jueves, 13 de diciembre de 2018


El día 22, con los niños de San Ildefonso...

El presidente estará seguramente resolviendo qué hacer en Cataluña y qué hacer con la legislatura

VÍDEO: PABLO PALACIOS
El sábado 22, cuando los niños de San Ildefonso estén cantando los números de la Lotería de Navidad, el presidente estará seguramente resolviendo qué hacer en Cataluña y qué hacer con la legislatura. Porque dicen que el día anterior, el 21, es al mismo tiempo fecha límite y jornada test para despejar las últimas incógnitas. La celebración del Consejo de Ministros en Barcelona le habrá permitido exhibir voluntad de ayuda a Cataluña con medidas maná, dentro de medidas para toda España, y le habrá dado datos sobre la disposición de la Generalitat para controlar a los hostiles, a los más radicales intencionadamente sobreexcitados con carácter previo por Torra. Datos con los que decidir si merece la pena esperar a que Esquerra diga por fin en público lo que se está hinchando a decir en privado o es hora ya de acabar con la ficción.
A mi juicio, lo más lógico sería que Sánchez reconociera que en este pozo no hay agua y convocar elecciones. Ya sé que la posibilidad de que de estas elecciones surja algo distinto y mejor, que permita las imprescindibles fórmulas, los acuerdos ricos y transversales que España necesita, es muy pequeña, pero la actual situación no tiene salida y Sánchez no puede ya tener ninguna duda de que el tiempo juega en su contra, aunque lo intente regar con medidas sociales populares. Dicen que el 22 todo empezará a verse más claro. A ver si es así. Esperemos.

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 El punto de vista de Iñaki tiene indudablemente sus razones muy respetables. Mi modesto punto de vista es distinto. Prefiero la realidad concentrada en el presente y dejar que el futuro nos sorprenda con la tranquilidad de haber apurado hasta la última pizca de energía sana en lo que llevamos entre manos. Es posible que una semana de aciertos y buena voluntad haga el trabajo que la ilusión de una rifa y su ceguera de la ONCE nunca podrían llevar cabo. 
Más que en el 21 y el 22 de diciembre, prefiero mirar la fecha en la que estamos hoy y reconsiderar la energía de cada paso, de cada gesto, de cada pensamiento propio y colectivo, el modo de describir la realidad y comunicarla, o sea, ese material ineludible con el que modelamos cada tiempo y cada oportunidad cuando nos hacemos responsables de nuestro presente interpersonal. 

Recuerdo una tarde de mi infancia escuchando a un amigo de mis padres que era un político de la época y acababa de regresar de Roma, donde le había recibido el Papa Pío XII. Del relato de la aventura vaticana se me quedó grabado hasta hoy un mensaje que desde entonces me ha acompañado, independientemente de quien lo contó y de quien lo propició, o sea del jerifalte político y el religioso. "Santidad veo que el mundo está muy mal y yo me desanimo constantemente porque no puedo hacer nada por cambiarlo". "Claro que puede usted hacer algo para que el mundo cambie: intente cambiar usted de puntos de vista y de actitudes al hacer las cosas como  al mirar y valorar a las personas y las situaciones. Si lo hace ya verá como todo lo que a usted le rodea empieza a cambiar con usted y todo ese cambio se expande y cambia cosas importantes en otros lugares y planos de la existencia que posiblemente usted nunca verá ni relacionará con su propio cambio y eso está bien para que no nos invada el orgullo y la vanidad"

Yo tenía seis años cuando escuché aquello, nunca lo olvidé y al paso del tiempo he ido comprobando que era cierto. ¿Cómo cambiar un mundo inmenso que no puedes abarcar y que desconoces y estás juzgando sin conocerlo ni palparlo de verdad, si solo ves una parte muy pequeña, si no estás ahí y solo son suposiciones, quinielas y juicios previos lo que manejas? 

Tengo la impresión de que en este momento lo importante no son las elecciones de nada, porque lo que hay para elegir es un destarifo completo que solo confunde a la ciudadanía, en este estado de confusión no se puede elegir nada más que entre dos pulsiones:  el error fanático y la abstención asqueada. Las dos son nefastas para el bien común porque no proceden de una voluntad serena sino de un visceral hartazgo y cabreo irracional, que lo único que consigue es agudizar extremos y borrar sensatez e inteligencia. 
En este caso, creo que Pedro Sánchez no solo quiere hacer cosas buenas y justas socialmente para ganar votos, creo que también intenta por empatía y responsabilidad política, no empeorar lo que el pp hizo picadillo en Cataluyna y en consecuencia, en España. Ni creo que sea jugar a Harry Potter intentar el acercamiento y una mejoría imprescindible de la convivencia en común. Muchísimo mejor un Consejo de Ministros en Barcelona, abierto al diálogo y a la comprensión mutua que un 155 y una convocatoria electoral chapucera que en semejante caldo de cultivo equivaldría al mismo talante destroyer que impera ahora sobre todo en los medios ,emperrados en  ser la oposición a todo sin alternativas posibles, estresados tal, y como están, por el alud desquiciante de  la actualidad y sin capacidad para crear un espacio atóxico de serenidad y lucidez, que es tan importante como la libertad de información y al que la ciudadanía tiene tanto derecho como  a la misma libertad para informarse. 
Lo que también  sería muy útil y fructífero considerar y sugerir es que mientras Pedro Sánchez siga presidiendo el ejecutivo, los consejos de ministros se reúnan también en las demás autonomías. Y que en todos ellos se acabe con una rueda de prensa abierta a la ciudadanía.  Así se puede cambiar la realidad que nos amenaza en una realidad que nos construye. 

¿Tan difícil les resulta a los medios aportar ideas para mejorar situaciones en vez de echar constantemente gasolina y cerillas a la leña que aun no se ha quemado y que a veces, incluso, está verde aun?
Una cosa es la justa  y necesaria denuncia de hechos denigrantes y otra pasarse la vida histéricos con la manipulación del consentimiento tan fácil y  a mano en el cuarto poder, imaginando y alimentando lo peor que nos pueda pasar, sin hablar de alternativas mejores sobre lo justo y lo honesto, que pasa sin pena ni gloria por las redes y demás salones de peluquería y estética planetaria...

Algún día tendremos que patentar socialmente, -o sea desconectando personalmente del infundio sicut status quid-, el lema del Intermedio dedicado al machirulismo: calladitos estais más guapos, cuando no se puede aportar nada más que a lo malo, lo peor.

Está claro que es muy difícil romper inercias y dejar en consigna los baúles de la  experiencia hasta que se les encuentre acomodo en cada nuevo paisaje del mundo, ese 'ya me lo sé' experiencial , que muchas veces no es la madre de la (cum)scientia sino la pesada losa que la plasta y la asfixia.

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