los vehículos autónomos han
analizado su superficie y la última misión, la sonda InSight, está
diseñada para explorar el interior del planeta. "Aunque parezca mentira,
tenemos muchas incógnitas sobre el funcionamiento interior de la
Tierra, así que la comparación con otros planetas es algo que nos ayuda
mucho", explica Ruiz.
Pero no solo la dinámica interna, también
"el análisis de las atmósferas de otros planetas es algo que nos ayuda a
comprender mejor nuestra propia meteorología", afirma Sánchez. "Podemos
estudiar el efecto invernadero, que tanto nos preocupa, o los enormes
vórtices que hay en los polos y compararlo con el que hay sobre la
Antártida, que es tan importante para el agujero de la capa de ozono".
Al final, concluye este investigador, "los planetas son laboratorios
naturales en los que podemos estudiar fenómenos que no podemos
reproducir aquí".
El riesgo de contaminación biológica en Marte
Pero la posible existencia de vida en Marte o en cualquiera de los
otros cuerpos del sistema solar, como las lunas Encélado o Europa, de
Saturno y Júpiter respectivamente, eclipsan casi cualquier otro objetivo
e incluso generan algunos debates sobre los conflictos éticos de enviar
naves que puedan poner en riesgo la vida de estos lugares. "Al enviar
una nave a la superficie de un planeta puedes mandar microbios y esto
puede tener un impacto en la vida, si la hay, de ese planeta", explica
Ruiz.
Esta preocupación no es nueva. Ya a principios de los 60 la
NASA comenzó a plantear la necesidad de esterilizar las naves
espaciales y en la actualidad es algo que está muy presente. "Cada día
se van aplicando más protocolos y las naves son sometidas a controles
para evitar una contaminación accidental", explica Ruiz. Además,
cualquier forma de vida terrestre que resistiese los protocolos de
esterilización aplicados en tierra y lograse colarse en una nave,
tendría muy difícil sobrevivir al viaje de medio año desde la Tierra
hasta Marte.
Sin embargo, el riesgo de contaminación biológica
sería real y prácticamente inevitable si enviamos exploradores humanos.
Según el catedrático de astronomía de la Universidad Vanderbilt, David Weintraub,
"si el planeta rojo es estéril la presencia humana no supondría ningún
dilema moral o ético en este ámbito. Pero si hay vida en Marte existiría
también la posibilidad de que los exploradores humanos provocasen
fácilmente la extinción de cualquier forma de actividad".
Para
este astrofísico, las misiones que se están llevando a cabo para obtener
pruebas de cualquier vida pasada o presente en Marte suponen un paso
previo "crucial" antes de enviar futuras misiones que incluyan presencia
humana. "Lo que descubramos podría influir en nuestra decisión
colectiva sobre enviar colonizadores o no".
La terraformación de Marte es ciencia ficción
La mera posibilidad de que el ser humano llegue a pisar el planeta rojo
e incluso a establecerse de algún modo es algo que ha rondado la mente
del ser humano desde hace décadas. Sánchez afirma que "tenemos una
tendencia a explorar y acabaremos saliendo de la Tierra tarde o temprano
para explorar otros mundos", pero advierte de que para ello "es
necesario conocer y caracterizar muy bien estos planetas".
Sin
embargo, ir más allá de la mera exploración y pensar en colonizar en el
planeta rojo es tremendamente complejo y Sánchez asegura que la idea de
la terraformación (transformar un planeta en algo habitable tipo la
Tierra) es "simplemente ciencia ficción".
La posición de Ruiz es
aún más crítica con esta opción y, a pesar de que la considera
"imposible a día de hoy", asegura que no son pocos los científicos
planetarios que "no quieren ni oír hablar de terraformación". Según este
investigador, "igual que queremos conservar la vida de los ecosistemas
terrestres, creando reservas y parques naturales, deberíamos pensar lo
mismo para a otros planetas". Al final, concluye Ruiz, "lo que debemos
hacer es centrarnos en proteger la Tierra y dejar de pensar en colonizar
otros mundos".
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