miércoles, 12 de diciembre de 2018

Una interesante reflexión de Antonio Elorza

Tiempo de protesta

Los indignados fueron un síntoma que debió ser atendido por los gobiernos y partidos protagonistas de los sistemas democrático


Protestas de los chalecos amarillos en los Campos Elíseos.
Protestas de los chalecos amarillos en los Campos Elíseos. GTRES
En El Antiguo Régimen y la Revolución, Alexis de Tocqueville indicó que el impulso por abolir las instituciones medievales no surgió allí donde estas eran más duras, como en Alemania, sino donde resultaban más insoportables para una población que en gran parte ya las había superado, caso de Francia. La advertencia resulta aplicable a movimientos sociales posteriores, que no fueron fruto de la miseria generalizada o asonadas de la canalla, según pretendían historiadores tradicionales, ni tampoco de una onda larga de depresión. Para la misma Revolución francesa, resulta ya establecido que surge en una fase de crisis que sucede a un prolongado crecimiento secular y que quienes integraron la multitud revolucionaria en París desempeñaban ante todo pequeños oficios urbanos, no eran los miserables.
Son rasgos que se repiten, según las primeras aproximaciones sociológicas, en el movimiento francés de los chalecos amarillos. Se alzan contra un gobierno que asiste pasivo, e incluso agrava, el deterioro económico registrado en Francia, como en el resto de Europa, sin que vuelva el bienestar anterior a la Gran Regresión. No solo en París, sino en esa Francia secularmente deprimida respecto de la capital. Protestan en su mayoría trabajadores activos, pero también capas medias y cuadros, coincidentes todos en que Macron no les escucha. Es la rebelión del francés medio, aprobada incluso por el 45% de lectores del conservador Le Figaro, a pesar de la violencia impuesta por los casseurs.
Siguiendo otra vez con Tocqueville, vía Merton, el espíritu de revuelta actual procede de un sentimiento de privación relativa, del desfase entre lo que un colectivo estima que debe ser la atención justa a sus necesidades, y lo que ofrecen los recursos disponibles, restringidos además por una acción de gobierno que resulta culpabilizada. O de unas instituciones: caso de la movilización contra Europa, tanto por los chalecos en Bruselas, como desde el populismo xenófobo de Salvini.
Europa recuerda a la vestimenta de aquella ministra que usaba dos tallas inferiores a la suya: aquí y allá, a punto de estallar. Y por todos lados. Los indignados fueron un síntoma que debió ser atendido, y no solo desde movimientos políticos de signo oportunista, sino por los gobiernos y partidos protagonistas de los sistemas democráticos, que han contemplado sin reaccionar las derivas hacia los populismos de extremas derecha e izquierda, así como a su complemento de hoy, la protesta generalizada y acéfala. Quizás atizada por Putin vía Facebook.
Pronóstico: un camino de destrucción para Europa y la democracia, que entre nosotros registra la variante, neofascista en las formas, de los CDR apadrinados por Torra, y, como amenaza, de Podemos, si insiste Iglesias en el regreso a sus orígenes.

:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

En España ya hemos sido pioneros en estas rebeliones necesarias, por desgracia, para sacudir costras y calcificaciones viejunas y con Alzehimer, para sacar a los estados del sopor social. 

Cuando la sociedad se apalanca y los tiempos mutan evolutivamente por la presión de la supervivencia y una urgencia de medidas imprescindibles pone en marcha la conciencia colectiva que  sale a la calle por necesidad y por esa lucidez innata que da el roce constante con la realidad de a pie, también pueden nacer en paralelo las mejores ideas y propuestas. 
Así nació el 15M, que ya había dado un toque premonitorio en 1994 con el movimiento del 0'7, que ya advertía entonces de lo que se estaba fraguando hace casi un cuarto de siglo,  a espaldas de la "sociedad del bienestar" a la que como  mochila le estaba creciendo la joroba de Quasimodo. Y no, desde luego, que no eran los miserable quienes salieron a las calles, ni quienes acamparon en las grandes avenidas y plazas, era la clase media y trabajadora, eran universitarios sin futuro, en el paro y en la cuerda floja sempiterna como porvenir. Eran maestros y profesoras, médicos, doctoras, asistentes sociales sin recursos para atender a los dependientes, eran pensionistas cuya pensión compartían con sus hijos y nietos para que pudiesen comer, estudiar y tener un techo tras el hundimiento del desempleo, la quiebra de la empresa superboyante hasta ayer mismo y hoy en la ruina, eran mujeres y hombres de todas las clases sociales, apaleadas y machacados por un patriarcado desesperante y medieval, eran animalistas horrorizados por el constante espectáculo de la violencia animal convertida nada menos que en fiesta nacional y corredor del martirio con los San Fermines y los toros embolados, el tiro de pichón y la caza como deporte de pijos y sádicos. Ecologistas tratando de reivindicar la supervivencia del Planeta y de las especies necesarias para la vida. Eran todas las víctimas de todas las desigualdades. No eran los sans-culottes, ya no. Era la especie humana al completo, en todas sus variantes y escalafones. Varias veces en las manifestaciones caminé codo con codo con familias, parejas y gente que jamás se había manifestado, que confesaban ser votantes del pp duarante varias legislaturas y sentirse asqueados por ello, eran votantes del Psoe en la misma situación...Era también gente insumisa que no había votado nunca pero ahora despertaba de la siesta y se ponía las pilas y se apuntaba a iniciativas populares, no populistas. Que no es lo mismo ser una masa de gente dúctil y maleable, una recua lanar a las órdenes de unos arcontes manipuladores, que una conciencia colectiva capaz de pensar por sí misma, y de comenzar una vía responsable de auto-organización política y activa desde el barrio, la escuela, la asociación vecinal, el ambulatorio, el comercio de barrio, las iniciativas de autonsumo energético, los talleres de apoyo mutuo y co-escucha, para aprender a vivir de otro modo, la necesidad de sentirse parte viva y activa de la ciudadanía, el sentirse capaces de reconocer como iguales y acoger y apoyar a los más débiles. Abogados solidarios unidos prestando ayuda jurídica a los más maltratados por la ley y el capitalismo sin entrañas.

Las acampadas, tanto del 0'7 como del 15M,  fueron ejemplares en organización, en creatividad, en respeto medioambiental, en conciencia, en convivencia y diálogo constante, en propuestas, tanto constituyentes como de ILPs y movimientos sectoriales que luego han dado lugar a los movimientos municipales del cambio. Solo políticos tan torpes como anquilosados fueron los obstáculos peores. La policía respetaba, la ciudadanía se interesaba y al sonido de "no nos mires, únete" se incorporaban a lo que llamábamos re-evolución. Nada era ajeno a la solidaridad. Ni los desahuciados, ni los recortados, ni los maltratados, ni los desempleados, ni los abusados y abusadas. Ni los descontentos, ni los que estaban asqueados por la corrupción.

El movimiento popular auto-consciente y auto-gestionado es la UVI y el oxígeno de la sociedad. No puede ni debe perderse jamás, al contrario que desconfianza y miedo, la misión común de los pueblos despiertos debería producir en las instituciones una gran satisfacción por lo que atañe a la calidad de vida y a la cultura convivencial. Es mucho más gratificante, justo y eficaz gobernar cooperando con la sociedad que contra ella. Saberse parte de ella y no ser un quiste endurecido que impide el funcionamiento metabólico del organismo social. Del conjunto humano. Y un foco infeccioso que se au-tolimita y se pudre en su propia endogamia, como las dinastías monárquicas. En eso se convierte el poder cuando pierde la noción de ser  un servicio al bien común.

Hay que recuperar urgentemente, en España y en Europa, la corriente política del 15M, no solo por la indignación, sino sobre todo por la dinámica creativa, por las solidaridad inteligente, por la pedagogía que aporta el descubrimiento de ser capaces de reinventar lo que el pasado no nos permitió reconocer, compartir y vivir en común y en privado. La alegría profunda de la participación directa en el camino que construimos mano a mano, codo con codo. 

Es cierto y tiene lógica que a las clases sociales habituadas a ser élite y a manejar el poder les da miedo ese cambio, pero si nos empeñamos, ellos también acabarán comprendiendo el sentido de la evolución y que negándose a ella, todo se deteriora y se arruina a mayor velocidad, cuanto más se quiere impedir que se cumplan los ciclos de la vida y de la conciencia más fuerza y empuje se produce en el universo de las ideas y las iniciativas. 
No por bajar las persianas, cerrar las puertas y encender la luz eléctrica se puede impedir que la claridad del alba acabe con la oscuridad de la noche y no por encender miles de bombillas y hacer ruido se puede hacer que no salgan las estrellas y la luna y que la paz y la calma de la noche acaben con la luz y la actividad del día. 

La próxima eclosión cívica, será la definitiva. A la tercera va la vencida.




                          Resultado de imagen de banderas y símbolos y flores republicanos españoles   

No hay comentarios: