Ya se están preparando el plan. En cualquier momento darán el campanazo y convocarán elecciones sin considerar más motivos que arrimar el ascua a su sardina partidista y sacar la tajada más abundante a costa nuestra, de las y los ciudadanos. Ya nos han demostrado con creces lo que son capaces de hacer cuando el pueblo toma la decisión de eliminar el bipartidismo como en diciembre de 2015 y en junio de 2016: hacer caso omiso de los votos, incapacitados para trabajar juntos por el bien común y torpedear todo lo que les obliga a dejar los viejos hábitos y a adaptarse a las nuevas necesidades y exigencias justas de una sociedad que demuestra estar bastante más despierta que los aspirantes a vivir de la política eternamente.
La política es la forma de arreglar y ajustar cada día la sociedad, de asistirla, de servirla. La política es parte fundamental de nuestra vida: el trabajo y sus reglas es política, las escuelas, la enseñanza, la educación, la sanidad y la salud, el orden y el equilibrio de la convivencia, la agricultura, el urbanismo, la industria, las pensiones, la implementación de derechos y garantías democráticas, la justicia, la igualdad, la atención a los dependientes, a la vivienda, a la administración del dinero público y privado, la ecología, la alimentación, el comercio, la economía, la cultura, el arte, el espectáculo, las religiones, el pensamiento y la filosofía, el arte, las fiestas, los transportes y la comunicación, las energías...todo se rige por el tejido político, por la gestión comunitaria de la polis, que es el rostro cívico, ético y moral del estado...Un patrimonio que es irresponsable dejar en manos de los más ambiciosos, desalmados y cantamañanas.
Nuestro deber es no consentir ese engaño, pero ¿cómo liberarnos de la misma cadena que con la democracia como señuelo manipulado y apuntado al mal menor del voto útil, nos amarra irremediablemente a una situación desastrosa, a un suplicio inevitable en ese plan, en el que seremos las víctimas seguras de los mismos que votamos con la esperanza de que las cosas mejoren, aun sabiendo en el fondo, que de ese lodazal putrefacto por los siglos de los siglos, no puede salir nada mejor de lo que ya conocemos, desgraciadamente con los ingredientes que de disponemos, y casi podemos definir a la perfección lo que nos vamos a encontrar en cuanto se recuenten los votos de los nuevos comicios que se repiten y se repiten en las mismas, y uno de ellos se alce con la batuta para desafinar la orquesta mejor aun, si cabe, que su antecesor. El mismo sistema del que han salido y que hace posible ese poder, se encarga de coromperles y de impedirles que cambien nada a mejor y ellos se ocupan de mantener las reglas para que dicho oximoron siga igual. O sea, empeorando, y procurando que los envoltorios de la misma basura sean más llamativos y sugerentes, más prometedores y atractivos...
¿Qué posibilidades tenemos ante este panorama desolador y opresivo que simula ser lo mejor en el mercadillo de ese circo, que es un callejón sin salida?
Lo primero, no resignarnos y salir juntos a la calle para encontrarnos, proponer y debatir. No perdernos una junta municipal del distrito, no mirar para otro lado cuando los perros se cagan en las aceras y los amos no recogen las heces, o los humanos de género macho se mean en los contenedores de la basura, o cuando alguien pide en la puerta del super sin tener donde caerse muerto, cuando hay violencia y malos tratos, cuando hay abusos, desahucios, abandonos y sufrimiento, presos por por robar una moto o por querer la independencia y delincuentes de guante blanco haciendo de ministros, alcaldes, diputados, fiscales o jueces...No callar ni ser cómplices y no votar más a los que ya hemos visto y sufrido en legislaturas anteriores.
Si no votamos a nadie, seremos cómplices de que sigan gobernando los mismos en mayoría bipolar como siempre. Si votamos nulo o en blanco, seguirán ganando los mismos. Votemos entonces a las minorías, a esos partidos marginales que nunca ganarán mayoritariamente para tomar el mando absoluto y hacer papilla con sus ideas y cambios de leyes ad hoc a los que no piensan como ellos.
Imaginemos que salen cuatro, cinco o seis fracciones diversas y hasta opuestas, elegidas para gobernar y que no tienen más remedio que trabajar en común para ponerse de acuerdo porque les obligamos con los votos una vez y otra a entenderse, a escucharse, a dialogar y a consensuar. A bajarse del podium de " los eternamente elegidos". Y que si no lo hacen y nos desobedecen, volveremos a votar lo mismo una vez y otra hasta que cedan en sus pésimos hábitos caciquiles y mientras tanto nos vamos organizando en plataformas electorales al estilo 15M y nos convertimos en sus opositores políticos...Y salimos elegidos como portavoces y representantes, sin apego al poder sino como servidores del bien común repartido sectorialmente...conociendo la realidad, pisando el suelo cada día, aterrizados y sin intenciones de trepar ni de montarnos el chiringuito votalicio...y que cada cuatro años se renueva el elenco con otros compañeros de camino a estrenar...y que nadie repite legislatura para que siempre haya ventilación y aire fresco, para que la mugre de la rutina no se pegue a las conductas y atasque las tuberías de la decencia.
Lo cierto es que todo eso lo podemos hacer, pero sin buscar la trampa cómoda de partidos "profesionales" que se autocalifican de "herramientas" y medios para conseguir altos fines, pero que en realidad son un fin en sí mismos, una trama de poder más, que se instala en las instituciones como parásita legalizada para vender la cabra y hacer lo que hacen todos los grupos que están cortados por el mismo patrón de la trepología egocéntrica y al mismo tiempo impiden a los demás participar en el tarea común sin valorar ni tener en cuenta si lo que proponen es mejor para el bien común que las propuestas validadas solo por el número de votos, sin tener en cuenta los contenidos. Por ejemplo, si por mayoría se implanta la pena de muerte, o la xenofobia o se declara una guerra fatal, solo apoyándose "democráticamente" en el número de votos sin tener en cuenta los daños colaterales que tales decisiones van a provocar en la sociedad, mientras que se desechan, sin más razón que el número de votos, las propuestas de reeducación penitenciaria y tratamiento rehabilitador de los delincuentes o la exigencia del diálogo para conseguir la paz antes que montar la de San Quintín.
Tenemos el deber moral de exigir una revisión del sistema democrático y que además del número de votos se incluya como motor de la democracia, por encima del número, la validez ética y cívica de los argumentos votados y la necesidad de aprobar éticamente los resultados numéricos de las votaciones antes de convertirlos en gobierno y en legislación. Tenemos que exigir que el "cómo", el "porqué", el "para qué" y el "para quienes", se valoren analíticamente, por lo menos al mismo nivel del "cuántos" y del "de cuánto estamos hablando y a qué precio". La Humanidad no es una tabla periódica, ni un teorema de abstracciones, ni un conjunto de dígitos manipulables desde la cantidad, ni un ballet de algoritmos que se reproducen en la robótica instrumental.
La Humanidad es la escuela universal de la Vida, es el sentido que hace inteligible la Naturaleza y su simbiosis tantas veces imprevisible y sorprendente con el ser humano de verdad, no solo de denominación libresca. La mecánica debe servir al bien común y cuando éste se hace mecánico, se degrada y pierde el valor legítimo (auténtico) de su significado y por ello de su función. Se reduce a un funcionamiento mecánico, "legal" pero sin legitimidad. Más bien bastardo en su sentido literal (del francés antiguo bastart = que degenera su esencia primigenia)
Tenemos el deber moral de exigir una revisión del sistema democrático y que además del número de votos se incluya como motor de la democracia, por encima del número, la validez ética y cívica de los argumentos votados y la necesidad de aprobar éticamente los resultados numéricos de las votaciones antes de convertirlos en gobierno y en legislación. Tenemos que exigir que el "cómo", el "porqué", el "para qué" y el "para quienes", se valoren analíticamente, por lo menos al mismo nivel del "cuántos" y del "de cuánto estamos hablando y a qué precio". La Humanidad no es una tabla periódica, ni un teorema de abstracciones, ni un conjunto de dígitos manipulables desde la cantidad, ni un ballet de algoritmos que se reproducen en la robótica instrumental.
La Humanidad es la escuela universal de la Vida, es el sentido que hace inteligible la Naturaleza y su simbiosis tantas veces imprevisible y sorprendente con el ser humano de verdad, no solo de denominación libresca. La mecánica debe servir al bien común y cuando éste se hace mecánico, se degrada y pierde el valor legítimo (auténtico) de su significado y por ello de su función. Se reduce a un funcionamiento mecánico, "legal" pero sin legitimidad. Más bien bastardo en su sentido literal (del francés antiguo bastart = que degenera su esencia primigenia)
Si queremos que esto cambie, tiene que cambiar al mismo tiempo nuestra forma de mirar y de entender el mundo y así. sincrónicamente, mejorar y cambiar el tejido social que somos todos y todas. Ya no es tiempo de sentarnos a esperar a que aparezcan políticos maravillosos que vendrán a 'salvarnos' de nuestra miseria y de nuestra ignorancia y que mientras nosotros vemos series en la tele y sesiones de Sálvame o Más vale tarde, y somos esclavos de la economía neoliberal desquiciada, que ha conquistado y seducido hasta el socialismo y el comunismo, ellos estarán ahí, envueltos en su lucecita de El Pardo pero con el baby de demócratas, velando por nuestro presente y trazando las líneas de nuestro futuro...
No somos ni seremos miserables ni ignorantes si no queremos serlo, si no nos colgamos de "la ilusión" y de la seducción, como nos han estado vendiendo en los últimos cuatro años, si nos ponemos las pilas unas a otros, si no nos dejamos enredar por las letanías de los intereses y los tinglados. Si nuestra mirada es limpia y nuestra inteligencia emocional coordina nuestras decisiones y somos capaces de asumir que además de víctimas de un sistem in falliure somos responsables de lo que nos pasa, no en una medida absoluta, pero sí, relativa. La naturaleza y el contenido de nuestros pensamientos, deseos y decisiones es la guionista, escultora y compositora de nuestra existencia. Hay que asumirlo. ¿Por qué dos personas nacidas en la misma familia, con la misma genética, recibiendo la misma educación, pueden llegar a ser completamente diversas y tener unas vidas absolutamente antitéticas, e incluso basadas en valores opuestos e inconciliables? Pues, justo, por la elección personal que cada una ha decidido adoptar, mediante el pensamiento, la emocionalidad, el deseo, la voluntad, un microsistema condensado en el peso material de sus actos.
Si formamos una unidad de pluralidades diversas, disfrutando de lo diferente en vez de combatirlo, si de la mierda en vez de hacer una fosa séptica y tóxica por almacenamiento, aprendemos juntas a hacer compost, abono fresco y fertilizante para que nuestra cosecha psicoemocional, política y social sea abundante, nutritiva y sanísima. Dejamos de odiar lo que no nos gusta y aprendemos a observarlo, a respetarlo, a estudiarlo sin prejuicios y a comprender lo que nos enseña y aporta el convivir con la dificultad. Y en esa tarea maduramos finalmente como colectivo y como individualidades.
Aunque todo esto pueda sonarnos raro al primer impacto, no es difícil ni imposible, al contrario, en cuanto le pillemos el tranquillo, veremos su utilidad, y como se despeja el camino según avanzamos y los frutos de la cosecha cotidiana y la alegría de comprobarlo en la realidad no tendrá comparación con las tracas y fuegos artificiales con que ahora nos atontan, distraen y desinflan esos poderes embaucadores y charlatanes que se sostienen solo porque nosotros lo permitimos y tiramos del carro hasta el agotamiento, como bestias de carga atadas al sambenito de la ignorancia, la sumisión, la rutina, el dogma y el abuso. Envueltos y asfixiados por las banderas, las siglas y las patrias, ¡cómo no! Cada uno con la suya, claro, que ya sabemos lo que pone eso de dios, patria y rey en diversos formatos regionales, of course! Y en las antípodas de un estado donde la res publica, laica y federal, nos convierte en pueblos libres y ciudadanías autoconscientes, que lejos de vivir solo contando, midiendo, pesando y comparando, superan juntas el nivel de las desigualdades y de los fanatismos, y ese estado de indignación permanente y paralizante que sólo conduce a la derrota de las mejores iniciativas y al triunfo de la cerrazón y la agresividad más primaria y degradante, en que degeneran las sociedades que se autolimitan a su ceguera teledirigida por sistemas enfermos terminales.
De la entropía solo se sale creando otras realidades sanas y "saliendo de Egipto", como hizo aquel pueblo de esclavos bíblicos, que en otras cosas se ha equivocado y se equivoca muchísimo a lo largo de la Historia, pero precisamente en esa salida, acertó de pleno con la bifurcación del camino. Hay que elegir y no permitir que nos elijan como ganado lanar en una feria de muestras pseudopolíticas y electorales. En el fondo, si no espabilamos, son ellos, los reptilianos faraónicos, los que nos eligen como siervos de la gleba y mantenedores del chollo infinito del que viven a costa nuestra, y para ir de mal en peor. Para más inri.
De la entropía solo se sale creando otras realidades sanas y "saliendo de Egipto", como hizo aquel pueblo de esclavos bíblicos, que en otras cosas se ha equivocado y se equivoca muchísimo a lo largo de la Historia, pero precisamente en esa salida, acertó de pleno con la bifurcación del camino. Hay que elegir y no permitir que nos elijan como ganado lanar en una feria de muestras pseudopolíticas y electorales. En el fondo, si no espabilamos, son ellos, los reptilianos faraónicos, los que nos eligen como siervos de la gleba y mantenedores del chollo infinito del que viven a costa nuestra, y para ir de mal en peor. Para más inri.
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