viernes, 10 de febrero de 2012

LA VERGÜENZA NACIONAL

Inconcebible. Surrealista. Injustísimo. Cruel. Ridículo.
Este es el veredicto social del proceso al juez Garzón que en estos momentos emite el jurado ciudadano que aún no ha perdido la ética ni la vergüenza. Ni la memoria, por la similitud con el caso Dreyfus en la Francia ancestral, embrutecida por el odio y xenófoba hasta las cachas. Como la España de hoy. Embrutecida por la ignorancia de la historia reciente, ancestral por lo que no ha evolucionado aún. Acostumbrada a obedecer sin rechistar si no le tocan los bolsillos directamente. 
Parece mentira que este pueblo no vea relación alguna entre las causas y los efectos. Que los gobernantes elegidos a imagen y semejanza de una mayoría rebañil se pongan hechos unos basiliscos por un programa de humor en la RTVF que ironiza simplemente sobre el deporte ibérico y vean tan natural y respetable un veredicto en el deporte de la caza mayor a un juez, cuyo único "delito" ha sido, durante muchos años y mediante un trabajo admirable y eficacísimo, dejar en evidencia al resto de la judicatura instalada en su comodidad profesional. No lo ha hecho Garzón voluntariamente, sino  que  es el resultado de su decencia, de su humanidad, de su compromiso para colaborar al desarrollo de un mundo más justo y sin miedo, como de su valía y competencia profesional. En un país donde nadie quiere destacar en su trabajo para no ser blanco de la envidia y de las zancadillas. Donde es mejor quedarse en la penumbra de la mediocridad, para vivir tranquilos y vegetando a la sombra de una oposición vitalicia, en un cargo muy bien remunerado y de prestigio. A eso se reduce la magistratura "profesional" salvo alguna excepción particular como el juez Garzón. 

Condenar a Garzón, juzgado por sus enemigos declarados, por causa de su decencia, llamándola prevaricación y absolver la prevaricación de Camps y de don Vito Correa por medio de la farsa del "jurado popular" elegido entre sus votantes y cómplices, es una de las jugarretas más torpes, sucias, zafias e indecentes que hemos visto jamás. Condenar a  un magistrado honesto a no poder ejercer su carrera nunca más y a pagar las costas del juicio que ha perdido contra la corrupción mientras los corruptos se van de rositas. La justicia  de los españoles debería quitarse de una vez la venda de los ojos y mirar al fondo de la conciencia de los hombres. La justicia para ser imparcial no sólo tiene que ver, tiene que penetrar, además, en el alma humana. Profundizar. ¿Quién pondría a un ciego a cuidar un circuito de carreras o a pintar cuadros o a trabajar en un oficio que requiera precisión manual? Con todo mi respeto y cariño por los invidentes, hay cosas delicadísimas que requieren una visión aguda y penetrante de la realidad. Poner la metáfora de la venda en los ojos de la justicia es una aberración. La imparcialidad no es cosa de ciegos, sino de éticos, de honrados, de justos. De clarividentes. Hay que "ver" todo para poder analizarlo. ¿Cómo podría hacerlo una máquina de sentenciar sin "ver" lo que hay detrás de cada conflicto? Ya el derecho romano lo advierte desde hace más de 2.500 años. Summum ius, summa iniuria. La aplicación de la ley al pie de la letra y obviando el bien común de la justicia retributiva, es la suma injusticia elevada a veredicto. A sentencia. La perversión de la misma ley. Usar la letra de la norma para condenar el espíritu que da sentido a la propia norma.

Un escándalo internacional comparable a aquellos casos terribles de la dictadura que conmocionaban a todos los países, menos a España, que vivía a caballo entre el miedo, el silencio cómplice y la indiferencia de los supervivientes. Una verdadera desgracia para una sociedad que pretende ser una democracia más en Europa. Estos hechos no son propios de Europa, sino de Darfur o de Somalia, con el añadido de la hipocresía farisaica. 
Este veredicto pone en solfa todo el sistema judicial y la validez de los intérpretes de la Ley, que pueden, evidentemente, manipularla a favor de ideas o pactos políticos. ¿Una profesión basada en memorizar los códigos jurídicos y las trampas del derecho torcido, puede avalar la formación humana y la madurez necesaria para juzgar conductas y actos que superen la casuística del criminal declarado y la evidencia elemental de los delitos? 
El viejo precedente de Jesucristo es muy clarificador en este caso. Un hombre despierto en una sociedad dormida intenta hacer que esa sociedad despierte, trata de educar, de defender a los más desprotegidos, de sanar heridas, de reconciliar y de que no se comercie con lo sagrado haciendo que los  tenderetes se quiten del templo. Y eso despierta no sólo a la sociedad dormida, sino también la rabia la ira y la envidia de los hombres de la "ley" que gobiernan los tribunales y que se ven disminuídos en sus funciones por la evidencia de que un hombre justo tiene más fuerza en el cambio social que la "justicia" establecida por injustos. Y el benefactor inocente acaba por ser condenado a muerte mientras se indulta al asesino Barrabás. Es un calco ¿verdad? la historia se repite cuando los humanos no crecen y vuelven una vez y otra sobre sus miserias sin aprender las lecciones de la historia y de la evolución. 

Querido gobierno pepero, no sé todavía de qué vais, pero es patético que os irrite una intranscendente broma de guiñol en Francia y os quedéis tan a gusto con los veredictos de vuestra "justicia". Recordáis muchísimo a las definiciones que Jesús de Nazarteh hacía de los personajes que actuaban como vosotros: "¡Ay de vosotros escribas, levitas y fariseos, hipócritas, raza de víboras, que no cumplís con la ley pero la colocáis como una pesada carga sobre los hombros de los que juzgáis, que coláis un mosquito y os tragáis un camello. Sepulcros blanqueados que por fuera aparecéis limpios y decorados y por dentro estáis llenos de  muerte y podredumbre!" 
Es una ironía del destino que las palabras de aquel que llamáis "señor"y a cuya iglesia decís pertenecer, os hagan un scanner con esa exactitud, teniendo en cuenta que vuestra forma de actuar es la misma de los que le condenaron y crucificaron. 
Si no fuera por el daño que hacéis a la sociedad sentando precedentes de vergüenza, seríais perfectos como muñecos divertidos y estrafalarios de ese guiñol francés que tanto os irrita, quizás porque os retrata como un mix entre el gran inquisidor de Dostojewsky y un club de tartufos que Molière definió tan perfectamente como si además de concebiros escénicamente os hubiese parido en un parto profético y desgraciadamente real.
Para vosotros queda el "triunfo" miope de la trampa que hace la misma ley. Para vuestra víctima, en cambio, queda el piropo y la promesa divina de las bienaventuranzas que el tiempo traerá en su momento: "Bien aventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque serán saciados y felices los que sufren persecución por causa de la justicia porque  ellos tienen a Dios por Rey".


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