domingo, 18 de noviembre de 2018

Puntos de vista

La soberbia












Trump dice que Kim Jong-un es "resistente" y no excluye la opción militar
Donald Trump EFE
La gran enemiga de la razón es la soberbia. Desgraciadamente, a lo largo de la historia, la soberbia ha llevado a muchos dirigentes a creerse imprescindibles y a considerar que su criterio es el único válido, hasta el punto de pensar que es innecesario someter sus decisiones a la estimación colectiva. Supone un peligroso camino, que un día cualquiera puede desembocar en la negación de la democracia y abrir nuevamente la puerta al totalitarismo trasnochado o al neofascismo. Es éste un mal que ronda a demasiados líderes políticos, una enfermedad que los aísla, que con frecuencia los envuelve y les hace vivir en una burbuja inaccesible, en la que corren el riesgo de ser arrastrados al autoritarismo, al despotismo y a la injusticia. De este padecimiento están aquejados en la actualidad diversos líderes políticos, propios y ajenos. La soberbia es lo que lleva a Donald Trump a reírse en sus tuits del presidente francés Emmanuel Macron por plantear la creación de un ejército europeo y a olvidarse de los asesinatos terroristas de París de hace tan sólo dos años, o a ningunear y despreciar a la paciente caravana de miles de seres humanos que intentan labrarse un futuro, enviando nada menos que a las tropas militares a defender las fronteras, como si de un enemigo se tratase. Está también teñida de soberbia la decisión del dirigente turco Erdogan cuando encarcela a millares de profesionales, funcionarios y simples ciudadanos acusados de pensar diferente, mientras simultáneamente pretende aparecer como el paladín de la transparencia en el caso Khashoggi. Como insoportable resulta la soberbia y arrogancia de Jair Bolsonaro con su anuncio de un futuro Brasil en el que los derechos humanos ya están haciendo las maletas.
Aquí, en nuestro país, vivimos muchos años gobernados por la soberbia y seguimos conviviendo con ella. Como si cuarenta años de un generalísimo por la gracia de Dios no hubiesen sido bastantes, tuvimos que soportar después más de un intento de golpe de Estado porque el país no caminaba por el rumbo que unos jactanciosos y nostálgicos creían el correcto para España. Más tarde tuvimos que padecer la soberbia de quienes hicieron de la “guerra sucia” un modo de combatir el terrorismo a través de los GAL. A continuación, asistimos al espectáculo de José María Aznar decidiendo la masacre de seres humanos en Irak desde el Olimpo de su “amistad” con líderes mundiales tan soberbios como él mismo. Recientemente asistimos a la soberbia de un Mariano Rajoy que, con una actitud distante y altanera, propició que la corrupción se mantuviera bien arropada en el seno de su propio partido. Ahora, nuevamente, somos testigos de la soberbia de un joven Pablo Casado que actúa como redentor de la patria, cuando se ofrece como solución “constitucionalista” como único detentador del bien y de la verdad, faro de salvación para los políticos erráticos que no pertenecen al PP, que no se doblegan ante su inequívoco liderazgo y consideran que fuera de él y de su grupo nadie es constitucional, nadie es legal, nadie ama a España. Qué decir de los falsos profetas de algunos medios de comunicación, parapetados en sus poltronas de impunidad, que, embriagados de soberbia, mueven los hilos de la información que transmiten al lector, espectador u oyente, lanzando noticias falsas o sin contrastar, arrasando con la verdad, que se acaba convirtiendo en un obstáculo molesto para una difamación decidida.






Todos ellos parecen salidos del Ensayo sobre la lucidez del premio Nobel José Saramago. En esta obra, el 80 por ciento de ciudadanos de un país vota en blanco en las elecciones. Gritan así en silencio su indignación. Los presuntuosos dirigentes no admiten tal insubordinación y con ira buscan traidores entre la población, instalándose así el caos.
Contra la soberbia se erige el don de la humildad que Jorge Luis Borges expresó muy bien en su poema Los justos:
Un hombre que cultiva un jardín, como quería Voltaire.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
Un tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.
Un mundo digno de ser vivido está habitado por justos bondadosos, capaces de poseer una perspectiva apacible, plagada de prudencia y equidad, de humildad, en suma, pero a la vez valiente y combativa contra la inmoralidad y la impunidad. Esas cualidades deberían ser las que dieran pie a seleccionar a nuestros políticos, por sus méritos, por sus capacidades, por su talante sereno y positivo, preocupados por el bien común y por combatir la injusticia. Frente a tales virtudes nos encontramos con una realidad en la que la intemperancia, la vanidad y el egoísmo imperan entre los que pugnan por el poder. Los ciudadanos perciben entonces que la corrupción afecta a todos por igual, mientras su rechazo no sea total y absoluto. Es imprescindible, pues, crear la conciencia de que se puede votar a cualquiera, pero nunca a un corrupto. Pero ocurre que el sistema electoral actual tiende a la perversión de tener que votar a corruptos o a abstenerse, como en el relato de Saramago. Un primer paso para superar esta situación es buscar un cambio en la forma de elegir a nuestros representantes, que se base en listas abiertas y participativas. La transparencia es un mecanismo eficaz contra la corrupción y la soberbia. La transparencia ayuda de forma inequívoca a la justicia, que, si bien sobre el papel es igual para todos, muchas veces en su aplicación no lo es. Ella se degrada cuando se utilizan sus mecanismos con desmedida contundencia contra hechos irrelevantes mientras que se obvian las acciones que destrozan la convivencia social y se la emplea como instrumento para resolver situaciones que los políticos no afrontan con el diálogo, ya sea por miedo, o por la cuna en la que éste se parapeta, la soberbia.
El miedo y la soberbia son factores peligrosos que llevan a muchos políticos a posturas indignas como amordazar a los que discrepan. La libertad de expresión y la de información son entonces agredidas. La ausencia de información o la información de dirección única desprotege al ciudadano y le deja inerme en manos de los totalitarismos de nuevo cuño que saben que, de ese modo, pueden incidir en asuntos tan fundamentales como el ejercicio del derecho al voto, mediante la fabricación de falsas verdades y verdades a medias, en un proceso de continuo bombardeo desde los medios informativos “leales”, atentando así contra la esencia de la democracia.
Frente a tales aberraciones, dolorosamente patentes, se precisa claridad de ideas en cuanto a qué méritos deben vestir a un político cuyos cometidos son velar por la democracia, organizar la vida social y su gobierno. Para lograr estos fines se deben someter a la irrenunciable voluntad libre e informada del ciudadano, el verdadero y único protagonista de la democracia, al que los políticos, como actores secundarios, se deben. Para ello tienen que cumplir su cometido, como meros mandatados por el ciudadano que son, sobre la base de la ética y el compromiso de buscar el bienestar y la felicidad de la sociedad. Esa y no otra es su obligación.
El ideario de cualquier dirigente debe llevar grabado a fuego varios objetivos: Cubrir las necesidades básicas de las personas; procurarles el acceso a la cultura para que se formen y enriquezcan su pensamiento; que tengan acceso gratuito y libre a la educación y a la sanidad; la defensa de la libertad de opinión y de información como derechos fundamentales; hacer realidad la igualdad ante la ley y perseguir la corrupción como principal enemigo a batir. A ello se debe añadir que la justicia tiene que velar por las víctimas y que la solidaridad debe ser el elemento de cohesión entre los ciudadanos con sus propios compatriotas y con los ciudadanos de todo el mundo.
Debemos actuar con urgencia porque el hecho de que cada vez seamos más libres, no nos hace más éticos. Muy al contrario, la moral está abandonando la política y eso da pie a que el mal hacer se instaure en todos los sectores. Cuando se abandonan los principios, hay dejación en la vigilancia sobre los derechos humanos, la corrupción se hace fuerte y reina la impunidad.
Se trata, pues, de combatir el egoísmo y la miseria moral, piedras sustentadoras de la soberbia. Es sabido, y así lo ha predicado el Papa Francisco, que la soberbia es la semilla de la mayoría de los conflictos, y cuando estos conflictos nos afectan a todos, la situación se torna peligrosa y debe ser contrarrestada. Nos concierne a todos.


:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::


Me gusta leer al Juez Garzón, es como un descanso en medio del tornado general. Comparto prácticamente los mismos puntos de vista. 
Hoy solo disiento en uno de ellos: citar a Jorge Bergoglio, alias Papa Francisco, como punto de referencia y ejemplo de discurso. ¿Qué otra cosa diversa podría  hacer alguien con ese cargo político que predicar las bases del cristianismo, una forma de vida en la que obviamente la soberbia no cabe? Lo contrario ya sería de manicomio.
Pero, aunque esas palabras son verdad como reconocimiento de hechos objetivos y universales, cabe preguntarse si no están en contradicción total con las conductas particulares dogmáticas, impositivas, falsas y soberbias de la propia institución católica que juzga, condena y margina a todos aquellos que no le dan razón y devoción en un mismo pack. La soberbia es patente cuando se va por el mundo nada menos que de único representante-vicario de dios en la tierra por aclamación y con un cortejo en red de delegados conduciendo  un rebaño que se siente atado por la inercia y la necesidad de pertenecer a algo seguro y misterioso, ritual y casi más propio del brujo de la tribu que de la espiritualidad que ha madurado y crecido en la libertad de la conciencia humana, sino un público dispuesto a apuntarse a cualquier secta que le ofrezca amparo, respuestas que no tiene ontención de buscar por sí mismo y piense en su lugar, guiado por la vía del dogma, por quienes en pleno ataque de una especial y curiosa humildad están convencidos de ser los exclusivos poseedores y depositarios de la única verdad y de toda exención de impuestos y arbitrios aunque ya no quepan sus posesiones en los archivos catastrales de los estados  devotodependientes. 

No sé como se puede creer algo tan contradictorio como haberle dado la vuelta al evangelio y haber hecho del camino de Jesús de Nazaret un estado político la mar de rentable basado en la siempre teórica pobreza personal pero multimillonario en forring office colectivo, emporio económico y religioso, que además de manejar dinero y poder material en todos los tinglados políticos maneja las conciencias al son de sus intereses, con la promesa de una vida eterna cuyo camino se facilita muchísimo a los ricos que se ganan el billete al paraíso dando limosnitas a los pobres, con lo cual la pobreza y la miseria están garantizadas como necesarios salvoconductos hacia el cielo, para forrados por los siglos de los siglos, de tal manera que los millonetis incapaces de ser generosos y compasivos durante sus vidas, después de esquilmar al prójimo más pobre le dejan a la iglesia lo que no les hadado tiempo a gastarse en su vidorra egoísta y desalmada, tal vez por esa amplitud de tragaderas interesadas, esa iglesia ejemplar que siempre tiene a mano los mantras adecuados para el lavado de cerebro personal y comunitario,  se pone al servicio de las dictaduras genocidas de cualquier continente sin ningún reparo para seguir en la brecha de lo que Jesús llamaba los dominios "del príncipe de este mundo". Y así no se cae en la cuenta de que darle la vuelta al mensaje evangélico y hacer en la práctica aquello de lo que se abomina en la teoría, se llama fariseísmo en el evangelio e hipocresía en el lenguaje laico. Mentira en el terreno de la ética. Fraude en el lenguaje del derecho.
La soberbia tiene un test del algodón que no falla: ve los gazapos de todos menos los propios, que por el contrario justifica y considera virtudes dignas de encomio y aplauso. Por ejemplo considera que los homosexuales son pecadores despreciables si ejercen en público su condición, salvo que lleven sotana y no se exhiban al lado de un novio. En mi generación era normalísimo y de dominio público por lo bajini que los curas que solían vivir con una señora que cuidaba de ellos y una sobrina o un sobrino, eran en realidad una familia biológica que disimulaba su relación de pareja y de paternidad. Porque era super normal el parecido entre padres e hijos que los delataba, sobre todo cuando salían a su madre. Lo del padre podía colar por lo de tío y sobrinos. Y no digamos si la cosa era aun más retorcida y se decantaba por las manos largas hasta a las chiquillas o chiquillos que se preparaban para la primera comunión...Si un montaje como ese  ha destrozado los valores evangélicos durante siglos ¿cómo esa iglesia tiene el cinismo de ponerse a dar consejos y a condenar la soberbia de nadie, que precisamente su mal ejemplo ha consentido y tapado sin resolver jamás las causas de tales depravaciones?

Si predicas humildad, pobreza y verdad, pero vives como un marajá, y todos te alaban sin parar, y ocultas los trapos sucios de lo tuyo mientras condenas los trapos del prójimo que no te gustan, y consientes que un genocida que jamás se arrepintió de sus crímenes, que en vida paseaste bajo palio como al santísimo sacramento a cambio de favores y apoyo político,  se entierre en sagrado, que tus cardenales además de implicarse en la política de los estados para ennegrecer la convivencia de los pueblos, se compren áticos para sus doradas jubilaciones con cuyo coste se podría dar albergue a cientos de inmigrantes y sin techo,  algo falla, sobre todo, cuando el que inició el camino predicado posteriormente con recortes y añadidos ad hoc, por la pandilla baciapile, no fue nada valorado ni aplaudido en su vida por los poderes del mismo mundo de ahora, igual de injusto y mercantilizado y más falso que los euros de plástico, que acabó por crucificarle, lo mismo que acabó por cepillarse al único papa que en nuestro tiempo trató de seguir su transparente ejemplo: Albino Luciani, alias Juan Pablo I, que duró un mes y tres días en el reino de la santa parodia,  a causa de querer abrir y destapar un mochilón corrupto que sin embargo este sucesor de ahora lleva divinamente, entre sermones y pederastias, entre bonitas palabras y tragaderas de sapos infinitos que va reciclando con esa diplomacia y ese desparpajo tan porteños y graciosos. Tan de tango. Tan de Podemos, del Psoe, del pp y c's, también. Hay que ver lo que mola ser tan ecuménicos y adaptables , ¿a que sí?

En fin, que no acabo de entender cómo puede encajar con Jesús y su programa de vida, algo tan opuesto. Y eso que lo que hay y no hay, -ni puede haber si la cosa sigue en las mismas-, está clarísimo en los evangelios. O bien es que esos textos no se conocen de cerca o no se entienden esas referencias o hay que leer cuanto antes el Nuevo Testamento traducido por Schökel  y Mateos, jesuítas como  Bergoglio, Arrupe, Ellacuría y Jon Sobrino, fíjate, -¿quién lo diría, verdad?-, y si eso no funciona ya es cosa de ir al oculista o al psicólogo de guardia. O a lo mejor  basta con repasar a Kant, chi lo sa! 

La cosa es que cuando un político afirma que su partido rema en la misma dirección que el Vaticano o un juez de fiar, a caballo entre lo legislativo y lo judicial pone como ejemplo ciertas cosas en plan aporía, o se proyectan películas en la tele pública en las que se pone por las nubes la figura de ese papa como prototipo de humildad y bienaventuranza evangélica pasando por encima de su peculiar curriculum más que en entredicho, aunque una no quiera, la fe en la lucidez humana entra en crisis. ¿Una persona humilde que critica la soberbia de otros se habría dejado colocar en las pantallas como  un modelo de virtud y de marketing glamuroso, y le gustaría exhibirse como un personaje de Hollywood? Un poco chocante si que es, la verdad. Eso es más propio de un Escrivá de Balaguer, del padre Apeles o del padre Ángel, que ya se sabe lo que mola dar el cante de la virtud con trompetas y tambores, así que el papa no se va a  quedar atrás pudiendo ser el estandarte principal de la santa ceguera con más pedigrí en el país de los tuertos agnósticos.  Esa recomendación de Jesús acerca de que tu mano derecha no sepa lo que hace tu mano izquierda seguro que es un consejo para los partidos políticos, no para los héroes mediáticos del catolicismo. Una peculiar modalidad de la modestia siglo XXI.

Para las conciencias de la nueva humanidad, solo valdría la pena admirar, paradójicamente  a un papa que no hubiese aceptado ser papa en la iglesia podrida de este siglo XXI, sobre todo tras el asesinato de Luciani, y  que de verdad conociese la humildad de la modestia, el valor del silencio, de la inocencia, de la valentía y el pudor franciscanos, sobre todo cuando las palabras no se corresponden con los hechos inexistentes y dejan en cueros los despojos de pretendidas virtudes en el contexto de una pírrica exaltación constante que el sistema está empeñado en resaltar. Sobre todo cuando solo hay discursos para aplaudir en los medios, pero los resultados evangélicos brillan por su ausencia en los fines. 

Esa iglesia Jesús nunca la hubiese fundado, ni ésa ni ninguna otra. Porque precisamente él vino a liberarnos de los montajes religiosos para mostrarnos la ruta del espíritu.

"No se puede servir a dos amos y no ser infiel a uno de los dos. Por eso mismo no se puede estar con dios y servir al dinero" "No andeis agobiados y obsesionados por la vida pensando qué comeréis o beberéis o cómo os vais a vestir ¿A caso no vale más la vida que el alimento y el cuerpo más que el vestido? Mirad los pájaros, no siembran, no siegan ni almacenan y sin embargo la naturaleza de la creación los alimenta. ¿Quién de vosotros a base de agobiarse podrá añadir una hora al tiempo de su existencia?
Mirad los lirios del campo como crecen sin hilar ni esforzarse por el vestido, y sin embargo ni Salomón en todo su esplendor, jamás pudo vestirse con tanta belleza y perfección como ellos. 

Pues si una hierba que hoy está en el campo y mañana arde  en el fuego del horno alcanza tal belleza y cuidado por parte de la creación, ¿qué tendrá guardado para vosotros sus hijos, el amor de vuestro padre infinito? Ya sabe el cielo lo que necesitáis, buscad primero el reino de su justicia y todo lo demás, comida y vestido, se os dará por añadidura.
Total, que hoy no os agobie el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le basta su afán"  

(Mateo 6, 25-34)

¿Alguien puede asegurar que este plan de vida tenga algo que ver con los sermones del papa sobre la soberbia ajena y los intereses de la iglesia vaticana? ¿No estará  mucho más cerca de un discurso ecologista como el de Yayo Herrero, socialista a lo Pablo Iglesias Posse y Rosa Luxemburg, franciscano a lo Giovanni Benardone, y anarquista como Prudhon, Kropotkin o Bakunin? 

Porfa, no nos agarremos a los refritos apolillados, cuando la vida es el don y el amor fraterno su cauce natural. Dejemos los charcos y vayamos a la fuente.
Que los muertos y la momias entierren a sus parentelas. Nosotros tenemos que construir ese reino de la justicia y la paz sin enredos ni juicios mercantiles, ni cuentos manipulados por una  deformación profesional que ya dura demasiados  siglos vendiendo la cabra desde las siete colinas. 

                   


Bienaventurados los hombres inquietos,

que nunca se venden a una situación. 

Bienaventurados los hombres sencillos,

ajenos al ruido de la ostentación. 

Bienaventurado es quien vive contra corriente,

y sale al paso a la gente si está la gente en error.

Bienaventurados los hombres sinceros,

contiene su vida conciencia y verdad. 

Bienaventurados los hombres cansados

de andar por la vida sin un ideal. 

Bienaventurados los hombres que pierden

dinero y honores por no claudicar. 

Bienaventurados los hombres que viven

buscando el sentido de su libertad.  Bienaventurado es aquel que admite opiniones

y juzga las situaciones sin prejuicio y sin pasión.

Bienaventurados los hombres sin brillo

en torno a su vida no hay expectación. 

Bienaventurados los hombres que callan

y solo en sus obras nos dan su opinión. 

          (Canción popular)

Y bienaventuradas las mujeres
capaces de hacer las mismas cosas
que dice esa canción,
y de educar hijas e hijos
con tan buena pasta bienaventurada,
capaces de cambiar siempre a mejor
y a más limpio, justo y humano
el trozo de mundo que se encuentran al nacer

              (cosecha propia)

 
       

 Para información más completa, dejo aquí este documento por si el Juez Garzón o alguien más desea datos concretos acerca del contraste entre evangelio y sucedáneos deformados más que contradictorios, disparatados y demenciales.


Política

IGLESIA Y GENOCIDIO

¿Quién es Francisco? La complicidad de Bergoglio con la dictadura*

Una breve descripción de la actuación de Jorge Bergoglio durante las últimas décadas, antes de ser bautizado Francisco.
Daniel Satur
@saturnetroc
Sábado 11 de julio de 2015 |
Hoy los grandes medios y la oposición patronal destacan eufóricos la semblanza de un Papa “humilde” que construyó su carrera eclesial “junto a los pobres”. Pero esa imagen no es más que una pantalla elaborada en los últimos años. Cuando en 2001 fue nombrado cardenal por Juan Pablo II, su carrera religiosa pegó un salto. Fue el momento en que transformó su propia imagen, combinando su “opción por los pobres” con el férreo dogma de la Iglesia. Al tiempo que condenaba la pobreza, la trata de personas y el trabajo esclavo, se oponía a la anulación de las leyes de impunidad y llamaba a la “reconciliación nacional” con los genocidas de la dictadura. Al tiempo que se mostraba “sensible” recorriendo villas y hablando con los pibes víctimas del paco, encabezaba su cruzada contra la Ley de Matrimonio Igualitario argumentando que era “una guerra de Dios” contra “una movida del diablo”, y censurando toda posibilidad de educación sexual en las escuelas y políticas de salud reproductiva.
Más allá de toda apariencia, Bergoglio encarna la esencia misma de la Iglesia Católica como institución reaccionaria al servicio de la opresión y la explotación.

Guardia de Hierro

Este jesuita “austero” y de “costumbres modestas”, que acaba de adoptar el nombre de Francisco I en honor al santo de los pobres, en realidad tiene un pasado siniestro.
En 1969, a los 33 años, se ordenó como sacerdote. Al poco tiempo empezó a militar en Guardia de Hierro, una organización de la derecha peronista. En 1973, al ser designado titular de la Compañía de Jesús (la congregación jesuita) Bergoglio dejó en manos de esa organización la dirección de la Universidad del Salvador. En 1976 esa casa de altos estudios nombraría “doctor honoris causa” nada menos que a Emilio Massera, por pedido del propio Bergoglio. Tan estrecha era la relación entre el marino genocida y el cura que éste ofició de enlace con Guardia de Hierro para que esa organización terminara siendo el aparato político de mandamás de la ESMA.

Partícipe necesario

Fue tal la relación de Bergoglio con el genocidio que él mismo entregó a miembros de su congregación a los militares. En mayo de 1976, luego de presionarlos hasta obligarlos a abandonar la Compañía de Jesús, Bergoglio dejó a merced de la dictadura a los curas Orlando Yorio y Francisco Jalics, quienes hacían asistencia en villas del Bajo Flores. Ambos terminaron secuestrados y torturados en la ESMA junto a cuatro catequistas y dos de sus esposos. Fueron los únicos sobrevivientes de aquel operativo, siendo liberados cinco meses más tarde en un bañado de Cañuelas. Una de las catequistas desaparecidas era Mónica Mignone, hija del fundador del CELS Emilio Mignone, quien en 1986 escribió el libro “Iglesia y dictadura” donde ejemplifica con el caso de Bergoglio “la siniestra complicidad” de la Iglesia con los militares.
Otro de los casos emblemáticos que involucran a Bergoglio y la dictadura es el de la desaparición de la joven embarazada Elena de la Cuadra en 1977. Su hermana Estela denunció en La Izquierda Diario el comprobado rol cómplice del actual Francisco en el caso, que tuvo como una de sus derivaciones trágicas la apropiación de la niña Ana Libertad, recuperada el año pasado por las Abuelas de Plaza de Mayo.

¿No mentirás?

A finales de 2010, en el juicio por la megacausa ESMA, Nora Cortiñas denunció que Bergoglio “entregó a sus propios sacerdotes”. En el marco de esas audiencias, como parte de las querellas los abogados del CeProDH Myriam Bregman y Luis Bonomi, junto a Enrique Fukman de Ex Detenidos Desaparecidos, presenciaron la declaración testimonial tomada a Bergoglio en la sede del Arzobispado porteño. Allí, sobre los casos de Yorio y Jalics, el Cardenal desmintió todas las acusaciones. Pero cuando Bregman le preguntó acerca del robo de bebés apropiados ilegalmente por la dictadura, Bergoglio se transfiguró y, con cara amenazante, dijo que de eso se había enterado hacía pocos años1. Una canallada desmentida por Estela de la Cuadra, quien en 1977 se entrevistó con él buscando el paradero de su nieta y le contó toda su historia.
Rodolfo Yorio, hermano de Orlando, sintetizó la actuación de Bergoglio en esos años: “Conozco gente a la que él ayudó (…) Maneja la ambigüedad con maestría. Si los mataban se los sacaba de encima, si se salvaban él los había salvado. Por eso hay gente que lo considera un santo y otros que le tienen terror.”

Autor intelectual

En su libro “El Jesuita”, publicado en 2010, Bergoglio se encargó de encubrir la colaboración de la Iglesia con el genocidio. “Al principio se sabía poco y nada”, escribe sobre la dictadura. Sin embargo el 10 de mayo del ’76, dos meses después del golpe, en la Asamblea Plenaria del Episcopado cada obispo informó sobre los secuestros y asesinatos ocurridos en las diócesis. El documento emitido, “País y Bien Común”, se mostró comprensivo con la Junta Militar afirmando que era un error pedirle actuar “con pureza química de tiempo de paz, mientras corre sangre cada día”.
El periodista Horacio Verbitsky denunció que Bergoglio alteró importantes documentos de la época. En la minuta sobre la reunión de la Junta Militar con la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal, el 15 de diciembre del ‘76, Bergoglio omitió que los obispos Primatesta, Aramburu y Zaspe dijeron que “de ninguna manera pretendemos plantear una posición de crítica a la acción de gobierno” dado que “un fracaso llevaría, con mucha probabilidad, al marxismo”, por lo cual “acompañamos al actual proceso de reorganización del país”.
Si la impunidad de gran parte de los responsables del genocidio no siguiera reinando en nuestro país, el prontuario de Bergoglio hubiera alcanzado para juzgarlo por su complicidad con los crímenes de la dictadura.
*La versión original de este artículo fue publicada en La Verdad Obrera del 14 de marzo de 2013

No hay comentarios: