martes, 7 de junio de 2016

Las cosas a veces cambian a mejor



                            Resultado de imagen de imágenes de la solidaridad 


Entre todo el mogollón, y dentro de lo que cabe, una buena noticia: hoy en el Centro de Día del barrio, a eso de las 11, hemos recibido una visita espectacular. Mercadona ha entrado a saco con un cargamento de cuatro torres de cajas de alimentos que no cabían por la puerta, con leche, zumos, agua mineral en garrafas, latas de conservas, mermeladas, pasta, bolsas enormes de bollería, quesitos, cajas de galletas, cereales y paquetes de cacao  y de café, azúcar y muchas cosas más, entre ellas pan recién hecho y fiambres  que inmediatamente han servido para preparar los almuerzos en forma de bocadillos. Hemos alucinado. Al parecer, tener tan cerca las colas y grupos de  refugiados clandestinos y a los sin techo autóctonos, les ha tocado, por fin, la fibra de la compasión. Tal vez, les haya dado vergüenza ver la solidaridad del barrio, que las está pasando canutas mayoritariamente, volcado en los más abandonados y ellos mirando para otro sitio, y al ver junto a su tienda un desfile constante de necesitados de todo tipo, al que todo el mundo ayuda cpn lo que puede, que es poco. 
Quizás sea una forma de reconciliación  con la clientela que se ha ido largando a Consum porque allí sí ayudan a solventar carencias y hace tiempo que se corrió la voz. Quién sabe. La cosa es que de ahora en adelante, al parecer, van a ayudar en serio. Bien venida sea, en cualquier caso, esa iniciativa, mientras se va abriendo camino la posibilidad de la justicia, buena es la limosna para las emergencias. El desprenderse de bienes cuantiosos en buen estado y sin caducar, que antes se tiraban a la basura y se regaban con lejía para que no los pillasen los pobres en los contenedores por si se les ocurría hacer negocio con los desperdicios caducados, para darlos gratis ahora, es una buena forma de cambiar conciencias embrutecidas y cegadas por los negocios y el pastón que mueven, sin tener en cuenta cuántos hermanos se  quedan tirados y abandonados por el camino de las ganancias y el lucro. Si nuestra especie va recuperando el corazón y aprende a pensar con él y a sentir y a amar con el cerebro, estará salvada. Es la alquimia que nos libera del egoísmo y de la miseria que arruina todo, empezando por el envilecimiento y degradación del propio arruinador, en la medida en que  más tiene y acumula, sin comprender que lo que unos pocos amontonan en exceso, es lo que millones de personas necesitan para vivir sencillamente. Y que no es t tan difícil solucionar esa desigualdad, cuando se es simplemente, humano de verdad.

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