jueves, 2 de febrero de 2012

¿España, qué hacemos contigo?

Qué penuria de país. Leer el periódico es una entrada para la tragedia de la depresión. No. No es la crisis. Aunque la crisis sea la circunstancia que ha terminado de desnudar y poner en evidencia el esqueleto histórico de una falacia histérica. Esta oscuridad es ancestral. Obtusa. Cerrada en sí misma como un huevo cósmico de aspiraciones ridículas. De chiscón. De taberna y porcojonismo. De zancadillas y rebotes. De envidias y orgullos irrisorios. De corrupciones bendecidas por los propias víctimas.
Parece que en el alma celtibérica no haya cambiado nada desde Viriato, desde Torquemada, desde Larra o desde la Generación del 98, ( para los damnificados por la LOGSE: me refiero a la generación de intelectuales que iluminó el final patético del siglo XIX, no a los horteras con pretensiones neocón del 98 del siglo XX, que no sólo no han iluminado nada, sino que se han convertido en un verdadero black-out de la inteligencia. O si no, hé ahí la prueba de la ruina total que nos ha caído encima) o desde las dictaduras de los años 20 y treinta, que se nos pegaron al alma y a la costumbre como una cartilla de racionamiento o un sello de correos. O una marca a fuego, de ganadería. Leer el periódico puede convertirse en una escuela de tristeza y de rabia neutralizada por el hábito de aguantar hasta convertirse en el eco de lo irritante, de lo estrafalario, de ese feísmo moralista y ramplón que viene encuadernando el día a día, como las ofertas de fascículos en el kiosco de la anormalidad normalizada. Convertida en derecho consuetudinario y bandecida por tribunales de pomposo nombre e inexistentes raíces éticas.

La Educación para la Ciudadanía desaparece del plan de estudios en el mismo remolino gestor que se está llevando por delante la escuela pública, las subvenciones a la concertada, la calefacción, los libros, las tizas, las becas de comedor, y a los maestros interinos y deja un abismo de deudas repartidas en la gürtelidad ya, casi, casi, convertida en norma funcional. El PP no tiene alternativa alguna, ni cultura democrática suficiente, ni imaginación ni creatividad, para mejorar los contenidos de esa hermosa e imprescindible disciplina del alma: educar para ser ciudadanos merecedores de libertad y respeto. Por eso ha tratado de imitar aquello que nunca ha entendido. No quiere dar la imagen cutrísima de lo que lleva consigo, quiere ser "demócrata", pero se queda en tecnócrata, en acumulador de datos legales y constitucionales. En organizador de índices de libros prohibidos y de tabúes maliciados por la ignorancia. No enseña a reflexionar sobre la realidad social del siglo XXI. No sabe. Ni contesta. Hace caricaturas sin humor ni talento, de lo que quiere eliminar. Es patético, que sea además, pretendiendo hacer algo serio, "mejorando" lo aborrecido y, por lo que se ve, admirado de reojo y despreciado por estar demasiado verde como el racimo de uvas, de la fábula de Esopo, tan alto en la parra, que por más que se salta no se puede alcanzar. Mejor pensar que están verdes, si ellos no son capaces de comerse ni una sola por que no llegan ni a rozarlas. De todos modos no es extraño que un ministro de Educación y Cultura, que se declara encantado con la subvención al "arte taurino", tenga tan exiguas herramientas inventivas y creadoras de algo nuevo, interesante, justo y necesario.

La vergüenza judicial ya no hace falta ni comentarla. Está a la vista cada día con más desafortunada efervescencia. Caso Gürtel, Garzón, corruciones a mansalva, etc, etc...Lo lógico es que los poderes del Estado -legislativo, ejecutivo y judicial- estén separados por una independencia absolutamente imprescindible. El nuevo ministro de Justicia ha hecho ya la propuesta de la separación real del poder judicial, tanto del legislativo, como del ejecutivo. Y sin embargo, como si un siroco hubiese soplado sobre el PSOE, escucho a Ramón Jaúregui protestar en el Senado, justamente por eso.

La desarticulación del PSOE como alternativa al PP y a cualquier otra cosa. Y ver que ese partido no se cosca de lo que le ha llevado a la debacle. Ahora todo su afán es buscar un lider, como Marco, el personaje de De Amicis, que buscaba a su mamá por todas partes sin encontrarla.
No se enteran. Que ni Rubalcaba ni Chacón convencen a nadie. Al PSOE le falta la humildad de preguntar, de investigar a pie de calle y de obra. De encuestar a la opinión pública, porque es la opinión pública la que les vota o no. La que busca y encuentra -a veces- a través del voto y del convencimiento, de la unanimidad de objetivos sociales. Ni las virtudes más que probadas del eficaz y sensato Rubalcaba, ni la prepotencia feminstoide de Chacón que ante el placer de gobernar un ministerio guerrero, perdió la oportunidad espléndida de rechazar la oferta, porque una mujer, si de verdad es mujer por dentro y por fuera, un ser humano completo, nunca, nunca, estará en disposición de colaborar, ni siquiera con la mejor intención, en ninguna "guerra justa" y mucho menos en justificarla, ensalzarla y jalearla, como en Afganistán o en Libia. ¿Feminismo con talante machista o machismo con talante femenino? Esa Chacón, que tiene un cierto aire de monja alférez , no posee el "talante" que hace falta ahora mismo, no sólo para las cortas miras de un partido, sino para la necesidad urgente que la sociedad tiene de cambios fundamentales. Se le nota a la legua el pelo de la dehesa, igual que a la Pajín o a la Alborch, que su vocación es de figura emblemática, de busto, mandante y figurante, de oficinista glamurosa "al servicio de la causa", pero no de líder, sino de "lideresa"como la Aguirre o la Botella, algo parecido a la malta o a la achicoria, como sucedáneo del café, como una Barbie superwoman, versión izquierda o derecha. Pero en el fondo, siempre una Barbie. No hay discurso socialista. Ni pepero. No hay discurso. Hay palabras demagógicas que la realidad desautoriza antes de que se pronuncien.
¿Qué puede aportar un partido socialista que ha doblado la bisagra ante el eurodelito de la ruina, que no ha sabido, desde 2008 legislar el riesgo, recortarse los sueldos, los asesores, las camarillas subvencionadas, los guardaespaldas y los cochazos, los sueldos vitalicios a los políticos, la subvención a partidos y sindicatos y a la iglesia católica y que no tuvo el talento de gestionar la ayuda a los bancos en picado, sino que les llenó los bolsillos de millones, que se usaron para subirse sueldos y jubilaciones a costa de la ruina y los desahucios? ¿Qué puede aportar un partido político que aún mantiene como figura emblemática al corrupto number one, Gonzélez Márquez, que aún tiene pendiente una explicación penal en la continuación del terrorismo de estado, prolongado desde el franquismo en el GAL, la corrupción a troche y moche, con Mariano Rubio, Aida Álvarez, PSV, BOE, Roldán, Caso Amedo, Intxaurrondo, Juan Guerra, etc...? Si el PSOE estuviese encondiciones de mejorar la ética social, las transparencia y la honestidad, Felipe González sería sólo un militante de base o un votante simplemente, porque de verdad no merece ni el carnet del partido, ni debería nombrar a Pablo Iglesias, con tal historial de desvergüenza irresponsable a sus espaldas. Sólo por eso, los votantes más honestos y coherentes vuelven y volverán la espalda al PSOE. Ese problema no lo tiene la derecha, porque su fanatismo, su cerrazón acrítica cerril y sus intereses económicos por encima de todo, son la base de su funcionamiento y de su "magnetismo" sobre sus fieles a machamartillo. Pero el votante de izquierdas se basa en la ética, fundamentalmente y es mucho más mirado, escrupuloso y exigente a la hora de aceptar personajes de cierto tufo infecto como representantes sociales y políticos. Con tal asignatura pendiente no habrá nunca más otra oportunidad para la mayoría absoluta en esas condiciones. Sobre todo ahora, cuando toda España es ya un clamor cívico, insumiso, convencido por la evidencia de la mentira oficial. Un 15M espiritual que ha aglutinado y está aglutinando lo que queda de decencia, de inteligencia real y de visión del futuro.
Primero será este requiem por el socialismo pésimo y a continuación, la misma miseria que han creado, cantará el requiem por el PP, porque esta crisis terminará con la mentira instituída como norma y anzuelo para desesperados, que comprobarán , como en Valencia, la bancarrota del sistema nacional-hipócrita-católico. Ni la iglesia estará en condiciones de salvarles, porque ella caerá también en la misma zanja de la realidad.

El hombre del siglo XXI o salta la barrera de la demencia colectiva que le ha llevado al desastre, o desaparecerá de la faz de la tierra. Quedará el resto. Los que estén en condiciones de llevar la luz a los antros del dolor y del olvido. Los inocentes y los sabios, que viene a ser lo mismo. Los que han comprendido la grandeza de la humildad y del servicio desinteresado. Los que ya hablan un lenguaje a la altura de los nuevos tiempos. A esos, les obedecen las leyes del Universo. Y de ellos es el único futuro posible.

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