martes, 27 de diciembre de 2016

¿Es la "ilusión por el cambio" otro muerto ilustre de este 2016?







McCartney, sobre David Bowie: "Su estrella brillará en el cielo por siempre"
EFE
 Vaya añito, madre mía, la sección de necrológicas no ha dado abasto. En la cena navideña repasábamos la lista de cadáveres que deja 2016: Bowie, Cohen, Gene Wilder, Castro, Darío Fo, Rita, Prince, la ilusión por el cambio, George Michael, Cruyff… Un momento, ¿has dicho “ilusión por el cambio”? ¿Cómo, que también se nos ha muerto en este año luctuoso?
No sé si muerta, pero maltrecha y debilucha sí que se la ve. Incluso olvidada, que ya pocos hablan de ella. Recuerden hace un año por estas fechas: diciembre de 2015. Despedíamos el que algunos bautizaron como “año del cambio”. Acabábamos de cerrar las urnas “del cambio”, con el bipartidismo bajo mínimos y la nueva política “del cambio” asaltando si no el cielo sí al menos los pisos nobles, ayuntamientos gobernados por fuerzas “del cambio”, y por delante un 2016 en el que todo era posible, lo mismo un gobierno “del cambio” que repetir las elecciones para sumar más fuerzas “del cambio”.
Ya digo, hace solo un año. Todo iba a cambiar a poco que empujásemos: el reparto de poder, la forma de hacer política, las prioridades sociales, la organización territorial, la participación ciudadana y la Constitución, que necesitaba una reforma y había que coger sitio en la mesa de negociación. Hasta el miedo (y la sonrisa) iban a cambiar de bando.
Yo reconozco que siempre fui un pelín incrédulo con ese tipo de ilusión, pero vivía rodeado de gente que de verdad creía que estábamos ante una oportunidad histórica, que las cosas iban a cambiar porque de hecho nosotros los de entonces ya no éramos los mismos, habíamos cambiado, y solo se trataba de, como decían en la Transición, “hacer normal en las instituciones lo que ya era normal en la calle”. No eran ingenuos: se lo creían y trabajaban por ello.
Y bueno, aquí estamos a la vuelta de un año de esos para olvidar, abundante en malas noticias, sustos y pérdidas. ¿Qué queda de aquella ilusión por el cambio? ¿Hola? ¿Hay alguien ahí?
Entre unos y otros han chafado no ya la ilusión: las meras ganas de cambio. El tempo político rajoyizado, el desgaste para formar gobierno, la agotadora repetición electoral, el sorpasso frustrado, la autodestrucción del PSOE, la recomposición del orden político, la gran coalición como quien no quiere la cosa, los de Podemos a pedradas, los que apostaron por las instituciones y ahora nos dicen que las instituciones no sirven para cambiar nada, movimientos sociales descabezados por las necesidades de la nueva política, ayuntamientos chocando con límites propios y ajenos, la corrupción que no cesa pero ya no escandaliza, la lentitud judicial, el proceso catalán estancado, la precariedad y la miseria que siguen apretando, y sí, el cansancio, que andamos todos reventados después de tres años insoportablemente intensos…
Los motivos para el cambio siguen donde estaban, intactos. Y a poco que se nos pase la resaca de un 2016 difícil, seguramente las ganas seguirán ahí. Si miramos este año con otros ojos, veremos que no todo es decepción, cansancio y muerte, que también ha habido buenas noticias. Gente que ha peleado y ha ganado, o por lo menos no ha perdido. Quienes siguen parando desahucios (porque sí, sigue habiendo desahucios). Quienes se organizan y resisten juntas, como las Kellys. Las mujeres y hombres de Coca-Cola que siguen sin ser domados, doblados ni domesticados. Nuevos espacios sociales, vecinales, culturales, pequeños pero con mucho esfuerzo colectivo detrás. Y otros que todavía no vemos, pero que están ahí.
Venga, a por 2017. 

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Querido Isaac Rosa, ante todo,  permite que me salte los miedos, los yuyus y malos rollos mediatizados con que el sistema se empeña en sacudirnos y en machacarnos todo lo que puede, y que con un gran abrazo de alegría y esperanza -no de ilusiones y cuentos celtíberos- te agradezca lo que escribes, te felicite por ello y me felicite por poderlo leer con el deseo de que 2017, o sea el tiempo de que vamos disponiendo, se empape de esa bondad inteligente que es la sal de la vida y que sobre todo está mucho más en cómo gestionamos lo que nos llega que en eso mismo que llega.


Las muertes de los famosos y maravillosos no son más trágicas que la muerte cotidiana  de cualquier ser humano anónimo, que generalmente muere después de una vida mucho menos cómoda, regalada y boyante que la de los prebostes del glamour. Incluso hasta bajo las bombas, los bloqueos, la maldición del éxodo forzado o la tiranía de unos recortes desalmados y criminales. 

Es completamente normal que el tiempo y el desgaste de una generación se lleve por delante a los miembros y colegas contemporáneos. Todos, antes o después, la acaban diñando. De eso no se escapa nadie. Jorge Manrique ya tomó nota hace unos cuantos siglos cuando petó su padre que le parecía tan inmortal como a los niños el primo de zumosol. Otra cosa es la pompa y circunstancia con que los medios se prodigan en descorazonar a la peña con sus propias murrias hipocondríaco-melancólicas. Lo que tiene la comunicación es que no sólo se comunican las noticias sino también los estados anímicos de los comunicadores, que impregnan, como es natural, el contexto del mensaje. O sea, que cuando se escribe o se cuenta algo, también se contagia el estado anímico, la tendencia y los puntos de vista del emisor, en los mismos titulares, en el énfasis, en el tono de voz o en el tipo de adjetivos que usamos. Así que esto se nos ha ido de las manos y se ha convertido en un Juan Palomo generalizado que interpreta la realidad mientras se la guisa y se la come sin análisis ni cordón sanitario ni ná. Y todas y todos participamos del banquete sin hacerle ascos ni ponerlo en tela de juicio, ains! Platón fue un adelantado y ya lo puso en práctica con sus diálogos. 

Has tocado en este artículo a una de mis bestias negras: la ilusión. Si la peña tuviese un poco de curiosidad en averiguar el significado de las palabras que usa cuando habla o piensa, jamás de los jamases le dedicaría a la ilusión tanto espacio en sus pensamientos y en sus deseos. Ilusión viene de illudere, engañar bromeando. Tomar el pelo. Burlarse. No digo más. Al buen entendedor le sobra la cháchara.

Y ahora te cuento lo que también ha significado para muchos y muchas este 2016 que se nos va en cuatro días, como los ilustres fiambres V.I.P.S., pero, obviamente, sin su glamour,  más bien por la puerta falsa de este tiempo entre apreturas. Tan desgastado calendario, bajo la tapadera de la conmoción constante, nos ha proporcionado el regalo de una catarsis estupenda, de una limpieza general imprescindible en el nivel de la conciencia colectiva. Ha sido el año en que se ha despertado del todo y puesto en marcha la nueva ciudadanía, harta de esperar lo que nunca llegará si ella no lo hace. Lo ha ido comprobando, precisamente, en los ayuntamientos, diputaciones y comunidades del cambio, en los resultados de sus plataformas e iniciativas, en ese conseguir cotidiano que sean posibles la justicia y los derechos mientras decaen el mendigar y la limosna. Se ha conseguido que ya no haya nadie pidiendo de rodillas en la puerta del Corte Inglés, como sucedía desde hace años en Navidad, porque hay espacios para compartir en los barrios y los nuevos ayuntamientos formados por la ciudadanía han impedido desahucios y miseria y los vecinos que están mejor apoyan a y se ocupan de los vecinos más precarios, que han recuperado su dignidad y se sienten acogidos por una familia social que los quiere y a la que les importan muchísimo, por eso pueden ir trabajando en servicios, en arreglos y trabajos puntuales por trueque, que les compensan la miseria del desempleo y del desamparo. Es una verdadera licenciatura en decrecimiento feliz y anticonsumista. En liberación y en justicia distributiva, en la que un refugiado del barrio es capaz de compartir con unos vecinos el regalo de Navidad que ha recibido en el centro de acogida al mismo tiempo que cenan o comen juntos lo que les llega de parte de todos y ellos recompensan con una alegría y una disposición magnífica, ayudando con lo que saben hacer y con su voluntad de cooperar y con su tiempo, mientras se diseñan en común estrategias para montar otra reivindicación y más reclamaciones y denuncias. En fin, que desde la base social, este año ha sido uno de los mejores desde el terrible 2011. 

Mientras todo esto va discurriendo a trompicones por un tiempo político en las últimas boqueadas, a veces, entre el ajetreo de la mudanza, el chirriar de los viejos muebles que se desmontan, de las camas que son chatarra, del amarillo de las fotos arrugadas y entre las alfombras mohosas y polvorientas del deprimido paisaje ideológico en pleno cambio, se escucha por el aire a Dario Fo leyendo en voz alta un fragmento de Francesco, il gioglare di Dio, a Fidel Castro gastando bromas al Ché,a Rita pidendo perdón a los valencianos por haber estado tan ciega creyendo que todo era La vie en rose y a Leonard Cohen tarareando el Hallelujah. Y entonces, no se sabe cómo ni por qué, la muerte y las desgracias dejan de ser un misterio y una hecatombe. Ellas son los despertadores de la conciencia, las secretarias de la vida, las que le organizan la agenda. Sólo eso.
Y desde luego, sí, la ilusión debe morir cuanto antes, por supuesto. No se puede vivir siempre a la espera de que sucedan las cosas que nos cuentan los trileros y traficantes interesados de sueños manipulables, que nunca hemos soñado nosotros, que nos dan ya organizados estratégicamente, y que no tienen nada que ver con nuestra realidad sino con las entelequias de los especuladores ideológicos y financieros mano a mano.
Dice Echenique que no quiere un Podemos lleno de familias, una pena y una sentencia finiquitadora para ese modelo de gestión, porque la realidad social y verdaderamente política es un conjunto plural de familias diversas que están aprendiendo a escucharse y a comprenderse para organizar juntas la riqueza de la convivencia y convertir el conflicto en acuerdo y garantía de cooperación, desde la municipalidad y el barrio.

La vida y la naturaleza son las maestras y los vivientes sus alumnos, cuando se invierten esos papeles, todo fracasa. Como las elecciones del 20D y del 26J. Nos sobran talibanes de la unidad y nos faltan sabios de la diversidad, de la escucha activa y del apoyo mutuo, con una liberación de las viejas programaciones neurolingüísticas.

Feliz año nuevo y vida nueva.

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