Navidad en la España encabronada
No hay nada que encabrone más a la España encabronada que ver cómo no se cumplen sus profecías
Habían anunciado un Armagedón el 21D, pero ya no se puede confiar en los independentistas ni para eso
Habían anunciado un Armagedón el 21D, pero ya no se puede confiar en los independentistas ni para eso

Se quedan sin
calificativos en la España encabronada. Si el odio cotizara en Bolsa
habría periódicos, radios y televisiones que ya habrían multiplicado por
mil su valor. No hay nada que encabrone más a la España encabronada que
ver cómo no se cumplen sus profecías. Habían anunciado un Armagedón en
Catalunya el 21D, seguros como estaban que la Catalunya encabronada no
les iba a fallar e iba a haber más violencia que en una película de
Nicolas Cage. Pero ya no se puede confiar en los independentistas ni
para eso. Hubo reunión presidencial, consejo de ministros y
manifestaciones y protestas como en cualquier país normal, como si
fueran posibles una España y una Catalunya desencabronadas.
Imagínense a la pobre Inés Arrimadas no sabiendo qué hacer con su
querella preventiva contra las monstruosidades que se iba a perpetrar el
21D, o a Pablo Casado, máster en psiquiatría avanzada por UESC
(Universidad Española de Su Casa) teniendo que explicarnos de nuevo cómo
se puede llamar desequilibrado a alguien sin insultarlo mientras se le
ve hablando tranquilamente. La gente normal reaccionaría callándose o
incluso rectificando. Pero el español encabronado solo constata nuevas
evidencias que le reafirman en su encabrone. No hubo sangre en Barcelona
porque ahora mandan los CDR en Catalunya, proclamó Arrimadas; el
desequilibrio ahora está en Moncloa, el verdadero centro de mando del
independentismo; concluyó Casado; la complejidad es de cobardes.
A falta de hazañas bélicas con que indignarse, la España
encabronada ha elevado a los altares a un mosso que le espetó a un
manifestante que "la república no existe, idiota ".
Lo cual plantea la interesante cuestión de qué hacía allí el mosso si
la república no existe; al menos el chaval sabía por qué estaba allí. En
este relato encabronado de España hablar es humillarse, negociar es
traicionar y acordar es rendirse; y el español ni habla, ni negocia, ni
acuerda, porque ser español es lo más grande que hay y con eso ya está
todo dicho. Y quien no lo entienda, no es español; por lo tanto, se
merece todo cuanto le pase y más.
No van a ser unas
navidades fáciles para la España encabronada. A esa dramática estampa de
familias divididas que ya no pueden hablar de política, como
curiosamente sucede siempre que la derecha no está en el poder,
cazadores abatidos por jaurías de animalistas enfurecidos, toreros con
el rabo cortado por salvajes antitaurinos, caballeros españoles
violentados por ejércitos de feminazis y migrantes matando carneros en
los descansillos, ha de sumarse la tristeza de ver cómo Pedro Sánchez
come el turrón en la Moncloa y aún habrá que esperar para darle su
merecido. Menos mal que el Real Madrid se ha vuelto a hacer con el
Mundialito ante el poderosísimo y legendario Al Ain Football Club. Aún
podemos desencabronarlos. Bo nadal.
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