lunes, 27 de febrero de 2012

Las religiones "del libro"

Estos días el fanatismo es otra vez noticia. Unos soldados norteamericanos queman un ejemplar del corán y unos talibanes se vengan matando en represalia a dos norteamericanos en Kabul y además provocan ataques en la ciudad contra sus propios compatriotas para protestar por el mismo motivo: La defensa del libro sagrado. 
Ya son milenios y centurias repitiendo el mismo monotema. Tener que defender  "lo divino" de cada credo a base de masacrar lo humano de cada hombre, o sea defender una interpretación humana y limitada de lo infinito, a base de destruir la propia manifestación viva del amor infinito de Dios: sus criaturas, en las que ha depositado su imagen y semejanza, su fuerza vital y su germen eterno envuelto en materia que se transforma por obra de esa misma energía y hace evolucionar la creación entera. Qué aberración. Y qué tristeza produce leer estas noticias del horror inhumano. Y que sea precisamente el monoteísmo derivado del "libro de los libros", la biblia, la causa de tales crímenes y faltas de respeto a la dignidad y a los derechos de los hijos de una misma especie que deberían reconocerse como hermanos. 
Cada loco con su "libro", con su escuela infalible, con su maestro inigualable, con su manía piadosa y fanática, pero incapaces de reconocer el valor de los otros libros, de los otros maestros y de los otros seguidores de lo diferente. Incapaces de ver el reflejo y la sabiduría del Eterno, precisamente revelada en culturas  diversas, en ideas y costumbres diferentes de vivir la relación con lo que consideran sagrado. ¿Por qué todavía, después de tantos siglos no hay capacidad para comprender el valor y la variedad de las manifestaciones del mismo Espíritu en las sensibilidades diferentes? ¿Cómo no verlo en la bondad inocente de cualquier persona limpia de corazón? ¿Cómo no verlo en la armonía de un paisaje o en la fuerza de una tempestad marina o en la maravilla del cielo nocturno cuajado de luces incontables, en la música, en la belleza, en la poesía, en los alimentos y dones que regala la tierra y el esfuerzo del trabajo, en los gestos de amor y de compasión, en la amabilidad o en la justicia capaz de colocar los actos humanos en equilibrio, o en el milagro sorprendente de una "causalidad" inesperada que arregla de un trazo algo que era imposible de arreglar con los medios normales de que se dispone?

Qué disparate es ver como a lo largo de la historia los credos monoteístas, que se supone que han superado la visión elemental de lo divino y que han conseguido elevar un poco la mirada sean los más crueles y exterminadores del planeta, a la altura del canibalismo religioso. Devorar la fe, la esperanza y el amor de los diferentes, alimentar la propia religión con la liturgia criminal del "sacrificio" humano, como en las primitivas culturas de la antigüedad. Guerras santas. Guerras justas (¿!) Genocidios, campos de exterminio. Torturas. Excomuniones. Mártires y suicidios a lo bonzo o a lo talibán. Atentados espantosos. La cultura carnicera y ciega que no tiene más dios que su soberbia fanática y su crueldad "legal". 
Si las religiones tienen algún valor es el de convertir a los animales prehumanos en hombres y mujeres de bien capaces de respetarse y amarse en distintos registros. No tienen otro objetivo más alto ni más digno. ¿Qué dios podría estar representado en los verdugos que imponen a la fuerza sus ideas sobre la divinidad, ya sea para quemar un "libro" de la saga filobíblica, o para asesinar a quienes lo han quemado o en su defecto a cualquier otras persona que les recuerde la identidad de los pirómanos torquemada? La fe de los asesinos y de los profanadores de los derechos, no existe. Es simplemente una excusa para apoyar el ego individual y reforzarlo en el colectivo. Como los hooligans o los adictos a cualquier cosa violenta. Lo mismo matan por un libro o por un insulto a su "dios", que por un gol contra su equipo de fútbol o de partido político, que condenan inocentes, arruinan familias, se llevan el trabajo a paraísos laborales donde por un puñado de arroz pagan diez horas de trabajo diario mientras dejan en el paro a sus paisanos, bombardean ciudades y pueblos enteros, estafan y hunden la economía de países que consideran inferiores o menos desarrollados y en medio de todo ese holocausto, rezan, meditan, dan limosnas para el sostenimiento de sus templos y sacerdotes que se callan y perticipan del festín cobrando un sueldo de estados manchados de sangre inocente, sudor y lágrimas de los más pobres. En semejante estado, más valdría no tener la hipócrita tapadera de la religión "perdonadora" sin enmienda.  A sueldo oficial de la injusticia. En medio de tal basura condenan la homosexualidad que ellos llaman "enfermedad" si es que ataca a sus fieles o turiferarios, el divorcio o la píldora del día después, mientras les importa un bledo la maldad sádica y premeditada del día de antes. 

Líbranos, Señor, de la prostitución de las religiones y no permitas que caigamos en la tentación de aceptarlas como camino hacia lo que Tú mismo has depositado en el interior de cada uno, debajo de la capa primitiva de lo elemental. Amén.

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