sábado, 15 de diciembre de 2018

Estado de excepción permanente

La propuesta de Aznar, secundada por Casado y Rivera, que no es más que la "declaración de un estado de excepción permanente e indefinido" en Catalunya, es una manera de resolver la tensión
A partir del momento en que se ponga en práctica esa "intervención total y sin límite de tiempo", la tensión desaparece. De momento desaparece. Después ya se verá, pero de momento desaparece





Casado dice que Aznar ha "demostrado su honorabilidad" ante la comisión que investiga la presunta 'caja b' del PP
Pablo Casado y José María Aznar
Esta es la propuesta que hizo explícitamente José María Aznar en el día de ayer. Implícitamente es la que viene haciendo desde hace bastante tiempo. Propuesta que coincide con la reclamación permanente por parte de Albert Rivera y Pablo Casado de activación de manera inmediata del artículo 155 de la Constitución (CE). (Por cierto, sería preciso que el Tribunal Constitucional resolviera los dos recursos que se interpusieron contra la aplicación del artículo 155 por el Gobierno de Mariano Rajoy, a fin de que quedaran despejadas las dudas de constitucionalidad que en dichos recursos se planteaban y que pudiéramos saber con la mayor precisión posible qué se puede hacer y qué no se puede hacer con el 155 CE).
Pero abandonemos el terreno jurídico y centrémonos en el político, que es en el que habrá que encontrar una respuesta a la forma de integración de Catalunya dentro del Estado. Está claro que la fórmula de integración diseñada en la Constitución y desarrollada a través del Estatuto de Autonomía, el de 1980 en primer lugar y el de 2006 después, revisado por la STC 31/2010,  sigue estando vigente desde un punto de vista formal, pero no resulta aceptable en su aplicación ni para la mayor parte de la sociedad catalana ni para los partidos de la derecha española, PP, Ciudadanos y VOX, que representan una parte minoritaria en Catalunya, pero mayoritaria en lo que a este asunto se refiere, fuera de ella.



Nos encontramos ante un supuesto de tensión entre la norma jurídica y la realidad social. La norma, el bloque de la Constitucionalidad integrado por la Constitución y el Estatuto de Autonomía dice una cosa. La interpretación que de esa norma se hace por parte de los distintos actores que intervienen en el proceso político de aplicación de la misma son irreconciliables. Y la autoridad del árbitro, el Tribunal Constitucional, es reconocida por algunos de los actores, pero no por otros.
Esta es la realidad, complicada toda vía más por la inminencia de la apertura de un juicio en el Tribunal Supremo por delito de rebelión contra exconsellers del Govern, la expresidenta del Parlament, los presidentes de ANC y OMNIUM y algunos otros políticos nacionalistas catalanes.
No cabe duda de que la propuesta de José María Aznar, secundada por Pablo Casado y Albert Rivera, que no es más que la “declaración de un estado de excepción permanente e indefinido” en Catalunya, es una manera de resolver la tensión. A partir del momento en que se ponga en práctica esa “intervención total y sin límite de tiempo”, la tensión desaparece. De momento desaparece. Después ya se verá, pero de momento desaparece. Habrá una norma jurídica, la que apruebe el Senado por mayoría absoluta a propuesta del Gobierno en aplicación del 155 CE y esa norma jurídica será interpretada y aplicada unilateral y discrecionalmente por el Gobierno de la Nación hasta el momento  que considere oportuno.
Esta es la propuesta que está encima de la mesa y que exige para poder aplicarla desalojar a Pedro Sánchez de la presidencia del Gobierno. El pasado miércoles Pablo Casado lo dejó dicho en el Pleno del Congreso de los Diputados. Convoque elecciones para que nosotros podamos hacer lo que ustedes no se atreven a hacer.
Este va a ser el eje en torno al cual va a girar la vida política española en el futuro inmediato. Nadie puede desconocer los términos en que se va a producir el enfrentamiento. Desalojar a Pedro Sánchez de la Moncloa e imponer un "estado de excepción permanente e indefinido" en Catalunya  es la propuesta de la derecha española menos extrema, ya que la de la más extrema, es la supresión pura y simple del reconocimiento del derecho a la autonomía con carácter general en todo el Estado, que es la propuesta de VOX.
Los interrogantes se imponen: ¿Es posible que tras una “intervención total y sin límite de tiempo” en Catalunya se pueda continuar ejerciendo el derecho a la autonomía en el resto del Estado como se ha venido haciendo a lo largo de estos últimos casi cuarenta años? ¿No afecta la supresión permanente e indefinida del ejercicio del derecho a la autonomía en Catalunya al ejercicio de tal derecho en el resto de España? ¿Es posible que, en el supuesto de que el anterior interrogante tuviera una respuesta afirmativa, se pudiera volver a ejercer en Catalunya el derecho a la autonomía de una manera que fuera "recognoscible" como tal tras la "intervención total y sin límite de tiempo"? ¿No sería esa estrategia de Aznar, Casado y Rivera el caballo de Troya para que se acabe imponiendo la estrategia de Abascal?
A todos estos interrogantes va a tener que dar respuesta la sociedad española. Toda la sociedad española. Los tres partidos de la derecha española los han puesto encima de la mesa y nadie puede no sentirse interpelado por ellos, porque tienen fuerza suficiente para exigir una respuesta. No son los demás partidos políticos los que están siendo interpelados por PP, Ciudadanos y VOX. Somos todos los ciudadanos españoles. Porque es la forma de Estado de la Democracia española lo que está en juego.
Cada ciudadano tendrá que mirarse a sí mismo y decidir en conciencia. 

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Es evidente la intención de la derecha en sus tres versiones sobre el mismo tema. Ahora toca repasar la Constitución para encontrar en ella, si las hay, respuestas justas y limpias, apoyos legales que sostengan e iluminen las opciones de la ciudadanía sin conculcar derechos ni impedir deberes y teniendo en cuenta que una Carta Magna es el reglamento básico y protector del pueblo, no la bula dictatorial de unos caciques para proteger políticos sin vergüenza y sin moral (la moral y la ética son un todo inseparable, no dos cosas diversas como han establecido por su cuenta y riesgo la ignorancia de unos y el cinismo de otros. Moral es la traducción latina de la Ética griega, significan en su etimología exactamente lo mismo y fue Aristóteles el que dio al término un intrínseco contenido político, no aleatorio, sino esencial. La Ética a Nicómaco y la Ética a Eudemo lo explican cristalino, la primera está dirigida a quienes gobiernan -el referente genérico es Alejandro Magno, que fue educado por Aristóteles y cuya conducta imperial-hegemonista absoluta, obviamente, preocupaba muchísimo al maestro que lo educó- para que lo hagan con acierto y la segunda al "demos" para que sea justo y acertado en el bien "eu"). 

La Ética= Moral debe ser la protagonista de toda regla pensada para regular la convivencia y esa sustancia esencial sine qua non está naturalmente por encima de las leyes, es más, las leyes para tener valor y legitimidad deben ser éticas-morales, si no, no pasan de ser agresiones a la dignidad y a los derechos humanos. Ya el mismoDerecho Romano coloca ese tope cuando advierte que summum ius summa iniuria est. Una recomendación que no se ha entendido del todo, se ha quedado en una apelación a la piedad y a la compasión, pero va más allá: al obligatorio contenido ético-moral de las leyes para ser válidas y eficaces, es decir,  realmente justas. 
Tiene que haber -y si no lo hay habrá que establecerlo cuanto antes- , un tope constitucional para no permitir conspiraciones, jugadas sucias y boicoteo estratégico a la gobernabilidad que quiere trabajar por el bien común y no para sus opacidades y chanchullos, que indefectiblemente acaban en prebandas, enchufes, bolsillos y cloacas. 
Tiene que establecerse un tope constitucional revisable y  legítimo que impida acceder y permanecer en las instituciones a los partidos que han hecho de la corrupción su modus vivendi et operandi. No solo son manzanas podridas por su cuenta, es que la putrefacción se ha convertido en la forma de gobernar, de modo que gobernar corrompe "beneficiando y premiando " a los que mejor se corrompen, que evidentemente son los que alcanzan más altas y a la vez miserables y perversas cotas de poder en el Estado.
Pero ¿cuenta España con un poder judicial, como por ejemplo, Italia, cuyos jueces y fiscales hicieron posible la operación mani pulite del Juez Di Pietro que desmanteló la corrupción del estado y posteriormente  la obligatoria dimisión y procesamiento de Berlusconi por corrupción descarada, prevaricaciones y constante vulneración y escarnio de las leyes, hasta el punto que el propio Presidente de la República entonces Giorgio Napolitano, un Julio Anguita transalpino,  tuvo que reclamar la intervención del Poder Judicial para procesar a un Presidente de Gobierno corrupto, que en casos semejantes sí permite la Constitución italiana mientras la española admite una inexplicable  inmunidad  de los políticos demostradamente corruptos y el Jefe del Estado es un mix entre Colombina, Pantalon y Pulcinela, en una perenne exhibición rentabilísima de la Commedia dell'Arte?
España está prisionera de y empantanada en su propio estado anómalo pintado con la purpurina de una "legalidad constitucional" cuyo Jefe  no es elegido por el pueblo sino que es un fósil residual de una dictadura ilegítima y moralmente impresentable, que por las gónadas testamentarias y amenazantes de un tirano en extinción acabó siendo la única forma de gobierno posible, según el espectro político del canguelo a sueldo de nuestros bolsillos, para tres generaciones de españoles, -y ya vamos por la quinta-  que a su vez se apoya en los corruptos que se nutren y chapotean en el cieno del mismo sistema y por ello se niegan a convocar un referéndum para seguir en el tajo del poderío, encubiertos por el sambenito nominal que concede la palabra "constitución", aunque su contenido semántico no coincida ni de coña con el sesgo morfológico del término.
En España se ha alcanzado tan rara y "normalizada" combinación entre mentira y verdad, entre reverencias y puñaladas traperas, entre glamour y chapuza,  dignidad y paripé, hasta el punto de que ya no se distinguen y el vislumbre de la verdad resulta tan desagradable como violento y terrible. Es algo tan molesto y agresivo como salir de una mina tras un encierro de varias jornadas y enfrentarse de golpe a la luz del mediodía. En principio no resulta nada agradable aunque sea lo más sano, limpio y seguro. Es como si a través de un túnel en el tiempo, unos neanderthales apareciesen de golpe en la Quinta Avenida de New York o cualquiera de nosotros en las Cuevas de Altamira en plena Edad de Piedra o en  la corte de Amenophis I.

Una Constitución que no ofrece salida decente a semejante entuerto sempiterno, el omphalos de un berejenal inagotable que como un Ave Fénix procesional y hooligan de San Rupestre Bendito, se nutre de sus cenizas y momias perennes en plan zombi, debe ser revisada cuanto antes, aunque solo sea por elemental higiene y supervivencia. Una Constitución para ser legítima no solo debe contar con los votos (que han sido descaradamente mangoneados y teledirigidos estratégicamente por sus mismos inventores en determinados momentosh históricosh, como esh el casho eshppañol) 

Es obvio que la misma Constitución está permitiendo constantemente su puesta en evidencia como fardo jeroglífico indescifrable y retorcible ad infinitum, encalomado sobre la chepa ciudadana, aprovechando las circunstancias ad hoc  por parte de la casta de los poderosos para no perder nunca el chollo y permitir que los artículos que reconocen  la soberanía del  pueblo dejen de ser puro surrealismo inoperante pero muy cuqui al leerlo desde fuera. A ver, ¿qué soberanía popular se va a diseñar un 155 a propósito contra sí misma  sin disponer, paralelamente, de  ningún otro artículo parecido para poder protegerse y deshabilitar tiranos que la aplasten y la reduzcan a la esclavitud "legal" de bancos, empresas, partidos políticos y casas reales inimaginables, dejando su rimbombante, retórica y esperpéntica  soberanía por los suelos constantemente?

Es cierto que nos tienen muy limitadas, que somos el felpudo de las castas, que tenemos una capacidad ya casi borderline para aguantar lo que nos echen, recitando mantras tipo "virgencita que nos que nos quedemos como estamos" o "podría ser peor aun" o "en peores plazas hemos sido toreadas" pero tontos y tontas del todo no somos aun, a pesar del interés del cacicato en darnos todas las papeletas y facilidades para la rifa del gordo terminator compradas a la fuerza y a golpe de IVA, IRPF y lo que haga falta, envuelto todo ello en  una deformación permanente como pedagogía de suburra para apañarnos y desapañarnos mientras nos empujan a enzarzarnos entre nosotras para hacer pposible la suppervivencia del estercolero con más chulería y jeta de Europa.

Si en medio de este psiquiátrico penitenciario que han dado en llamar patria, conseguimos tejer entre todas unos hilos de conciencia, será un milagro. Pero ¿acaso se puede asegurar con toda certeza que los milagros no existen? Haberlos haylos. Como en Galiza as meigas.

Si en el 15M pudimos y aun podemos parar barbaridades, es que sí se puede. Aunque tengamos que andar mucho más  despiertas para que no vuelvan a colarse entre nosotros con falsas rebajas tranversales y hegemónicas que nos camelen para supuestamente hacer en nuestro nombre aquello en lo que somos insustituibles: la democracia como habitat social del bien común.
Esta vez lo tendremos mucho más claro. La sociedad también escarmienta y no toda es pro derechona.
Todas y todos tienen un sitio entre nosotras, pero nunca más  volverán a tener el poder sobre nosotras por dejación y comodidad nuestra. Y cuando nos convoquemos públicamente no dejaremos jamás nuestra decisión para ir a sus movidas estratégicas y demagógicas. Quien quiera demagogia que se la fabrique solo. Quien sea limpio y sano, se sumará a nuestra causa sin intenciones de controles y sorpasos. No queremos ni necesitamos arcontes ni arcontas, sino servidores del bien común capaces de asumir que son una más, que no necesitan palacetes para estar más seguros sin "peligros" que nunca aparecen cuando se es ciudadanía y no gerifaltado. Si hay un peligro para una lo hay para todas y viceversa, la igualdad de la conciencia no tiene excepciones y si las tiene ya no es igualdad sino el timo de la estampita. Por eso los votos se piran. No somos tan tontas como creen los caciques aunque no tan listas como nos gustaría. Pero todo se andará si no paramos a que nos distraigan con cantos de sirena. Como Ulises nos taparemos los oídos y nos aferraremos al mástil de la conciencia mientras atravesamos el mar de la confusión y la mierda concentrada.

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