miércoles, 8 de febrero de 2012


Las razones de Saviano

Llega una noticia desde Italia. Roberto Saviano afirma que para que la mafia desaparezca hay que contar con la justicia española, porque según dice nuestro admirado joven e inquieto luchador, en España se refugian mafiosos por un tubo. Suponemos que al amparo de la impunidad de comunidades como Valencia o Baleares, Madrid o Cataluña, en las que las afinidades pepero-convergentes con la "cosa suya" ya son una descarada evidencia. Sin embargo Saviano no aclara por qué no exige lo mismo a los EEUU, que son la delegación mundial de mafias, camorras y ndraghetas, una verdadera ONU, al amparo del poder político y mercantil. Digamos que el quevoyquevengo que navega por el Mediterráneo es la cuna del pedigrí mafioso, por herencia imperial clientelista que ha impreso carácter a toda una cultura de chanchullos y corrupciones infinitas. Históricas y bendecidas por la costumbre milenaria del viejo concepto de "ciudad-estado" o de "clan" tribal, al que ya no une un ideal ni la defensa de sus derechos, sino la corrupción absoluta, el atropello social, el delito parasitario y el crimen organizado, que ha conseguido llegar hasta la presidencia de gobiernos y de estados. La mafia es el made in Italy más universal. El legado imperial romano no sólo más indeleble sino que además, parece haberse fortalecido y multiplicado por el mapamundi. Mafias chinas, pakistaníes, rusas, latinoamericanas y por supuesto, yankies. Ha echado raíces en el mundo entero. Como las malas hierbas, que arrancas una y crecen veinticocho.

Por otra parte, visto lo visto en el panorama de la justicia española en los últimos tiempos, mucho me temo que el pobre Saviano no obtendrá ningún resultado de su petición. Por imposibilidad indiscutible. En España no hay justicia, sino una mascarada de apaños, que no ha sabido ni querido separar los poderes del Estado, de modo que "la justicia" está al servicio de la mayoría que gobierne o de los acuerdos que se pacten con la oposición, cuando la mayoría no es absoluta, que es lo que pasó con el gobierno Zapatero. La justicia italiana es mucho más justa, honesta, indipendiente, valiente, responsable y libre que la española. En España sólo nos quedaba un magistrado incorruptible y justo capaz de plantar cara a cualquier abuso y delito, viniese de donde viniese, aún a riesgo de su vida y de su carrera. Hombre íntegro y sin miedo. Sobre todo sin miedo a plantar cara al canallismo social y a su miseria concomitante. El juez Garzón. Y ya hemos visto como lo está tratando esa misma "justicia", a la que un chiste gráfico dibuja por las esquinas haciendo la competencia a las prostitutas callejeras y a la que le grita una de ellas: "¡Eh, tú, desgraciada, haz el favor de no quitarnos el sitio!".

Ya nos gustaría a los españoles tener una justicia capaz de ayudar a desmantelar la mafia italiana que se ha alojado entre nosotros con toda impunidad. Pero va a ser imposible, porque desde la familia real a los presidentes y alcaldes autonómicos, negociantes y banqueros, el comportamiento mafioso ya no se distingue del concepto de lo político y económico. De lo "necesario y conveniente". No es que algo "huela a podrido en Dinamarca", es que esta "dinamarca" entera se ha podrido, querido Roberto Saviano, pero no desde los crímenes sagrientos y vendettas terroríficas. No, aquí triunfa sobre todo la discreción de la omertà incruenta y sin estrépito. Fina y penetrante. Empastradora y pringosa como una infinita mancha de aceite sin solución de continuidad. Si estuvieses una temporada en Valencia te asombraría el parecido con tu ciudad partenopea. Al principio te parecería que no se asemejan nada más que en el mar y en el cielo. Verías con agrado que es una ciudad muy limpia y ordenada, luminosa y llena de monumentos de todas las épocas muy bien conservados, de piedras históricas muy cuidadas, puentes sobre el precioso parque del Turia, llenos de flores o de diseños de Clatrava, que se alternan con otros antiquísimos y de una elegancia espectacular, de tiendas refinadas carísimas y mucha actividad mercantil; que la gente no se mata por la calle, que la gente cuando quiere matar, secuestra niñas como las de Alcácer y las hace desaparecer en rituales perversos y demoníacos con no se sabe qué clase de contrato infernal de por medio. ¿Sabías, amigo Roberto, que la comunidad valenciana es la región peninsular que tiene el índice más alto de desapariciones de niños y adolescentes? Aunque no es difícil que la vox populi lo comente, nadie lo investiga en serio, porque tal vez sean los que deberían investigarlo, a quienes no interesa remover esas basuras. Sin embargo todavía lo mafioso no ha llegado al ciudadano de a pie, que está en Babia, empeñado en su trabajo y en que la crisis no le asfixie del todo. Y ese ciudadano ha decido que no quiere pensar, ni reflexionar, sino mantenerse en un estado de "Virgencita, virgencita, que me quede como estoy". Y como además, el pizzo lo cobran el gobierno autonómico y los ayuntamientos...todo está en regla.

Me asombra tu ingenuidad, Saviano. Al convivir con una sociedad camorrista y escandalosa, de algarada y tiroteo callejero, contrabandista de rifiuti tossici, cocaína y patriarcado de barrio bajo, que aún huele a basilico y a succo di pomodoro, se ve que todavía no has podido ni imaginar lo que se cuece en la España pepera, que ahora, por mayoría, no sólo absoluta, sino absolutista, -y bastante autista-, es casi todo el País.
A España la ha invadido el Berlusconi fashion. La mafia italiana de guante negro y orientada al norte, con frialdad de psicópata monetario y sin escrúpulo alguno. Capaz de hacer lo que nunca haría un mafioso del Sur: vender a los suyos al primer postor que le regale un traje for ever young, un bolso Luis Vuitton o le tire los tejos seductores a cualquiera de sus debilidades irrefrenables, organizando bacanales en su honor. Como la vanidad, el sexo, el aplauso en olor de multitud o la prepotencia inflacionada. Algo que a su vez coloca el chantaje como moneda de cambio y herramienta de presión.
El mafias español no se apega al dinero como valor absoluto, sino al glamour, a la chulería ejecutiva y todopoderosa. Sabe que si alcanza ese séptimo cielo, el pastón y las oportunidades de llevárselo se le darán por añadidura. Igual que el hidalgo de el Lazarillo de Tormes, sabe que si alcanza pedigrí social nunca le faltarán criados que pidan limosna en la calle para alimentarle o un jurado popular favorable que le absuelva de sus tropelías, que, para los adeptos y para los tribunales a subasta, son bagatelas sin el menor relieve. Por eso se ha vendido y comprado esa justicia ciega cuya balanza se inclina a los pies del que mejor le paga y con más abundancia y frívola ligereza la mantiene.
Por eso, la mafia italiana que ha encontrado refugio a este lado del mar, se encuentra a salvo de cualquier sospecha. Comparados con los mafias aborígenes celtibéricos , tutelados hasta por la jefatura del estado, que es su suegra, tus mafiosos camorristas, caro Saviano, son monjitas del perpetuo socorrro o voluntarios de caritas. Te lo aseguro.

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