sábado, 3 de diciembre de 2016

El Roto



 
Me pregunto qué hacen personas como El Roto trabajando para Cebrián y su sistema y qué cosas harían trabajando fuera de él. No me gustan las respuestas que encuentro porque son juicios tristes, sensato-casposos, convencionales y resignados a "este" gotero sin fuste, que tan poco nos gusta, seguramente, igual que a El Roto. Al parecer, estamos tan deteriorados que apenas tiene algo que ver lo que decimos o pensamos nos gusta y lo que creemos justo, con lo que hacemos, aceptamos, votamos y mantenemos por mera comodidad, disfrazada, según el momento, de sentido común, de respeto institucional o de tolerancia ad hoc.
Además del miedo a casi todo, parece que lo único en lo que somos impecables es en la manoseada y estúpida virtud de la incoherencia que ya es carta de naturaleza social en las Españas. ¿Cómo se explica si no, por citar un caso, el fenómeno Hernando, versión pp o psoe o el fenómeno ppost-mortem de Rita Barberá o el susanismo partenogenésico de un psoe que es republicano de corazón y monárquico de sillones y puertas giratorias, elementos de abre y cierra cual losa movible en la Cueva de Alí Babá, en plan ábrete SésamoGasnatural, o lo que se vaya terciando, que de algo hay que vivir cuando uno se empotra como un armario de obra en la pared de las instituciones durante un cuarto de siglo por ejemplo...que luego, a ver adonde va con una vida a las espaldas llena de sacrificios y privaciones, aguantando la discriminación bochornosa de tener un coche oficial y unos seguratas en la puerta de casa y la vergüenza discriminadora de trabajar lo que se quiera y cobrar un pastón durante legislaturas y legislaturas a gastos pagados, que ya con el desgaste, uno no se acuerda de si alguna vez tuvo, o no, otra profesión que no fuese la de armario empotrado en la política?


Alcorcón ha salido a la calle esta mañana para que el alcalde no siga beneficiando a la Educatio Servanda que se lleva crudo el pastón misógino. Ya se sabe quién lo ideó, quién lo financia y quién lo ejecuta. Sólo queda que la prensa libre(¡!) y democrática((¿?) de toda la vida, con conciencia y autonomía lo denuncie sin remilgos ni excusas. 
Lo que tiene enfurecerse en general y en abstracto por lo que no depende de nosotros es que se pierde la ocasión y la energía para decir basta en la práctica concreta, personal, del codo con codo y comprometerse en cambiar lo que sí depende de nuestra actitud puntual y próxima. Por eso es tan frecuente despotricar en el bar sobre "lo mal que está todo en este mundo de mierda", comentar lo claro que lo tienen  El Roto o Forges  o los brillantes y siempre ponderados columnistas y luego votar al pp-psoe,para que, Virgencita, Virgencita, nos quedemos como estamos, que ppodría ser ppeor todavía. Y de paso, leyendo El País y escuchando la SER o viendo la Cuatro o la Sexta, que al fin y al cabo, son muy profesionales y llevan mucho tiempo en esto de la fabricación del consentimiento, poniendo velas a dios y al diablo, según mande la casa y les convenga a la Trilateral, al Club de Roma, a la Escuela de Chicago, al Bilderberg y a Wall Street.


La clave está en que la ciudadanía se despierte, investigue organizada en observatorios sociales, municipales y barriales, vea lo que hay y no pierda más tiempo mareando la perdiz mientras una red de problemas prefabricados por la ambición de ppoder y ppasta de unos y mirados con frivolidad, rutina e indiferencia por muchísimos más, acaben con todos y todas. 
En la ciudadanía de a pie hay un porcentaje altísimo de trabajadoras cualificados en la universidad y en escuelas técnicas universitarias, con conocimiento de idiomas, tecnología bien orientada y conciencia despierta; que en el desempleo han aprendido a abrir caminos inteligentes y alternativos; la fabricación del consentimiento mediático no lo ve o no se entera o no quiere enterarse y habla desde su púlpito en la estratosfera, diciendo a los cuatro vientos conchabados lo que es políticamente correcto y lo que no, olvidando que son los protagonistas con recursos cognitivos en un porcentaje considerable y sufridores reales de los problemas, quienes saben mucho mejor que los cuenta-cuentos, qué les pasa, por qué les pasa y qué necesitan para hacer los cambios necesarios, sin que una religión ideológica del sistema les aleccione y les manipule las intenciones, constantemente, desde sus plataformas mediáticas.



En una sociedad más justa, responsable e igualitaria, los medios a medias no deberían tener público que los lea ni los escuche. No hay tiempo que perder en juegos de ingenio, cháchara cantamañanas y retórica de alcanfor porque la vida fluye y mejora mucho más creando ideas con la participación y el compromiso, que elucubrando con las ideas de otros, hablando de problemas que son su medio de vida. 
¿Qué harían, de qué vivirían los laboratorios farmacéuticos, por ejemplo, si no hubiese enfermedades, de qué vivirían los abogados sin conflictos y los grandes trust de la prensa sin problemas constantes que contar? Qué pocas veces se cuentan las cosas buenas y gratuitas, qué poco las investigan y qué poco estimulan la sensibilidad de los lectores hacia la libertad de criterio, de análisis, de encontrar salidas concretas mucho más allá de fobias y de filias. Todo lo que cuentan, casi siempre, son desgracias, amenazas, odios, chismes, cotilleos, miserias, maldades, horrores...A lo que estimula las mejores cualidades, ni caso.De las buenas noticias que reconfortan, si acaso se hace mención con  la venia del capo, y se les deja un rinconcito casi invisible en la página de los pasatiempos. O a veces hasta se dedica un programa monográfico, como la Sexta el año pasado hizo un verdadero escarnio con el 15M en el aniversario, hablando en tertulia con los  "caudillos" y mirando desde lo alto de una tarima a la asamblea, sin que los asambleístas tuviesen nada interesante que aportar. Ésa es la prensa maravillosa de que disponemos en plan superstar's news fashion.


La prensa sana, no solo tiene que contar la verdad y denunciar las mentiras, debe, al mismo tiempo, sin ser estómago agradecido y bullanguero del propio sistema genocida, ayudar al y fomentar el desarrollo de las mejores vías conocidas e investigando  limpiamente y sin intereses turbios de por medio, para hacer que el cambio inevitable y cada vez más vertiginoso que estamos afrontando sea lo menos traumático y miserable posible. Esa prensa, poca de momento, sí tiene futuro. Es más, el futuro, en gran medida, depende de ella, como en las tinieblas de un túnel, tras un terremoto demoledor, la luz depende de la buena calidad de las linternas y no de las lámparas mamotréticas y recargadísimas que ya no disponen ni de un techo seguro para colgarse,ni de bombillas de recambio ni de energía para encenderse. 
           
            Resultado de imagen de imágenes de  linternas encendidas

Es, precisamente, el paisaje social y geopolítico en el que estamos viviendo. El Roto lo ha dibujado a la perfección en su viñeta de hoy, que he pillado en Twitter. Y me asombra el cinismo o/y la inconsciencia de El País y de sus editores. O no se enteran o les da igual. No sé que actitud de ambas es peor.

Hace 6 horas
A punto de comenzar la manifestación


El pueblo de acude a la llamada para pedir tu dimisión y parece que somos más de cuatro hienas ;)


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