lunes, 20 de febrero de 2012

LA QUINTA COLUMNA

Me contaba mi abuelo que en la guerra civil había una "quinta columna", que consistía en infiltrarse en las filas enemigas no sólo para espiarlas, sino para desmotivar, sabotear y crear estados de pánico, de derrota o de indefensión. La guerra psicológica. Algo que se practica también por los poderes opresores en los nuevos movimientos que están impulsados por la noviolencia.
Los poderes "tradicionales" sólo dominan la represión. Saben que no existe arma ni fuerza capaz de desmontar ni destruir a un ser noviolento, porque esa energía brota de un "lugar" al que ellos no tienen acceso. La conciencia humana despierta. Y ella a su vez es fruto de la evolución. De una espiritualidad laica, no religiosa, ética y lo suficientemente sólida como para resistir lo que no tiene valor alguno en su código: la injusticia, la crueldad, el hostigamiento y la violencia. Un ser despierto está más allá de tales bajezas sociales. Por eso puede verlas mejor que los que están inmersos en ellas. 
Esa "quinta columna" es la que se dedica a escribir comentarios en los periódicos on line apoyando la respuesta violenta contra la crisis económica. La que en una manifestación pacífica se pone a insultar y a meter cizaña. A suscitar el odio encendido contra todo y todos. A crear un cerco de primitivismo donde los demás trabajan por la evolución y la creación de lo nuevo. Quieren "caña", quemar edificios "como en Grecia", decía ayer un abuelo por la calle, al que ya no le sostenían ni sus propias piernas, pero que se alimentaba del rencor y de la rabia que quizás no puede expresar ante su mujer. Esa quinta columna se apoya en el descontento natural para llevar los ánimos a lo brutal. Y eso es justamente lo que los poderes gobernantes desean sobre todas las cosas: motivos para prohibir todo. Violencia social y alteraciones del orden público para sacar tanques a la calle y militarizar el cambio social a la fuerza por el miedo.
Estamos en un momento crucial. Nuestra oportunidad es avanzar, a pesar de todo, en paz. En el respeto que ellos no saben como atacar y ante el que se quedan perplejos porque no responde a las provocaciones. No insulta. No les teme. No ataca, pero hace lo que debe hacer. Conoce recursos, sabe negociar, llegar a acuerdos y seguir en lo que debe seguir. El cambio. La transición real a un modo diverso de entender vida, trabajo, economía, salud, educación, ecología y relaciones interpersonales. Es una tarea tan importante y urgente que no podemos permitirnos las pérdidas de tiempo del conflicto violento. Por eso debemos reconocer los síntomas de la "quinta columna", que tal vez lo es sin saberlo, porque funciona dentro de nosotros sin que la detectemos. Creyendo ser muy revolucionarios se olvida el objetivo y se dispersa en la mala baba, en la provocación sin fundamento. La única provocación válida es la denuncia noviolenta y verdadera. La acción reparadora y reflexiva, cuando todo parece que nos va a arrastrar. Y cuando es necesario, la desobediencia civil a órdenes injustas.  Con esa fortaleza no puede nadie. Cuando se responde al violento con violencia, los dos han perdido la batalla. En "El arte de la guerra" Chuan Zu dice exactamente lo mismo que  Gandhi hacía. La batalla y la guerra que se ganan son sólo aquellas que no se llegan a producir. En esos casos gana la conciencia que realiza su función creadora y ayuda al despertar de los dormidos en los "dos bandos". 
Quienes quieren "caña", "sangre y fuego", es obvio que deben revisar sus motivos personales antes de participar en actos que pueden tener  terribles consecuencias. Y no perder de vista algo fundamental. Que el fin jamás puede justificar los medios y que un mundo nuevo no se puede construir con materiales de desecho que ya cumplieron su misión y son polvo de escombro. Bien están las vigas o los mosaicos en buen estado, pero nunca los escombros y el polvo. Debemos aprender a distinguir qué se debe conservar y qué se ha quedado inservible. 
Siempre nos servirá la reflexión y el diálogo civilizado. Nunca sirve de nada la fuerza bruta ni la violencia, aunque sólo sea oral. También es violencia porque al ofender hiere y suscita la ira. Y la ira se controla fatal. Hay que conseguir un tono de entendimiento donde no perdamos el control. Quien pierde el control de sí mismo, ha perdido la razón y el respeto. Por eso no encontrará respeto en nadie. Sino miedo y rencor si el otro se somete o rabia y violencia si el otro responde. Los dos camino son estériles porque se basan en la enemistad de los rivales. Un estado reptiliano. Impropio de seres humanos evolucionados. 
Reconozcamos la quinta columna cuando nos hablen o escriban de violencia y represalias. O dentro de nosotros, cuando nuestras emociones intenten llevarnos en esa dirección. 
Por la ley de la atracción, producimos lo que nos sucede. Y nos sucede lo que pensamos con frecuencia y acompañado de la emoción, ya sea de enfado o de bienestar. De nosotros dependen muchas más cosas de las que creemos. Así que recordemos que si queremos ese futuro que deseamos no podremos construirlo repitiendo esquemas del pasado que nos devolverían a al mismo nivel en el que se produjo el problema de hoy y la negación del mañana. 
Hay que estar muy despiertos si queremos crear un mundo mejor.

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