lunes, 22 de junio de 2015

La ecuación Sánchez



La lucha encarnizada entre Eduardo Madina y Susana Díaz aupó a Pedro Sánchez a la Secretaría General socialista de manera inopinada. Apareció como la tercera vía de conveniencia, una carambola inesperada. Nadie daba mucho por sus posibilidades efectivas para acabar figurando como el candidato socialista a la Moncloa. Pero ahí está, con zapatillas nuevas y listo para la carrera. Consolidado por sus propios aciertos, empezando por su habilidad para hacerse con un espacio mediático propio aunque fuera a costa de algunas ocurrencias, la fortuna de unos resultados mediocres en el fondo pero bruñidos en la forma y, sobre todo, los errores de los demás, empezando por una presidenta andaluza que calculó mal tanto sus tiempos como el volumen de sus victorias electorales.
Aunque a Sánchez le cueste creerlo, ésta era la parte fácil. La ecuación que tiene como resultado la Moncloa aún necesita que despeje varias incógnitas peliagudas. La buena noticia es que va a contar con un aliado inesperado para resolver sus incertidumbres. La decisión del Partido Popular de convertirle en la diana de todo su fuego cruzado va a ofrecerle excelentes oportunidades para posicionarse ante los electores. Sólo necesitará un poco de inteligencia y algo de audacia.
La primera incógnita que Sánchez debe despejar afecta a su propio partido. Una parte del PSOE apuesta por su recién designado candidato. Pero otra parece más preocupada para situarse lo mejor posible para después de su derrota. La buena noticia es que la mayoría de sus barones van a andar ahora más ocupados gobernando que conspirando. Y eso siempre ayuda. No hay nada peor para un partido que el exceso de tiempo libre.
La segunda se refiere a la credibilidad de sus propuestas. El principal problema del partido socialista continúa siendo que muchos entre quienes les votaban ya no les creen. A Pedro Sánchez no le basta con conformar un buen programa. Debe lograr que una mayoría confíe en su capacidad y compromiso para cumplirlo. La buena noticia es que existe una manera de conseguirlo que jamás falla. Basta con hacer lo que dices y decir lo que haces, siempre, sin excusas.
La tercera incógnita atiende a cómo va a gestionar sus pactos y alianzas de gobierno municipales y autonómicas hasta las elecciones generales. Si el PSOE hace como suele y se empeña en convertir a sus socios en competidores a quienes pretenda vencer por cualquier medio necesario, el desastre puede resultar considerable. La buena noticia es que le servirán para recuperar el voto perdido si, en lugar de percibirlo como un problema, maneja los acuerdos como una oportunidad para acercarse a un votante que se sitúa más a la izquierda que el partido socialista tras la última legislatura de Zapatero y sus políticas de ajuste. Que comiencen los juegos.

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