sábado, 24 de noviembre de 2018

Una duda sin resolver: ¿existió el escupitajo o no?


He remirado un montón de veces las imágenes del evento escupitajero y no hay manera de ver el salivazo por ningún sitio, a menos que el diputado presuntamente escupidor hubiese perpetrado el delito como mínimo a dos metros de distancia, lo cual hubiese sido imposible a menos que hubiera lanzado el proyectil salivero con una cerbatana o con una carcasa de boli vacío. De lo contrario el escupitajo con toda seguridad le habría caído encima al compañero de desfile que le precedía en la ceremonia de expulsión, porque además al pasar por delante de Borrell ni siquiera giró la cabeza para mirarle. Claro que, quién sabe si los pérfidos catalanes se habrán entrenado en la clandestinidad para aprender a escupir por las orejas al pasar de perfil junto a ministros incómodos, que ellos desde siempre son unos pioneros en innovación y como Borrell también es catalán, -aunque solo conserve el acento, porque de lo del seny, ja n'hi ha poqueta cosa si es que alguna volta n'hi va haure- los conoce muy bien, aunque no lo parezca.
Si las imágenes clarísimas y de cerquísima no dan lugar a dudas sobre la inexistencia del escupitajo en cuestión y si los catalanes aun no dominan ni han patentado el arte del escupitajo invisible, ¿qué le pasó a Borrell para percibirlo de ese modo tan claro y denunciarlo con tal contundencia y seguridad? Hay varias posibilidades en el tablero investigador:

a) Quizás ERC ha descubierto el escupitajo cuántico, que materializa in situ la intención del pensamiento grupal. Aunque esa hipótesis no tiene demasiadas posibilidades; de ser cierta, el pensamiento colectivo de ERC ya habría escupido en su propio parlamento a Inés Arrimadas el día de los pases taurinos con la bandera, a Albiol cada vez que abre la boca, a Rivera cada vez que organiza actos con el naranjito JUSAPOL y a Puigdemont por largarse para denunciar, escaquearse y refugiarse tras el pobre Torra y no no volver y así zafarse del marrón, mientras la solidaridad catalana en plena crisis por cuenta privada, le paga las facturas. La cobardía y la comodidad en los cargos de representación, después de liarla parda, sí que merece un escupitajo bien gordo y nada virtual. Catalunya no se merece esa hipoteca indeseable y tremendamente injusta, egoísta, rácana e irresponsable, aunque sarna con gusto no pique al principio a la larga es un verdadero calvario para todos y Puigdemont otro caudillo más que no acaba de recolocarse en su lugar.

b) Quién sabe si no habrá sido cosa involuntaria del propio Borrell que ya es viejito, al que las prótesis dentales le vayan fallando, porque las encías se encogen con la edad y con los recortes dentales, sin querer, a veces, se nos puede  escapar salivilla mientras se habla, e intentado responder a algún piropo de sus paisanos, y sin embargo antagonistas, es posible que se le despistase el mecanismo de control y zás, se le cayó en la barbilla, en la mano o en la chaqueta, una gota o dos de su propio jugo orgánico-salivero, que él no computó como tal, debido al momento de tensión que estaba viviendo y porque tal vez, era lo que a él le hubiese apetecido hacer a los de ERC mientras desfilaban delante de su escaño, hechos unos basiliscos obligados a callar y por dignidad a salir por fuerza del hemiciclo mientras Casado echando pestes constantemente contra los catalanes y otras gentes sospechosas de rebeldía y peculiar "golpismo" jamás ha recibido la menor indicación reprobatoria  acerca de su lenguaje. Como si boicotear al gobierno legítimo e impedir la gobernabilidad del estado en todo lo posible fuera respeto y decencia no golpista.

c) El poder del pensamiento unido a la emoción y al instinto puede ser milagroso o devastador. Y no digamos nada si además esa combinación de ondas mentales y emotivas, las convertimos en obsesión, ya ni te cuento, la que se puede liar. Y más heavy cuanta más responsabilidad personal y colectiva se tiene.  El día que esa facultad se maneje por mayoría en la sociedad no serán necesarios los ejércitos ni las fuerzas de seguridad. Tesla lo sabía de buena tinta y por eso los agentes del Gobierno USA, a su muerte, entraron a saco en la habitación del hotel donde vivía y se llevaron todo el material acumulado en sus avanzadísimas investigaciones. Aunque, también según cuenta la cara B de la Historia parece que el tema ya lo controlaban los edetanos, hace más de 2000 años. No necesitaban ejército porque en asamblea decidían atacar con el pensamiento y los enemigos morían como moscas, aparentemente de muerte natural, por eso los romanos los respetaban muchísimo y nunca los invadieron violentamente, se quedaron apalancados en la costa y tardaron un par de siglos en atreverse con el interior del territorio y nada de guerra, sino pies de plomo con aquellos antecesores del Tribunal de les Aigües, a los que homenajearon llamando a su Legión Vivo Valentia para tener contento a aquel ejército aborigen y aparentemente inofensivo que no necesitaba armas para cargarse una legión si era preciso, sin mover pestaña. Y no era cosa de brujería: era física cuántica. Un contra-pentecostés: utilizar la energía colectiva inmaterial para usos materialmente devastadores. El espiritu hace milagros cuánticos y la escoria del espíritu, que es aquello que no se sabe como emplear y usar para bien, se deja al albur de los instintos, las fijaciones, la ignorancia, la soberbia y la brutalidad, provocando los peores desastres en el ser humano y en la Naturaleza. Y por supuesto, espejismos, dèjavus, sensaciones de dolor sin que haya daños palpables, bajones o subidones repentinos de energía que se atribuyen solo a alteraciones circulatorias, sin más referencias a los estados mentales y emocionales, como el miedo, la ira, el rencor y sospecha, la inquietud y la inseguridad sin motivos externos...

d) Estando las cosas como están, el escupitajo hasta puede ser compartido: los diputados lo piensan y el mismo Borrell lo materializa contra sí mismo. Y por supuesto viceversa.
Conozco a una limpiadora de una residencia de la Tercera Edad que se tuvo que dar de baja del curro para no sentirse terminator en serie. Cada vez que miraba a un abuelito o abuelita en muy mal estado y les compadecía, sin tocarlos siquiera,  al día siguiente al ir a limpiar se encontraba la cama vacía y a su ocupante en el depósito de cadáveres. Si la energía de uno mismo que se desconoce puede tener tales resultados, ¿cómo acusar a nadie de nada, si con un 90% de posibilidades podemos ser nosotros mismos los autores y canalizadores psicoemocionales de lo que nos pasa, tanto por lo que pensamos y sentimos como por el modo en que lo gestionamos y materializamos en palabras y actos? Somos como imanes: atraemos lo que necesitamos para "completarnos" magnéticamente. Por eso, hay que ir eliminando "las culpas" propias y ajenas, y en cambio, hacernos responsables directos de nuestras actitudes, si queremos ir empoderándonos de verdad, porque nunca nos podremos empoderar social y políticamente seguiremos siendo súbditos y no soberanía, si en paralelo no sabemos quienes somos ni de qué mecanismos esenciales disponemos para ser nostras mismos. 

Discrepo un poco de Iñaki Gabilondo cuando defiende a Borrell, calificándolo de "señor". No somos señores de nada, con mirar lo precarios que somos en realidad se nos deberían volatilizar los trampantojos y los humos; sólo tenemos la capacidad de ser señoras y señores de nosotras mismos y con esa tarea ya deberíamos estar más que apañados. El señorío que sobrepasa esa dimensión ya no es nuestro ni es real, sino una ilusión ritual del ego, que por cierto, es nuestro peor enemigo. Seguramente el único verdaderamente fatal. El que nos impide ver, reconocer y asumir nuestra propia realidad, sin juzgar por encima ni por debajo, ni intentar controlar la realidad del Otro/Otra, que también somos y compartimos nosotros y nosotras. Si Borrell fuera señor de sí mismo ni se habría enterado del escupitajo, en caso de que lo hubiese habido, claro, que seguramente ni eso. 
Y tendría la coherencia y la dignidad de no llamarse socialista pensando y haciendo lo que piensa y hace, que en nada se distingue de un liberal apañista y monárquico porque, más vale un rey puesto por un dictador que tener disgustos con la peña de Cánovas, como hizo Sagasta allá por el siglo XIX. O como Felipe González y similares hierbas aromáticas, sin ir más lejos.

No son creíbles los personajes de supuesta "izquierda" a los que les preocupa más el triunfo de su partido y de sus planes al servicio del establishment, que el triunfo de la justicia, de la igualdad, de la democracia de verdad,  y de la soberanía de un pueblo que en cuarenta años aun  no ha podido elegir el modelo de estado, y solo se le ha permitido votar una constitución predeterminada e intocable pase lo que pase, dictada por unos "padres de la patria" que nadie eligió y sometido a una monarquía como conditio sine qua non por fuerza, sin que se pueda manifestar si se está de acuerdo o no con el sistema que decretó un dictador genocida y representado por un rey corrompido y su descendencia en el mismo plan urdangariano. Y que ese tinglado inmundo sea intocable para  más inri.
En una democracia real no hay "señores" porque eso implicaría que debe haber siervos. La república es moralmente superior a la monarquía por el mero hecho de que la igualdad y la fraternidad son las garantes de la libertad, derechos y dignidad. Hermanos e iguales es el sentido. Al menos eso canta la Internacional que tanto les llena la boca algunos, que luego, en realidad,  son puro gato por liebre.

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