Según parece la miniserie sobre la vida secreta de Serrano Súñer, el ministro-cuñado de Franco, que proyectan en Telecinco está levantando polémicas y enfados múltiples.
Hay varios motivos a considerar en el asunto: la autora de la novela en la que se basa el guión de la serie es Nieves Herrero, una periodista conservadora que trabaja en el canal de la COPE, el 13. Otro motivo puede que sea el momento histórico de consistentes y constantes reivindicaciones ciudadanas en el tema memoria histórica, completamente mutilada y amordazada por el régimen dominante, sobre todo desde que el pp pilló las riendas que no hay forma de que suelte, y clausuró el asunto sin encomendarse nada más que a su mayoría parlamentaria, no social, y obtenida más por absentismo votante en las urnas y por sistema D'Hondt, que por democracia directa y real. Lo que indica un ruptura abisal entre unas instituciones cada vez más deficientes y engorrosas y la base ciudadana, que cada vez se siente más lejos de ese país de nunca jamás en que se ha convertido la gestión política del Palacio de Invierno estatal. En esa tierra de nadie, aparece de repente esa vida secreta del ministro más estrello del franquismo inicial. La reacción ha sido inmediata y furibunda en una gran parte de la piel del mapa patrio, sobre todo en esa zona cero de Catalunya, cuya peña más sensible se ha sentido atacada y humillada con un producto agresivo para su delicada epidermis nacionalista, que consideran una provocación y un insulto, más histérico que histórico, hasta llevarse por delante la libertad de expresión en sus aspiraciones, con un intento de que se suspenda la emisión de dicha mini-serie. Se supone que el motivo es que se sienten lesionados en sus conceptos geopolíticos.
Personalmente sigo la serie con más curiosidad social por ver las reacciones de los espectadores que interés histórico; a una obra de ficción como es una novela, no se le puede endosar de entrada rigor histórico ni connotaciones agresivas específicas que excedan las intenciones creativas de la autora, en este caso. Un relato novelado no es una crónica histórica ni un estudio fiable de nada, es un modo de recrear más lo que el autor piensa y siente acerca de lo que cuenta que una foto fija y periodística de la realidad temporal.
Reconozco que me ha sorprendido agradablemente el tratamiento del relato, que, a pesar del color, se ciñe bastante bien a la realidad de unos años cutrísimos en blanco y negro, que hubiera sido el tono perfecto para el relato.
Serrano Súñer, yo lo recuerdo aún, no era guapo, como lo describen algunos testigos. Era delgado con canijez de hombros y poco más alto que Franco que era un enano, (no había que medir mucho para más ser alto que su miniexcelencia). Canoso prematuro y con una expresión de malo de película de Berlanga. En el No.Do lo veíamos todas las semanas haciendo su papel de cualquier cosa entre Falange y comparsa cuñadil. Era una especie de Pequeño Nicolás cuarentón avanzado al que no se le daba ninguna importancia especial que superase la de ser un enchufado de familia.
De lo de su lío con la de Icaza nunca se supo nada en el resto de la España real, que pasaba del tema olímpicamente, más que nada porque la supervivencia urgente, el deporte del racionamiento, el aquí te pillo del estraperlo para obtener lo necesario y la escasez de información típica de las dictaduras y su miseria no daba para más. Así que poco o nada podíamos adivinar de sus correrías y ligues, que por otra parte, eran el lado "b" de todos los caciques de provincias de la época, que les ponían piso y mercería en Madrid o en Barcelona a las queridas de larga duración, condición miserable que llegó a adquirir cierto caché entre "las buenas chicas" de familias venidas a menos en la posguerra y se miraba hasta con una manga ancha total. Cosas de la hipocresía católica, tan exigente con la moral de los pobres receptores de limosnas y tan comprensiva con la de los ricos que dejaban herencias millonarias al clero. Todo tenía su orden y su sistema. Un rico vejestorio que "apadrinaba" a una huérfana veinteañera, poniéndole un piso y un negociete, en otra ciudad para no ser motivo de escándalo, donde suturar las carreras y los puntos de la medias o vender calcetines y lanas para tejer, a los ojos de aquella sociedad estaba haciendo una buena obra al evitar que aquella muchacha se convirtiera en moza de taberna o en mendiga callejera con aspiraciones a Pretty Woman de barrio bajo. Desde ahí hay que interpretar la obra de Nieves Herrero. No vista con los ojos de hoy y mucho menos como una ofensa a la memoria histórica de nadie, puesto que lo que cuenta sobre la política encaja perfectamente con la miseria de aquel tiempo. Esto era una chapuza indecente se mirase por donde se mirase. Y eso mismo refleja esa recreación pseudo hollywoodiana, reproducida en estilo sálvame, que tanto le gusta formatear a Telecinco, es algo parecido a la serie que se hizo basada en la novela Entre costuras, que narra una peripecia similar casi en la misma época, pero sin el morbo de contar con personajes reales en el relato. En este caso la novela de María Dueñas es mucho más creativa y sugerente que este argumento refrito, remedo histórico del Hola, de Nieves Herrero, mucho más cerca del folletín de portería que de la literatura. Una distracción más como pueda ser El secreto de Puente Viejo o Amar es para siempre. Una ficción con personajes reales y circunstancias de quita y pon.
Desde luego lo que jamás se podría imaginar es que, en el siglo XXI alguien se tome en serio y al pie de la letra la idea de un invento de ficción, porque es casi imposible que personas adultas viendo semejante deconstrucción, se lo tomen en serio y resulta supermarciano que hasta publiquen una petición de firmas para impedir la difusión de la serie. Que es exactamente lo que habría hecho, y de hecho hacía, el franquismo en su momento con algo semejante. Inimaginable, porque hay libertad de expresión y de momento, se puede publicar en los medios cualquier obra creativa sin que nadie tenga el poder de prohibirla por muy molesto que se sienta. La solución no es prohibir nada sino evitar ver, leer o escuchar lo que a una no le va y punto y luego contar o escribir su opinión diversa y opuesta. Igual que hay libertad de expresión la hay para negarse a tragar lo que a uno le repele.
Tampoco tiene mucha lógica que esa petición a favor de la censura la hayan hecho en bloque los alumnos de segundo de Bachiller de un Instituto catalán. De fondo se ve la mano directora de algún o algunos profesores a los que debe faltarles algún hervor pedagógico que otro. Seguramente sería mucho más eficaz ver esta serie con los chicos/as y analizarla comparando el relato con las hemerotecas y con los libros de historia, (no los escritos en la España franquista que estaban todos acoplados al y uniformados con el relato dictatorial), sino los de historiadores como Paul Preston o Ian Gibson, por ejemplo y luego ir a los textos del enjuague para ver las diferencias entre ambos relatos. Y luego trabajar el pensamiento crítico y la lucidez del análisis, para no seguir manteniendo la misma maldición dogmática y Torquemada de la peor España. Nada puede cambiar con enconamientos y rencores políticos dominando la enseñanza y la educación de las nuevas generaciones. Y una Catalunya en ese plan sigue siendo España en su peor aspecto. Los vapores de la intransigencia y del fanatismo no tienen fronteras y de eso no hay quién se independice si ni siquiera se ven las ataduras del mismo "vivan las caenas" de principios del siglo XIX. En este caso, 'las caenas' no son solo un Estado indeseable, sino la miseria personal que hace vivir repitiendo los mismos males que se condenan en ese Estado indecente.
Si queremos que el mundo cambie a mejor, aprendamos a ser mejores de lo que somos, de lo que hemos heredado y de lo que nos han predicado, hasta conseguir que ahora estemos en estas condiciones de injusticia, cerrazón y ceguera, convencidos de que "lo nuestro" es mejor que lo demás, sólo porque es nuestro y no porque es más civilizado, más ético, más justo y más apto para convivir en pluralidad con nosotros mismos y no hechos un bloque de fijaciones acríticas y casi siempre disparatadas en su lado más cenutrio.
Sobre todo hay que recordar a madres, padres, educadores y educadoras, que nuestros chicos y chicas, niñas y niños, aprenden mucho más de lo que nos ven hacer que de lo que les decimos que hay que hacer y luego no se hace o se hace al revés o se hace fatal. ¿Cómo explicarles el daño y las barbaridades de la Inquisición, de los Reyes Católicos o del franquismo si luego les animamos a ser inquisidores, a ser censores y a anular su conciencia crítica y los valores que intentamos transmitirles como justicia, igualdad, libertad de ideas y expresión, respeto o fraternidad, acaso no estamos la mayoría de españoles apoyando la libertad y el derecho de los catalanes a elegir su modo de gestionarse? La Catalunya cerrada debe abrirse si no quiere ser la reproducción de esa España que ni los españoles quieren. De ser así en mayoría,al final,tal vez seamos los españoles los que queramos independizarnos de tal esperpento. Y no quisiéramos que la querida y admirada Catalunya llegase jamás a tal nivel de deterioro.
Lo peor que tiene el dogmatismo es que como se cree poseedor de la única verdad, la suya, no duda nunca de sí mismo y sin dudar no se sale del agujero de las hiper y megacertezas, que son el pozo negro donde muere la inteligencia individual y colectiva. Y, por ende, la capacidad para conocerse a sí mismos y para conocer a y convivir con los demás.
Ánimo, que madurar como sociedad y como individuos no es tan difícil como lo pintan, pero hay que ponerse a ello. Obviamente. Y desde luego las censuras y las prohibiciones y la rabia contra lo que no se entiende o se entiende al revés, no son las mejores compañeras de viaje hacia la adultez política y social.
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