viernes, 16 de diciembre de 2016

La densidad del nombre


¿Es posible que el nombre de un lugar llegue a condicionar la esencia de un pueblo? Me lo estoy planteando muy seriamente estos días con el episodio esperpéntico que, como un relato digno de El Otoño del Patriarca,  de García Márquez, pero en la Europa del siglo XXI, nos está dejando a cuadros.

Ya tiene lo suyo llamarse callosa y segura en el mismo lote. Aunque dicen que "callosa" podría derivar del griego kallós que significa bello o bonito...también hay bellezas raras y aplicaciones eufemísticas del lenguaje para realidades peculiares en plan oxímoron. Con ese nombrecito es como para esperarse lo peor, siendo, además, ehpañoleh, una etnia psicoemocional que se toma todo al pie de la letra y que de una metáfora hace carne y hueso con un mote a pie de obra para cada miembro de la comunidad circundante. Porque callosidad tienen y de lo más seguro, también.Una particular identidad callosa y rancia segurísima de que la cruz y el fascio caminan de la mano en ese rincón ya más murciano que alicantino. Y como siempre, la iglesia católica de fondo y camuflada de lagarterana bajo palio que es lo suyo, dejando sembrada desde hace centurias su semilla tóxica que divide el mundo entre los malos que no le pertenecen y los buenos que son sus lacayos mantenedores.
Tiene su lógica que un pueblo entre dos tierras que no tiene clara su pertenencia geopolítica, que por obligación soporta la lengua y las costumbres de València, siendo ya murciana en cuerpo, alma y geografía, y que se columpia entre dos comunidades autónomas culturalmente en las antípodas, que pese a ser limítrofes, no son demasiado afines en mentalidad ni en evolución ni en costumbres, tenga su alma perdida por los secarrales del ninguneo territorial y se aferre a lo que tiene asumido como propio y con lo que se identifica de verdad: la cruz de los caídos, en la puerta de la iglesia. Seguramente, junto a las dinastías de caciques y al desfile de párrocos, es el vínculo mejor conservado que les sostiene enteros, con el brazo en alto, rosario en ristre e impasible del ademán. 

Es patético y tragicómico a un tiempo, ver a los vecinos de ese  rincón del mapa reivindicando la cruz de unos caídos y padeciendo de amnesia absoluta para los otros caídos que después de ochenta años no tienen ni tumba reconocida porque sus restos andan desperdigados por las cunetas del franquismo, a causa de la misma crueldad insensata y estúpida que marginó y maltrató socialmente a sus familias durante los cuarenta años de dictadura, una crueldad capaz de organizar genocidios por miedo, odio, rencores, suspicacias, ideas opuestas, calumnias, envidias e incomprensión absoluta de todo y de todos, un lote de miserias ya convertido, al parecer, en sistema de vida hereditario. Nos hacen sentir la vergüenza y el asombro que ellos, al parecer, no conocen. Y también preguntarnos qué pasa en ese pueblo y en este país para que haya tal ruptura entre los ciudadanos y un ayuntamiento democrático, porque no tiene sentido que esa panda de acémilas haya votado a un alcalde como el que hemos visto y escuchado, un demócrata empeñado en que el pueblo acepte la legalidad de la Memoria Histórica y que salga de su bucle rupestre, solo ante el peligro, tratando de conciliar las barbaridades con la convivencia vecinal.
He consultado la composición del Ayuntamiento de ese pueblo que presenta las mismas características que el resto de España: por votos de candidatura ganó el pp, como es natural en un lugar de tales connotaciones fascio-devotas, pero por la suma del resto de votos variados, ganó la pluralidad de izquierdas progresistas y el alcalde es del PSPV. Así que nos encontramos como en todo el Estado: una mayoría plural dividida en opciones y una minoría mayoritaria concentrada en una sola candidatura insuficiente para gobernar, porque no se lo permiten los votos de la pluralidad crítica  asociada por afinidades sectoriales e ideológicas; una situación que al pp lo saca de quicio y al resto le obliga a entenderse y a valorar el bien común por encima de los sillones, un curro democrático que exige equilibrios infinitos, hilar finísimo y desde una gran generosidad y un espíritu conciliador y firme de servicio mucho más que un cómodo ordeno y mando a lo cacique como ha ido sucediendo en Callosa, desde hace años con el mismo alcalde del pp; pero  es lo que hay.

Me pregunto si la iglesia y el Estado, ante este esperpéntico y vergonzante espectáculo, se estarán planteando sus responsabilidades pedagógicas al respecto. La terrible "normalidad" conseguida a base de mentir y exagerar, de maquillar la necesidad de un cambio con obras y monumentos pagadas al triple o cuádruple de su valor sacando el 3% para el partido, y de paso llenando los bolsillos de políticos y empresarios, mientras esquilman y se endeudan las arcas públicas, y presentarlo como empeño de mejoras para el pueblo, acompañado del afán descalificador de todo lo que no viene del poder añejo y de las jerarquías político-religiosas que nos educaron para confundir la política con la religión, lo privado con lo público, la historia real con las leyendas y consejas manipuladas por los mismos que solo consideraron y siguen considerando a la ciudadanía como moneda de cambio para conseguir el poder y las prebendas, como son los beneficios del Concordato con el Vaticano, la exención de impuestos, el sostenimiento de la enseñanza "concertada" para dinamitar la conciencia cívica y ética de las comunidades sociales. 

Si la iglesia católica fuese cristiana de verdad y no de paripé, sería honesta en la revisión de la historia, y la primera en descubrir y explicar a sus fieles lo impropio de esa politización y apropiación indebida de la cruz por parte de un dictador y sus herederos, que resulta una ofensa mucho más que un homenaje. Las devociones privadas no es lícito ni ético ni legítimo que sean impuestas como una obligación para quienes no son adeptos a ellas. Evidentemente católico no es sinónimo de cristiano, sino más bien, antónimo. Todo lo que rompe y no respeta, y enfrenta con dogmatismo manipulado y provoca guerras, muertes violentas, condenas a muerte en nombre de "dios" y se defiende como si fuese sagrado a base de ofender fanáticamente hasta no respetar la ley que ordena el reconocimiento de los asesinados también "en el nombre de dios" y la exaltación de los suyos, no es el bien común que transmite el Evangelio, sino su negación. 

A partir del siglo IV la iglesia católica ha tenido dos posturas: primero la imperial y todopoderosa descarada, con sus ejércitos y sus guerras propias para combatir  a los países que no la aceptaban como jefa suprema o a las distintas religiones que no creían ni obedecían sus mandatos. Y luego, perdido el poder territorial y militar, cambió el método de la ya insostenible política belicista, pero se ha hecho el ama en plan Tartufo de Molière, uniéndose sibilinamente, nadando y guardando la ropa, a todas las tiranías militaristas que se declaran fieles seguidoras -y pródigas económicamente-, de sus devociones y ritos. Sin importarle un pimiento que esas dictaduras tan bondadosas con ella, estén machacando los derechos humanos, la dignidad y la vida de la ciudadanía, nada importa si ella, la iglesia, hace lo que le da la gana, saca tajada y manda por encima de los estados que la mantienen con los impuestos ciudadanos que deberían emplearse en sostener los derechos y necesidades de los contribuyentes, en especial en tiempos difíciles e injustísimos como los actuales y no en pagar las facturas y los viajes vaticanos. La iglesia calla y canoniza a las víctimas de sus afines ideológicos mientras ignora sin compasión alguna a las víctimas causadas por sus partidarios, víctimas que también eran hijos da la misma familia humana, muchos de ellos, creyentes o no, buenas personas; sin ir más lejos, ayer estuve en la presentación de un documental sobre la vida y muerte del Doctor y Rector de la Universidad de Valencia, Don Juan Peset Aleixandre. No creo que ni siquiera un papa colocado en la misma tesitura de ser asesinado  a sangre fría y por los intereses más turbios, por haber servido a la ciudadanía y salvado un montón de vidas de todas las ideologías en plena guerra civil, hubiese mostrado más temple y una humanidad más cristiana, hasta perdonar a sus verdugos por escrito y recomendar a sus familiares el perdón y no odiarles a causa de tamaños dolor e injusticia. La iglesia española, la valenciana, en concreto, no movió un dedo ni tuvo el menor gesto de clemencia ni mediación para salvar los miles de vidas que fueron arrasadas por el mismo tirano al que recibían bajo palio en las iglesias y catedrales. Al que, no sólo haciendo la vista gorda, sino totalmente de acuerdo con él, le  acompañaban en todos los festejos y crueles astracanadas del régimen. Iban del brazo, la iglesia y el tirano, por todas partes. Como Wojtila con Pinochet o el papa actual con Videla. Así lo vi diariamente, durante toda mi infancia, adolescencia y juventud, hasta la muerte del dictador (cuando murió yo acababa de cumplir los 28). Y así siguen, que es lo más triste. 

Llevan 1700 años confundiendo a los seres humanos, reduciéndolos a la inmadurez espiritual, a la ignorancia y al borreguismo, acusando de hostilidad a los políticos y servidores públicos que trabajan por la laicidad estatal y social, por la igualdad, la justicia, la libertad y la fraternidad, por los valores democráticos y por el bien común. Son incapaces de comportarse institucionalmente con la humildad, la pobreza, la verdad, la sencillez ,la solidaridad, la generosidad y el respeto que predican y les exigen a los demás. Sólo hay que ver cómo actúa el gobierno del pp y cómo la iglesia calla ante sus indecencias y corrupciones, porque no puede morder la mano que la mantiene forrada a tutiplén, exenta de impuestos e inmatriculando patrimonio a saco. Su mensaje es falso. Y el daño que nos hace y nos lleva haciendo durante toda nuestra triste y miserable historia es más que evidente ante aberraciones como la de Callosa de Segura: un pueblo tan analfabeto estructural como felpudo del Vaticano y del fascismo populista. Es la caricatura de una España miserable que nunca levantará cabeza si continúa de brazos cruzados y sigue siendo un guiñol en manos de los titiriteros del engaño, en las que hasta los alcaldes "del cambio" no son capaces de despertar del sopor que produce el opio del pueblo y van como un rebaño sumiso cuando el pastor silba y los convoca desde el matadero de las conciencias. 

Tal vez estemos así porque cuando en Alemania se alzaba la Reforma evangélica y se traducía la biblia al lenguaje del pueblo para que la pudiese leer libremente cualquier persona y los teólogos explicaban en la universidad la necesidad de una conciencia y un pensamiento libre y se ponía la imprenta recién inventada a disposición de la libertad y la educación espiritual del pueblo, aquí triunfaba la censura y la Inquisición, El Lazarillo de Tormes, Monipodio y su patio, el Buscón Don Pablos o Guzmán de Alfarache, la avaricia de las conquistas del mundo, el expolio de las nuevas tierras y los egos coronados de unos reyes psicópatas que jamás se han preocupado por algo más que por sus manejos particulares, convencidos de que España y su imperio eran su cortijo y de que para conservarlo era imprescindible la unidad bajo su mando, aunque esa unidad costase guerras, persecuciones, torturas y destierros forzosos. Visto lo visto, parece que estamos igual. Pero con Smartphone y con Ipad. Y es horrible.

Ojalá Callosa de Segura ablande sus callosidades intelectivas y ponga un poco de pensamiento crítico y civilizado en su seguro dogmatismo inoculado por la pereza cultural y el adocenamiento cognitivo característico de una España impresentable. Ojalá dentro de unos días se repiensen la que están liando sin más motivo que seguir aferrados a la momia de un dictador, a la sombra de una cruz a cuestas  usada como cepo, envuelta en los vapores de cera e incienso enrarecidos por la falta de amor, de perdón, de civismo, de valores humanos y de ética.
Ojalá.


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