miércoles, 29 de febrero de 2012

LA SALIDA DEL CALLEJÓN SIN SALIDA

Acabo de ver y escuchar el video diario de Iñaki Gabilondo en el que el periodista, con su mente analítica y su lucidez habituales describe el momento económico y social que estamos atravesando como "el callejón sin salida"; una cadena indisoluble que ata a España a una Europa germanodependiente que a su vez es fondomonetario-dependiente, de una concepción depredadora de la economía. Este último añadido es mío. En efecto, la visión de Iñaki no puede ser más exacta. Ese es el diagnóstico de la enfermedad, pero toda enfermedad, una vez diagnosticada tiene un tratamiento posible.
En este caso la gravedad orgánica del efermo es evidentísima. Porque la infección y el bloqueo están  generalizados. Todos los órganos afectados. Los miasmas se han reproducido hasta amenazar con la necrosis del conjunto . Pero esa es la visión reducida de un tipo de ciencia limitada a ver solamente el funcionamiento fisiológico dañado. Hay muchas más formas de ver el síndrome. Y terapias nuevas disponibles que pueden cambiar el desenlace. Igual que cuando un enfermo con metástasis generalizada decide que deja de ponerse radio y quimioterapia y acepta un modo nuevo de ver el viejo problema. Y en vez de ver células asesinas por todas partes, declararse la guerra civil personal,  y aplicar un bombardeo masivo de venenos y rayos mortíferos que además de matar las células enfermas, mata el organismo en su totalidad porque lo debilita hasta tales extremos que ya hace imposible la vida, comienza a cambiar la forma de alimentación y hábitos que le han llevado a la enfermedad. Y cambia su visión de la misma.
Empieza a ver que sus males son el resultado de una forma de vida propia que hay que cambiar mientras la vida aliente en él. No hay remedios reales que desde fuera nos puedan sanar, sólo alivian un tiempo, pero no curan jamás del toda a nadie. El enfermo cuando entiende su responsabilidad sobre sí mismo, deja de esperar soluciones ajenas y se toma la enfermedad como un aprendizaje y un experimento sobre sí. Personaliza y estudia su caso. Abandona la idea abstracta de la "enfermedad", en este caso de la "crisis", como fenómeno ajeno a él. Y empieza a considerar que no es así. Elimina el exceso de grasas saturadas de baja densidad, elimina los azúcares y harinas refinados, elimina las proteínas de origen animal y las sustituye por los aminoácidos que produce la ingesta de las legumbres con los cererales integrales, bebe agua ionizada que se obtiene oxigenándola durante una cocción de 20 minutos, abandona hábitos malsanos que hasta ese momento le resultaban placenteros sin considerar las consecuencias de esos "placeres" absurdos, que acaban matando y dejando el cuerpo hecho una piltrafa. O sea, deja de fumar, dejar de beber alcohol de alta graduación, de comer en exceso, deja de abusar de alimentos artificiales y reduce la cantidad para mejorar la frecuencia y la calidad. Aprende a ayunar para limpiarse, a respirar y a serenarse. Y poco a poco siente que la vida renace en su interior, que tiene más claridad mental para entender su proceso y ver lo que le favorece y adquiere fuerzas para poner en marcha otra vida. Otra forma de vivir y entender lo que se vive y se es. Está curado. Los médicos de la carnicería hospitalaria no lo entienden. Pero el enfermo está sano sin que ellos lo hayan podido sanar.

Esta metáfora es el reflejo de la solución del problema que nos amenaza. El cuerpo social de la humanidad, tal y como lo hemos conocido y percibido hasta ahora, se muere sin remedio. Su crecimiento no puede continuar, porque ya es imposible. Ha creado tal toxicidad al crecer contra natura, que el sostenimiento de esa naturaleza torcida, es su propia extinción. Su final. Los residuos superan los recursos y los síntomas, incompatibilidades, reacciones y efectos secundarios letales superan y anulan la capacidad de sanar. El tratamiento de siempre es devastador e inútil, porque esa inutilidad desfonda y debilita aún más la resistencia psíquica, la esperanza razonable y ha destruído al inmunidad. No hay más solución que abandonar el tratamiento tóxico y adoptar otro que ayude y no mate. Pero no se puede hacer en plan aislado, porque célula a célula independientemente no se puede resolver un problema general. Todo está afectado. Luego la solución del cambio terapéutico es de todos, o al menos de la inmensa mayoría. 
Los políticos, economistas, juristas, analistas al servicio de lo de siempre, y  legisladores que hasta ahora han sido los médicos y nutricionistas que nos han guiado, se han equivocado estrepitosamente y se siguen equivocando en la diagnosis como en la terapia. La ciudadanía, o sea, la inteligencia natural del organismo, sí tiene fuerza y entendimiento para buscar otros métodos de autosanación. Y eso está haciendo. Reacciona a las agresiones aumentando las defensas y la resistencia. Y en ese proceso se fortalece, produce más oxitocina, más neurotransmisores, más energía de sostenimiento que va sustituyendo a los medicamentos externos. O sea, al dinero, a la videz, a la guerra y enfrentamientos desgastadores. Le basta con aumentar la cantidad de linfocitos T, de la solidaridad inteligente, para recuperar la salud, unido naturalmente al cambio de hábitos que se comparte cada vez más entre un número mayor de células, que se van sanando por "contagio empírico" y osmótico, unas a otras.

Si los "médicos" sociales fuesen inteligentes, comprenderían que hay que escuchar al paciente, dejarle pensar y confiar en las intuiciones sorprendentes que él mismo puede descubrir acerca de sí mismo y confiar en la máxima autoridad científica que es la natura medicatrix, que los sabios siempre han obedecido y respetado.  El sentido común de la doctora naturaleza. Que ejercita sus métodos en la totalidad del conjunto humano y por lo tanto social y económico.
Médico cúrate a ti mismo. O empieza a ser tu propio médico autoresponsable y no estarás enfermo nunca más. O que tu medicina sea tu alimento y tu alimento tu medicina. Es decir, sociedad: haz de tus actos y pensamientos, tu tratamiento curativo y verás que ya no serán necesarios los tratamientos dependientes, agresivos y destructores, que para sanar tu economía bancaria te enfermaban de desempleo, que para curar el desempleo se infectaban de corrupción halopática. Que para permanecer en sus puestos vitalicios comerciaban con fármacos y laboratorios clandestinos que acumulaban los recursos para la clase dirigente y dejaban a los enfermos sin hospitales ni atención. Sociedad, haz que la decencia sea tu alimento y tu salud y que tu alimento y tu salud sea la decencia. 
Y entonces los "profesionales"de la organización comprenderán que el error consiste en la forma de vida, en trabajar siempre de cara a crear el problema para luego llenarse los bolsillos y el ego ofreciendo soluciones precarias que solucionan la infección creando una gastritis y pretenden curar la gastritis enfermando los riñones y aliviar los riñones, machacando el hígado...etc..etc...O sea, el sistema económico de un laberinto del que nunca se sale porque se ha convertido en un juego muy provechoso para los "médicos" de la socioeconomía, que siguen cobrando un pastón en sueldos y en dietas por viajar inutilmente de un país a otro, de una reunión a otra en las que desde luego en lo único que están de acuerdo es en que no se agote nunca esa estupenda fuente de recursos que es el problema de millones de personas desesperadas por el mismo trust de la"salvación". Por eso, nunca hay soluciones. Por eso, con tal sistema, la sanación económica y social está cada vez más lejos. No es rentable. Pero la enfermedad da millones. Aunque al final cabe con todos de un modo tan estúpido como inservible.

Querido Iñaki Gabilondo: ya lo creo que hay salida de ese callejón. Lo único que hay que hacer, es que desaparezca el callejón de nuestras mentes. Apagar un rato la tele y la radio. Perder el miedo, aprender a mirarnos de cerca y observar como viven quienes ya se han liberado del fardo. Despertar y comprobar que sólo nosotros, todos, somos uno e invencibles. Y luego, en familia, en la calle, en el barrio, en el ayuntamiento, en el tú a tú del mutuo apoyo, lo comprobaremos. Paso a paso, sabiendo adonde hay que llegar, se llega mucho más lejos que a zancadas sin rumbo y soluciones chapuza, que sólo son pan duro y mohoso para hoy y nada, ni siquiera eso, para mañana.

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