domingo, 18 de noviembre de 2018

La jeta con toga es jeta doble.Vale por dos: 1) por el lado de la casta y 2) por el lado del morro puro y duro, en plan cemento armado y derecho escaqueado. El fallo quizás sea de la nomenclatura inicial, de que al 'demos' no se le ha permitido desde los cielos gerifálticos, solo lo ha intentado por su cuenta nada más que en el 15M, ejercer y expresarse en la Constitución adecuadamente a pesar de que en ella se le llame "soberano" -hasta la fecha, puro eufemismo rimbombante y nada que ver con la realidad- (a lo mejor se hizo por alusión a aquella marca de coñac, que España es muy de copas); seguramente un cambio de concepto en la Carta Magna dejaría las cosas más claras a las excelsas señorías y a nosotras, la chusma, soberana de pacotilla, si el derecho de pernada del "poder" se sustituyese cuanto antes por el deber ético y cívico del "servicio". Es decir, que la Consti cambiase la idea de los Tres Poderes por la de Tres Servicios Institucionales: El Servicio Legislativo, el Servicio Ejecutivo y el Servicio Judicial. Seguramente con un simple cambio semántico todos los señorías, presidentes, ministros, diputados, senadores y jueces no tendrían tal cacao en sus entendederas privilegiadas, no como las nuestras, tan gilimoñas y majaderas como para soportar sus bandazos, corrupciones y cacicadas impunes sin hacer una huelga general indefinida, hasta que se vayan para no volver y podamos organizar esta casa-estado de tríncame Roque en la que solo se nos permite vegetar con mordaza a la sombra de birretes, togas, tricornios, tramas, gürteles, coronnas y corinnas

La jeta de los jueces






Jueces y fiscales se unen en una huelga para reclamar medios e independencia
Imagen de archivo: Jueces y fiscales se unen en una huelga para reclamar medios e independencia EFE
“Señor, nada disgusta tanto a los caballos como el olor de sus propias tripas”
El vizconde demediado. Italo Calvino




Billy Elliot no sólo volaba sobre la música. Era también el producto de la huelga más larga que se ha mantenido jamás en la historia de Gran Bretaña. Su historia se desarrolla en ese fondo de mineros con orgullo de clase, con agallas y con afán de sacrificio para pelear por lo que creían. La huelga como instrumento de lucha y como exigencia de sacrificio. Así se hunden a veces las protestas. Hay que preguntarles a los funcionarios de Justicia gallegos. Casi cuatro meses a plomo con penurias económicas, que sólo ellos conocen, y encima para nada. La admiración y el orgullo de ser consecuentes.
El lunes, los jueces y los fiscales irán a la huelga. Eso sí, pretendían que no les costara un duro. Vamos, que pensaban parar y que se les pagara como si hubieran trabajado. Ya les dijeron que no, y eso debería haberles alegrado porque significaba reconocerles el derecho a la huelga. Siempre ha habido un debate sobre si podían hacerla como poder del Estado porque: ¿pueden hacer huelga los ministros que integran el primer poder?, ¿pueden hacer huelga los diputados que son el segundo? Bien, ahora ya está claro. Los jueces lo ven reconocido como altos funcionarios pero, claro, como todos los colectivos a cuenta de perder parte de su dinero. Esto no les gustaba nada, sobre todo a los jueces y fiscales conservadores, que todo hay que decirlo. Llegaron a proponer a quien les paga, el Ministerio de Justicia, que si se les descontaba la jornada de paro, se les pagara esa cantidad al día siguiente en concepto de horas extras para sacar el trabajo que se había dejado de hacer. ¿Cómo comerse esto? Así, con las patatas de la casta judicial supongo. Salvedad hecha de las asociaciones que siempre ha defendido que las condiciones del huelguista habían de ser las mismas de todo el mundo. Ellos no, ellos querían protestar y que se lo pagáramos todos. Redondo. Ellos lo llaman coacción por parte ministerial y le dan lecciones al Ministerio en un comunicado sobre huelgas en el que le reprochan modos “que recuerdan épocas ya superadas de nuestro país”. Vamos que ahora acusan de franquista al ejecutivo socialista. Como para mear y no echar gota que diría el labriego.
Los jueces y los fiscales le hacen la huelga a Dolores Delgado. Digo bien que se la hacen a ella. Cuatro meses después de llegar a la poltrona han decidido que no tienen más paciencia. Cierto es que a Catalá tardaron unos años en convocársela y fue tras una escalada de protestas y paros parciales que desembocaron en la huelga final. Ahora no ha habido misericordia. No hay peor astilla que la de la misma madera. Qué se habrá creído ésta que, a fin de cuentas, es como cualquiera de nosotros. Qué osadía no poner nuestras reivindicaciones económicas, los 7 millones que Catalá les prometió sin tener de dónde sacar, por encima de cualquier otra cosa. Una virulencia inusitada, una falta de paciencia evidente, una sesgo difícil de soslayar. Pero, oiga, ellos no hacen política.
No digo yo, ojo, que no lleven razón en bastantes de sus reivindicaciones. Lo que dudo es que le puedan exigir a Delgado que lo solucione todo en cuatro meses -aunque los reproches empezaron el primer mes, por no haberles recibido los primeros- cuando al PP le aguantaron un Gallardón y un Catalá que les chulearon descaradamente. Sin embargo, en estos escasos meses que lleva este ministerio, se han producido algunos avances significativos en algunas de las reivindicaciones históricas. Por ejemplo, se ha reunido ya la Mesa de Retribuciones, o sea, la de la pasta por primera vez en la historia, oiga. Tampoco eso ha valido. El hecho de que Catalá prometiera para aumentar sus sueldos en la anterior huelga una partida que legalmente no se puede utilizar no les ha bastado. Con prisa y sin pausa. Así son las exigencias con el nuevo gobierno.
Tampoco parece que entiendan el sistema legislativo, los señores que son llamados a hacerlo respetar. Saben que se está trabajando en la derogación del artículo 324 -el que reformó el PP para restringir el tiempo de instrucción y ver cuántos sumarios por corrupción se podían quitar - pero deberían saber también que el Congreso y el legislar tiene sus formas y que, de hecho, son el PP y Ciudadanos los que mantienen paralizada la derogación, ya que han presentado 54 ampliaciones de plazo de enmiendas. Sin embargo, la reivindicación se le cuelgan a quien se le cuelgan. Casado se comprometió con ellos a derogarlo pero ahora Sánchez es el malo. Del resto de reivindicaciones, muchas dependen de una conjunción parlamentaria que depende de pactos. Obvio que, en cuatro meses, había que haberlos conseguido todos. Es ironía, claro. Pero las asociaciones judiciales y fiscales han perdido la paciencia. Justo ahora.
A todo esto han añadido la reivindicación y la queja por el “reparto de cromos” del CGPJ que consideran inaceptable. Yo les doy la razón. No obstante es la ley vigente. Supongo que pretendían o que se cambiara el sistema en cuatro meses, la fe en la efectividad de los socialistas con 84 escaños es proverbial, o que se mantuviera al podrido Consejo de Lesmes, tras el escándalo hipotecas, un par de años por ver de legislar otra cosa. Yo estoy de acuerdo en que el sistema hay que cambiarlo para acabar con la interferencia del poder político. Otra cosa es que yo, visto lo visto, incluido el nepotismo y el amiguismo que han reinado en los últimos años, he cambiado de opinión respecto a que los jueces se puedan elegir a sí mismos para guisárselo y cocérselo entre ellos. Lo mismo han dicho, por cierto, todos los que han comparecido estos días en el Congreso para ser vocales. De todos modos entiendo y acepto la reivindicación que plantean las asociaciones de volver al sistema anterior a 1985, aunque no pueda ya compartirlo. Lo que me parte el eje es que hagan de esto una bandera y un rasgarse las vestiduras las mismas asociaciones que ha participado en este proceso, han presentado candidatos y se han llevado unos cuantos. Sólo una se ha mantenido al margen.
Todo esto dicho a sabiendas de que me va a caer la del pulpo. Algo que se moverá entre mi participación en una supuesta conspiración para desprestigiar al Poder Judicial o mi adhesión al actual gobierno. Sólo que yo no engaño y los masajes no me van. Es obvio que prefiero este gobierno al anterior pero ya he demostrado que si tengo que arrearles no me tiembla el pulso. A fin de cuentas a mi nadie me tiene que nombrar para nada. ¡Ahhh! Y no voy a dejar de decirles que la única vez que me han buscado para un trabajo, me han hecho una oferta y han incumplido su palabra lo hicieron los jueces no las empresas periodísticas. Cosas de la vida.
Yo soy de huelga. He pasado meses de mi vida junto a algunos de los huelguistas más disciplinados, organizados y valientes de este país -los pescadores o los transportistas- pero también creo que la lucha merece valentía para soportar el esfuerzo. Las huelgas de casta, las huelgas demediadas, me suenan un poco a burla de aquellos que sí son capaces de sacrificarse por lo que creen justo. Cosas mías.

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