Heterotopias refuxiadas
La Escuela, un espacio de vida digna para los refugiados en Atenas
El colectivo español Voluntart convierte en dos meses
un colegio abandonado en un lugar de esperanza para 400 desplazados y
que sufre la falta de recursos materiales y humanos
El sol abrasa en el barrio de Exarchia en Atenas. Con 40 grados de
temperatura a la sombra, sólo algunas valientes se atreven a transitar
las calles del centro ayudándose de cafés con hielo y haciendo uso de
los escasas sombras que encuentran. Comienzan a escucharse cánticos, una
guitarra flamenca y niños y niñas jugando. Todo indica que llegamos a
la Escuela, un squat donde residen alrededor de 400 refugiadas y en la que colabora el colectivo VoluntArt.
El espacio es una antigua escuela abandonada que hace
algo más de dos meses decidieron ocupar activistas de diferentes
nacionalidades para acoger a personas refugiadas. Hoy, con sus
dificultades, ofrece no sólo una solución habitacional, sino una
posibilidad real para desarrollar una vida digna a todas esas personas
que, tras huir de guerras y persecuciones, se encuentran bloqueadas en
Grecia de manera indefinida hasta que se resuelvan sus peticiones de
asilo en la Unión Europea.
En la entrada, un patio
exterior semicubierto repleto de vida. Las personas mayores luchan
contra el aburrimiento diario propio de una situación que condena a la
desesperación, hablando en grupos pequeños sobre la incierta e inestable
realidad que están viviendo, pero también del futuro. Las más
pequeñas corren y juegan por el recinto ayudados por decenas de
voluntarias que preparan y organizan diariamente numerosas actividades
para garantizarles una cierta estabilidad y realización dentro de un
caos constante. Las jóvenes y jóvenes no paran. Tanto se juntan para
hablar de la vida como aprenden a tocar la guitarra, asisten a clases de
inglés o juegan un partido al fútbol. Son conscientes de que en ellas
está el futuro más inmediato de su gente, así que intentan formarse y
adaptarse a una nueva realidad para estar preparadas cuando llegue el
momento de poner rumbo a su país de acogida.
El
colectivo VoluntArt, conformado por activistas de diferentes puntos del
Estado español, les ayuda diariamente en todas sus necesidades. Aunque
el proyecto nació con la idea de desarrollar actividades de arteterapia
entre las refugiadas en diversos campamentos o squats,
una vez en terreno se dieron cuenta de que estas personas no tenían ni
las necesidades básicas cubiertas y decidieron ampliar sus acciones.
Sorprende la juventud de las voluntarias, que en su mayoría están
iniciando la veintena, y su gran capacidad organizativa. En menos de dos
meses han convertido un espacio abandonado y ruinoso en todo un rincón
autogestionado de vida digna y esperanza. El secreto: trabajo duro y
esfuerzo diario.
La Escuela todavía no está
funcionando a pleno rendimiento debido a la falta de recursos materiales
y humanos. Aunque la mayor parte de los espacios comunes como la
escuela o el espacio de juntas, situados en el primer piso del edificio,
están prácticamente arreglados y habilitados para desarrollar
actividades, las aulas convertidas hoy en habitaciones, sufren cierto
deterioro, según afirman las activistas. "No todo es perfecto. Queda
mucho trabajo que hacer. Hay que mejorar las instalaciones e involucrar
más a las refugiadas en la autogestión del espacio" asegura Iván, un
voluntario catalán de 24 años que trabaja en el proyecto.
Faltan recursos económicos
El principal problema son los recursos económicos. La squat
es un proyecto autogestionado y no cuenta con financiación estatal. En
una situación de emergencia humanitaria, como es el caso, las donaciones
y apoyos económicos no son suficientes para situar la iniciativa en los
estándares deseados. Según afirma Sofía, una activista madrileña de 22
años, "en esta escuela 400 personas tienen que comer, vestirse y hacer
vida todos los días. Esto implica gastar una cantidad de recursos
económicos y materiales de los que nosotros no siempre disponemos por
eso es tan importante a colaboración de todas".
Al igual que en otros squats
de Atenas, la escuela se sostiene gracias a las donaciones de
materiales o alimentos y recursos económicos que se envían desde Grecia u
otros estados. Cuando se colabora de manera directa con el colectivo
VoluntArt, ellas mismas se encargan de distribuir las donaciones entre
las habitantes de la escuela. Por el contrario, cuando tienen que
acceder a los recursos a través de los grandes almacenes de material
para las refugiadas, deben pagar los costos de transporte de este, y no
siempre cuentan con fondos para hacerlo.
Paralelamente, todos las squats
de Grecia están viviendo nos últimos tiempos una persecución por parte
de las autoridades, ya que pretenden cerrarlas alegando razones de
sanidad publica y higiene. El Gobierno griego acaba de desalojar varias squats
en el área de Tesalónica, y hace dos semanas el alcalde de Atenas,
Giorgos Kaminis, solicitó por carta al presidente, Alexis Tsipras, que
tomase medidas de carácter urgente para desalojar los espacios ocupados.
Por el contrario, a las activistas de VoluntArt aseguran que las
motivaciones oficiales se deben la una estrategia política para eliminar
todas las iniciativas que existen al margen del Estado. Además
cuestionan dichos argumentos asegurando que nos campos del gobierno y
del ejército, la condición de vida de las refugiadas son mucho peores,
tanto a nivel de derechos, seguridad, higiene o alimentación.
Heterotopias refuxiadas es un proyecto periodístico multimedia de Praza Pública que
se desarrolla en el mes de agosto en Grecia para ahondar en la
situación de las personas refugiadas y las realidades vinculadas a ellas
No hay comentarios:
Publicar un comentario