El comité está formado por seis hombres y seis mujeres. Tres de los
representantes son españoles, entre ellos el presidente, el jesuita
Ladaria
La figura de la mujer diaconisa, que impartía los sacramentos, era algo normal durante los primeros siglos del cristianismo
Algunos de los participantes designados por el papa Francisco abogan por ir más allá y aprobar el sacerdocio femenino
La figura de la mujer diaconisa, que impartía los sacramentos, era algo normal durante los primeros siglos del cristianismo
Algunos de los participantes designados por el papa Francisco abogan por ir más allá y aprobar el sacerdocio femenino
¿Podrán las mujeres del siglo XXI equipararse,
al fin, a los hombres, en la Iglesia católica? La institución de
tradición machista ha comenzado a plantear la cuestión que marcará el
debate entre católicos conservadores y progresistas en los próximos
meses.
Durante un encuentro con religiosas, el papa
Francisco se comprometió en mayo a estudiar la cuestión del diaconado
femenino –estadio anterior al sacerdocio–, una práctica habitual en la
Iglesia primitiva que la imposición del patriarcado tras los primeros
siglos del cristianismo acabó marginando. Más de la mitad de los
católicos del mundo son mujeres.
El Papa anunció la creación de una comisión de estudio
para debatir y, en su caso, aprobar, la participación de las mujeres en
el diaconado. Según el Concilio Vaticano II, entre las funciones del
diácono se encuentran la administración del bautismo y la eucaristía, la
celebración del matrimonio, la extrema unción y presidir el culto,
tareas hasta la fecha exclusivamente reservadas a los sacerdotes. Los
diáconos no pueden consagrar o perdonar los pecados.
Dicha comisión, que se reunirá por primera vez en los próximos días,
estará compuesta por doce miembros, de los cuales la mitad son mujeres.
Se trata de la primera vez en la historia que Roma auspicia la paridad.
El grupo estará presidido por el jesuita español Luis Francisco Ladaria,
secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y en el mismo
formarán parte otros dos españoles: la religiosa Nuria Calduch y el
teólogo Santiago Madrigal.
"Al mismo nivel que los hombres"
Al menos una tercera parte de los miembros de la comisión establecida
por Francisco han reivindicado que las mujeres participen al más alto
nivel en la toma de decisiones en la Iglesia católica. La teóloga
estadounidense Phyllys Zagano lleva años defendiendo que la Iglesia
vuelva a la práctica de la ordenación de mujeres diaconisas. "Espero
participar en una discusión seria no solo acerca de la historia de las
mujeres en el diaconado sacramental en el cristianismo, sino de las
posibilidades para el futuro", afirmó la profesora al conocer su
designación.
En sus estudios, Zagano ha demostrado
que en los primeros siglos del cristianismo las mujeres eran ordenadas
"al mismo nivel que los hombres", y que la identificación exclusiva del
hombre con Cristo –germen de la actual desigualdad– no vino sino después
del Concilio de Nicea (siglo IV).
A su vez, los
sacerdotes Bernard Pottier y Karl-Heinz Menke, y la religiosa Mary
Melone subrayan la urgencia de recuperar el "vital ministerio" que las
mujeres desempeñaron en las primeras comunidades cristianas, cuando aún
no existía la separación absoluta entre los pastores (solo hombres) y
los fieles.
En un estudio publicado hace años, Pottier defiende cómo
durante los primeros siglos del cristianismo "las diaconisas formaban
indiscutiblemente parte del clero", mientras que Menke postula que las
mujeres "tienen derecho" a reclamar "una mayor responsabilidad" en la
Iglesia.
¿Cómo? El teólogo apunta a que "el Papa
podría cambiar la ley eclesiástica de tal manera que se facilite que
órganos de la Iglesia, compuestos igualmente por hombres y mujeres,
pudieran elegir a los obispos y también al Papa". Esto es: que las
mujeres formen parte del mismísimo Colegio Cardenalicio.
Por su parte, sor Mary Melone, la primera mujer rectora de una
Universidad de la Santa Sede (la Pontificia Universidad Antonianum en
Roma), declaró recientemente la urgencia de que "la autoridad de las
mujeres ayude a crecer a la Iglesia". Para la religiosa, se llegue a
hablar o no de sacerdocio, "lo importante es que no haya excusa como
para excluir a las mujeres la posibilidad de que aspiren a papeles
decisorios en el seno de la Iglesia".
¿Ordenación femenina?
La comisión está formada por miembros de todas las sensibilidades. Así,
el teólogo español Santiago Madrigal asegura que para poder ser diácono
la mujer debería "recibir el sacramento del orden", algo que supondría
"modificar el Código de Derecho Canónico, porque no está prevista la
ordenación femenina". Así pues, en su opinión, una hipotética apertura
al diaconado en ningún caso supondría dar carácter sacramental a las
mujeres diáconos.
En todo caso, surgen muchas
preguntas prácticas: ¿podrán acceder al ministerio solamente religiosas
o, también, mujeres casadas y célibes? ¿Cómo se articularía el
discernimiento vocacional y la formación? ¿Cómo se organizaría la
vinculación afectiva y jurídica a las diócesis, parroquias, comunidades
cristianas? ¿Conllevaría este ministerio un compromiso económico por
parte de la comunidad cristiana?
La discusión sobre
el diaconado femenino no es nueva. Durante la pasada asamblea del Sínodo
de los Obispos, que tuvo lugar en el Vaticano en octubre de 2015, el
arzobispo canadiense Paul-André Durocher avanzó el tema.
"El Sínodo debería reflexionar seriamente sobre la posibilidad de
permitir el diaconado femenino, porque abriría el camino a mayores
oportunidades para las mujeres en la vida de la Iglesia", señaló. "En
donde fuese posible, a mujeres calificadas se les debería asignar
posiciones y autoridades de decisión en las estructuras eclesiásticas",
añadió. Ahora, será la comisión y, finalmente, el Papa, quienes puedan
decidir poner la primera piedra para acabar con casi dos milenios de
marginación de la mujer en la Iglesia.
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