Melilla Del hospital de Melilla a los calabozos: las peores horas de dos madres marroquíes y sus hijas con enfermedades crónicas
Cruzaron la frontera con las niñas, que padecen
cáncer e hidrocefalia, con la esperanza de que las sometieran a
tratamientos médicos. Lejos de conseguirlo, fueron separadas de las
menores, de las que se hicieron cargo los servicios sociales durante 48
horas.
*Los nombres de las madres y sus hijas son ficticios para proteger la identidad de las protagonistas
Farah tiene un año y cuatro meses y padece un cáncer de riñón. Asisa, de tres años y un mes, sufre encefalopatía crónica grave e hidrocefalia.
Las vidas de estas dos pequeñas de origen marroquí se cruzaron en el
Hospital Comarcal de Melilla, donde sus madres, Nadia y Sumia,
permanecían desde el miércoles y el jueves de la semana pasada,
respectivamente, con la esperanza de que recibieran los tratamientos que
necesitan. Este fue el motivo que las llevó a cruzar la frontera, pero
las niñas solo fueron atendidas en Urgencias, único servicio al que
tienen derecho las personas extranjeras que no tienen regularizada su
situación. Las dos mujeres se negaban a abandonar el hospital sin que
los sanitarios prestasen una mayor atención a sus hijas, hasta que en la
noche del sábado quedaron detenidas por la Policía y las separaron de las niñas, que fueron derivadas a los servicios sociales.
"Vinimos para poner a salvo la vida de nuestras hijas, porque estamos desesperadas y
no tienen opciones en Marruecos, y nos han tratado como si fuésemos
criminales”. Lo cuenta Nadia mientras amamanta a su bebé lactante,
sentada en una cama, en un hostal de la ciudad autónoma. La conversación
con Público tiene lugar apenas unas horas después de que las
madres consiguieran recuperar a sus hijas, el mediodía del martes, tras
dos días de angustia y lágrimas a causa del alejamiento. En la misma
habitación se encuentra Sumia, que acurruca a su pequeña en brazos
intentando que deje de sollozar. “Nosotras no entendíamos nada de lo que
estaba pasando, llegamos a pensar que no nos iban a devolver a nuestras hijas”, dice esta última.
“Mi bebé necesita una operación en el riñón, pero no tengo dinero para pagarla”
Las
dos madres llegaron a Melilla con la seguridad de que no podrían hacer
nada más por sus niñas en Marruecos. “Mi bebé necesita una operación en
el riñón, pero no tengo dinero para pagarla”, lamenta Nadia, quien teme
que el cáncer siga avanzando por el pequeño cuerpo de Farah hasta que ya
no se pueda hacer nada por ella. Los médicos de su país, después de
semanas de pruebas, le diagnosticaron el tumor hace cinco meses. Según
cuenta su madre, le han dicho que el único hospital marroquí en el que
podrían operar a su bebé está en Rabat, pero la familia no tiene
recursos para hacer frente al pago.
En el caso de Asisa, la hija de Sumia, sufre una
hidrocefalia drenada desde su décimo día de vida. Actualmente, según se
recoge en varios partes médicos a los que ha tenido acceso Público,
la niña de tres años padece gran retraso en las adquisiciones
psicomotricidades, enanismo y dismorfia facial. En uno de los
certificados de la pequeña, emitido en septiembre por una clínica
privada de Melilla, se recomienda que le realicen una Tomografía
Computarizada (TC) cerebral para comprobar los posibles daños que puedan
afectar a su sistema nervioso. Además, en el mismo documento se señala
que Asisa que debe ser valorada por un neurocirujano para que determine
si necesita de una intervención quirúrgica.
De la frontera al calabozo
La detención de Nadia y Sumia en la noche del sábado se
produjo tras varias llamadas de atención por parte del personal del
hospital melillense, según relatan las dos mujeres, ya que ellas se
negaban a abandonar la sala de espera de Urgencias hasta que hicieran
algo más por las niñas. “Nos decían que no estábamos en un hotel, que
nos fuésemos, que no podían hacer nada más por ellas”, sostienen.
“Nos decían que no estábamos en un hotel, que nos fuésemos de Urgencias"
Desde
el Instituto Nacional de Gestión Sanitaria (Ingesa), del que depende el
Hospital Comarcal, aseguran que no tiene constancia de que esto
sucediera así ni de que se produjeran este tipo de comentarios. Las
mismas fuentes insisten en que ninguna de las dos menores quedó ingresada tras pasar por el servicio de Urgencias,
como pretendían las madres, porque, pese a que padecen enfermedades
crónicas, no mostraban una patología grave que precisara de una
intervención urgente.
Por otro lado, fuentes de la Consejería de Seguridad
Ciudadana de Melilla, al mando la Policía Local, confirmaron que los
agentes intervinieron en el arresto de Nadia y Sumia debido a que “se
negaron a abandonar el hospital tras los requerimientos del personal
sanitario”. Supuestamente, las madres incurrieron con su conducta en “desobediencia grave a la autoridad”.
"Estábamos dormidas en la sala de espera, con nuestras
niñas, cuando llegó la Policía Local y nos dijo que nos teníamos que
ir”, recapitula Sumia, mientras Nadia escucha y asiente. Según las
madres, empezaron a llorar y a suplicar a los agentes que las dejasen
estar allí por sus hijas, pero no consiguieron que les hicieran caso.
“Nos engañaron diciéndonos que nos iban a llevar a un hotel, aunque les
respondíamos que no queríamos ir”, exponen. Casi a rastras, según la
versión de las madres, acabaron entrando en el furgón policial. Cuando
les abrieron la puerta se encontraban junto a la frontera.
La histeria y la desesperación de las dos mujeres fue a
más y se negaron a bajar del coche policial. “Nosotras llorábamos,
nuestras hijas lloraban, y los agentes solo nos indicaban que nos
teníamos que ir”, rememoran las Sumia y Nadia. “Les señalábamos a
nuestras hijas para que entendieran que no nos podíamos marchar porque
están enfermas y pueden morir”, agregan. Finalmente, ante la negativa de
las mujeres a cruzar la frontera y regresar a Marruecos, fueron
conducidas a la Jefatura Superior de Policía Nacional. Según cuentan, les arrancaron a sus hijas de los brazos, mientras ellas se resistían a la separación, y terminaron pasando una de las noches más negras que recuerdan en los calabozos.
Separar a las niñas de sus madres
Las pequeñas Farah y Asisa fueron trasladadas esa
madrugada al Centro Asistencial Gota de Leche. En declaraciones a los
medios locales, el consejero de Bienestar Social de Melilla, Daniel Ventura,
aclaró que en ningún caso se retiró la tutela de las niñas, sino que se
siguió el protocolo indicado para garantizar la guarda de las menores
debido a que sus madres quedaron detenidas. Según resumió Ventura
lo que ocurrió es que las mujeres “montaron este pollo” en el hospital
por estar “mal asesoradas”, sin especificar por quién. Aun así, admitió
que, a su parecer, tanto Nadia como Sumia actuaron “de buena fe” para
intentar que sus hijas con enfermedades crónicas se curasen.
Una ONG ha puesto el caso en conocimiento del Defensor del Pueblo
Desde
Médicos del Mundo señalan que es del todo “inaceptable” que se separe a
dos madres de sus hijas y de tan corta edad, siendo una de ellas
lactante. La asociación, junto a la Red Acoge, se encargó de mediar para
que las niñas regresaran lo antes posible junto a Nadia y Sumia, a las
que acompañaron durante todo el proceso. Según confirmó la ONG a Público, ha puesto el caso en conocimiento de la Defensoría del Pueblo para que adopte algún tipo de medidas.
La separación de las pequeñas y la detención de las
madres también despertó la indignación del partido Coalición por Melilla
(CpM, que denunció los hechos públicamente en los medios locales en la
tarde del lunes, asegurando que se había producido un “secuestro” de dos menores gravemente enfermas. Por ello, anunció que pondría sus servicios jurídicos a disposición de Nadia y Sumia, quienes pretenden denunciar el trato recibido desde la noche del sábado.
Además, esta formación local, que es el principal partido de la
oposición en la ciudad autónoma, manifestó que pondría los hechos en
conocimiento de la Fiscalía del Menor para que investigase lo sucedido.
Entre la esperanza y la agonía
Ahora mismo el futuro de Farah y Asisa es muy
incierto. Este diario, a través de fuentes solventes, ha podido saber
que se están realizando los trámites pertinentes para que, mediante un
salvoconducto, la pequeña con cáncer de riñón pueda viajar próximamente a Málaga para ser asistida.
La otra menor, por el momento, no ha tenido esa suerte, y Nadia se
niega a regresar a Marruecos sin lograr progresos en la enfermedad de su
hija. Agotada, cuenta que a la niña cada vez le dan más ataques y que
ha perdido buena parte de la vista.
"No puedo quedarme de brazos cruzados esperando a que se muera"“Lo
único que quiero es que se recupere, y no puedo quedarme de brazos
cruzados esperando a que se muera”, declara la mujer. Esta madre
marroquí asegura que seguirá luchando y llamando a todas las puertas, a
pesar del rechazo, mientras siga habiendo un mínimo de esperanza para su
pequeña.
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