Grecia

 


Hoy,
cosida en el calor del medio día,
me llega tu noticia, tu grito en el desierto,
la desesperación que llora Historia
con ruinas tan solemnes de templos doloridos,
de cruces y amargura para muchos
y abundantes banquetes para pocos;
aquí se autoconvocan
todas las soledades en el agua
de este Mediterráneo ya enfangado
y más muerto que vivo,
al precio que decreta la miseria
achicando memoria
en la nave fantasma de una Europa lejana
lejanísima
navegando la noche con el norte perdido
rumbo al nunca, sin estrella polar
sin la piedad de un faro
que reajuste la brújula del alma,
sí, del alma de los pueblos, su carne envilecida,
su cuerpo de dolor y desamparos varios.
La Europa de la amnesia y del descuento,
la Europa tan banal como su olvido,
un Continente ciego y apagado
al servicio del amo y sus mastines.

La Europa que perdió el último tren
en las fosas de Auswitch y Mauthausen,
del gulag y la cheka,  del muro y el negocio
del naufragio
y que no reconoce las muescas del pasado
en las negras miradas del presente.
Un continente opaco
donde muere de abulia la esperanza
donde medran los buitres y la hienas.

Europa, la que amaba la poesía,
la hermosa aquitectura, la magia del teatro
y de la lírica, la épica del bronce
y de los héroes, el tacto y el saber del artesano,
la que pintó la luz, la democracia,
la moral y el derecho,
el alto pensamiento, las ánforas del garum,
las cantatas de Bach,
la Commedia dell'Arte
y el Sueño de una Noche de Verano,
con temblor de violetas y de lirios,
con arias de Puccini y Massenet,
que alcanzó el universo con Keppler
y con Einstein, con Newton y con Kant,
Arquímedes y Heráclito entre islas...
y Dante coronando el Paraíso
donde sólo el amor lo mueve todo.
Europa ¿dónde estás? ¿Qué ha sido de tu alma?
¿Qué has hecho con las flores de Van Gogh?
¿Qué has hecho con tus hijos y tus padres?
¿Qué harás con tus abuelos?
¿Y qué piensas hacer con tus hermanos?

Se diría que desde las estepas de La Mancha
entre entre el guiño feliz de las Meninas
y el gesto de Velázquez.
sorprendido infraganti
por un selfie genial del Caballero Andante,
se escucha el galopar  por las llanuras
y la voz de Miguel, el proscrito,
vibrante en la garganta de Quijano
como si Junio ahora fuese el mismo
de entonces y de hoy;
los versos de Pessoa
perdidos en los juncos del Tajo,
así contracorriente como suele,
remontando en las ondas a Pereira
llegan a Talavera con Tabucchi
que en Toledo se han citado con Sancho
el escudero del loco desatado
filmando mil escenas de Oliveira.
Y llaman a la puerta de los siglos,
en la curva que ampara San Servando
llegan los traductores de la Escuela:
el moro, el cristiano y el judío,
y salen al encuentro de Alcuino
que viene de Aquisgrán a compartir abrazo...
Toda la luz se alza y se hace estreno,
todos los ciudadanos de la historia europea
están en cada plaza, en cada pueblo , en cada capital,
en cada Estado, repitiendo de nuevo las preguntas
de examen de conciencia:
¿Europa dónde estás? ¿Qué te ha pasado?
¿Ya no te acuerdas de los significados que tienen tus palabras?
¿Olvidaste las notas de tu canto?
¿En que oscuro desván se te ha perdido el alma
y dónde te has dejado el corazón? Que sin ellos
ya no crecen las flores
ni vuelan las alondras de Julieta y Romeo
ni Hamlet es el mismo, ni Rembrandt recupera sus pinceles...

"Europa, ¡resucita!, no te mueras ahora,
vuelve en ti!
-repiten las corrientes como ideas,
con aroma de pan, vino y mussaka-
vencida por la inercia de la demolición,
que si matas a Grecia, por orden de la nada
con ella moriría tu conciencia, tu materia y tu forma,
el perfume radiante de tu Historia,
el verso del poeta que cuaja como escuela y sanación.
Europa, si te mueres,
aceptando la copa envenenada
del reino del horror,

ya no quedará nada que merezca la pena;
un lúgubre desierto de cenizas
sepultará el futuro, asfixiará el presente
y borrará el pasado."

Esta tarde de Junio se agiganta
y sin que yo haga nada por pararlo
un llanto silencioso, estremecido,
se escapa lentamente de mi alma
e inunda el escritorio
con derechos de autor.