jueves, 15 de noviembre de 2018

Consultar la síntesis de los Consejos para Sanarse del Doctor Hamer. No tienen desperdicio



El caso de este médico perseguido por la "medicina que lo sabe todo y nunca se equivoca ni nunca mata a nadie" es un ejemplo  paradigmático de la cerrazón y del dogmatismo, que obligó a un médico e investigador honesto y brillantísimo profesor universitario, tan extraordinario  como Hamer a no poder ejercer su trabajo, a ir a la cárcel y a morir en el exilio en Noruega, a los 82 años, en el siglo XXI, el año 2017. 
Los pacientes curados por sus tratamientos que eran numerosísimos, escribieron a las autoridades medicas alemanas, enviando sus testimonios e historias clínicas, para que se reconsiderase el trato injustísimo perpetrado contra el doctor que les había ayudado a curar enfermedades degenerativas terribles y mortales como el cáncer, pero  no se tuvo en cuenta sus testimonios y evidencias. 
Tal vez la causa de este tipo de atropellos vergonzosos sea el miedo irracional a una revolución en el concepto clínico implantado por un sistema sanitario de tantos años y tantas ideas fijas y acríticas que nunca se revisan en profundidad y que se dan ya como verdades intocables, y que son en tantas ocasiones evidentes, por su forma de aplicación, una verdadera negación boicoteadora del espíritu científico de la verdadera Medicina capaz de evolucionar con la especie humana, y todo ello unido al miedo a perder el impresionante negocio de la enfermedad tal y como está planteado en empresas millonarias como las farmacéuticas  e incluso en  la enseñanza de la Medicina a base de masteres de dudosa calidad, sin fuste  ni rigor como, por ejemplo, en el caso de Carmen Montón, la ministra de Sanidad destituida precisamente por esa cuestión. 

El caso es que hay un gravísimo desajuste ético y funcional en el fondo del problema, que va desde la arrogancia y la soberbia de una "casta" que se beneficia de la enfermedad y la fármaco-dependencia, a un miedo inexplicable en seres adultos e instruidos, dominados por  un anómalo instinto de conservación de apegos y lastres e incapaces de evolucionar al ritmo de su especie y de las necesidades biológicas, ecológicas y sociales que los tiempos y la situaciones concretas cada vez más urgentes y perentorias a nivel planetario nos van poniendo por delante. 

Es seguro que el tiempo y la vida, darán la razón al Doctor Hamer, como en su día se la dieron a Jesús de Nazaret, a Servet, a Galileo, a Marx o a Luther King y ahora se la están dando a Tesla. A buenas horas mangas verdes.
Es muy triste que los gerifaltes de las oligocracias rectoras del poder mundial, en todos los tiempos, sean tan sumamente estúpidos como egocéntricos y ridículos. Y son el eterno tapón que impide a la Humanidad compartir limpiamente lo que la haría cada vez mejor, más inteligente y más sana, más libre justa y hermosa.

Tal vez el motivo de esa actitud bloqueante sea que esos fantoches adictos al poder y al poseer, aun no son capaces de comprender que la salud, la sabiduría, la generosidad, el altruismo, el bienestar, el bien común, la belleza  y la felicidad son antropológicamente  mucho más rentables en grandeza, equilibrio y expansión universal que crear conflictos, dolores  y problemas constantes para hacer negocio especulando y mareando la perdiz con soluciones chapuceras que jamás arreglan nada definitivamente, aunque llenan los bolsillos de una riqueza con fecha de caducidad o bien por ella misma o porque la muerte acaba por despojar hasta al más rico incluso de su propio cuerpo. Si esa verdad se comprendiese y se enseñase en la escuela y en casa, adiós al hábito de la infelicidad, de la soberbia, de la envidia, de la vanidad, de las adicciones, de los malos tratos, de la rivalidad y del sufrimiento que tantos dineros producen mientras tienen al ser humano atado a la manipulación de su mente y su alma, para que nunca de$arrolle $u conciencia, padeciendo un $uplicio infinito como el de Tántalo.

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