miércoles, 19 de diciembre de 2018

Lo que pasa no va a pasar


A esta crisis, que ya es de Estado, no se le adivina salida 
 





Lo peor de lo que nos pasa es que no va a pasar, va a quedarse. Después del viernes, después del mes que viene y después del año que viene. A esta crisis, que ya es de Estado, no se le adivina salida. Esto es lo que confiere a nuestra situación este carácter agobiante, más espeso que el vivido en los últimos años en los que las amarguras económicas eran más agudas pero no se había agrietado aún la arquitectura del Estado ni la polarización política se había extremado tanto. Muchos piensan que claro que hay salidas, en función de tal o cual resultado electoral, pero se equivocan. Por supuesto que es absolutamente diferente que gobierne la izquierda o la derecha, máxime con la complicidad de Vox.
En este plano se juegan asuntos de importancia enorme, pero ni unos ni otros tienen ni tendrán suficiente fuerza para abordar por su cuenta esta crisis de Estado, por mucho que la derecha con una ingenuidad que llama realismo crea que puede resolver el problema catalán por las bravas. Sin duda, es relevante lo que ocurra estos días en Barcelona. Cada gesto, cada incidencia, van a atenuar o van a agravar el conflicto, pero seguiremos en la superficie del mismo. No iremos al fondo, no podremos llegar. Las vigas del edificio del Estado padecen aluminosis política, y eso requiere actuaciones estructurales que por el momento ni se vislumbran. Por eso digo, que lo peor de lo que pasa es que no va a pasar, va a quedarse y agravarse.

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Pues sí, está cada vez más claro que el problemón español es la misma estructura fósil y el modelo rupestre de un estado que no encaja en el tiempo ni en el espacio geopolítico de su propio diseño y que lejos de cohesionar la sociedad y articularla  adecuadamente, la trocea, la enfrenta y la degrada en unas circunstancias históricas internacionales de derribos y caos permanente. De sobresalto en sobresalto, donde el timón global lo manejan el dinero desnortado y peña como Trump,Putin y una China bulímica y pantagruélica a la cabeza directriz del manicomio mundial.

Mientras el entorno se iba sosteniendo medianamente, la precariedad española también se mantenía camuflada como "normalidad"; de hecho, España no cambió porque la sociedad al completo así lo exigió, como pasó, por ejemplo, en Portugal con la revolución ejemplar de Los Claveles, en la que el pueblo y el ejército fueron la misma masa madre del nuevo pan, capaz de plantarse como una sola persona y una sola voz, con flores en los fusiles y la gente sentada en los carros blindados,todos y todas  unidas ante un tirano para desactivar una dictadura de larga duración, como la española. Ni que decir tiene que en ese plan no hay dictador que aguante en sus trece ni se sostenga sin un solo apoyo. Eso sí que es un cambio social capaz de cambiar un estado, que es lo lógico en una democracia. No es nuestro caso, por desgracia.

Aquí, en cambio, se murió un dictador en pleno ordeno y mando sin que lo cuestionase nada más que La Codorniz. Porque hasta Gila se tuvo que ir al exilio. Tip y Coll llegaron con Suárez. Nadie le puso en cuestión jamás mientras partió el bacalao a lo largo de cuarenta años. Lo más revolucionario eran los payasos de la tele: Gabi, Fofó y Miliki, los Chiripitifláuticos, Valentina, el Capitán Tan y la Casa del Reloj. Vamos, una conciencia quepaqué  floreciendo con Manolo Escobar, Lola Flores, Concha Piquer, Carmen Sevilla, el Kid Tarao de Tony Leblanc actuando en El Pardo los 18 de julio, y suspiros de España por todas partes, pero no suspiros de disgusto y desasosiego, que va, sino de alivio por no haber sido exterminados en manos de los rojos supermalos gracias a la historia contada al revés, a lo Goebbels, cuyo relato sí que fue lo más duradero y sólido del pastiche franquista, logrando nebulizar, descafeinar y borrar a base de insistir por tierra, mar y aire, la memoria contemporánea de la guerra civil y primeros años de la dictadura y aniquilar así la historia real para las generaciones siguientes, las del baby boom y sus derivados, en los que ya el relato se hizo pan comido por varias razones

 1) Porque la sociedad española en cuestiones de política y conciencia y mucho menos de ética, era analfabeta absoluta gracias a haber identificado la religión con el poder político durante la dictadura, es más, la democracia junto al liberalismo  -que ningún español del momento sabía lo que eran en directo, sino solo por referencias, relatos y algún viaje clandestino al extranjero- habían sido  enseñados en la escuela como el desastre absoluto de los pueblos. Así constaba en el libro verde de la Falange que estudiábamos en el instituto y en la facultad.

2) Porque a nadie se le ocurría mirar con malos ojos al "pacificador" que por la gracia de dios  nos había salvado del terrorismo comunista, de la gentuza malísima, de las casas del pueblo y del caos libertario, del ateísmo perverso y de de la masonería que, al parecer nunca se dignó a admitir al joven coronel Franco entre sus adeptos por más que él lo pidió a lo largo de los años 30. 

3) Porque es del todo imposible que en ese plan un país acostumbrado durante generaciones al  relato de un cuento chino constante, pueda despertar en cuatro días y volverse ejemplarmente demócrata por arte de magia. Sin educar, sin instruirse nada más que en el Cara al Sol, el diario hablado de radio nacional, el  NODO y la misa en latín de los domingos, en la que nadie se enteraba de nada más que de la homilía del cura que siempre era un altavoz de S.E. el Caudillo...Hasta mis padres que eran derecha total y convencida, dudaban en el fondo de las verdades oficiales y por las noches, traicionando a la patria sibilinamente, escuchaban muy bajito la BBC, Radio París y ¡hasta Radio Pirenaica!, más roja que la grana, para poder hacerse una idea de por donde andaban las cosas en España, vistas con ojos normales y con menos cataratas patrióticas.

4) No fue la sociedad española, en realidad, la que hizo el cambio consciente y verdadero de dictadura a democracia, fue el empuje de los intereses de la clase política tardo-franquista que aceptó por propia supervivencia y camuflaje los dictados de USA mediante la CIA ,como los de el entonces MCE (mercado común europeo) para hacer una transición del medievo al siglo XX en un país anómalo y anacrónico, un verdadero grano enquistado en el culo de Europa, que era necesario maquillar y ajustar su economía de capitalismo rancio, ancestral y clientelista de caciques, al capitalismo imperante empresarial-político y de salón, todavía disimulado en socialdemocracias muy majas, como en los pases nórdicos, Alemania o Francia. Aunque para no lanzarse de golpe al vacío de lo desconocido, les pareció más adecuado hacer caso de momento  al plan del dictador y colocar la monarquía como apaño facilitador y aval de cierta paz social necesaria para los negocios. Pero todo eso, al margen del pueblo, al que se le puso delante el sí o sí a una constitución pensada, propuesta e impuesta ( o nosotros o el caos, igual que ahora) por el mismo caldo de cultivo criado en el franquismo (igual que ahora).

5) España tiene una herida social prácticamente incurable si la cosa sigue como va: sus pueblos no han participado ni han podido elaborar ni asimilar como propia esa Constitución. Les es ajena. Les suena a letanía. Los pueblos centralistas porque la aceptan como el amén a un dogma único y  sin más debate ni profundización por la costumbre de tener al poder más encima y menos contacto histórico con el mundo exterior, en cambio los pueblos más abiertos de la periferia no acaban de asimilar como propio un documento impuesto en las urnas pero no constituyente para la ciudadanía, unos se rebelan otros se acomodan y tragan, pero no es "la constitución de todos" ni de coña, ni el modelo de estado elegido por todas, sino la 'normalización' pertinente del sistema del apaño para salir de un atolladero, y que cuanto más dura en el tiempo ese estado de desecho, que casi todos pensábamos como algo transitorio, menos se reconoce como Constitución digna de tomarse en serio. No la quieren ni la desprecian. Solo saben que a la hora de la verdad es papel mojado y solo sirve para mantener un statu quo en el que los reyes no son responsables de nada, los pueblos y la ciudadanía si hablan y se quejan en voz alta o pretenden votar, van a la cárcel o seles apalea y se les invade ¡por supproppio bien! y los derechos que en ella se definen solo son puro, bla, bla, bla, y ese estado que debería ser de todos es simplemente un trampantojo con el que tapar las ruinas que no se quieren ver ni mostrar y así prolongar una agonía estúpida y suicida del mismo engendro que están empeñados en conservar a base de cloacas, tramas repugnantes, confusión y destarifos y el suicidio a cámara lenta del mismo sistema que se pretende conservar en el relicario de una cutrez apoteósica. Patética.

6)La realidad crudísima es que España no existe como realidad social consciente sino como un amasijo emocional, amorfo y desajustado, variopinto, superviviente, vacío de sentido ético y político, primitiva y obstinada para lo que considera esencial por obsesión y no por objetividad, pero tiquismiquis y melindres para lo insignificante (por ejemplo llamar delito de odio a los chistes y al rap en vez de llamárselo a la corrupción que sería lo normal por lo dañina que es en todos los aspectos)  y todo el conjunto manipulado por los mismos que ya no saben cómo seguir manipulando, cuando todo les falla. Donde ponen el proyecto ponen la ruina y el desmadre, eso sí, pero todo completamente legal. No será por falta de leyes hasta para respirar o beber agua.
Así se explica que individualmente la gente sea buena y válida pero el conjunto como estructura social es una pena y un desastre. Es como un flan delicioso pero desparramado sin flanera o como una masa de bizcocho exquisito pero sin molde donde cuajar, o como el chasis y la carrocería de un fórmula 1, pero  sin motor y en manos de Fernando Alonso.
Por eso, los españoles cuando emigran son tan valorados en el extranjero y se encuentran tan bien que les es muy penoso regresar al lugar que aman tanto como aborrecen. En este plan España, hasta ahora,  no es un estado, ni un país, ni un reino, es un oximoron. Una entelequia, que aun no se ha dado cuenta de su estado real. Y se ha tomado en serio lo que de verdad  no conoce ni sabe lo que es. Un mogollón.

Es más evidente cada día lo insostenible de afrontar el estado actual del mundo en semejante galimatías de estado patrio, de solución eternamente postergada esperando al Godot que nunca llega, de unos tiempos mejores aunque  imposibles si esto no cambia, para que curen una enfermedad que justamente el tiempo agravará exponencialmente  hasta acabar con todo y cuyo curso depende de que se sanen o se mueran las células de ese organismo estatal tan  baqueteadas. Lo mismo que otros estados en crisis cambian el rumbo y el número denominativo de sus repúblicas ( 1ª, 2ª, 3ª, 4ª, 5ª...)  sin que se hunda el cielo sobre sus cabezas, aquí habrá que hacer lo mismo con otra nomenclatura, pero con los cambios imprescindibles antes que sea más difícil lo siguiente. Implementando un proceso,-sí, he dicho proceso- que nos abra al cambio real y no a otro trampantojo más en la serie de estropicios, camuflado, que sea otra vuelta del mismo tornillo. 

Lo primero es la verdad que tenemos delante: esto se ha muerto y no puede funcionar, como la fruta no nace ni  crece porque tiremos de las ramas secas, lo mejor sería podar el árbol, abonarlo y regarlo  a ver si responde, y  si no hay otro remedio, talarlo y plantar otro nuevo que esté vivo. Creo que ya no estamos para experimentos con lo seco y muerto, hay que replantar ya,  no nos valen los ramajos ni el tronco, nada más que para la estufa o la chimenea.
Los fantasmas no pueden gobernar. Los barones adoradores de fantasmas no pueden ni deben impedir que los fantasmas sean lo que son  y la caguen pseudo-gobernando como llevan haciendo años y años, por mucha nostalgia que les produzca la idea de enterrarlos. Hay que hacerlo por higiene. Y no solo con Franco, sino sobre todo con su pedagogía letal como modelo "espiritual" para el presente y el futuro, que hay que construir y no reproducir en plan facsímil del espectro viejuno y podrido hasta el mango.

No pretendo justificar el separatismo unilateral de ciertos catalanes que me parece una salida antidemocrática, medieval, fascista, superficial, inmadura y egoísta a un problema universal como al que ahora se enfrentan toda Europa y el mundo, pero también honestamente el estado español debe plantearse urgentemente que en realidad su ineficacia, su perenne ceguera, sus miedos, la mediocridad de sus gestores y una corrupción cognitiva y deformadora de ideas y soluciones, más una carencia total de escucha y un atracón de autoritarismo incomprensible en el siglo XXI y en Europa, son los motivos  básicos de la eclosión del separatismo que no tenía en Catalunya más categoría que la de anecdótica rareza, que se ha levantado como bastión de un cambio desastroso, pero explicable en un estado igualmente desastroso a más no poder, que ni siquiera es capaz de asumir sus evidentes errores garrafales y mucho menos de corregirlos, antes de que él mismo se auto-destroce  a base de barbaridades y cabezonadas varias, confundidas con una pírrica dignidad y  autoridad fantoche que ya nadie se toma en serio, ni siquiera cuando la derechona resopla en plan Moby-Dick. Porque la derechona también cae en picado por sus propios méritos, aunque bufe y pataleé constantemente y amenace con montar la de San Quintín. 


En este momento el Gobierno en solitario, amenazado hasta desde dentro de su propio partido, es la imagen de Atreiu, el chico que en La Historia Interminable de Michael Ende, atravesando las peores amenazas de un monstruo devorador es capaz de salvar el Reino de Fantasía que es el origen y el motor de la vida de todos, cuando ya estaba cercado y a punto de ser devorado por la fiera negra y feroz de la Nada. Creo que Atreiu-Sánchez tiene que mantener la esperanza sin arrogancia ni humos institucionales que ya intoxican más que ayudan, dejando de afirmar constantemente "yo soy el presidente del Gobierno" y agarrar firmemente y activar en sí el talismán del espíritu, el Aurin, la certeza en el bien y en la esperanza que lleva consigo, como todos los seres humanos lo llevamos en nosotros. Necesitamos un servicio al bien común, no alguien que solo quiera mandar e imponer su sigla, sus vísceras o su ego, por encima de las demás. De eso ya hemos tenido hasta decir basta. Y toda la gente sana, tiene que apoyar al máximo el deseo y la posibilidad de entendimiento, la empatía y el diálogo que esta circunstancia representa para todas, por encima de cualquier partido político. Hay que superar los conceptos insuficientes y rácanos del partidismo y las banderías si queremos salir a flote.

Estamos en un cruce de energías vital, en el que el antes y el después serán fundamentales para el bien o el mal de todo el contexto geopolítico. En el que en pocas horas la inteligencia y la visión del presente/futuro pueden hacer milagros o su ausencia un desastre, para el que ni siquiera las urnas serán la solución sino el empeoramiento, si el estado enfermo no da los pasos adecuados para curarse y solo ve enfermo al Govern. Los dos, Gobierno y Govern están en la UVI igualmente, ninguno es mejor que el otro. Está clarísimo que la torpeza del Gobierno con Rajoy ha sido la causante del caos español y del catalán aun antes de que gobernase el pp, que previamente en 2010 se había cargado el Estatut, que curiosamente en Euskadi sí ha funcionado porque, seguramente,  hubo mejor interlocución y más inteligencia que con el Piolín fashion como herramienta. Y de esa inteligencia, de esa ética y de ese equilibrio va a depender la superación del estado precomatoso o el petar del mismo mal los dos elementos del mismo sistema. Si eso sucede, la Nada de la derecha extrema en sus tres versiones acabará con todo lo que hasta ahora hemos llamado democracia, libertades y derechos. Eso no es para meter miedo, sino la visión de lo que nos espera si no intervenimos en las calles y en las acciones no-violentas pero imprescindibles. Hay que recordar la Revolución de los Claveles como un ejemplo inspirador. No hubo ni un arañazo. Y cada uno  se colocó donde tocaba: el pueblo al poder, democracia, y el dictador a descansar en Funchal como premio a los servicios prestados. No puede acabar mejor ni más cívicamente un gobernante derrocado en una dictadura.


No es momento de miedos, sino de audacia y sereno entendimiento mutuo para salvar el reino del Bien Común aunque para ello sea necesario que caiga el reino de las fantasías alucinógenas trastocadas que nos llevan por la calle de la amargura desde hace cuarenta años. Y eso solo lo hará un doble referéndum: uno en Cataluyna para quede claro que el seny está por encima del torradero puigdemoniano y otro, en todo el estado, para elegir libremente el modelo  plurinacional que necesitamos en este tiempo, unido como una piña por una buena república federal o confederal -a elegir modelo- de los pueblos ibéricos y no por un camelo heredero de canguelos inexplicables en el siglo XXI, que para colmo se nos llevan en pijerío dinástico un bocado enorme del PIB más lo afanado en corruptelas, que no podemos permitirnos por más tiempo en este estado precario. 

Si la caverna está tan rabiosa es porque teme lo que podemos hacer como pueblo; apúntate al pueblo, Psoe, como hizo en su día Pablo Iglesias Posse tu fundador y no te creas por encima si es que eres socialista,  porque tú también eres pueblo aunque se  te olvide con tanta frecuencia. Démosle motivos reales al pparné ppolitizado para que comprenda que perdió el norte hace tanto tiempo que ni lo recuerda: cuando creyó que la fuerza de la destrucción social no mata por dentro a quienes la buscan, la fomenta  y viven de ella.

Amnistía para los presos políticos, restablecer la justicia y separarla de la  venganza y del castigo institucionalizados, aunque ilegítimos y moralmente ilícitos la una y el otro, socialmente tóxicos, y todo dará el cambio que esperamos y necesitamos como agua de mayo porque será la llave de un tiempo verdaderamente nuevo.
No será fácil  de realizar esta propuesta, pero sí estará llena de energía positiva y de realidades sorprendentes que comenzarán a fluir. Volverá la esperanza y el entusiasmo por el proyecto común de un estado diferente que vale la pena. Entonces el autoritarismo irracional heredado del ayer dará paso a la auctoritas del consenso elaborado en un nuevo presente democrático y solidario, para el futuro. Ánimo y p'alante! Déjalos boquiabiertos, Pedro Sánchez, no te encojas ahora, porfa.

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